Estados Unidos y Haití lucharon por independizarse de potencias europeas (Reino Unido y Francia, respectivamente), pero no corrieron la misma suerte después de lograr la libertad. El país norteamericano pasó de ser oprimido a ser opresor: han invadido en reiteradas ocasiones a Haití e históricamente han hecho valer su condición de imperio.
Haití tiene una ubicación estratégica para Estados Unidos, debido a que le ha permitido ubicar sus bases militares, es decir, bases militares cada vez más cerca de Cuba, Venezuela y Nicaragua, países que registran en su historia y en la actualidad procesos revolucionarios contrarios al imperialismo del norte.
La invasión reincidente
Durante la invasión, realizada por primera vez hace 100 años, Estados Unidos convirtió a Haití en su patio trasero: le servía como una fábrica de azúcar al explotar los monocultivos de la caña, y por otro lado manteniendo a la población del país en pobreza extrema.
La explotación de recursos de Haití fue el robo indirecto de EE.UU., puesto que en incontables ocasiones lo hicieron de forma más explícita. En 1914, el presidente estadounidense Woodrow Wilson tomó el control del Banco Nacional de Haití mediante el envío de soldados, que retiraron 500 mil dólares de las reservas para “custodiarlas” en Nueva York.
Entre 1888 y 1915 ningún presidente haitiano terminó su mandato de siete años, 10 de los mandatarios fueron asesinados o derrocados, y Estados Unidos no escondía su intención de utilizar el territorio haitiano como una potencial base militar.
Tras la invasión de EE.UU. en 1915, que inició con el asesinato del presidente haitiano Jean Vilbrun Guillaume Sam, se reformó la Constitución de Haití para permitir que extranjeros fueran dueños de propiedades haitianas; de esa manera la tierra les fue arrebatada a los campesinos para crear grandes plantaciones. Esto ocasionó indignación en el pueblo, que se levantó en revueltas que Estados Unidos a su vez reprimió brutalmente asesinando entre 15 y 30 mil haitianos.
Los ocupantes salieron de Haití en 1934, dejando atrás al despiadado Ejército Nacional, adiestrado por Estados Unidos para reprimir al pueblo.
A partir de 1950, con la ola "anticomunista" que propagó Estados Unidos por América Latina, auspiciando la barbarie de los gobiernos de derecha contra el socialismo, el país norteamericano impulsó la dictadura de François Duvalier “Papa Doc”, que con la continuidad que le dio su hijo Jean-Claude Duvalier “Babee Doc”, en 1971, suman una dictadura de más de 30 años.
Los Duvalier crearon su propio ejército de asesinos, los Tonton Macoutes. Durante esa dictadura fueron asesinados unos 50 mil haitianos. Entre 1970 y 1980 Estados Unidos acogía a los inmigrantes haitianos que llegaban por mar, pero al tratarse de una situación sostenida empezaron a devolver a los inmigrantes a Haití.
La histórica deuda externa
Francia exigió a Haití el pago de 150 millones de francos (lo que en la actualidad serían 21 mil millones de dólares), a cambio del reconocimiento de su independencia. La deuda, que era 10 veces mayor que los ingresos anuales de Haití para la época, adquirida en el siglo XIX tendría un plazo de 30 años para ser pagada. Haití pagó esa deuda hasta 1947.
Haití fue una colonia rica de Francia durante el siglo XVIII, pero en 1804 se convirtió en la primera nación latinoamericana y caribeña en proclamar su independencia en medio de una revolución. La Revolución Haitiana, que duró 13 años, fue la primera de América Latina.
La deuda externa de Haití se estima en unos 890 millones de dólares, de los cuales el 41% corresponde al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), su mayor acreedor, y el 27% al Banco Mundial.
A lo largo de historia varios países abogaron por anular la deuda de Haití con Francia, por tratarse de ilegítima debido a que estaba condicionada con amenazas de invasión militar. Ahora se exhorta a una indemnización de Francia a Haití, que sigue sin respuestas concretas por parte del Gobierno galo.
Haití siguió incrementando la deuda externa durante la dictadura de Duvalier. En ese período contrajo la llamada “deuda odiosa” o deuda ilegítima, que se trata de una deuda adquirida por el Gobierno contra los intereses de los ciudadanos, y que por consiguiente no debería ser pagada. Es un aspecto frecuente en las dictaduras y gobiernos no representativos: se enriquecen, los sacan del poder y posteriormente el gobierno entrante debe asumir la crisis económica y el Estado asumir el pago de la deuda.
Las exhortaciones respecto a toda la deuda externa se acentuaron con el terremoto en Haití de 2010, argumentaban que era necesaria la cancelación para que el país pudiera recuperarse tras el fuerte terremoto de 2010. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) también abogó por el cese de la deuda.
Sin embargo, en el marco del terremoto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio un préstamo de 114 millones de dólares, que debía comenzar a ser reembolsado después de un período de gracia de cinco años y medio. Esto generó fuertes críticas porque Haití estaba en condiciones de recibir donaciones, no de incrementar su deuda.
El terremoto de Haití, en enero de 2010, fue causa de una nueva invasión por parte de EE.UU., país que ocupó el control de operaciones del país e instaló sus tropas con la excusa humanitaria. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) instaló una misión en Haití (MINUTASH) a propósito del seísmo, hasta marzo de este año aún se registran más de 7 mil uniformados, entre soldados y policías.
Los delitos
Hay más de 480 denuncias registradas entre 2008 y 2013 contra la misión de cascos azules o policías de la paz que envió la ONU a Haití y Liberia, procedentes de diversos países, debido a que intercambiaban mercancía de primera necesidad por sexo, en un contexto de hambruna y desesperación.
El sismo de 7,3 en la escala de Richter ocasionó la muerte de 222 mil 570 personas y pérdidas materiales calculadas en siete mil 900 millones de dólares.
El sismo de 7,3 en la escala de Richter ocasionó la muerte de 222 mil 570 personas y pérdidas materiales calculadas en siete mil 900 millones de dólares.
Haití hoy
Bloques económicos como Petrocaribe y Caricom han sido pilares fundamentales de los indicadores económicos en ascenso de Haití, pero siempre considerando que se trata de uno de los países más pobres de América, tras las desventuras que le registra la historia.
Después del terremoto de 2010, una de las catástrofes naturales de mayor impacto que han azotado al país, el comercio se va revitalizando poco a poco y se ha impulsado desde el sector turístico, que aunque aún no ha dado grandes frutos, promete ser uno de los mayores atractivos del país caribeño.
Haití presenta un déficit comercial creciente que se intensificó en la década de 1990. Anteriormente era un país casi autosuficiente en el sector alimentario, ahora dependen en su mayoría de las importaciones. Registra un cuadro comercial con Estados Unidos, República Dominicana y la Unión Europea, de allí proceden 50, 30 y 10 por ciento de las importaciones, respectivamente. Los principales productos importados son de la industria manufacturera, maquinaria y materiales destinados al transporte.
La industria textil es el fuerte de las exportaciones de Haití, que destina más de 90 por ciento al mercado estadounidense. También exporta cacao, café y mango e importa manufacturas, material de construcción, alimentos y vehículos.
Por otra parte, los países miembros del Caricom acordaron eliminar las tasas arancelarias a los productos haitianos después del terremoto de 2010. Entre los principales productos haitianos que son exportados a países vecinos destacan los concentrados de frutas para la elaboración de bebidas alcohólicas.
El mecanismo de integración regional Petrocaribe ayudó en la reconstrucción de más de 800 kilómetros de calles, la edificación de miles de viviendas y la reubicación de muchas personas que habitaban en carpas.
A finales de 2014 e inicios del año en curso se registraron acciones desestabilizadoras que indujeron la renuncia del primer ministro Laurent Lamothe. Las acciones opositoras, que también exigían la renuncia del presidente Michell Martelly, fueron impulsadas por varias organizaciones entre las que se encuentra el partido Familia Lavalas, que lidera el expresidente Jean Bertrand Aristide, derrocado por un Golpe de Estado auspiciado por el gobierno de EE.UU.
El presidente Martelly reiteró en varias ocasiones su disposición para dialogar con el sector opositor. Una muestra de ello fue el anuncio el pasado 30 de diciembre del acuerdo para extender las funciones legislativas hasta abril y septiembre de 2015, con el objetivo de evitar un vacío en el Parlamento a partir del 12 de enero, fecha en que se vencían los mandatos, sin embargo, la oposición mantuvo las protestas.
TOMADO DE: http://www.telesurtv.net/
Y PUBLICADO EN: http://victorianoysocialist.blogspot.com/ y en Libertad Bermeja//Facebook
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