Aniversario del natalicio del Libertador Simón
Bolívar por Hugo Chávez Frías
Conmemoración del 227° aniversario del natalicio del Libertador Simón Bolívar
Ciudadana presidenta de la Asamblea Nacional, diputada Cilia Flores; ciudadana doctora Luisa Estella Morales, presidenta del Tribunal Supremo de Justicia; ciudadana doctora Luisa Ortega, presidenta del Poder Ciudadano y fiscal general de la República; ciudadana doctora Tibisay Lucena, presidenta del Consejo Nacional Electoral; ciudadana doctora Gabriela Ramírez, defensora del pueblo; ciudadano doctor Clodosbaldo Russián, contralor general de la República; señores embajadores, embajadoras y demás integrantes del Cuerpo Diplomático acreditado en nuestro país; señor vicepresidente ejecutivo, Elías Jaua; ministros y ministras del Gabinete Ejecutivo; ciudadana doctora Gladis Gutiérrez, procuradora general de la República; ciudadana jefa de Gobierno del Distrito Capital, Jacqueline Faría; distinguidos gobernadores y gobernadoras que nos acompañan, alcaldes, alcalde de Caracas; señor general en jefe ministro de Defensa, oficiales generales y almirantes del Alto Mando Militar Bolivariano, oficiales superiores, oficiales subalternos, suboficiales, cadetes, alumnos, tropas profesionales, tropas alistadas de la Fuerza Armada; querido maestro José Antonio Abreu, querido maestro Gustavo Dudamel, queridos muchachos y muchachas de la Orquesta Sinfónica Juvenil de Caracas, de la Sinfónica Juvenil Teresa Carreño y del Coro Sinfónico Nacional Juvenil de Venezuela, todos bajo la batuta del maestro Gustavo Dudamel, orgullo nacional, orgullo de esa juventud que se levanta como generación libertaria.
Compatriotas venezolanos y venezolanas, de ese pueblo profundo, de ese pueblo humilde que nos acompañaron, que trajeron, que bordaron con amor infinito esta nueva bandera, este nuevo tricolor que ahora acompaña a nuestro padre Bolívar en su morada, dignificada por las manos del pueblo, dignificada por la Revolución Bolivariana; con sus ocho estrellas libertarias brillando en el firmamento azul de la Patria nueva, liberada por el pueblo; voceros y voceras del poder popular, de los consejos comunales, de las comunas en construcción; líderes obreros, campesinos, líderes indígenas, voceros y voceras de nuestros pueblos indígenas, pueblos aborígenes, periodistas, trabajadores de los medios de comunicación, señores, señoras.
24 de julio. 227 años del nacimiento del padre Bolívar, día de júbilo para la Patria toda, y no sólo para Venezuela, sino para la Patria grande, para estos pueblos de Nuestra América, que 200 años después de iniciada la Revolución de Independencia, por estos días hace 200 años, hoy, igual que ayer, siguen luchando, siguen batallando por esa plena independencia y por la creación de la Patria humana, de la Patria grande, de la Patria nueva.
227 años. Y lo hemos celebrado de esta manera: júbilo nacional. En medio del júbilo del Bicentenario, de las celebraciones del Bicentenario que comenzaron cuando comenzaba este año 2010, que han tenido su apogeo en distintas fechas: 19 de Abril, aquel día memorable que quedó grabado ya para la historia del siglo XXI que comienza.
En medio del júbilo del Bicentenario conmemoramos, padre Bolívar, con los niños cantando y declamando, con nuestros jóvenes entonando las gloriosas notas del himno patrio, con nuestro pueblo alegre en las calles celebramos este, tu nuevo aniversario, trayéndote esta bandera liberada, bordada, hecha con infinito amor en todos los rincones de la Patria venezolana.
Veintisiete años cumplía Bolívar hace 200 años exactos, me valgo de la ocasión, compatriotas todos, para reflexionar y para enmarcarnos en la perspectiva de la historia. Porque la historia —como el mismo padre Bolívar lo señalaba— es un inmenso vientre; la historia es un inmenso vientre que contiene más esperanzas que sucesos pasados, y los acontecimientos futuros serán muy superiores a los pretéritos. Son palabras de Bolívar.
Así que necesario es que hoy, a 227 años del nacimiento del niño Simón Bolívar, del hombre Simón Bolívar, del padre Simón Bolívar, nos coloquemos —compatriotas de Venezuela toda— en perspectiva histórica, Venezuela toda en perspectiva histórica, miremos el camino largo, ese camino nos trajo aquí 227 años después, y miremos hacia adelante el camino por andar, el camino en construcción lleno de grandes posibilidades pero también lleno de grandes amenazas.
Bolívar cumplía 27 años, ¿y dónde cumplió bolívar 27 años? Un día como hoy hace dos siglos estaba en Londres, había sido enviado semanas antes en misión especial por la Junta Suprema, por el primer Gobierno que se organizó en esta tierra, junto con Andrés Bello, a gestionar reconocimiento internacional en aquella capital, y más allá en otros países de la Europa. Claro: era Bolívar —a pesar de su juventud— un hombre que ya había recorrido buena parte de Europa en dos ocasiones anteriores, éste fue su tercer y último viaje al llamado viejo continente.
Un día como hoy por estas horas, por estos días de su cumpleaños número 27 Simón Bolívar estaba reunido en Londres con aquel gigante que fue y que será siempre otro gran libertador nacido en esta Caracas: Francisco de Miranda. Había llegado Bolívar a sus 27 años después de una agitada vida desde su más tierna infancia, ya andaba en el huracán, así lo dijo él una vez en Angostura, en su discurso memorable dijo: “De qué vale atribuirme a mí todo el bien o todo el mal, sería darme una importancia que no merezco, no he sido más que una débil paja arrastrada por el huracán revolucionario”.
Y es que Bolívar nacía en esta Caracas, bueno, lo sabemos, en 1783, pero necesario es, para seguir su trayectoria enmarcada en los acontecimientos nacionales, regionales, e internacionales; para entender mejor el rol que comenzó a jugar aquel niño, aquel joven, aquel subteniente, aquel teniente, aquel rebelde; es necesario enmarcar su nacimiento y su vida en el tiempo histórico que le tocó vivir. No se puede entender la vida de un ser humano, y menos la vida de un hombre como Bolívar sin mirar el panorama que lo circundó, que lo fue moldeando, porque de aquí caemos en una categoría histórica de mucha importancia para nosotros hoy, aquel viejo debate del papel del individuo en la historia, cuál es el papel que un hombre, que una mujer individual puede jugar en la historia. Carlos Marx abonó en ese debate y para ese debate aquella frase: “Sí, es verdad que los hombres hacen la historia, pero sólo hasta donde la historia se los permite”. Son las circunstancias, son las condiciones objetivas, son las condiciones subjetivas, políticas, sociales, económicas, ideológicas las que van moldeando la conducta de los hombres, la conducta individual, la conducta colectiva. Es necesario que eso lo entendamos hoy más que ayer, porque estamos nosotros hoy en medio de vigorosos acontecimientos, y es necesario que los interpretemos para que a conciencia juguemos el rol que nos ha tocado jugar en lo individual y en lo colectivo en esta nueva hora grandiosa de nuestro pueblo, de nuestra América.
Bueno, Bolívar nació en aquellos años en los que nacía también la Capitanía General de Venezuela, fue creada unos años antes, en 1777. El rey Carlos V el 8 de septiembre creó por real cédula la Capitanía General de Venezuela, por cierto, el mismo año en que nacía la primera hija del matrimonio que habían conformado unos años antes aquí en Caracas el coronel Juan Vicente Bolívar y María de la Concepción Palacios, él, el coronel Bolívar, personalidad poco estudiada por cierto, era un patriota, su firma aparece en un documento que fue enviado años antes por un grupo de venezolanos a La Habana donde ya andaba Francisco de Miranda dando sus pasos revolucionarios por el mundo. Pues desde aquí le enviaron a Miranda una carta y allí está la firma de Juan Vicente Bolívar, pidiéndole que retornara a la Patria para que iniciara la independencia. No pudo Juan Vicente Bolívar conocer a Miranda, pero su vástago años después llegaría a Londres, y allá se reunían por estos días en 1810, hace 200 años exactos.
Pero nacía María Antonia Bolívar en 1777. En 1779 entraban en guerra España e Inglaterra, y estos hechos iban a ir perfilando los acontecimientos en los cuales cabalgaría años después el joven Bolívar, el soldado Bolívar, el revolucionario Bolívar.
1780 se asoma la década de los 80, de aquel siglo XVIII; y se inicia en este continente con una gran rebelión indígena, como muchas habidas desde que llegaron los conquistadores europeos, muchas rebeliones, infinitas rebeliones del pueblo indio aborigen, al que rendimos tributo y debemos rendir hoy, mañana y siempre al sacrificio de nuestro pueblo aborigen ante la invasión española, portuguesa, inglesa, holandesa, francesa.
De aquellos viejos e inmorales imperios que llenaron de muerte todas las coordenadas de este mundo.
Ya cuando hablamos de 1800 estamos hablando de 300 años, tres siglos, desde 1492 habían pasado ya tres siglos, y amaneció, se levantaba el siglo XIX, fue aquella gran rebelión acaudillada por el líder indígena Túpac Amaru, allá en las montañas de los Andes, de lo que hoy conforma la hermana República del Perú. Grande fue aquella rebelión, fue un gran impacto en todas estas tierras de Suramérica y del Caribe, 1781, comenzando esa década en la que nacería Bolívar, aquí mismo en las montañas de los Andes. De Venezuela, de la Nueva Granada se levantaron los Comuneros del Socorro, la rebelión de los comuneros indígenas, de los chibcha, los timoto-cuicas que levantaban las banderas de sus tradiciones profundas, que no eran otras que las del socialismo originario en la que vivían nuestros pueblos indígenas; eso hay que recordarlo: el modo de vida de nuestros pueblos era el socialismo, la comunidad, las comunas, la vida del colectivo; el capitalismo, el esclavismo vino de Europa a arrasar con nuestra cultura, con nuestros modos de vida y a imponernos el yugo del capitalismo, del esclavismo, del imperialismo.
Bueno, 1776, olvidé decirlo, es proclamada la independencia de los Estados Unidos y comienza la guerra en Norteamérica, en la que habría de participar Francisco de Miranda. En 1782 Inglaterra reconoce la independencia de los Estados Unidos y en Europa se firma el Tratado de Versalles, mientras nace aquí en Caracas Simoncito Bolívar, el último de los hijos de aquel matrimonio de Juan Vicente y María Concepción.
Sabemos que cuando Bolívar tenía apenas dos años y medio muere el coronel Bolívar, queda huérfano de padre, pero eran aquellos años en los que se levantaban los cimarrones, los negros cimarrones, eran los años en que se cuajaba la gran rebelión de José Leonardo Chirinos, 1789. El 14 de julio tenía Bolívar seis años, casi que cumplidos los seis años cuando aquel 14 de julio el pueblo francés se levanta, toma la Bastilla y comienza esa otra gran revolución, la Revolución Francesa.
Crecía Bolívar huérfano de padre y al año siguiente huérfano de madre, en 1792 muere doña María de la Concepción Palacios de Bolívar. Cuando ya está en Europa la guerra encendida, es la Batalla de Valmy aquel año 1792, batalla en la que participa Francisco de Miranda ya como oficial del ejército revolucionario francés, y aquel año se proclama la República Francesa. 1793 cumple 10 años Bolívar con sus hermanos —ya su madre había muerto— viviendo en la plaza de San Jacinto, ahí al frente, bajo la tutela de su abuelo paterno en la casa natal, ese es el año en que ejecutan a Luis XVI, 1794. Simón Rodríguez, maestro de Caracas, sorprende a esta capital elevando un informe sobre las escuelas de Caracas al Gobierno español.
En 1795 cumple 12 años Bolívar, es el año de la sublevación de los negros de Coro y comienzan los sucesos revolucionarios en Haití, se levanta ya la rebelión negra, la rebelión de los jacobinos negros, y ese año, precisamente durante la celebración de su cumpleaños número 12, en 1795, sufre Simón Bolívar una crisis, lo que pudiéramos llamar una crisis de adolescencia: entra en conflicto familiar, se va de la casa de su tío y tutor, a la casa de su hermana María Antonia, ya casada con Pablo Clemente, y hay un juicio en esta ciudad y el tribunal ordena que aquel niño vuelva a la casa de su tutor, hay un conflicto familiar tan grave que se van a las espadas incluso, el esposo de María Antonia con el tío de Bolívar, se van a las espadas, y al niño lo sacan unos negros con la policía y lo arrastran por la calle, pataleando, gritando y chillando. Tenía 12 años, y en el juicio ya se rebela; de esos documentos antiguos salen luces que dicen ya lo que era aquel niño a los 12 años, está escrito, el niño dice: “¿Si hasta los esclavos pueden cambiar de dueño, yo que soy un niño libre por qué no puedo ir a vivir con mi hermana?”.
Pero no valen para nada sus alegatos ni sus lágrimas, y el juez ordena, inflexible, que vuelva a la casa de su tío, lo encierran en un cuarto, rompe el techo, se evade de nuevo, lo agarran por allá unas monjas, pasa una noche acurrucado en un convento, eran días de invierno, y lo llevan de nuevo al juez y sigue el problema, no hay solución y consiguen una: darle por tutor y maestro al joven Simón Rodríguez. Fue así como se consiguieron el joven Simón revolucionario, y el niño Simón, el futuro libertador.
1797-98 Gual y España, conspiración revolucionaria; y el maestro de Bolívar, Simón Rodríguez, comprometido con aquella conspiración, con aquella gesta revolucionaria de Gual y España y se tiene que ir de Caracas, más nunca volvería el gran maestro de América, el Sócrates de Caracas, como lo llamó su alumno más aventajado.
En 1798 Bolívar es ascendido a subteniente, ¿cuántos años tenía? 15 años, toma el camino militar y se gradúa de subteniente en la vieja escuela de los Valles de Aragua, por supuesto era escuela militar del imperio español, una escuela donde su padre, el coronel Bolívar había sido director, en la hoja de servicio de aquel joven subteniente de 15 años aparece la siguiente frase: “¿Valor? Conocido. ¿Aplicación? Sobresaliente”.
Ya comenzó a descollar en su generación, ya comenzaba aquel joven a brillar con luz propia. El sabio capuchino fray Francisco de Andújar, por aquellos días, establece una academia de Matemática y de Física en la casa de Simón, apoyado por él, que era un joven rico, para él mismo, para amigos y para otros jóvenes, y se pusieron a estudiar la Matemática, la Filosofía, la Física y la ciencia.
Amanece 1799 y en enero el subteniente Simón Bolívar se embarca en el buque San Ildefonso y parte rumbo a España, al mismo tiempo que ocurre en Francia el golpe de Estado del 18 Brumario, va navegando el San Ildefonso y Napoleón Bonaparte surge entonces, el cónsul va perfilando lo que ocurriría después con la Revolución Francesa.
Pasa por Veracruz, viaja a la ciudad de México, pasa por La Habana y llega a España, llega a Madrid en junio, a casa de su tío Esteban y su tío Pedro Palacios; y allí durante todo el año 1800 y bajo la rectoría moral e intelectual del sabio marqués de Ustáriz, se entrega aquel joven al estudio, se entrega con pasión al estudio.
No fue Bolívar ningún improvisado, y este es un mensaje para la juventud especialmente. Hay una carta memorable que él le escribe a Santander años después, y a pesar de que fue un hombre que se vistió de humildad y supo ser grande en la humildad, sin embargo allí reflexiona y dice: “No fue poca mi educación”. Porque se le señalaba ya de tirano, se le señalaba como un hombre brutal y salvaje. Aquel joven se dedicó con pasión al estudio de las ciencias, de la historia; practicó la esgrima, fue un gran esgrimista, un gran bailarín; practicó la equitación, comenzó a frecuentar salones y tertulias, y conoce por aquellos días a una joven madrileña, casi de su misma edad, 17 años tenía Bolívar: María Teresa Rodríguez del Toro, con quien poco tiempo después —lo sabemos— contrae matrimonio.
En 1801 se va a Bilbao, allí vive todo el 1801, en 1802 se va por Francia, Bayona, París, ¡y vaya qué ocurría en la Francia entonces!, por esos días casi lo expulsan de Francia, ya anda encendido aquel joven: cartas memorables, aún cuando no muchas hay de aquella época; de fuertes altercados, debates y discusiones políticas en el París de aquellos días con altos dignatarios de la iglesia, del ejército y de la sociedad parisina.
El 15 de mayo el Rey de España le concede permiso para casarse al subteniente Simón Bolívar, y el 26 de mayo se casa en Madrid, y de inmediato se vienen y llegan a La Guaira el 12 de julio de 1802, no tenía 20 años todavía, y se instalan en esta casa que hemos recuperado ahora, la Casa del Vínculo, allí vivieron los jóvenes enamorados, en esa esquina gloriosa.
Asciende a teniente ese mes de diciembre y en enero de 1803 muere María Teresa.
Mientras tanto en París Bonaparte: cónsul vitalicio.
Guerra en Europa, se rompe la paz de Amiens, y se va Bolívar a Europa, a una Europa encendida, tiene 20 años y en esos 20 años es huérfano de padre, huérfano de madre y viudo.
Se va, llega a Madrid, en mayo va de nuevo a París, presencia la coronación de Napoleón como emperador de Francia.
Haití al mismo tiempo proclama su independencia de Francia.
Poco después Napoleón es coronado por el Papa en Notre Dame, como emperador Napoleón I.
España le declara de nuevo la guerra a Inglaterra, y por ahí anda Bolívar en París, en tertulias, en salones; conoce hermosas mujeres, sabios como Humboldt, Bonpland; líderes políticos, líderes militares.
En abril se va a España —en 1805—, se consigue de nuevo con Simón Rodríguez ya un poco más maduro y cuajado en el conocimiento de lo que ocurría en Europa, estudioso profundo de la filosofía, de la ciencia, perfilando su pensamiento socialista, comenzaba el siglo XIX, y es así como llega y pasa por Milán, y ve de nuevo a Napoleón ahora coronándose Rey de Italia.
Batalla de Trafalgar, Batalla de Austerlitz y así llega aquel 15 de agosto a Roma, era 1805, recién había cumplido 22 años y es el día del juramento: “Juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi Patria que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma hasta que hayamos roto las cadenas que oprimen a nuestra Patria por voluntad del poder español”. Veintidós años. He allí compatriotas su osamenta heroica.
Aquel joven, porque nunca dejó de ser joven Bolívar, y nunca dejará de serlo por tanto, cumplió su juramento: “No daré descanso a mi brazo, no daré reposo a mi alma…”. 1805: a los pocos meses se despedía de los salones, de los amores, de la vida en sociedad, de las tertulias, de París, de Madrid, de Roma, se embarcó y se vino, y allá fue, a los Valles de Aragua, a San Mateo, a buscar a sus jóvenes amigos de pensamiento rebelde: José Félix Ribas, su hermano Juan Vicente, que compartía sus ideas desde niño, desde joven, y precisamente cuando Bolívar cumplió 26 años, es decir el 24 de julio de 1809, se prendió un lío en Caracas: José Félix Ribas es uno de los interrogados por un tribunal que abrió una averiguación sobre una conspiración de jóvenes en Caracas, y José Félix Ribas en su declaración —negando por supuesto, como todo buen conspirador, negando la conspiración— dice: “Yo fui a la casa de Simón Bolívar fue a la fiesta de su cumpleaños, ahí no había nada sino una fiesta de cumpleaños”. Todo indica que el cumpleaños de Bolívar era tomado por aquellos jóvenes como excusa para las reuniones, o para al menos una reunión más para acelerar los planes conspirativos que andaban ya por todo este valle, por toda esta sierra, por todas estas costas desde 1808-1809, hasta que reventó la Revolución del 19 de abril de 1810.
Hago esta revisión histórica como dije hace un rato, compatriotas, para enmarcar la vida de este hombre, nuestro Libertador, nuestro padre; grandes acontecimientos, y como dijo algún sabio: la historia desata a la ola, nosotros debemos tratar de cabalgar la ola de los acontecimientos; no somos nosotros los que planificamos las revoluciones, nadie planifica revoluciones, las revoluciones son como un volcán, como lo dice el gran Víctor Hugo. Por 300 años se fue preparando la nube, se fue cargando la nube; por 300 años se van cargando las nubes y luego viene, inevitable, la tormenta, el rayo, el trueno, el relámpago, y aquí nosotros y nuestro tiempo histórico; aquí nosotros y nuestro compromiso.
Fue Bolívar y su tiempo además testigo, en medio de tales avatares, de grandes revoluciones: la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Industrial. Por ahí por el año en que nacía Bolívar o un poco antes, un año antes, James Watt inventaba la máquina de vapor, y de allí se desató la Revolución Industrial, comenzaba a nacer el capitalismo, y quedaba atrás, iba quedando atrás el régimen feudal; fueron naciendo los códigos, fueron apareciendo los componentes de lo que después se vino conformando, como dice István Meszaros, en un verdadero sistema de control metabólico social y pleno de la sociedad, el modelo del capital, y de allí el capitalismo, nacía el capitalismo y nacía en medio de revoluciones, pero esas revoluciones terminaron siendo todas revoluciones burguesas, se asomó la burguesía como nueva clase revolucionaria para romper toda la estructura feudal y comenzar a instalar la nueva hegemonía en el mundo.
Así como la Revolución Industrial, la Revolución Francesa. La Revolución Francesa no sólo fue resultado, como algunos utópicos lo han dicho, de las ideas de la ilustración. No, es que además fue el resultado, sobre todo fue el resultado del quiebre concreto del sistema económico feudal, debido al desarrollo tecnológico que ya alcanzaba un nuevo modelo que nacía: ya no se necesitaban los esclavos ni los siervos, se necesitaban más bien los trabajadores libres, libres entre comillas; era el liberalismo, el dinero, los bancos, ya no se necesitaba tener amarrado al esclavo, al hombre esclavizado, sino esclavizarlo a través del trabajo, adueñarse de la mano de obra, y fue así como se fue erigiendo ese perverso sistema que hoy está en crisis en todas partes; ese perverso sistema que cercena la sociedad, que, como dijo Albert Einstein, decapita al ser humano; el capitalismo, ese perverso sistema que aquí hemos comenzado a demoler, y con la bandera de Bolívar y la visión bolivariana tenemos que desmontarlo definitivamente para que pueda haber Patria verdadera.
Para que pueda haber igualdad, justicia y paz entre nosotros, construyendo una nueva Patria de iguales, de hermanos: ¡esa es la Patria socialista, la Patria socialista!
Bueno, precisamente miren, en 1784 un clérigo inglés llamado Edmund Cartwright inventó, cuando Bolívar tenía un año, el primer telar mecánico basado en la máquina del vapor; va ascendiendo pues, al mismo tiempo que crece Bolívar aquí en Caracas, al mismo tiempo que comienza a conocer las principales capitales europeas, va creciendo también el nuevo modelo económico, las revoluciones burguesas; pero también al mismo tiempo va naciendo una cruel explotación de millones de campesinos y artesanos, las fábricas reclutan personal, las fábricas instalan el modelo de explotación; las fábricas van creando, van generando la plusvalía, el capital, la Banca, los gobiernos burgueses, lo que un poco más tarde señalaría con mucha claridad ese grande intelectual italiano Antonio Gramsci, el bloque histórico, se fue conformando el bloque histórico burgués, el Estado burgués.
La Revolución Francesa, por ejemplo, terminó siendo una revolución burguesa. Bolívar vio en Europa cómo aquella revolución se vino abajo, Bolívar vio con sus propios ojos en Notre Dame al emperador coronado: Napoleón. ¿Y dónde quedó la libertad, la igualdad, la fraternidad? Por eso es que él jura allá en Roma: “Este viejo mundo ha dado para todo, menos para la causa de la humanidad…”. Terminó en una gran frustración la Revolución Francesa, y muchas otras revoluciones habían terminado en grandes frustraciones porque era la nueva clase burguesa la que se alzaba contra los viejos códigos feudales, pero era para instalar su hegemonía contra los pueblos, y Bolívar se dio cuenta, con su clara visión, con su clara inteligencia lo percibió temprano, Bolívar fue precursor de muchas cosas, no sólo del antiimperialismo; nosotros podemos decir con suficientes razones que Bolívar fue el primer gran precursor de la revolución socialista en el mundo, no hay ninguna duda.
En el juramento de Roma, con apenas 22 años lo dice, en 1805, viendo y viviendo los acontecimientos —como dice Walter Martínez— en pleno desarrollo: “Este viejo mundo ha dado para todo, menos para la causa de la humanidad…”. Y termina diciendo, en una expresión que refleja mucho sus estudios matemáticos de esos años, andaba estudiando mucho, andaba estudiando Historia, Filosofía, Matemática, Ciencia; ese juramento es memorable, es sabio, es profundo, sobre todo si consideramos que acababa de cumplir 22 años, es cuando dice Bolívar: “El despeje de la misteriosa incógnita del hombre en libertad habrá de ocurrir en el Nuevo Mundo: cómo es que el hombre puede vivir en libertad”.
Y aquí yo creo que Bolívar no se equivocó, 200 años después se está demostrando que el despeje de la misteriosa incógnita tendrá lugar aquí en el Nuevo Mundo, aquí en el mundo nuevo, en nuestra América.
El hombre en libertad, el ser humano en libertad, cómo Bolívar desarrolló su pensamiento, lo sabemos, en Angostura lo dice. En Angostura lo dice en una poderosísima demostración o evidencia de su pensamiento socialista cuando dice: “Mi opinión es, legisladores, que la piedra fundamental de nuestro nuevo sistema, que la solidez de nuestro nuevo sistema depende inmediata y exclusivamente de la igualdad establecida y practicada en Venezuela”. ¡Socialismo!, ¡socialismo! Es decir, Bolívar no podía conformarse con dirigir una nueva revolución burguesa en América Latina, Bolívar no vino aquí a ser otro Napoleón y así lo dijo: “No soy Napoleón, ni quiero serlo, Libertador o muerto”, dijo, cuando le propusieron que se coronase rey: “¡Libertador o muerto!”.
Bolívar se estrelló contra la burguesía naciente de Caracas, Bolívar se estrelló contra la burguesía bogotana, Bolívar se estrelló contra la burguesía limeña y quiteña y paceña; Bolívar se estrelló, chocó, enfrentó a la burguesía washingtoniana que ya estaba construyendo las bases del imperio yanqui que tanto daño le ha hecho a estas tierras y a estos pueblos, y Bolívar lo señaló con su dedo y lo dijo, claro, valiente, grande: “Estados Unidos de Norteamérica parece destinado por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad”. Eso lo dijo Simón Bolívar… ¡qué grande! ¡Qué grande fuiste, padre! ¡Qué grande eres, padre Bolívar! ¡Qué grande serás para siempre! ¡Qué grande!
Bolívar vino a tratar de hacer en estas tierras, ¡vaya empeño heroico!, ¡vaya empeño gigantesco! Era imposible hacer una revolución social, y él se dio cuenta al final, pero prefirió el martirio, prefirió cual Cristo la cruz, lo prefirió, prefirió la ignominia, prefirió el desierto, prefirió la soledad a dejarse llevar por las fuerzas dominantes.
Era imposible en verdad entre 1810-1820-1830, era imposible hacer en estas tierras una revolución social: las condiciones no existían, pero él vino como adelantado, como si hubiera venido de otro planeta, a tratar de hacer lo imposible, y es cuando dijo un día, un día Bolívar escribió aquello: “El gran día de la América no ha llegado”. Otro día dijo: “Mis angustias vivirán en el futuro”. Otro día dijo: “Volando por entre las próximas edades mi imaginación se fija en los siglos futuros. Y mirando desde allá, desde los siglos futuros veo con admiración y pasmo a esta inmensa región, con un pueblo libre, una gran República unida, sentada sobre el trono de la gloria, coronada por la justicia, mostrarle al mundo antiguo la majestad del mundo moderno”.
Él prefirió el martirio, hizo lo correcto, hizo lo que un revolucionario verdadero tiene que hacer, hizo como Cristo: montar su cruz al hombro y caminar al calvario; sólo que eso fue siembra, siembra profunda, él mismo se sembró como semilla, casi no había quien sembrara, casi no había semilla para sembrar, pudiéramos decir hoy que él se convirtió en su propio sembrador y se convirtió en su propia semilla. Ahí está la semilla que hoy ha brotado por los campos 200 años después; ahí está la semilla que se volvió pueblo y hoy, compatriotas, a pesar de las dificultades, a pesar de las grandes amenazas que sobre nosotros se ciernen aquí estamos dando la lucha que Bolívar nos dejó pendiente, y hago un llamado a todos a que sigamos el ejemplo de Bolívar, incluso si nos tocara de nuevo su propio destino, incluso si tuviéramos que cruzar cien desiertos y cargar cien cruces sobre los hombros, ese es el ejemplo que nos dio Bolívar; incluso si nuestro destino fuera Santa Marta de nuevo, sigamos su ejemplo, que sería abono para las futuras generaciones, sería semilla y un millón de veces es mejor, en vez de terminar cediendo ante las presiones del imperio yanqui y sus lacayos, un millón de veces es mejor para nosotros, en vez de terminar cediendo ante las presiones y agresiones de la burguesía apátrida, un millón de veces preferiríamos correr el mismo camino de Simón Bolívar: pasar por el ostracismo, por la soledad y por la muerte. ¡Ese es el ejemplo que nos dejó Bolívar si ese fuera nuestro destino!
Que lo sepan los imperialistas, que lo sepan los yanquis, que lo sepan los terroristas, que lo sepan los burgueses venezolanos, que lo sepa la burguesía colombiana y su ejército de terroristas, que lo sepan los terroristas de Israel desplegados por esta tierra. Yo lo sé: estoy condenado a muerte, ¡pero no me importa! Si tuviera que morir y regar mi sangre en esta tierra, ¡estoy listo!, y lo digo aquí delante de los restos del padre Libertador, pero no voy a ceder ante el chantaje, ante las amenazas.
Y llamo al pueblo venezolano a no ceder, a no dejarnos confundir, a no dejarnos atemorizar.
Yo recibí anoche una carta de alguien que merodea por allá por Norteamérica, y que desde hace tiempo viene desde allá enviando píldoras que han sido importantes en varias ocasiones, incluso antes de 2002, antes del golpe de Estado, y en otras ocasiones también, de tantas conspiraciones que nosotros hemos enfrentado.
Recuerdo, incluso con detalle, que desde allá, desde donde viene este papel, me llegó, pocos días antes del Día de la Madre del año 2004, creo que fue en 2004 cuando capturamos a los paramilitares colombianos aquí, aquí mismo en Caracas.
Llegó de esta misma fuente el alerta: ¡Cuidado con el Día de la Madre! ¡Cuidado con acontecimientos que están por desatarse!
Y aquí llegaron estas notas. Me dice: “Amigo —un viejo amigo, hace años no le veo—, como te comenté en varias oportunidades lee los tres últimos que te envié, la idea sigue siendo la generación del conflicto por el lado occidental. De manera que los últimos acontecimientos confirman todo, o casi todo lo que estos discutieron en parte por aquí, y otras informaciones que me han llegado desde arriba. Lo que están viendo ahora y está pasando reciente es parte del plan integral. Nada está pasando sin tener conexión, todo está previamente estudiado y de acuerdo a la estrategia trazada. La fase de la preparación de la comunidad internacional, con ayuda de Colombia, está en plena ejecución. Eso lo estás viendo, y lo del jueves en la OEA es parte del plan inicial, sólo que lo adelantaron. Entonces están uniendo la fase de preparación con la fase de ejecución. Esto quiere decir que las cosas parece que se están adelantando. Te mandé a decir que tienen fecha límite los eventos del 26, pero por alguna razón están adelantando movimientos que eran para ejecutar después. Aquí están acelerando la etapa de ejecución, y eso va unido al desplazamiento de una fuerza de contención, como ellos la llaman, hasta Costa Rica, con el pretexto de la lucha al narcotráfico. La verdad es que su misión es la de apoyar las operaciones militares de manera abierta, porque ellos evalúan la reacción de las FARC y del ELN, así como de los cubanos y de los nicaragüenses, y sacaron como conclusión que los colombianos solos no podían ejecutar la operación en corto tiempo, de manera que decidieron involucrarse directamente cuando el conflicto se dé”.
Dice este amigo, al final, después de otros detalles: “La operación militar va, veo que se están acelerando los tiempos, lo más importante, hay un acuerdo al que llegaron, por la misma petición colombiana, de que ellos se encargarán en la frontera, pero no tienen intención ni mayor capacidad de conducir operaciones muy adentro del territorio, y lo que decidieron fue que como parte importante de la ofensiva, un objetivo es Mauricio —no se trata de Mauricio, nuestro ministro de Comunicación, Mauricio es un viejo nombre que este soldado ha usado para este tipo de comunicaciones— y el otro la caída del Gobierno. Recuerden el caso Noriega. Entonces eso lo harán los del Norte, es una operación combinada con dos objetivos: no quieren entrar en Caracas, no se atreven a entrar en Caracas, están cazando a Mauricio sobre todo fuera de Caracas. Préstale atención a lo anterior, esto es muy importante, te lo repito, es muy importante. Al mismo tiempo tratarán de neutralizar parte de la Fuerza Armada, tratarán de que algunas unidades no hagan nada, tratarán de llamar o de incorporar militares retirados para controlar las ciudades, de manera que dile a Mauricio que tome muy en serio estas informaciones”.
Esto normalmente yo no lo hago público, pero como son tantos los elementos que están en el panorama, y como esta fuente… Recuerdo incluso que esta fuente nos alertó sobre los acontecimientos de los primeros meses del 2002, y los francotiradores, nos alertó de detalles, de lo que después ocurrió, sólo que nosotros no pudimos detener, detectar, neutralizar aquella amenaza.
La captura de Chávez Abarca en Maiquetía, por ejemplo. ¿Venía solo Chávez Abarca? ¿A qué venía Chávez Abarca a Venezuela? El movimiento de la flota yanqui a Costa Rica… ¿a qué? Así, de un día para otro, sorpresivamente. Calza perfectamente el concepto aquí expresado en esta comunicación: una fuerza de contención. Ante una agresión contra Venezuela, ante un asesinato del Presidente de Venezuela, o el secuestro del Presidente de Venezuela, y un intento de derrocamiento del Gobierno de Venezuela, ellos se preguntan: ¿qué harían en La Habana? ¿Qué haría Fidel? ¿Qué haría Raúl? ¿Qué harían el pueblo cubano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba? ¿Qué harían las fuerzas guerrilleras en Colombia?
Yo creo que también deberían preguntarse, incluso, ¿qué haría una buena parte del pueblo de Colombia? ¿Qué harían Daniel Ortega, el Gobierno de Nicaragua, las fuerzas militares de Nicaragua y el pueblo de Nicaragua?
Yo creo que deberían hacerse muchas otras preguntas, porque como nunca antes jamás en nuestra historia la Revolución, el Gobierno, el pueblo venezolano, hoy está más acompañado que nunca antes jamás, por gobiernos, por pueblos, por movimientos, por fuerzas reales que están ubicadas sobre el tablero.
De forma tal que yo hago púbica, así como el Gobierno de Colombia utiliza la mentira, precisamente para como dice este documento preparar, crear condiciones en la comunidad internacional, señalando a Venezuela de país que ampara el terrorismo, ahora con unas supuestas pruebas, con supuestos videos y documentos, y el Gobierno de Venezuela apoya el terrorismo, apoya el narcotráfico, en su territorio hay no sé cuántos campamentos, ya perdí la cuenta; no sé cuántos miles y miles de terroristas; en su territorio están dictando cursos de terrorismo, a fuerzas… Incluso han dicho de movimientos islámicos o islamistas.
Todo esto, como Fidel Castro viene diciéndolo desde hace varias semanas, hay que mirarlo incluso más allá, hay que mirar la configuración del mundo de hoy, las tensiones en Irán, en Corea, en el Oriente Medio, en Gaza, Palestina: el imperio se despliega, se despliega, despliega sus fuerzas, sus flotas, sus marines, sus bases militares, las siete bases militares en Colombia, las bases militares en Aruba, Curazao.
He allí, he allí las circunstancias de nuestro tiempo, 227 años después del nacimiento del padre Bolívar. Somos herederos de verdad de su lucha, somos nosotros portadores, sin duda, de su angustia, de su batalla, para hacer aquí verdaderamente una revolución social, no una revolución burguesa, para hacer una revolución socialista.
En todo caso, con mucho optimismo, hoy día de júbilo, con mucha fe en que nosotros viviremos, en que nosotros seguiremos venciendo y venceremos, en todo caso para cualquier circunstancia que nos corresponda enfrentar, hombres y mujeres venezolanos, soldados venezolanos, indígenas venezolanos, pueblo venezolano, jóvenes venezolanos; ante cualquier circunstancia, para concluir, creo que nada mejor que este escritor uruguayo, José Enrique Rodó, cuando escribió en un ensayo dedicado a Bolívar lo siguiente, que es como para nosotros hoy, para seguir el ejemplo de grandeza de nuestro padre, dice Rodó:
“Grande en el pensamiento, grande en la acción, grande en la gloria, grande en el infortunio, grande para magnificar la parte impura que cabe en el alma de los grandes, y grande para sobrellevar, en el abandono y en la muerte, la trágica expiación de la grandeza. Muchas vidas humanas hay que componen más perfecta armonía, orden moral o estético más puro; pero pocas ofrecen tan constante carácter de grandeza y de fuerza; pocas vidas humanas —como la de Bolívar— subyugan con tan violento imperio las simpatías de la imaginación heroica”.
Hoy, a pesar de nuestras miserias, a pesar de nuestras fallas, a pesar de nuestra parte impura, intentemos ser grandes como Bolívar. Sea cual sea, repito, las circunstancias que nos corresponda enfrentar, estemos a la altura del gigante, nosotros somos hijos de gigantes y estamos obligados a ser también gigantes sobre esta tierra heroica, ¡gigantes! ¡Grandes!
Y no quiero terminar sin leer este párrafo final de ese luminoso ensayo del gran uruguayo que fue José Enrique Rodó, dedicado a Bolívar, en mil cantos, mil poemas, como el del niño recitando a Neruda; mil cantos, como el de Montecano cantando con Alí Primera; mil cantos con mil arpas, con un millón de arpas te cantamos, con un millón de cuatros, de violines, de cornetas y de clarines te cantamos hoy en tu cumpleaños, padre.
Y termino con Rodó: “Cuando diez siglos hayan pasado, cuando la página de una legendaria antigüedad se extienda desde el Anáhuac hasta el Plata, allí donde hoy campea la Naturaleza o cría sus raíces la civilización; cuando cien generaciones humanas hayan mezclado en la masa de la tierra el polvo de sus huesos con el polvo de los bosques, mil veces deshojados, y de las ciudades, veinte veces reconstruidas, y hagan reverberar en la memoria de hombres que nos espantarían por extraños si los alcanzáramos a prefigurar, miríadas de nombres gloriosos en virtud de empresas, hazañas y victorias de que no podemos formar imagen, todavía entonces, todavía entonces cuando mil generaciones hayan pasado, todavía entonces, si el sentimiento colectivo de la América libre y una no ha perdido esencialmente su virtualidad, esos hombres, que verán como nosotros en la nevada cumbre del Sorata la más excelsa altura de los Andes, esos hombres futuros verán, como nosotros también, que en la extensión de sus recuerdos de gloria nada hay más grande que Bolívar”.
¡Viva Bolívar!
¡Viva Venezuela y viva la América!
¡Viva la Revolución Bolivariana!
¡Que viva el pueblo de Venezuela!
¡Feliz cumpleaños, padre Bolívar!
¡Viva Venezuela y viva la América!
¡Viva la Revolución Bolivariana!
¡Que viva el pueblo de Venezuela!
¡Feliz cumpleaños, padre Bolívar!
Red Voltaire | Caracas (Venezuela) | 24 de julio de 2010
ENSARTAOS
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