Reino Unido desvela el informe que
podría llevar a procesar a Tony Blair
por la guerra de Irak
Criminales de lesa humanidad y culpables de
crímenes de guerra aún impunes
Este miércoles ve la luz el 'informe Chilcot' , una extensa investigación que evalúa las decisiones tomadas antes y durante el conflicto.
EFE - Público - Publicado: 06.07.2016 10:40
El llamado 'informe Chilcot', una extensa investigación sobre la intervención de Reino Unido en la guerra de Irak de 2003, verá la luz este miércoles, en lo que supone una última esperanza para los familiares de fallecidos y algunos políticos para procesar al ex primer ministro Tony Blair, que metió al país en el conflicto.
El informe ha sido elaborado por John Chilcot, antiguo funcionario del ministerio británico para Irlanda del Norte, que ha revisado, con la ayuda de varios colaboradores, unos 150.000 documentos, muchos de ellos confidenciales.
Esta investigación fue dispuesta por el primer ministro laborista Gordon Brown -en el poder entre 2007 y 2010- después de intensas presiones de políticos y de las familias de los 179 militares británicos que perdieron la vidaen el conflicto armado.
El objetivo de Chilcot es evaluar las decisiones que se tomaron antes y durante la guerra, las medidas adoptadas y establecer qué se puede aprender de uno de los episodios más polémicos del mandato del laborista Tony Blair(en el poder entre 1997 y 2007).
Los críticos con la contienda, como la llamada Coalición Parad la Guerra (formada por organizaciones no gubernamentales y políticos para denunciar la intervención militar en Irak), han pedido esclarecer la decisión de Blair de invadir el país árabe.
Más de 150 testigos han prestado declaración, entre ellos Blair y políticos que estuvieron entonces en el poder, como el exministro laborista de Asuntos Exteriores Jack Straw y el antiguo titular de Defensa Geoff Hoon, además de militares.
Al dar luz verde a esta investigación, Gordon Brown esperaba que durase dos años, pero su complejidad y la necesidad de preservar información secreta han retrasado su publicación.
Según los medios, se espera que Tony Blair sea muy criticado, si bien no se le acusará de haber violado ninguna ley puesto que la investigación no fue abierta con el objetivo de establecer la legalidad de las medidas tomadas antes y durante el conflicto.
Se calcula que el coste de esta investigación ha sido de diez millones de libras (unos 11,8 millones de euros).
Los familiares de los militares fallecidos confían en que este informe ayude a iniciar un proceso legal contra los responsables de meter al Reino Unido en el conflicto.
Con motivo de esta guerra, hubo numerosas manifestaciones en Londres en contra de la decisión de Blair, quien aceptó la intervención junto con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el expresidente español José María Aznar, por considerar que el entonces presidente de Irak, Sadam Husein, poseía armas de destrucción masiva que lo convertían en una amenaza para el mundo.
Las protestas fueron organizadas por la coalición Parad la Guerra, que en su día estuvo presidida por el actual líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn.
Para justificar la intervención, Blair llegó a decir que, según informes de inteligencia, Husein tenía armas de destrucción masiva, una afirmación que con el tiempo tuvo que reconocer que era falsa.
Por Íñigo Sáenz de Ugarte
Después de siete años de trabajo, era de esperar que el informe definitivo de la comisión Chilcot sobre la intervención británica en la invasión de Iraq tuviera dimensiones descomunales. El resultado final con anexos y la transcripción de las comparecencias es tres veces superior a la Biblia y a todas las obras escritas por William Shakespeare.
Pero eso no es lo más importante. Lo más llamativo, casi hasta sorprendente, es que el veredicto final es concluyente. Es toda una condena a la conducta de Tony Blair y su Gobierno antes de la guerra de Iraq, y por extensión se puede considerar una condena a la aventura imperial que acabó con el derrocamiento de Sadam Hussein y el inicio de una serie de acontecimientos catastróficos cuyas consecuencias continúan persiguiendo a Oriente Medio, Europa y EEUU.
No hay que bucear entre todas las páginas del informe ni tampoco fijarse con cuidado en las 150 páginas del resumen. Está todo en la declaración que el presidente de la comisión leyó al presentar las conclusiones. Ahí aparecen las críticas directas y sin ambigüedades a las razones que se dieron para justificar la invasión, a la planificación (o falta de ella) de las operaciones militares y a su justificación.
Contra lo que sostuvo Blair una y otra vez antes de marzo de 2003, la decisión de ir a la guerra se tomó antes de que se agotaran las opciones pacíficas, políticas y diplomáticas, para el desarme del régimen de Sadam Hussein, dicen las conclusiones del informe. La decisión de invadir Iraq no era el último e inevitable recurso de actuación al haberse agotado otras soluciones. La amenaza que presentaba el arsenal militar, en concreto el supuesto programa de armas de destrucción masiva, se presentó ante la opinión pública con un nivel de seguridad que no estaba justificado. No se planificó de forma adecuada lo que ocurriría en Iraq después de la intervención, a pesar de que hubo avisos concretos de personas cualificadas sobre lo que podría ocurrir. Las tropas británicas no recibieron el equipamiento necesario para realizar su misión. En definitiva, los objetivos que se planteó el Gobierno de Blair antes de la invasión y con los que se intentó convencer a la opinión pública, no se consiguieron.
Hay muchísimo más que contar, pero creo que este párrafo resume la intervención de Chilcot y las conclusiones de siete años de investigación.
En resumidas cuentas, es lo mismo que pensaban las personas que se manifestaron en las calles de Londres contra la guerra, lo que advirtieron algunos expertos que tuvieron la oportunidad de comunicar sus opiniones en persona a Blair, lo que dijeron o temían muchos diputados laboristas, y en especial Robin Cook, que presentó su dimisión como ministro el 17 de marzo de 2003, tres días antes del inicio de la invasión, con un discurso recibido con aplausos en la Cámara –algo que ni se estila ni se permite en el Parlamento británico– y que aún se recuerda.
La que podríamos llamar la pista española de esta historia confirma también el alcance del engaño. Tres semanas antes de la invasión, en una reunión en Madrid de Blair con Aznar, la descripción del encuentro indica que para afrontar las dificultades creadas por “la impresión de que EEUU estaba decidida a ir a la guerra pasara lo que pasara”, Blair y Aznar acordaron poner en marcha una estrategia de comunicación que demostrara que “estaban haciendo todo lo posible para evitar la guerra”. Ambos sabían ya que la decisión –que ambos apoyaban– estaba ya tomada en Washington desde hace mucho tiempo y que había llegado el momento de intentar adelantarse a las críticas.
La guerra era un hecho ya imposible de parar, Blair había comunicado a Bush mucho tiempo antes que estaría con él hasta el final, Aznar había sorprendido a Blair con su firme disposición a apoyar a Bush, pero los jefes de Gobierno español y británico querían hacer creer a todos que su prioridad era evitar la guerra. Fue una más de las muchas mentiras.
Blair tuvo la entereza de no ocultarse tras la publicación del informe y concedió una rueda de prensa un par de horas después. Quien esperaba que fuera a disculparse o reconocer los errores no había visto sus dos comparecencias ante la comisión Chilcot, en especial la primera, ni leído las memorias. Sí admitió algunas de las conclusiones del informe, pero con una lógica difícil de entender. Dijo que hubo errores en la planificación de la invasión, en cuanto a lo que ocurriría después del derrocamiento de Sadam Hussein, y en el uso de la información facilitada por los servicios de inteligencia. Pero dijo que volvería a tomar la misma decisión sobre el cambio de régimen en Bagdad.
La trampa no se diferencia mucho de lo que ocurrió en EEUU. Exigir una mayor preparación de los planes de EEUU y el Reino Unido para el Irak postSadam hubiera dejado claro la inmensa dificultad de la tarea, y eso habría afectado al apoyo de la invasión en la opinión pública y en el propio partido de Blair. Hacer un uso más restrictivo de la información de inteligencia habría podido tener el mismo efecto. Exagerar los indicios –no sustentados por pruebas– aportados por los espías, que estaban condicionados para encontrar como fuera pruebas que justificaran la invasión, y exigir planes más exigentes sobre la reconstrucción de Irak podrían haber hecho pensar a la gente que no había tantas razones que justificaran la guerra o que el precio sería demasiado alto.
A fin de cuentas, en Washington se sostenía que las tropas extranjeras serían recibidas como “libertadores”. Nada podía desmentir esa premisa. Esa fue la prioridad de Blair y su equipo en Downing Street.
Las consecuencias las tuvieron que pagar otros.
(Tomado de Guerra Eterna)
Los puntos clave del informe son los siguientes:
- Tony Blair era consciente de que la invasión de Irak aumentaría la amenaza para el Reino Unido por parte de Al Qaeda
- La invasión de Irak por parte del Reino Unido fue un error y sus consecuencias se siguen notando
- Las acciones del Gobierno de Blair en Irak se basaron en datos de inteligencia erróneos
- Las sentencias sobre la gravedad de la amenaza que representaban las armas de destrucción masiva de Irak se presentaron con una certeza injustificada
- A pesar de las advertencias explícitas, las consecuencias de la invasión se subestimaron. La planificación y la preparación para un Irak después de Saddam Hussein fueron totalmente inadecuadas
- El Gobierno no logró alcanzar sus objetivos declarados
"En 2003, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido participó en la invasión y la ocupación a gran escala de un Estado soberano. Fue una decisión de la más extrema gravedad. No hay duda de que Saddam Hussein era un dictador brutal que atacó a la población de Irak, reprimió y mató a muchos de sus propios ciudadanos y violó las obligaciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero lo que la investigación se pregunta es si fue justo y necesario invadir Irak en marzo de 2003 y si el Reino Unido podría y debería haber estado mejor preparado para las consecuencias", ha declarado también Chilcot.
"El informe debe enterrar las denuncias de mala fe, mentira o engaño. Tanto si la gente está de acuerdo con mi decisión de llevar a cabo una acción militar contra Saddam Hussein o no, lo hice de buena fe y en lo que creía que sería el mejor interés del país", ha afirmado Blair.
"Eliminar a Saddam Hussein era importante y su derrocamiento no fue la causa del actual aumento del terrorismo", dijo.
Añadió también que está dispuesto a asumir toda la responsabilidad por los errores relacionados con la campaña militar.
A principios de diciembre, la política de Estados Unidos había comenzado a cambiar y Blair propuso que ambos países trabajaran en lo que denominó "una estrategia inteligente" para un cambio de régimen en Irak cuyo establecimiento sería cuestión de tiempo. Cuando ambos líderes se reunieron en la ciudad texana de Crawford en abril de 2002, contemplaban solo contener a Hussein, pero más tarde la postura del Reino Unido cambió drásticamente y el Comité Conjunto de Inteligencia decidió que era imposible derrotar a Hussein sin invadir Irak y calificó al país de amenaza.
Por último, el informe reveló que ocho meses antes de la invasión de Irak Tony Blair le dijo a Bush: "Estaré contigo pase lo que pase".
La comisión fue creada por el entonces primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, sucesor de Blair. Después de haber acumulado un importante retraso y generado una amplia polémica, el informe, que les ha costado a los contribuyentes británicos unos 13 millones de dólares, finalmente ha sido publicado hoy. El documento tiene una extensión de más de 2,5 millones de palabras.
En vísperas de la invasión de Irak, el general Norman Schwarzkopf intentó disuadir al presidente George Bush Jr. de su cruzada en Irak. Schwarzkopf sabía de lo que estaba hablando puesto que, a las órdenes del padre de Bush Jr., fue el artífice de la liberación de Kuwait y comprendió sobre el terreno la catástrofe que podía desencadenarse al derrocar a Sadam Hussein. “Este hombre es peligroso” advirtió el general sobre aquel ex borracho hijo de papá metido a estadista, “le gusta la guerra”. En realidad, era Schwarzkopf quien no entendía la oportunidad que se abría tras la puesta en marcha de la maquinaria bélica estadounidense. Lo del petróleo era lo de menos: el verdadero negocio estaba en los beneficios disparatados de la industria militar y las grandes empresas de seguridad privada, todas ellas en manos de amiguetes presidenciales.
Que a cambio de ese dineral tuvieran que morir cientos de miles de inocentes, destruir un país hasta los cimientos, provocar una crisis política sin precedentes en la zona y dar a luz metástasis terroristas cuyas consecuencias vamos a padecer durante décadas, no suponía el menor problema para la piara de indeseables que formaba el gabinete de Bush. El único obstáculo que se interponía entre su codicia y un océano de sangre inocente era encontrar una excusa que ocultara aquel proyecto de apocalipsis bajo el ropaje de la legalidad internacional. Entonces llegaron los poetas imperiales, siempre dispuestos a afinar la lira en semejantes ocasiones, e inventaron una breve metáfora lo bastante audaz como para encandilar a la opinión pública: armas de destrucción masiva. La metáfora adquirió visos de corporeidad el día en que Colin Powell, emulando a David Copperfield, anunció al mundo que habían descubierto por fin dónde se escondían las dichosas armas de destrucción masiva. Entonces sacó la foto aérea de una furgoneta aparcada en una calle y dijo muy serio: “Están ahí dentro”.
En 2007 hasta Jose Mari Aznar -quien tiempo atrás se disfrazó proféticamente del Cid aunque a quien de verdad se parecía era a Superlópez- reconoció que se había equivocado en el asunto. “Todo el mundo pensaba que había armas de destrucción masiva en Irak” dijo, una confesión que envolvía en audaz carambola al menos dos mentiras más: lo de “pensar” y lo de “todo el mundo”. “Tengo el problema de no haber sido tan listo de haberlo sabido antes” remató con franciscana humildad, cuando ya la infamia se caía por su peso. Ahora acaba de salir a la luz el informe Chilcot, que ha publicado en edición de lujo lo que sabía hasta el último tonto de pueblo: que la guerra de Irak fue un crimen contra la Humanidad perpetrado con alevosía y sin nocturnidad. Blair, que ya había prometido apoyo incondicional a Bush ocho meses antes de iniciarse la matanza, dice ahora que siente mucho dolor y arrepentimiento, mucho más de los que nos pensamos. El cine, gracias a Polanski, ya lo había retratado como el embustero irresponsable y genocida que es en una película donde Pierce Brosnan lo interpretaba con gélida arrogancia.
Lo asombroso es que el informe Chilcot haya requerido siete años de investigación. Más de 150.000 documentos analizados y evaluados para soltar una conclusión de chirigota. Tal vez no sea tan asombroso, teniendo en cuenta que se trataba de demostrar la inexistencia de una ficción, algo parecido a los miles de volúmenes que filósofos y científicos han dedicado a socavar la entelequia del concepto de Dios. No hay nada que cueste tanto trabajo como rebatir una puta mentira.
Este miércoles se publicará en el Reino Unido tras varios aplazamientos el polémico informe sobre la legalidad de la guerra de Irak, elaborado por la comisión liderada por el diplomático John Chilcot.
¿Por qué ha tardado tanto tiempo en prepararse? ¿Qué le espera al ex primer ministro Tony Blair tras la publicación del informe? A continuación explicamos estos y otros puntos clave sobre la investigación.
Inicialmente se suponía que los resultados de la investigación se harían públicos entre 12 y 18 meses después del inicio de la investigación, pero posteriormente el período de la publicación del informe se postergó en repetidas ocasiones.
La comisión fue creada por el entonces primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown. Después de haber acumulado un importante retraso y generado una amplia polémica, el informe, que les ha costado a los contribuyentes británicos unos 13 millones de dólares, finalmente se publicará este 6 de julio. El documento tiene una extensión de más de 2,5 millones de palabras.
Según opinó en una entrevista a RT el periodista Abdel Bari Atwan, hubo un intento "deliberado" por parte del Gobierno británico de ocultar los hechos. "Ahora ya no pueden hacerlo después de tanto tiempo: han pasado siete años, es más que suficiente", explicó.
Sin embargo, como reveló en 2015 la filtración de un memorando secreto de Colin Powell, secretario de Estado de EE.UU. bajo la Administración de George W. Bush, Tony Blair dio el visto bueno a la acción militar contra Irak.
La nota dice también que el ex primer ministro británico podría actuar como consultor político y convencer a los ciudadanos escépticos de que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva a pesar de que no era cierto.
El memorando fue escrito el 28 de marzo de 2002, un año antes de la invasión estadounidense de Irak. En aquel momento Blair se pronunciaba públicamente a favor de una solución diplomática del asunto iraquí e intentaba convencer a los votantes para que no apoyaran la posible operación militar.
Años más tarde, en una entrevista concedida a la CNN en octubre de 2015, Blair se disculpó por los "errores de la guerra de Irak" y por "no haber entendido qué sucedería una vez fuera derrocado el régimen" de Hussein. Reconoció también que los datos de "inteligencia" sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak eran "erróneos".
Asimismo, admitió que el conflicto podría haber provocado el ascenso del Estado Islámico. Al respecto, señaló: "Creo que hay elementos verídicos en eso".
Según reveló a 'The Sunday Times' una fuente cercana a la investigación, Blair "no logrará salir impune" de la publicación del informe, que demostrará que el ex primer ministro británico ofreció apoyo militar a Bush un año antes de la invasión de 2003.
Mientras tanto, parlamentarios del Partido Laborista y el Partido Nacional Escocés podrían iniciar una acción legal contra Blair tras la publicación del informe. Si los políticos presentan pruebas y la propuesta de 'impeachment' es aprobada por los parlamentarios, el acusado comparecerá ante el Caballero Ujier del Bastón Negro (un oficio creado en 1350 para proteger las dependencias del Parlamento) antes de que empiece el juicio. Para condenar al acusado bastará con una mayoría simple, después de lo cual, en teoría, Blair podría ser incluso encarcelado.
Pocos días antes de la publicación del informe Chilcot sobre la legalidad de la guerra de Irak de 2003 el grupo Veteranos por la Paz (Veterans for Peace UK) del Reino Unido ha criticado fuertemente la participación de Londres en este conflicto, al que califican de "guerra de agresión" llevada a cabo contra el pueblo iraquí.
La organización Veteranos por la Paz, que cuenta con hasta 400 veteranos de las fuerzas armadas británicas que participaron en los últimos conflictos bélicos, ha criticado a las autoridades de su país por la participación en la guerra de Irak. Se trata de la primera intervención pública realizada por una organización de excombatientes sobre aquella.
El grupo también pide emprender acciones legales contra los máximos responsables de la guerra. "En compañía militar conjunta con EE.UU. ocupamos a Irak, lo que contradice los Convenios de Ginebra. Con arreglo a los principios de Núremberg, los últimos responsables deben ser juzgados", se afirma en el informe.
¿Qué futuro aguarda a Tony Blair?
Al mismo tiempo, una vez se publique el informe Chilcot, varios miembros del Parlamento británico encabezados por el ex primer ministro de Escocia, Alex Salmond, podrían recurrir a una antigua ley para iniciar el proceso de 'impeachment' contra Tony Blair, exjefe del Gobierno del Reino Unido.
Según Salmond, Blair es responsable de la muerte de 179 soldados británicos durante la guerra en Irak, como así también de las 150.000 personas que perdieron su vida durante el conflicto bélico en Oriente Medio.
En aquel tiempo al que se refiere Rajoy, durante los meses previos a la invasión, Aznar afirmaba insistentemente que el régimen de Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva, esgrimiendo esta falsa información como argumento para justificar su participación en la guerra.
Lo cierto es que la reciente publicación del Informe Chilcot ha revolucionado el panorama político internacional a raíz de sus contundentes afirmaciones, que ponen evidencia la pésima gestión llevada a cabo por los países invasores, y sobre todo, la escaso fundamento que tenía esa operación militar, injustificable desde varios puntos de vista. Para la realización del informe se han consultado más de 150.000 documentos gubernamentales y se ha contado con la participación de 150 testigos.
El documento, que se centra sobre todo en juzgar la participación del Reino Unido en ese conflicto, trata de responder principalmente a dos preguntas: "¿Era correcto y necesario invadir Irak en 2003?" y "¿Debió el Reino Unido prepararse mejor para lo que sucedió después?"
Las conclusiones al respecto son claras. Según el informe: "Los juicios sobre la severidad de la amenaza de posesión de armas de destrucción masiva por parte de Irak fueron presentados con una certeza que no estaba justificada". Por lo que a juicio de los autores del informe, "la invasión de Irak se basó en información de inteligencia defectuosa".
El informe carga también contra las desastrosas consecuencias de esa guerra, y afirma que no se tuvieron en cuenta realmente. En un comunicado emitido al día siguiente de la publicación del informe, su autor, Sir John Chilcot, indica que "a pesar de las explícitas advertencias, las consecuencias de la invasión fueron subestimadas. La planificación y la preparación para Irak después de Saddam Hussein fueron totalmente inadecuadas.
El cerco se estrecha a medida que aumenta la presión sobre Tony Blair por la publicación del Informe Chilcot. Una investigación que desnuda a nuestro país situándonos de nuevo en el anacronismo. Si es cierto que Aznar está cada vez más señalado, ello no se debe a la existencia de medios de comunicación libres, un nivel aceptable de estado de derecho o una saludable atmósfera democrática. El motivo es que otros han hecho lo que deberíamos haber hecho nosotros.
Invitaba estos días pasados Gary Lineker, antiguo futbolista de lengua más afilada que su voracidad goleadora, a que los defraudadores acudieran a España porque encontrarían un paraíso. El edén hay que extenderlo a los crímenes franquistas y bélicos, a los GAL, al saqueo del país y a tantos otros delitos que quedan impunes. Somos lo que votamos y votamos delincuencia e impunidad. En España hay más cloacas que en todas las películas de Torrente.
El que fuera primer ministro cada día tiene menos escapatorias y su respiración es más ahogada. Los medios de comunicación no pueden oxigenar las acusaciones, desvirtuarlas como hacen aquí, y la defensa ya no es efectiva ni inteligente, es desesperada. Blair, uno de los tres criminales que se fotografiaron orgullosos en las Azores, se queda sin salidas. Y eso afecta a José Mari por aquello de lo poco favorecedor que resulta que uno de los tres amigos termine con un pijama de rayas, literal o figurado. Aznar aspiraba con aquella fotografía a pasar a la posteridad y a vampirizar parte del poderío e imperialismo de británicos y norteamericanos. Sin embargo, ha terminado por ser devorado por la criminalidad. Aznar, efectivamente, se encuentra al mismo nivel que Blair y Bush. Los tres son criminales de guerra y, ahora, esa fotografía no es para exponerla orgulloso en el salón de casa. No es un yo estuve allí, es un no los conozco de nada, yo no quería… Si pudieran, quemarían el selfie de aquella loca escapada, es tarde.
La estrategia para defenderse en España, grotesca e inadmisible en otras tierras más democraticas y común en Torrentolandia, es circunscribir la guerra a la invasión y, por tanto, si España no participó en la invasión, no lo hizo en la guerra. El problema es que si acotamos la definición de guerra de esta forma tan torticera a la fase de invasión, como pretenden Los Genoveses, ello nos obligaría a reescribir la historia. Da lo mismo, podemos con eso y con mucho más. Tendremos que sustituir en los libros todas las guerras de independencia, guerrillas, reconquistas y otros escenarios bélicos similares por misiones humanitarias. Así será. Vietnam, por ejemplo, fue una misión humanitaria, y Afganistán otra. No me explico cómo los afganos no son un país desarrollado con tantahumanidad repartida en su territorio durante tantas décadas.
Federico Trillo es un mentiroso patológico que tiene un almacén para guardar los cadáveres que arrastran sus decisiones. Sus mentiras resultan indigestas e insalubres para la sociedad (“En Irak no se pegó ni un tiro”). Habría que recordarle la Batalla del 4 de abril en Najaf o la matanza del 26 de abril (ambas en el año 2004) en las que participaron las tropas españolas. Supongo que en su ignominiosa concepción de la realidad debieron ser campañas humanitarias.
Un detalle reduce a cenizas la teoría que pretende defender que España no estuvo en la guerra de Irak: la batalla más sangrienta de toda la contienda, Segunda Batalla de Faluya, se produjo entre noviembre y diciembre de 2004, después de la retirada de las tropas españolas. No solo España estuvo en la guerra, sino que la abandonó antes de terminar.
En algunos de estos acontecimientos hubo bases que tuvieron que solicitar refuerzos y economizar la munición porque se agotaba. Pero no fue una guerra, claro, fueron labores humanitarias. Más de un millón de muertos, un Estado Islámico y 65 millones de desplazados en todo el mundo certifican nuestra humanidad y las magdalenas repartidas. Obvio.
España estuvo en la guerra de Irak (participó con la fragata Álvaro de Bazán en la invasión y con miles de militares en lo humanitario que puede resultar de repartir fuego a diestro y siniestro) y algo peor, no sólo para Aznar, los tres líderes sabían que estaban tomando una decisión ilegal y utilizaron todos los medios a su alcance para cometer esa ilegalidad y presentarla como lo que no era. A lo Fernández Díaz y a lo Trillo.
Jorge Dezcallar, director del CNI, informó (y después aseveró públicamente haberlo hecho) sobre dos cuestiones esenciales de este crimen. La primera es que Sadam Hussein no apoyaba a Al Qaeda, entre otras cuestiones porque el mundo islamico no era ni es la homogeneidad que nos quieren presentar. Todo lo contrario. Es un universo terriblemente complejo, como las guerras civiles que se desarrollan en sus territorios, en las que no existen dos bandos enfrentados, sino múltiples y con intereses cruzados. La segunda es conocida por todos, en Irak no había armas de destruccion masiva.
Es innegable que José María Aznar tuvo conocimiento fiable y exacto de lo que ocurría en Irak, nada menos que su jefe de los servicios secretos, y que la decisión que tomó fue conscientemente errónea. Delictiva y criminal serian términos más adecuados. Y lo hizo por agradar al yanki, un presidente inepto, colonialista y déspota. También por arrimar el cazo y recoger las migajas. De ahí el Informe Chilcot o las revelaciones de Ernesto Ekaizery lo ridículo y faldero que resulta con el tiempo ese comportamiento.
De ello se deriva su responsabilidad directa en todo lo ocurrido, en los más de un millón de muertos, en el expolio de petróleo y otros recursos del país y en la pobreza y miseria generada que tuvieron como consecuencia elsurgimiento del Estado Islámico (junto a la financiación y promoción de USA-ALIADOS-OTAN-OCCIDENTE).
Aznar es responsable directo de millones de muertos, del 11-M, del asesinato de ocho espías españoles en Irak en dos atentados, de los militares españoles fallecidos en la contienda y todos los que se han suicidado o han acabado abandonados o con problemas psicológicos. Es también responsable directo de todas las torturas cometidas (los españoles también torturamos), de los periodistas fallecidos (Couso y Anguita) y es, finalmente, responsable directo de parte de los 65 millones de desplazados que vagabundean desesperados por la guerra invisible que vivimos.
Sé que en este país se fomenta el silencio y se premia la insinuación. Sé que se aplaude hasta la exasperación aquellas palabras que sin decir dicen, se eleva a la categoría de arte dibujar un personaje sin mostrar su rostro. Los millones de muertos no merecen eso, no merecen bisutería. Aznar (y otros muchos) es un criminal de guerra y este país no será decente hasta que sea juzgado como tal o, al menos, señalado y repudiado de forma unánime por todos los medios de comunicación y la sociedad.
Su crimen ocasionó la muerte de millones de personas y la destrucción de millones de futuros, nuestro crimen es esconderle en la impunidad y la insinuación.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
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"Mejor actuamos ahora y explicamos y
El informe ha sido elaborado por John Chilcot, antiguo funcionario del ministerio británico para Irlanda del Norte, que ha revisado, con la ayuda de varios colaboradores, unos 150.000 documentos, muchos de ellos confidenciales.
Esta investigación fue dispuesta por el primer ministro laborista Gordon Brown -en el poder entre 2007 y 2010- después de intensas presiones de políticos y de las familias de los 179 militares británicos que perdieron la vidaen el conflicto armado.
El objetivo de Chilcot es evaluar las decisiones que se tomaron antes y durante la guerra, las medidas adoptadas y establecer qué se puede aprender de uno de los episodios más polémicos del mandato del laborista Tony Blair(en el poder entre 1997 y 2007).
Los críticos con la contienda, como la llamada Coalición Parad la Guerra (formada por organizaciones no gubernamentales y políticos para denunciar la intervención militar en Irak), han pedido esclarecer la decisión de Blair de invadir el país árabe.
2,6 millones de palabras en 12 tomos
Se estima que el documento contendrá 2,6 millones de palabras, cuatro veces más largo que libros como Guerra y Paz, y estará distribuido en unos 12 volúmenes.Más de 150 testigos han prestado declaración, entre ellos Blair y políticos que estuvieron entonces en el poder, como el exministro laborista de Asuntos Exteriores Jack Straw y el antiguo titular de Defensa Geoff Hoon, además de militares.
Al dar luz verde a esta investigación, Gordon Brown esperaba que durase dos años, pero su complejidad y la necesidad de preservar información secreta han retrasado su publicación.
Según los medios, se espera que Tony Blair sea muy criticado, si bien no se le acusará de haber violado ninguna ley puesto que la investigación no fue abierta con el objetivo de establecer la legalidad de las medidas tomadas antes y durante el conflicto.
Se calcula que el coste de esta investigación ha sido de diez millones de libras (unos 11,8 millones de euros).
Los familiares de los militares fallecidos confían en que este informe ayude a iniciar un proceso legal contra los responsables de meter al Reino Unido en el conflicto.
Con motivo de esta guerra, hubo numerosas manifestaciones en Londres en contra de la decisión de Blair, quien aceptó la intervención junto con el entonces presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el expresidente español José María Aznar, por considerar que el entonces presidente de Irak, Sadam Husein, poseía armas de destrucción masiva que lo convertían en una amenaza para el mundo.
Las protestas fueron organizadas por la coalición Parad la Guerra, que en su día estuvo presidida por el actual líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn.
Para justificar la intervención, Blair llegó a decir que, según informes de inteligencia, Husein tenía armas de destrucción masiva, una afirmación que con el tiempo tuvo que reconocer que era falsa.
La condena de Tony Blair (y de Bush
y Aznar)
9 julio 2016 |CUBADEBATE
Por Íñigo Sáenz de Ugarte
Después de siete años de trabajo, era de esperar que el informe definitivo de la comisión Chilcot sobre la intervención británica en la invasión de Iraq tuviera dimensiones descomunales. El resultado final con anexos y la transcripción de las comparecencias es tres veces superior a la Biblia y a todas las obras escritas por William Shakespeare.
Pero eso no es lo más importante. Lo más llamativo, casi hasta sorprendente, es que el veredicto final es concluyente. Es toda una condena a la conducta de Tony Blair y su Gobierno antes de la guerra de Iraq, y por extensión se puede considerar una condena a la aventura imperial que acabó con el derrocamiento de Sadam Hussein y el inicio de una serie de acontecimientos catastróficos cuyas consecuencias continúan persiguiendo a Oriente Medio, Europa y EEUU.
No hay que bucear entre todas las páginas del informe ni tampoco fijarse con cuidado en las 150 páginas del resumen. Está todo en la declaración que el presidente de la comisión leyó al presentar las conclusiones. Ahí aparecen las críticas directas y sin ambigüedades a las razones que se dieron para justificar la invasión, a la planificación (o falta de ella) de las operaciones militares y a su justificación.
Contra lo que sostuvo Blair una y otra vez antes de marzo de 2003, la decisión de ir a la guerra se tomó antes de que se agotaran las opciones pacíficas, políticas y diplomáticas, para el desarme del régimen de Sadam Hussein, dicen las conclusiones del informe. La decisión de invadir Iraq no era el último e inevitable recurso de actuación al haberse agotado otras soluciones. La amenaza que presentaba el arsenal militar, en concreto el supuesto programa de armas de destrucción masiva, se presentó ante la opinión pública con un nivel de seguridad que no estaba justificado. No se planificó de forma adecuada lo que ocurriría en Iraq después de la intervención, a pesar de que hubo avisos concretos de personas cualificadas sobre lo que podría ocurrir. Las tropas británicas no recibieron el equipamiento necesario para realizar su misión. En definitiva, los objetivos que se planteó el Gobierno de Blair antes de la invasión y con los que se intentó convencer a la opinión pública, no se consiguieron.
Hay muchísimo más que contar, pero creo que este párrafo resume la intervención de Chilcot y las conclusiones de siete años de investigación.
En resumidas cuentas, es lo mismo que pensaban las personas que se manifestaron en las calles de Londres contra la guerra, lo que advirtieron algunos expertos que tuvieron la oportunidad de comunicar sus opiniones en persona a Blair, lo que dijeron o temían muchos diputados laboristas, y en especial Robin Cook, que presentó su dimisión como ministro el 17 de marzo de 2003, tres días antes del inicio de la invasión, con un discurso recibido con aplausos en la Cámara –algo que ni se estila ni se permite en el Parlamento británico– y que aún se recuerda.
La que podríamos llamar la pista española de esta historia confirma también el alcance del engaño. Tres semanas antes de la invasión, en una reunión en Madrid de Blair con Aznar, la descripción del encuentro indica que para afrontar las dificultades creadas por “la impresión de que EEUU estaba decidida a ir a la guerra pasara lo que pasara”, Blair y Aznar acordaron poner en marcha una estrategia de comunicación que demostrara que “estaban haciendo todo lo posible para evitar la guerra”. Ambos sabían ya que la decisión –que ambos apoyaban– estaba ya tomada en Washington desde hace mucho tiempo y que había llegado el momento de intentar adelantarse a las críticas.
La guerra era un hecho ya imposible de parar, Blair había comunicado a Bush mucho tiempo antes que estaría con él hasta el final, Aznar había sorprendido a Blair con su firme disposición a apoyar a Bush, pero los jefes de Gobierno español y británico querían hacer creer a todos que su prioridad era evitar la guerra. Fue una más de las muchas mentiras.
Blair tuvo la entereza de no ocultarse tras la publicación del informe y concedió una rueda de prensa un par de horas después. Quien esperaba que fuera a disculparse o reconocer los errores no había visto sus dos comparecencias ante la comisión Chilcot, en especial la primera, ni leído las memorias. Sí admitió algunas de las conclusiones del informe, pero con una lógica difícil de entender. Dijo que hubo errores en la planificación de la invasión, en cuanto a lo que ocurriría después del derrocamiento de Sadam Hussein, y en el uso de la información facilitada por los servicios de inteligencia. Pero dijo que volvería a tomar la misma decisión sobre el cambio de régimen en Bagdad.
La trampa no se diferencia mucho de lo que ocurrió en EEUU. Exigir una mayor preparación de los planes de EEUU y el Reino Unido para el Irak postSadam hubiera dejado claro la inmensa dificultad de la tarea, y eso habría afectado al apoyo de la invasión en la opinión pública y en el propio partido de Blair. Hacer un uso más restrictivo de la información de inteligencia habría podido tener el mismo efecto. Exagerar los indicios –no sustentados por pruebas– aportados por los espías, que estaban condicionados para encontrar como fuera pruebas que justificaran la invasión, y exigir planes más exigentes sobre la reconstrucción de Irak podrían haber hecho pensar a la gente que no había tantas razones que justificaran la guerra o que el precio sería demasiado alto.
A fin de cuentas, en Washington se sostenía que las tropas extranjeras serían recibidas como “libertadores”. Nada podía desmentir esa premisa. Esa fue la prioridad de Blair y su equipo en Downing Street.
Las consecuencias las tuvieron que pagar otros.
(Tomado de Guerra Eterna)
'El informe Chilcot' sobre Irak: "La
acción militar no era la última
opción"
Publicado: 6 jul 2016 10:16 GMT | Última actualización: 6 jul 2016 14:30 GMT - RT
Según el 'informe Chilcot' Saddam Hussein no representaba ninguna "amenaza inminente" en 2003.
"Hemos llegado a la conclusión de que el Reino Unido decidió unirse a la invasión de Irak antes de que se agotaran las opciones pacíficas para el desarme. En aquel momento las acciones militares no eran la última opción", ha declarado este miércoles en su discurso sir John Chilcot, el hombre que encabezó la investigación sobre la guerra en Irak. Los puntos clave del informe son los siguientes:
- Tony Blair era consciente de que la invasión de Irak aumentaría la amenaza para el Reino Unido por parte de Al Qaeda
- La invasión de Irak por parte del Reino Unido fue un error y sus consecuencias se siguen notando
- Las acciones del Gobierno de Blair en Irak se basaron en datos de inteligencia erróneos
- Las sentencias sobre la gravedad de la amenaza que representaban las armas de destrucción masiva de Irak se presentaron con una certeza injustificada
- A pesar de las advertencias explícitas, las consecuencias de la invasión se subestimaron. La planificación y la preparación para un Irak después de Saddam Hussein fueron totalmente inadecuadas
- El Gobierno no logró alcanzar sus objetivos declarados
"La invasión de Irak por parte del Reino Unido fue un error y sus consecuencias se siguen notando"
sir John Chilcot
sir John Chilcot
La reacción de Tony Blair
El propio Tony Blair ya ha reaccionado a la publicación del informe y ha declarado que estos datos hacen 'reales y materiales' las críticas a la preparación y planificación de la invasión británica de Irak."El informe debe enterrar las denuncias de mala fe, mentira o engaño. Tanto si la gente está de acuerdo con mi decisión de llevar a cabo una acción militar contra Saddam Hussein o no, lo hice de buena fe y en lo que creía que sería el mejor interés del país", ha afirmado Blair.
"Eliminar a Saddam Hussein era importante y su derrocamiento no fue la causa del actual aumento del terrorismo", dijo.
Añadió también que está dispuesto a asumir toda la responsabilidad por los errores relacionados con la campaña militar.
"Estaré contigo pase lo que pase"
El informe también arroja luz sobre que cómo transcurrió la cooperación entre Estados Unidos y el Reino Unido en cuanto a Irak después de los ataques del 11 de septiembre. Justo después de los atentados el entonces primer ministro británico, Tony Blair, instó a su homólogo estadounidense, George W. Bush, a no tomar acciones precipitadas sobre Irak.Por último, el informe reveló que ocho meses antes de la invasión de Irak Tony Blair le dijo a Bush: "Estaré contigo pase lo que pase".
La comisión fue creada por el entonces primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, sucesor de Blair. Después de haber acumulado un importante retraso y generado una amplia polémica, el informe, que les ha costado a los contribuyentes británicos unos 13 millones de dólares, finalmente ha sido publicado hoy. El documento tiene una extensión de más de 2,5 millones de palabras.
por David Torres
Mentiras de destrucción masiva
07 Jul 2016
Que a cambio de ese dineral tuvieran que morir cientos de miles de inocentes, destruir un país hasta los cimientos, provocar una crisis política sin precedentes en la zona y dar a luz metástasis terroristas cuyas consecuencias vamos a padecer durante décadas, no suponía el menor problema para la piara de indeseables que formaba el gabinete de Bush. El único obstáculo que se interponía entre su codicia y un océano de sangre inocente era encontrar una excusa que ocultara aquel proyecto de apocalipsis bajo el ropaje de la legalidad internacional. Entonces llegaron los poetas imperiales, siempre dispuestos a afinar la lira en semejantes ocasiones, e inventaron una breve metáfora lo bastante audaz como para encandilar a la opinión pública: armas de destrucción masiva. La metáfora adquirió visos de corporeidad el día en que Colin Powell, emulando a David Copperfield, anunció al mundo que habían descubierto por fin dónde se escondían las dichosas armas de destrucción masiva. Entonces sacó la foto aérea de una furgoneta aparcada en una calle y dijo muy serio: “Están ahí dentro”.
En 2007 hasta Jose Mari Aznar -quien tiempo atrás se disfrazó proféticamente del Cid aunque a quien de verdad se parecía era a Superlópez- reconoció que se había equivocado en el asunto. “Todo el mundo pensaba que había armas de destrucción masiva en Irak” dijo, una confesión que envolvía en audaz carambola al menos dos mentiras más: lo de “pensar” y lo de “todo el mundo”. “Tengo el problema de no haber sido tan listo de haberlo sabido antes” remató con franciscana humildad, cuando ya la infamia se caía por su peso. Ahora acaba de salir a la luz el informe Chilcot, que ha publicado en edición de lujo lo que sabía hasta el último tonto de pueblo: que la guerra de Irak fue un crimen contra la Humanidad perpetrado con alevosía y sin nocturnidad. Blair, que ya había prometido apoyo incondicional a Bush ocho meses antes de iniciarse la matanza, dice ahora que siente mucho dolor y arrepentimiento, mucho más de los que nos pensamos. El cine, gracias a Polanski, ya lo había retratado como el embustero irresponsable y genocida que es en una película donde Pierce Brosnan lo interpretaba con gélida arrogancia.
Lo asombroso es que el informe Chilcot haya requerido siete años de investigación. Más de 150.000 documentos analizados y evaluados para soltar una conclusión de chirigota. Tal vez no sea tan asombroso, teniendo en cuenta que se trataba de demostrar la inexistencia de una ficción, algo parecido a los miles de volúmenes que filósofos y científicos han dedicado a socavar la entelequia del concepto de Dios. No hay nada que cueste tanto trabajo como rebatir una puta mentira.
El Reino Unido, a la espera del
'informe Chilcot':¿pagará Tony Blair
por la guerra de Irak?
Publicado: 6 jul 2016 06:46 GMT | Última actualización: 6 jul 2016 09:18 GMT - RT
El informe sobre la Guerra de Irak, que se publicará este miércoles, les ha costado a los contribuyentes británicos unos 13 millones de dólares y ha tardado siete años en concluirse.
Lucy NicholsonReuters
¿Por qué ha tardado tanto tiempo en prepararse? ¿Qué le espera al ex primer ministro Tony Blair tras la publicación del informe? A continuación explicamos estos y otros puntos clave sobre la investigación.
¿Qué es el 'informe Chilcot'?
El 'informe Chilcot' (oficialmente 'The Iraq Inquiry'), denominado así por sir John Chilcot, el hombre que encabezó su materialización, es una investigación independiente que el Reino Unido inició en el año 2009 para determinar la involucración de su Gobierno en la campaña bélica estadounidense en Irak en 2003.Inicialmente se suponía que los resultados de la investigación se harían públicos entre 12 y 18 meses después del inicio de la investigación, pero posteriormente el período de la publicación del informe se postergó en repetidas ocasiones.
La comisión fue creada por el entonces primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown. Después de haber acumulado un importante retraso y generado una amplia polémica, el informe, que les ha costado a los contribuyentes británicos unos 13 millones de dólares, finalmente se publicará este 6 de julio. El documento tiene una extensión de más de 2,5 millones de palabras.
¿Por qué ha tardado tanto?
La publicación del informe se ha retrasado por varias razones. Una de ellas es que el Gobierno de EE.UU. ha intentado en varias ocasiones ocultar los hechos a la comisión bloqueando el acceso a los documentos solicitados, mientras que diferentes políticos británicos también obstaculizaron la difusión de la investigación sobre la guerra.Según opinó en una entrevista a RT el periodista Abdel Bari Atwan, hubo un intento "deliberado" por parte del Gobierno británico de ocultar los hechos. "Ahora ya no pueden hacerlo después de tanto tiempo: han pasado siete años, es más que suficiente", explicó.
Declaraciones confusas y disculpas tardías
En enero de 2010, durante su comparecencia de seis horas ante la comisión, Tony Blair insistió en que no hubo "ninguna conspiración, falsedad o engaño" detrás de su decisión de participar en la guerra, ni tampoco ningún acuerdo secreto con George W. Bush.Sin embargo, como reveló en 2015 la filtración de un memorando secreto de Colin Powell, secretario de Estado de EE.UU. bajo la Administración de George W. Bush, Tony Blair dio el visto bueno a la acción militar contra Irak.
La nota dice también que el ex primer ministro británico podría actuar como consultor político y convencer a los ciudadanos escépticos de que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva a pesar de que no era cierto.
El memorando fue escrito el 28 de marzo de 2002, un año antes de la invasión estadounidense de Irak. En aquel momento Blair se pronunciaba públicamente a favor de una solución diplomática del asunto iraquí e intentaba convencer a los votantes para que no apoyaran la posible operación militar.
Años más tarde, en una entrevista concedida a la CNN en octubre de 2015, Blair se disculpó por los "errores de la guerra de Irak" y por "no haber entendido qué sucedería una vez fuera derrocado el régimen" de Hussein. Reconoció también que los datos de "inteligencia" sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak eran "erróneos".
Asimismo, admitió que el conflicto podría haber provocado el ascenso del Estado Islámico. Al respecto, señaló: "Creo que hay elementos verídicos en eso".
¿Qué le espera a Blair?
Según los expertos británicos, se espera que el informe de la comisión sea un duro golpe para la reputación de Blair, su ministro de Asuntos Exteriores, Jack Straw, y el entonces jefe del MI6 (el servicio de Inteligencia británico), Richard Dearlove, entre otros.Según reveló a 'The Sunday Times' una fuente cercana a la investigación, Blair "no logrará salir impune" de la publicación del informe, que demostrará que el ex primer ministro británico ofreció apoyo militar a Bush un año antes de la invasión de 2003.
Mientras tanto, parlamentarios del Partido Laborista y el Partido Nacional Escocés podrían iniciar una acción legal contra Blair tras la publicación del informe. Si los políticos presentan pruebas y la propuesta de 'impeachment' es aprobada por los parlamentarios, el acusado comparecerá ante el Caballero Ujier del Bastón Negro (un oficio creado en 1350 para proteger las dependencias del Parlamento) antes de que empiece el juicio. Para condenar al acusado bastará con una mayoría simple, después de lo cual, en teoría, Blair podría ser incluso encarcelado.
Veteranos británicos: "La de Irak fue
una guerra de agresión"
Publicado: 4 jul 2016 18:33 GMT - RT
Por primera vez se manifiesta públicamente sobre el conflicto de Irak de 2003 una organización británica de excombatientes, que pide juzgar a los responsables con arreglo a los principios de Núremberg.
Tam McDonaldReuters
La organización Veteranos por la Paz, que cuenta con hasta 400 veteranos de las fuerzas armadas británicas que participaron en los últimos conflictos bélicos, ha criticado a las autoridades de su país por la participación en la guerra de Irak. Se trata de la primera intervención pública realizada por una organización de excombatientes sobre aquella.
Este país y sus fuerzas armadas llevaron a cabo una guerra de agresión contra el pueblo iraquí"Diga lo que diga el Chilcot, este país y sus fuerzas armadas llevaron a cabo una guerra de agresión contra el pueblo iraquí", afirma el grupo en un comunicado conocido antes de su difusión general por RT.
El grupo también pide emprender acciones legales contra los máximos responsables de la guerra. "En compañía militar conjunta con EE.UU. ocupamos a Irak, lo que contradice los Convenios de Ginebra. Con arreglo a los principios de Núremberg, los últimos responsables deben ser juzgados", se afirma en el informe.
¿Qué futuro aguarda a Tony Blair?
Al mismo tiempo, una vez se publique el informe Chilcot, varios miembros del Parlamento británico encabezados por el ex primer ministro de Escocia, Alex Salmond, podrían recurrir a una antigua ley para iniciar el proceso de 'impeachment' contra Tony Blair, exjefe del Gobierno del Reino Unido.
Según Salmond, Blair es responsable de la muerte de 179 soldados británicos durante la guerra en Irak, como así también de las 150.000 personas que perdieron su vida durante el conflicto bélico en Oriente Medio.
Tony Blair: Volvería a invadir a Irak
7 julio, 2016 LibreRed
El expremier británico Tony Blair dice que el mundo está “más seguro” después de la invasión de Irak y que volvería a tomar la decisión de atacar.
En respuesta a una investigación que lo acusa de haber seguido ciegamente a EE.UU. en la invasión de Irak en 2003, Blair ha defendido este miércoles en una rueda de prensa su decisión de invadir el país árabe, aunque ha expresado su aflicción a las familias.
“Creo que tomamos la decisión correcta. El mundo está mejor y es más seguro”, ha dicho el ex primer ministro del Reino Unido al defender la invasión de Irak.
Blair ha asumido la responsabilidad de “los errores en la planificación y el proceso”, pero ha defendido que eso no es contradictorio con la tesis de que la decisión fuera correcta. “Volvería a tomar la misma decisión”, ha insistido el político.
“Las evaluaciones de información que en ese momento permitieron ir a la guerra terminaron siendo equivocadas. El escenario posterior se volvió más hostil, prolongado y sangriento de lo que jamás esperamos”, ha explicado Blair a los periodistas.
El expremier ha expresado su “tristeza y arrepentimiento”, pero al mismo tiempo ha rechazado el argumento de que el extremismo actual se deba a la inestabilidad generada en Irak después de la invasión de EE.UU. y sus aliados —es decir, el Reino Unido, España, Australia y Polonia—.
Familiares de militares británicos fallecidos en la guerra de Irak buscan emprender acciones legales contra Tony Blair por su responsabilidad en la invasión.
En distintas entrevistas a medios británicos, varias víctimas han coincidido al señalar que la guerra no mereció la pena y que ahora es momento de examinar si se pueden exigir responsabilidades, tanto políticas como judiciales, por la decisión tomada en 2003 por el Gobierno de Blair. - HispanTV
En respuesta a una investigación que lo acusa de haber seguido ciegamente a EE.UU. en la invasión de Irak en 2003, Blair ha defendido este miércoles en una rueda de prensa su decisión de invadir el país árabe, aunque ha expresado su aflicción a las familias.
“Creo que tomamos la decisión correcta. El mundo está mejor y es más seguro”, ha dicho el ex primer ministro del Reino Unido al defender la invasión de Irak.
Blair ha asumido la responsabilidad de “los errores en la planificación y el proceso”, pero ha defendido que eso no es contradictorio con la tesis de que la decisión fuera correcta. “Volvería a tomar la misma decisión”, ha insistido el político.
“Las evaluaciones de información que en ese momento permitieron ir a la guerra terminaron siendo equivocadas. El escenario posterior se volvió más hostil, prolongado y sangriento de lo que jamás esperamos”, ha explicado Blair a los periodistas.
El expremier ha expresado su “tristeza y arrepentimiento”, pero al mismo tiempo ha rechazado el argumento de que el extremismo actual se deba a la inestabilidad generada en Irak después de la invasión de EE.UU. y sus aliados —es decir, el Reino Unido, España, Australia y Polonia—.
Familiares de militares británicos fallecidos en la guerra de Irak buscan emprender acciones legales contra Tony Blair por su responsabilidad en la invasión.
En distintas entrevistas a medios británicos, varias víctimas han coincidido al señalar que la guerra no mereció la pena y que ahora es momento de examinar si se pueden exigir responsabilidades, tanto políticas como judiciales, por la decisión tomada en 2003 por el Gobierno de Blair. - HispanTV
Armas de engaño masivo: El informe
Chilcot revela cómo España mintió
sobre Irak
Publicado: 7 jul 2016 12:47 GMT | Última actualización: 7 jul 2016 15:04 GMT - RT
Gran Bretaña y España pactaron una campaña de comunicación para aparentar que no querían ir a la guerra. Así lo revela un informe que afirma también que la invasión de Irak se basó en información de inteligencia defectuosa.
Sergio PerezReuters
Mariano Rajoy ha eludido hacer declaraciones sobre las conclusiones del Informe Chilcot, que indican que la guerra contra Irak no estaba justificada y que acusan al gobierno de Jose María Aznar -del que Rajoy formaba parte- de participar junto con el gobierno británico en una estrategia de comunicación conjunta "que mostrara que ellos estaban haciendo todo lo posible para impedir la guerra", según figura literalmente en el citado informe. Rajoy ha admitido hoy que no ha leído el informe y ha añadido, para justificar su silencio, que la invasión de Irak "ocurrió hace 13 años", según 'eldiario.es'.En aquel tiempo al que se refiere Rajoy, durante los meses previos a la invasión, Aznar afirmaba insistentemente que el régimen de Sadam Hussein poseía armas de destrucción masiva, esgrimiendo esta falsa información como argumento para justificar su participación en la guerra.
Lo cierto es que la reciente publicación del Informe Chilcot ha revolucionado el panorama político internacional a raíz de sus contundentes afirmaciones, que ponen evidencia la pésima gestión llevada a cabo por los países invasores, y sobre todo, la escaso fundamento que tenía esa operación militar, injustificable desde varios puntos de vista. Para la realización del informe se han consultado más de 150.000 documentos gubernamentales y se ha contado con la participación de 150 testigos.
El documento, que se centra sobre todo en juzgar la participación del Reino Unido en ese conflicto, trata de responder principalmente a dos preguntas: "¿Era correcto y necesario invadir Irak en 2003?" y "¿Debió el Reino Unido prepararse mejor para lo que sucedió después?"
Las conclusiones al respecto son claras. Según el informe: "Los juicios sobre la severidad de la amenaza de posesión de armas de destrucción masiva por parte de Irak fueron presentados con una certeza que no estaba justificada". Por lo que a juicio de los autores del informe, "la invasión de Irak se basó en información de inteligencia defectuosa".
El informe carga también contra las desastrosas consecuencias de esa guerra, y afirma que no se tuvieron en cuenta realmente. En un comunicado emitido al día siguiente de la publicación del informe, su autor, Sir John Chilcot, indica que "a pesar de las explícitas advertencias, las consecuencias de la invasión fueron subestimadas. La planificación y la preparación para Irak después de Saddam Hussein fueron totalmente inadecuadas.
Sobre la participación de España
Como ya hemos señalado, el informe cuestiona la sinceridad con que el Reino Unido y España explicaron su apoyo a la invasión, que se escenificó en la famosa Cumbre de las Azores, a la que acudieron Jose Manuel Durao Barroso, José María Aznar, George W. Bush y Tony Blair. En el Informe Chilcot se afirma rotundamente que, de cara al público, trataron de aparentar que hacían todo lo posible para no ir a la guerra, mediante una campaña de comunicación elaborada con esa intención explícita. En España, esa campaña se combinó con las mencionadas afirmaciones constantes de Aznar sobre la existencia de armas de destrucción masiva.
Un paso al frente
por Luis Gonzalo Segura
Aznar es un criminal de guerra y
debe ser juzgado
08 Jul 2016
Invitaba estos días pasados Gary Lineker, antiguo futbolista de lengua más afilada que su voracidad goleadora, a que los defraudadores acudieran a España porque encontrarían un paraíso. El edén hay que extenderlo a los crímenes franquistas y bélicos, a los GAL, al saqueo del país y a tantos otros delitos que quedan impunes. Somos lo que votamos y votamos delincuencia e impunidad. En España hay más cloacas que en todas las películas de Torrente.
El que fuera primer ministro cada día tiene menos escapatorias y su respiración es más ahogada. Los medios de comunicación no pueden oxigenar las acusaciones, desvirtuarlas como hacen aquí, y la defensa ya no es efectiva ni inteligente, es desesperada. Blair, uno de los tres criminales que se fotografiaron orgullosos en las Azores, se queda sin salidas. Y eso afecta a José Mari por aquello de lo poco favorecedor que resulta que uno de los tres amigos termine con un pijama de rayas, literal o figurado. Aznar aspiraba con aquella fotografía a pasar a la posteridad y a vampirizar parte del poderío e imperialismo de británicos y norteamericanos. Sin embargo, ha terminado por ser devorado por la criminalidad. Aznar, efectivamente, se encuentra al mismo nivel que Blair y Bush. Los tres son criminales de guerra y, ahora, esa fotografía no es para exponerla orgulloso en el salón de casa. No es un yo estuve allí, es un no los conozco de nada, yo no quería… Si pudieran, quemarían el selfie de aquella loca escapada, es tarde.
La estrategia para defenderse en España, grotesca e inadmisible en otras tierras más democraticas y común en Torrentolandia, es circunscribir la guerra a la invasión y, por tanto, si España no participó en la invasión, no lo hizo en la guerra. El problema es que si acotamos la definición de guerra de esta forma tan torticera a la fase de invasión, como pretenden Los Genoveses, ello nos obligaría a reescribir la historia. Da lo mismo, podemos con eso y con mucho más. Tendremos que sustituir en los libros todas las guerras de independencia, guerrillas, reconquistas y otros escenarios bélicos similares por misiones humanitarias. Así será. Vietnam, por ejemplo, fue una misión humanitaria, y Afganistán otra. No me explico cómo los afganos no son un país desarrollado con tantahumanidad repartida en su territorio durante tantas décadas.
Federico Trillo es un mentiroso patológico que tiene un almacén para guardar los cadáveres que arrastran sus decisiones. Sus mentiras resultan indigestas e insalubres para la sociedad (“En Irak no se pegó ni un tiro”). Habría que recordarle la Batalla del 4 de abril en Najaf o la matanza del 26 de abril (ambas en el año 2004) en las que participaron las tropas españolas. Supongo que en su ignominiosa concepción de la realidad debieron ser campañas humanitarias.
Un detalle reduce a cenizas la teoría que pretende defender que España no estuvo en la guerra de Irak: la batalla más sangrienta de toda la contienda, Segunda Batalla de Faluya, se produjo entre noviembre y diciembre de 2004, después de la retirada de las tropas españolas. No solo España estuvo en la guerra, sino que la abandonó antes de terminar.
En algunos de estos acontecimientos hubo bases que tuvieron que solicitar refuerzos y economizar la munición porque se agotaba. Pero no fue una guerra, claro, fueron labores humanitarias. Más de un millón de muertos, un Estado Islámico y 65 millones de desplazados en todo el mundo certifican nuestra humanidad y las magdalenas repartidas. Obvio.
España estuvo en la guerra de Irak (participó con la fragata Álvaro de Bazán en la invasión y con miles de militares en lo humanitario que puede resultar de repartir fuego a diestro y siniestro) y algo peor, no sólo para Aznar, los tres líderes sabían que estaban tomando una decisión ilegal y utilizaron todos los medios a su alcance para cometer esa ilegalidad y presentarla como lo que no era. A lo Fernández Díaz y a lo Trillo.
Jorge Dezcallar, director del CNI, informó (y después aseveró públicamente haberlo hecho) sobre dos cuestiones esenciales de este crimen. La primera es que Sadam Hussein no apoyaba a Al Qaeda, entre otras cuestiones porque el mundo islamico no era ni es la homogeneidad que nos quieren presentar. Todo lo contrario. Es un universo terriblemente complejo, como las guerras civiles que se desarrollan en sus territorios, en las que no existen dos bandos enfrentados, sino múltiples y con intereses cruzados. La segunda es conocida por todos, en Irak no había armas de destruccion masiva.
Es innegable que José María Aznar tuvo conocimiento fiable y exacto de lo que ocurría en Irak, nada menos que su jefe de los servicios secretos, y que la decisión que tomó fue conscientemente errónea. Delictiva y criminal serian términos más adecuados. Y lo hizo por agradar al yanki, un presidente inepto, colonialista y déspota. También por arrimar el cazo y recoger las migajas. De ahí el Informe Chilcot o las revelaciones de Ernesto Ekaizery lo ridículo y faldero que resulta con el tiempo ese comportamiento.
Aznar es responsable directo de millones de muertos, del 11-M, del asesinato de ocho espías españoles en Irak en dos atentados, de los militares españoles fallecidos en la contienda y todos los que se han suicidado o han acabado abandonados o con problemas psicológicos. Es también responsable directo de todas las torturas cometidas (los españoles también torturamos), de los periodistas fallecidos (Couso y Anguita) y es, finalmente, responsable directo de parte de los 65 millones de desplazados que vagabundean desesperados por la guerra invisible que vivimos.
Sé que en este país se fomenta el silencio y se premia la insinuación. Sé que se aplaude hasta la exasperación aquellas palabras que sin decir dicen, se eleva a la categoría de arte dibujar un personaje sin mostrar su rostro. Los millones de muertos no merecen eso, no merecen bisutería. Aznar (y otros muchos) es un criminal de guerra y este país no será decente hasta que sea juzgado como tal o, al menos, señalado y repudiado de forma unánime por todos los medios de comunicación y la sociedad.
Su crimen ocasionó la muerte de millones de personas y la destrucción de millones de futuros, nuestro crimen es esconderle en la impunidad y la insinuación.
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra.
En la actualidad, sobrevivo gracias a las ventas de Código rojo, ¡CONSÍGUELA AQUÍ FIRMADA Y DEDICADA!. “Código rojo le echa huevos al asunto y no deja títere con cabeza. Se arriesga, proclamando la verdad a los cuatro vientos, haciendo que prevalezca, por una vez, algo tan denostado hoy en día como la libertad de expresión” (“A golpe de letra” por Sergio Sancor).
Tal vez te puedan interesar las novelas “Código rojo” (2015) y “Un paso al frente” (2014).
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Rajoy rehúsa hablar del informe
sobre la guerra de Irak que
cuestiona a Aznar y Blair: "Ocurrió
hace 13 años"
El presidente del Gobierno en funciones se ha amparado en que no ha leído el documento y en que sólo podrá opinar cuando lo haga, y ha recalcado que se trata de un asunto que fue objeto de múltiples debates en el Congreso.
EUROPA PRESS - Público - Publicado: 07.07.2016 12:37
MADRID.- El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, ha rehusado este jueves opinar sobre elinforme 'Chilcot' que analiza la participación de Reino Unido en la guerra de Irak y cuestiona la actuación del entonces primer ministro, Tony Blair, y del expresidente del Gobierno español José María Aznar: "Ocurrió hace 13 años", ha apuntado Rajoy.
Rajoy ha comparecido ante los medios en el Congreso, donde ha acudido a entregar su credencial de diputado electo, pero ha evitado contestar a si estaba dispuesto a hacer algún tipo de autocrítica a la vista de que ese informe sostiene que el Gobierno del que él formaba parte pactó con el británico una estrategia de comunicación para intentar demostrar que "estaban haciendo todo lo posible para evitar la guerra".
El presidente se ha amparado en que no ha leído el documento y en que sólo podrá opinar cuando lo haga. Eso sí, ha recalcado que los hechos que se analizan ocurrieron "hace trece años" y que se trata de un asunto que fue objeto de múltiples debates en el Congreso.
"Incluso hubo una comisión de investigación, no exactamente sobre eso, pero en la que eso apareció", ha añadido, en referencia a la comisión de investigación sobre los atentados del 11 de marzo de 2004 que se abrió en la Cámara Baja durante el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Rajoy ha comparecido ante los medios en el Congreso, donde ha acudido a entregar su credencial de diputado electo, pero ha evitado contestar a si estaba dispuesto a hacer algún tipo de autocrítica a la vista de que ese informe sostiene que el Gobierno del que él formaba parte pactó con el británico una estrategia de comunicación para intentar demostrar que "estaban haciendo todo lo posible para evitar la guerra".
El presidente se ha amparado en que no ha leído el documento y en que sólo podrá opinar cuando lo haga. Eso sí, ha recalcado que los hechos que se analizan ocurrieron "hace trece años" y que se trata de un asunto que fue objeto de múltiples debates en el Congreso.
"Incluso hubo una comisión de investigación, no exactamente sobre eso, pero en la que eso apareció", ha añadido, en referencia a la comisión de investigación sobre los atentados del 11 de marzo de 2004 que se abrió en la Cámara Baja durante el primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Blair prometió apoyo incondicional a
Bush para invadir Irak
"Estaré contigo pase lo que pase", escribió Blair a Bush el 28 de julio de 2002, ocho meses antes de que el 20 de marzo de 2003 empezara la guerra contra el país árabe.
EFE - Público - Publicado: 06.07.2016 13:26
LONDRES.- El ex primer ministro laborista británico Tony Blair prometió en 2002 al entonces presidente de EEUU, George Bush, apoyo incondicional para invadir Irak, según reveló hoy el informe de John Chilcot sobre ese conflicto. "Estaré contigo pase lo que pase", escribió Blair a Bush el 28 de julio de ese año, ocho meses antes de que el 20 de marzo de 2003 empezara la guerra contra el país árabe.
Aunque Blair ofreció su respaldo en esa fecha, el informe descarta que hubiera "un pacto de sangre" entre Bush y Blair forjado en abril de 2002, cuando el exmandatario británico visitó a su socio por primera vez en su rancho de Crawford, en Texas. El exalto funcionario británico John Chilcot presentó su esperado informe sobre la preparación y las consecuencias de la guerra de Irak, siete años después de que le fuera encargado.
Entre otros documentos, ha difundido las 29 cartas y notas que se intercambiaron entre 2001 y 2007 Bush y Blair, que acabaron formando una coalición militar, junto con España, para atacar Irak y derrocar al entonces presidente de ese país, Sadam Hussein.
En el memorando donde le ofrece apoyo incondicional, Blair recomienda al expresidente republicano conseguir una resolución de las Naciones Unidas autorizando la acción armada, lo que finalmente no consiguió. "Estaré contigo pase lo que pase -dice el ex primer ministro-. Pero este es el momento de evaluar directamente las dificultades. La planificación y la estrategia de todo esto son difíciles. Esto no es Kosovo. Esto no es Afganistán. Ni siquiera es la Guerra del Golfo".
En ese documento, Blair, que gobernó entre 1997 y 2007, admite que no está seguro de poder conseguir respaldo en el Reino Unido para el plan de Bush de atacar a Hussein por cualquier medio, ni siquiera en su propio Gobierno. "Si ganamos rápido, todo el mundo será nuestro amigo. Si no ganamos y no se han implicado antes, empezarán las recriminaciones", alerta el dirigente británico a su colega estadounidense.
"La opinión pública en Estados Unidos está simplemente en otro planeta respecto a la opinión pública en Europa o en el mundo árabe", prosigue Blair. "Ahora mismo en el Reino Unido, no puedo estar seguro de contar con el apoyo del Parlamento, del partido, del público o incluso de algunos de mis ministros", concluye.
Aunque Blair ofreció su respaldo en esa fecha, el informe descarta que hubiera "un pacto de sangre" entre Bush y Blair forjado en abril de 2002, cuando el exmandatario británico visitó a su socio por primera vez en su rancho de Crawford, en Texas. El exalto funcionario británico John Chilcot presentó su esperado informe sobre la preparación y las consecuencias de la guerra de Irak, siete años después de que le fuera encargado.
Entre otros documentos, ha difundido las 29 cartas y notas que se intercambiaron entre 2001 y 2007 Bush y Blair, que acabaron formando una coalición militar, junto con España, para atacar Irak y derrocar al entonces presidente de ese país, Sadam Hussein.
En el memorando donde le ofrece apoyo incondicional, Blair recomienda al expresidente republicano conseguir una resolución de las Naciones Unidas autorizando la acción armada, lo que finalmente no consiguió. "Estaré contigo pase lo que pase -dice el ex primer ministro-. Pero este es el momento de evaluar directamente las dificultades. La planificación y la estrategia de todo esto son difíciles. Esto no es Kosovo. Esto no es Afganistán. Ni siquiera es la Guerra del Golfo".
En ese documento, Blair, que gobernó entre 1997 y 2007, admite que no está seguro de poder conseguir respaldo en el Reino Unido para el plan de Bush de atacar a Hussein por cualquier medio, ni siquiera en su propio Gobierno. "Si ganamos rápido, todo el mundo será nuestro amigo. Si no ganamos y no se han implicado antes, empezarán las recriminaciones", alerta el dirigente británico a su colega estadounidense.
"La opinión pública en Estados Unidos está simplemente en otro planeta respecto a la opinión pública en Europa o en el mundo árabe", prosigue Blair. "Ahora mismo en el Reino Unido, no puedo estar seguro de contar con el apoyo del Parlamento, del partido, del público o incluso de algunos de mis ministros", concluye.
"Mejor actuamos ahora y explicamos y
justificamos nuestras acciones [después]..."
"Siempre suyo, Tony": Revelan la
correspondencia privada
de Tony Blair a George W. Bush
Publicado: 6 jul 2016 16:57 GMT | Última actualización: 6 jul 2016 16:59 GMT - RT
Las misivas enviadas por el ex primer ministro británico al entonces presidente de EE.UU. entre el 12 de septiembre de 2001 y la invasión de Irak en 2003 revelan los esfuerzos de Blair por apoyar e influir en el inquilino de la Casa Blanca.
Kevin LamarqueReuters
"Explicarlo todo después"
En la primera de las misivas, remitida el día después de los atentados del 11-S, Blair le escribía a Bush que era preciso adoptar de inmediato medidas contra los Estados e individuos en posesión de armas de destrucción masiva y justificarlo más tarde.El inquilino entonces del número 10 de Downing Street insistía: "Mejor actuamos ahora y explicamos y justificamos nuestras acciones [después] que dejarlo para otro día hasta que se produzca quizás aún una catástrofe peor".
Entre la amistad y la adulación
La correspondencia evidencia las relaciones amistosas entre el presidente y el primer ministro quien, por ejemplo, se despide a Bush en una carta escrita a mano con la expresión "siempre suyo, Tony".Concretamente, las cartas enviadas antes de 2003 revelan los esfuerzos de Blair para apoyar y, al mismo tiempo, influir en el presidente de EE.UU.
A finales de 2001 Blair intentaba convencer a Bush de que se centrara en la campaña en Afganistán y no mezclara los dos objetivos. En julio de aquel año el jefe del Gobierno británico le aseguró al presidente: "Estaré contigo pase lo que pase". Al mismo tiempo le advertía de que la planificación de la guerra sería muy difícil, más que Afganistán o Kosovo.
En la misma carta Blair recomendaba al expresidente estadounidense obtener una resolución de las Naciones Unidas para autorizar la acción militar (lo que finalmente no consiguió). Su correspondencia revela también que informó a Bush de que no estaba seguro de poder lograr el apoyo del pueblo británico.
Reuters
La reacción de Blair al informe Chilcot
El propio Tony Blair ha declarado este miércoles que los datos del informe Chilcot hacen "reales y materiales" las críticas a la preparación y planificación de la invasión británica de Irak."El informe debe enterrar las denuncias de mala fe, mentira o engaño. Tanto si la gente está de acuerdo con mi decisión de llevar a cabo una acción militar contra Saddam Hussein o no, lo hice de buena fe y como creía que serviría mejor al interés del país", ha afirmado Blair.
"Eliminar a Saddam Hussein era importante y su derrocamiento no fue la causa del actual aumento del terrorismo", ha afirmado el antiguo inquilino del número 10 de Downing Street.
El ex primer ministro británico laborista ha añadido que está dispuesto a asumir toda la responsabilidad de los errores relacionados con la campaña militar.
Blair: cinismo y degradación moral
La Jornada
El ex primer ministro británico Tony Blair ensayó ayer una justificación tan cínica como improcedente sobre el involucramiento de su país en la invasión ilegal y colonialista que emprendió George W. Bush en Irak, hace más de 13 años. En respuesta a la difusión de un informe independiente sobre el papel del Reino Unido en esa irrupción, el político laborista esbozó una
disculpay expresó
pena y remordimientopor ese involucramiento, pero dijo, a renglón seguido:
creo que tomamos la decisión correcta. El mundo está mejor y es más seguro.
antes de agotar todas las opciones pacíficas para el desarme. Por lo contrario, el ex primer ministro se ha limitado a defender la participación de su país en el referido conflicto bélico, decisión tomada a contrapelo de la mayoría de los británicos. Con eso, Blair reafirma ante el mundo la percepción de que, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, asumió el papel de subordinado de George W. Bush y se dedicó a promover los delirios militaristas de los halconesde Washington, al grado tal que mereció ser descrito por Nelson Mandela como
el ministro de relaciones exteriores de Estados Unidos.
El involucramiento de las fuerzas armadas de su país en la guerra ilegal, depredadora y absurda emprendida por Bush contra Irak, en marzo de 2003, no sólo contribuyó a la devastación de ese infortunado país y al aniquilamiento criminal de decenas de miles de sus habitantes. También aportó nuevos factores de tensión, inseguridad y barbarie en la región y en el mundo, lo que invalida rotundamente el dicho de Blair de que hoy el planeta
está mejor y es más seguro.
En el contexto de la
guerra contra el terrorismo, el Estado británico se hizo cómplice de las graves y abundantes violaciones a los derechos humanos cometidas en Afganistán e Irak por las tropas ocupantes, de los innumerables atropellos protagonizados por los servicios secretos estadunidenses en varios continentes –como los vuelos clandestinos en los que la CIA ha transportado a un número indeterminado de personas secuestradas desde cárceles secretas hacia centros de tortura– y ha reproducido en el propio territorio británico los recortes a las libertades fundamentales y a las garantías individuales. En suma, la participación en esa guerra ilegal condujo al Reino Unido a una degradación política, diplomática y moral que tiene en Tony Blair a su principal responsable. Los resultados que arroja la investigación Chilcot y la postura de Blair ameritarían que el político laborista fuera llamado a dar explicaciones frente a las instituciones de justicia británicas, por elemental principio de rendición de cuentas frente a sus ex gobernados.
Bush no deja solo a Blair: No hubo
aliado más fuerte que el Reino
Unido en Irak
- El expresidente estadounidense George W. Bush (2001-2009) observa al ex primer ministro británico Tony Blair (izda.), 7 de septiembre de 2002.
HISPANTV
El expresidente de EE.UU. George W. Bush ha defendido al ex primer ministro británico Tony Blair tras las críticas recibidas por el informe sobre el papel de Londres en la invasión de Irak.
El expresidente de EE.UU. George W. Bush ha defendido al ex primer ministro británico Tony Blair tras las críticas recibidas por el informe sobre el papel de Londres en la invasión de Irak.
"(Bush) agradece profundamente el servicio y sacrificio de las fuerzas estadounidenses y de la coalición en la guerra contra el terrorismo. No hubo un aliado más fuerte que el Reino Unido, bajo el liderazgo de Tony Blair",
sostuvo el miércoles el portavoz del expresidente, Freddy Ford.
El expremier británico (1997-2007) ha sido objeto de duras críticas después de que esa misma jornada se hiciese público el informe de una comisión de investigación, presidida por John Chilcot, sobre la implicación del Reino Unido en la invasión de Irak en 2003.
El informe de la comisión británica afirma que el Gobierno de Blair se precipitó al sumarse a la alianza liderada por Estados Unidos –el Reino Unido, España, Australia y Polonia formaban parte de ella– y esgrimió la supuesta amenaza de las armas de destrucción masiva "con una certeza que no estaba justificada". Posteriormente se reveló que ni siquiera existían tales armas.
Mientras, los iraquíes también han reaccionado a la publicación del Informe Chilcot. Algunos han reprochado que "derrocaran a Saddam Husein, pero no pensaran en las consecuencias", sin tener un plan para el futuro. Otros lamentan la situación en la que se encuentra su país en la actualidad, con la presencia de terroristas, y culpan a la intervención extranjera de ello.
Blair defendió el miércoles su decisión de invadir el país árabe y aseguró que volvería a tomarla, ya que, según él, el mundo está "más seguro" después de la invasión de Irak.
snr/anz/hnb
El expremier británico (1997-2007) ha sido objeto de duras críticas después de que esa misma jornada se hiciese público el informe de una comisión de investigación, presidida por John Chilcot, sobre la implicación del Reino Unido en la invasión de Irak en 2003.
(Bush) agradece profundamente el servicio y sacrificio de las fuerzas estadounidenses y de la coalición en la guerra contra el terrorismo. No hubo un aliado más fuerte que el Reino Unido, bajo el liderazgo de Tony Blair", indicó el portavoz del expresidente estadounidense G. W. Bush, Freddy Ford.De acuerdo con el rotativo estadounidense The New York Times, el portavoz del expresidente estadounidense aseguró que, "pese a los fallos de Inteligencia y otros errores que ha reconocido previamente, Bush sigue pensando que el mundo es mejor sin Saddam Husein en el poder", en referencia al ejecutado exdictador iraquí.
Mientras, los iraquíes también han reaccionado a la publicación del Informe Chilcot. Algunos han reprochado que "derrocaran a Saddam Husein, pero no pensaran en las consecuencias", sin tener un plan para el futuro. Otros lamentan la situación en la que se encuentra su país en la actualidad, con la presencia de terroristas, y culpan a la intervención extranjera de ello.
Blair defendió el miércoles su decisión de invadir el país árabe y aseguró que volvería a tomarla, ya que, según él, el mundo está "más seguro" después de la invasión de Irak.
snr/anz/hnb
Blair terminó como enano, no en
titán / Robert Fisk
Por Robert Fisk vie, 08 jul 2016 07:19 - La Jornada
El ex primer ministro británico Tony Blair, durante la conferencia sobre el reporte de Irak el miércoles pasado. Foto Afp
Blair terminó como enano, no en titán
El informe Chilcot se queda corto con el ex premier y deja de lado las miles de víctimas en Irak
Robert Fisk
The Independent
Periódico La Jornada
Viernes 8 de julio de 2016, p. 40
¿Dónde están los titanes ahora? Con frecuencia he hecho esa pregunta, pero hoy me doy cuenta de que Tony Blair quería ser un titán. Allá, al lado de los Churchill, los Roosevelt, los Tito y, me atrevo a sugerir, los Stalin. Hombres que hicieron mover la Tierra. Tal vez por eso el logro de John Chilcot no fue probar que Blair fue un criminal de guerra, sino que era un enano. Recordemos nada más aquel rastrero comentario a George W. Bush, el 28 de julio de 2002: Viernes 8 de julio de 2016, p. 40
Estaré con usted, pase lo que pase. Seguro, entendemos la importancia política de esa babosada. Blair intentaba sonar como un titán, pero en términos legales mostró que lo que quería decir fue: estaré con usted, piense lo que piense el pueblo británico.
Pero las raíces van más hondo que eso. Tengo la sospecha de que fue la versión de Bush de las palabras infinitamente más poderosas de Harry Hopkins, representante personal de Franklin Roosevelt ante Gran Bretaña en tiempos de guerra, quien –exhausto, pese a lo cual solicitó pronunciar un discurso en Glasgow– dirigió la mirada a Churchill, quien estaba en la sala, y trató de expresar su amor por la postura del gran hombre contra Hitler y el apoyo de Roosevelt a Gran Bretaña cuando resistía sola a la Alemania nazi. Hopkins citó la Biblia y Churchill lloró al oír sus palabras.
Adonde vayas, dijo Hopkins, “yo iré… hasta el final.”
Y lo mejor que nuestro pequeño Tony pudo decir fue:
Estaré con usted, pase lo que pase. Es esta última frase la que delata su juego: una especie de línea lanzada como por casualidad, la versión del enano de
hasta el final, un
oh, rayos, llueva o truene, puede confiar en mí.
Y este, recuerdo, no era un vocero del presidente estadunidense expresando al primer ministro británico que podía confiar en Estados Unidos. El minúsculo Tony alteró toda la cita para convertirse en Roosevelt, y a Bush en Churchill. Tan ansioso estaba en el papel de imitador que se había construido, que no pudo ver que al usar esas palabras minaba cualquier fundamento moral que la futura invasión de Irak pudiera haber tenido a ojos de los británicos.
Pero ya estoy cansado de las
leccionesdel informe Chilcot. Debemos aprender de lo que hicimos mal; no debemos volverlo a hacer –Cameron repitió el mismo sonsonete, aunque podría aplicarlo a sus propias bribonadas de la Brexit–… y en verdad debemos entenderlo bien antes de meternos en otras guerras que cuesten cientos de vidas británicas, millones de dólares y decenas de miles de otros individuos que se atraviesan en el camino, pero no figuran como seres humanos en el informe Chilcot.
Ese es el verdadero problema, me temo, de la flagelación de lord Blair. Claro, fue un rufián al mentir a los británicos y luego volvernos a mentir después de que el informe fue publicado, y luego divagar sobre la fe y
hacer lo correctocuando todos sabemos que aniquilar a grandes números de personas inocentes, e incluso ocasionar la destrucción de un número aún mayor de los mismos musulmanes, cristianos y yazidíes hasta el día de hoy, fue algo muy, muy perverso. Porque a esas víctimas –anónimas y casi irrelevantes en el informe Chilcot– no podemos decirles
hasta el final, porque siguen pereciendo hasta el presente. El verdadero
finalpara ellas aún no llega.
Pero hay una deshonestidad subyacente en la reflexión de Chilcot sobre la deshonestidad de Blair. La evidencia de armas de destrucción masiva (AMD) no era lo bastante sólida, pero aun así, según lord Blair, valió la pena deshacerse de Saddam Hussein. Pero, si hubiera sido sincero sobre los peligros de las AMD, él y Bush habrían invadido una nación que sin duda las posee y alardea de ello: Corea del Norte. Allá hay una dictadura demente que masacra a su pueblo y amenaza al mundo –en 2003 como ahora– y sin embargo nunca nadie, ya no digamos Blair, ha sugerido que invadamos Corea del Norte hasta el final y desde aquí hasta el río Yalu. Y sabemos por qué: porque Corea del Norte en verdad posee AMD. Lord Blair y Bush jamás habrían considerado una aventura militar contra el amado Kim Jong-un.
Por la misma razón, Blair nunca habría propugnado la invasión de una nación musulmana retacada de extremistas islámicos que acuchillan, fusilan y queman en la hoguera a sus enemigos infieles y que también posee, presume y hace pruebas con AMD: Pakistán.
Estoy dejando fuera a cierta nación de Medio Oriente amante de la paz, que posee aún más armas nucleares que Pakistán y Corea del Norte combinadas, pero que da a los pobladores de los territorios que ocupa un trato piadoso, nunca los despoja de sus tierras y siempre se conduce con total respeto a los derechos humanos de aquellos con quienes entra en contacto durante sus proyectos de colonización.
Pero entonces, ¿por qué no menciono a los iraníes? Blair tiene un extraño hábito de escoger enemigos que también son odiados por la nación amante de la paz antes mencionada… y a los que presumiblemente atacaría antes de que en realidad fuesen capaces de poseer armas nucleares y, por tanto, de volverse no invadibles de inmediato.
El pobre Saddam dijo la verdad –que no tenía AMD– y por eso se condenó a sí mismo y a los pobres iraquíes a morir en masa. Y de eso se trata, ¿cierto? Los árabes de Irak, y ahora de Siria, soportan un desastre humano en escala sin precedente a causa de las mentiras de Blair y Bush, pero todo lo que Chilcot pudo producir en sus siete años de empresa literaria y volúmenes capaces de doblegar la fortaleza de cualquier estante de biblioteca es un lastimero informe doméstico sobre política británica y la mojigatería del enano que entendió todo mal.
Lloramos por nuestros mártires militares británicos, que es como se refieren los árabes a sus muertos de guerra, pero apenas se escucha a un árabe doliente después de Chilcot. A los iraquíes no les permitieron aportar evidencia; los musulmanes y cristianos muertos en Irak no tuvieron nadie que defendiera la integridad de sus vidas. Si alguien hubiera presentado su caso, el informe de Chilcot jamás se habría concluido. Habría sido más largo que la Santa Biblia, que el Sagrado Corán, que las obras juntas de Tolstoi, Dostoyevski, Chéjov, Proust, Shakespeare y Dante, aunque sin duda los círculos del infierno de este último habrían capturado la medida del sufrimiento de Irak y Siria.
No. En realidad fue un informe enano sobre un hombre enano. Por eso, si trajéramos a los seres humanos reales llamados iraquíes, su evidencia habría valido en verdad un juicio de Nuremberg. Pero, viéndolo bien, ¿acaso los obsequiosos, pomposos, mentirosos y derrotados nazis en el banquillo de Nuremberg no eran también enanos? Hasta el final. Pase lo que pase.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Estoy dejando fuera a cierta nación de Medio Oriente amante de la paz, que posee aún más armas nucleares que Pakistán y Corea del Norte combinadas, pero que da a los pobladores de los territorios que ocupa un trato piadoso, nunca los despoja de sus tierras y siempre se conduce con total respeto a los derechos humanos de aquellos con quienes entra en contacto durante sus proyectos de colonización.
Pero entonces, ¿por qué no menciono a los iraníes? Blair tiene un extraño hábito de escoger enemigos que también son odiados por la nación amante de la paz antes mencionada… y a los que presumiblemente atacaría antes de que en realidad fuesen capaces de poseer armas nucleares y, por tanto, de volverse no invadibles de inmediato.
El pobre Saddam dijo la verdad –que no tenía AMD– y por eso se condenó a sí mismo y a los pobres iraquíes a morir en masa. Y de eso se trata, ¿cierto? Los árabes de Irak, y ahora de Siria, soportan un desastre humano en escala sin precedente a causa de las mentiras de Blair y Bush, pero todo lo que Chilcot pudo producir en sus siete años de empresa literaria y volúmenes capaces de doblegar la fortaleza de cualquier estante de biblioteca es un lastimero informe doméstico sobre política británica y la mojigatería del enano que entendió todo mal.
Lloramos por nuestros mártires militares británicos, que es como se refieren los árabes a sus muertos de guerra, pero apenas se escucha a un árabe doliente después de Chilcot. A los iraquíes no les permitieron aportar evidencia; los musulmanes y cristianos muertos en Irak no tuvieron nadie que defendiera la integridad de sus vidas. Si alguien hubiera presentado su caso, el informe de Chilcot jamás se habría concluido. Habría sido más largo que la Santa Biblia, que el Sagrado Corán, que las obras juntas de Tolstoi, Dostoyevski, Chéjov, Proust, Shakespeare y Dante, aunque sin duda los círculos del infierno de este último habrían capturado la medida del sufrimiento de Irak y Siria.
No. En realidad fue un informe enano sobre un hombre enano. Por eso, si trajéramos a los seres humanos reales llamados iraquíes, su evidencia habría valido en verdad un juicio de Nuremberg. Pero, viéndolo bien, ¿acaso los obsequiosos, pomposos, mentirosos y derrotados nazis en el banquillo de Nuremberg no eran también enanos? Hasta el final. Pase lo que pase.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Chilcot revela pelea entre
Washington y Londres por el crudo
de Irak
El expresidente estadounidense George W. Bush (2001-2009) y el ex primer ministro británico Tony Blair (izda.).
HISPANTV
El Informe Chilcot revela que EE.UU. y el Reino Unido se enfrascaron en una pugna por el petróleo iraquí después de lanzar una guerra en el país árabe (2003-11).
El diario británico The Guardian, citando el jueves el informe de John Chilcot sobre una investigación de la guerra en Irak, destacó que los países invasores Estados Unidos y el Reino Unido “lucharon severamente” para conseguir el control sobre el oro negro iraquí luego de derrocar al régimen del dictador Saddam Husein.
El 9 de diciembre de 2002, David Manning, asesor en política exterior del entonces premier británico Tony Blair (1997-2007), indicó en Washington a la asesora estadounidense de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, quesería “inapropiado” que la corona británica entrase en disputas sobre futuras divisiones en la industria petrolífera iraquí, aunque consideraba “esencial” que las compañías británicas tuvieran igual acceso a los yacimientos petrolíferos del país árabe que sus socios estadounidenses.
Al respecto, añade el documento, el 23 de enero de 2003, dos meses antes de invadir Irak, el entonces Gobierno de Londres pidió a la compañía petrolera British Petroleum (BP) que presentara un informe sobre las perspectivas del sector enérgico en el país árabe.
La compañía británica inició trabajos técnicos en Rumania, el segundo yacimiento petrolífero más grande del mundo y, en 2009, ganó un contrato para aumentar la producción del crudo en esa zona, donde yacen 20 mil millones de barriles de petróleo recuperable. BP se ha negado a hacer comentarios al respecto.
El Informe Chilcot también subraya que Blair parecía más preocupado que los estadounidenses de que la invasión pareciera una guerra por petróleo y recuerda que el premier advertía a su aliado norteamericano de que resultaría “muy dañino” si la opinión pública pensara que los dos países "estamos usurpando el crudo iraquí".
El 31 de marzo de 2003, Blair dijo al entonces presidente estadounidense George W. Bush (2001-2009) que se requería trazar un futuro político y económico para el Irak posterior a Saddam Husein con el fin de disipar dudas de que “estamos en busca del petróleo”.
El pasado miércoles, el investigador británico Chilcot publicó su informe en 12 volúmenes sobre la invasión de Irak, con la conclusión de que, en su día, la alternativa militar “no era la última opción” disponible.
ask/ncl/nal
El Informe Chilcot revela que EE.UU. y el Reino Unido se enfrascaron en una pugna por el petróleo iraquí después de lanzar una guerra en el país árabe (2003-11).
El diario británico The Guardian, citando el jueves el informe de John Chilcot sobre una investigación de la guerra en Irak, destacó que los países invasores Estados Unidos y el Reino Unido “lucharon severamente” para conseguir el control sobre el oro negro iraquí luego de derrocar al régimen del dictador Saddam Husein.
El 9 de diciembre de 2002, David Manning, asesor en política exterior del entonces premier británico Tony Blair (1997-2007), indicó en Washington a la asesora estadounidense de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, quesería “inapropiado” que la corona británica entrase en disputas sobre futuras divisiones en la industria petrolífera iraquí, aunque consideraba “esencial” que las compañías británicas tuvieran igual acceso a los yacimientos petrolíferos del país árabe que sus socios estadounidenses.
Al respecto, añade el documento, el 23 de enero de 2003, dos meses antes de invadir Irak, el entonces Gobierno de Londres pidió a la compañía petrolera British Petroleum (BP) que presentara un informe sobre las perspectivas del sector enérgico en el país árabe.
La compañía británica inició trabajos técnicos en Rumania, el segundo yacimiento petrolífero más grande del mundo y, en 2009, ganó un contrato para aumentar la producción del crudo en esa zona, donde yacen 20 mil millones de barriles de petróleo recuperable. BP se ha negado a hacer comentarios al respecto.
El Informe Chilcot también subraya que Blair parecía más preocupado que los estadounidenses de que la invasión pareciera una guerra por petróleo y recuerda que el premier advertía a su aliado norteamericano de que resultaría “muy dañino” si la opinión pública pensara que los dos países "estamos usurpando el crudo iraquí".
El 31 de marzo de 2003, Blair dijo al entonces presidente estadounidense George W. Bush (2001-2009) que se requería trazar un futuro político y económico para el Irak posterior a Saddam Husein con el fin de disipar dudas de que “estamos en busca del petróleo”.
El pasado miércoles, el investigador británico Chilcot publicó su informe en 12 volúmenes sobre la invasión de Irak, con la conclusión de que, en su día, la alternativa militar “no era la última opción” disponible.
ask/ncl/nal
‘Australia tiene las manos
manchadas de sangre en invasión a
Irak’
Andrew Wilkie, exagente de inteligencia de Australia.
HispanTV - viernes, 8 de julio de 2016 8:35
Líderes políticos de Australia se mancharon las manos de sangre durante la invasión a Irak en 2003, denunció el exagente de inteligencia australiano Andrew Wilkie.
En reacción a las relevaciones del Informe Chilcot, Wilkie dijo el jueves que el atentado de 2005 en Bali (Indonesia) y la toma de rehenes en el Lindt Chocolat Café de Sídney en 2014 se podrían atribuir a la participación de Australia en la guerra de Irak.
Líderes políticos de Australia se mancharon las manos de sangre durante la invasión a Irak en 2003, denunció el exagente de inteligencia australiano Andrew Wilkie.
En reacción a las relevaciones del Informe Chilcot, Wilkie dijo el jueves que el atentado de 2005 en Bali (Indonesia) y la toma de rehenes en el Lindt Chocolat Café de Sídney en 2014 se podrían atribuir a la participación de Australia en la guerra de Irak.
La amenaza terrorista que hoy en día existe en este país, es resultado directo de la decisión del entonces Gobierno australiano del primer ministro John Howard, para sumarse a esa invasión”, sostuvo Andrew Wilkie, exagente de Inteligencia de Australia.El también miembro independiente del Parlamento australiano agregó que la invasión de países occidentales a Irak permitió la extensión de la banda extremista de Al-Qaeda y la formación del grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe).
“La amenaza terrorista que hoy en día existe en este país, es resultado directo de la decisión del entonces Gobierno australiano del primer ministro John Howard, para sumarse a esa invasión”, indicó Wilkie.
"Francamente, en mi opinión, ciertos líderes políticos australianos tienen las manos manchadas de sangre”, acusó Wilkie además de denunciar enérgicamente que la Administración de Howard hizo entrar a Australia en la guerra por “una mentira”.
En este contexto, señaló que no sería raro que Howard, junto con el expremier británico Tony Blair y el expresidente de EE.UU. George W Bush, sea sentado en el banquillo por crímenes de guerra.
Añadió que Australia necesita su propia investigación sobre su participación en la guerra en Irak y adelantó que planteará este asunto con el próximo primer ministro.
“Hasta que no tengamos una investigación efectiva sobre la invasión de Irak, hasta que no lo hagamos, el papel de personas como John Howard y Alexander Downer, entre otros, no será determinado adecuadamente”, concluyó.
De acuerdo con el Infome Chilcot, el Gobierno británico presidido entonces por Blair, se unió a la invasión de Irakbasándose en datos erróneos y subestimando las consecuencias de tal decisión. Agrega que el régimen de Saddam Husein no representaba amenaza alguna.
msm/ncl/nal
Las familias de los soldados muertos
en Irak estudiarán medidas legales
El informe sobre la guerra de Irak concluye que Blair se precipitó y magnificó la amenaza. El exprimer ministro británico asume "toda la responsabilidad, sin excepción ni excusas".
AGENCIAS - Pùblico - Publicado: 06.07.2016 13:07
LONDRES.- Los familiares de los soldados británicos muertos en la guerra de Irak estudiarán medidas legalescontra las personas que autorizaron la invasión, anunciaron hoy en una rueda de prensa. La comisión constituida en Reino Unido para analizar la implicación británica en la guerra de Irak ha concluido que el Gobierno de Tony Blair se precipitó al sumarse a la alianza liderada por Estados Unidos y esgrimió la supuesta amenaza de las armas de destrucción masiva "con una certeza que no estaba justificada".El responsable de este grupo, John Chilcot, ha explicado ante los medios que durante estos años ha tratado de analizar si la intervención británica fue "adecuada y necesaria" y si el país debería haber estado "preparado" para el largo conflicto que vino después. El informe encuentra fallos antes incluso de la intervención, en el proceso de toma de decisiones. "Reino Unido eligió unirse a la invasión de Irak antes de que se hubiesen agotado otras opciones pacíficas de desarme", ha explicado Chilcot, quien ha apuntado que "la acción militar no era en ese momento el último recurso".
Tampoco entiende los argumentos esgrimidos por Blair y sus aliados internacionales sobre la supuesta tenencia de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Sadam Hussein. En este sentido, Chilcot ha advertido de que Blair presentó evidencias "con una certeza que no estaba justificada". El propio ex primer ministro reconoció en 2015 por primera vez por los "errores" de la guerra de Irak y admitió, entre otros aspectos, que las autoridades británicas no disponían de información de Inteligencia certera sobre la presencia de armas de destrucción masiva en el país árabe.
La debilidad del argumentario pone también en entredicho la legitimidad de la invasión. "Las circunstancias en las que se decidió que había base legal para una acción militar de Reino Unido distan mucho de ser satisfactorias", ha asegurado Chilcot, según la BBC.
La comisión también ha cuestionado la preparación de Reino Unido ante las consecuencias que podrían derivarse de la invasión y ha dicho que Londres subestimó los riesgos. Asimismo, ha determinado que el Gobierno "fracasó al alcanzar los objetivos" que se había marcado antes de enviar tropas a Irak.
"Blair había sido alertado de que la acción militar aumentaría la amenaza de Al Qaeda para Reino Unido y los intereses británicos. También fue advertido de que una invasión podría llevar a que las armas y los equipos de Irak terminaran en manos de los terroristas", ha añadido Chilcot.
El exprimer ministro británico Tony Blair dijo hoy que asume "toda la responsabilidad" por cualquier error cometido en la guerra de Irak, "sin excepción ni excusas". En una declaración divulgada tras la publicación del informe sobre la invasión iraquí de 2003, Blair afirmó que tomó la decisión de "buena fe" y para el "mejor interés" de su país.
La Guerra de Irak y las mentiras en
que se basó siguen generando
polémica
por Amy Goodman y Denis Moynihan
Esta semana se dio a conocer un devastador informe sobre la activa participación del Reino Unido en la invasión y ocupación de Irak, al mismo tiempo que continúan buscándose entre los escombros los cuerpos de las personas fallecidas en el peor atentado suicida con camión bomba que ha tenido lugar en Bagdad desde el inicio de aquella funesta guerra en el año 2003. El documento se conoce como “el informe Chilcot”, por su principal investigador y autor, Sir John Chilcot. La investigación fue encomendada en el año 2009 por el entonces primer ministro Gordon Brown. Chilcot dio a conocer el informe de 6.000 páginas el miércoles por la mañana, tras siete años de trabajo. El informe ofrece una larga lista de críticas al ex primer ministro Tony Blair y su gabinete al dejar al descubierto de qué manera se exageró la amenaza que suponían las presuntas armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, así como la inquebrantable lealtad que Blair demostró al presidente George W. Bush. “Ahora resulta claro que las políticas sobre Irak se elaboraron sobre la base de información de inteligencia y valoraciones infundadas que no fueron contrastadas”, afirma Chilcot en el comunicado que acompañó la publicación del informe.
Un memorando incluido en el informe, enviado por Blair a Bush en julio de 2002, meses antes de la invasión, comienza con la siguiente promesa hecha por Blair a Bush: “Estaré contigo, pase lo que pase". Muchas personas, entre ellas referentes parlamentarios del propio Partido Laborista, piden que Blair sea llevado a juicio por crímenes de guerra. Mientras el Reino Unido, sumido aún en un caos político a consecuencia del referéndum que derivó en el brexit, reacciona al informe Chilcot, la población de Bagdad no se repone aún del atentado del sábado. La cifra de víctimas fatales del atentado se ha incrementado hasta alcanzar las 250. George W. Bush expresó sin ningún atisbo de arrepentimiento a través de un portavoz que “sigue creyendo que el mundo entero esta mejor sin Saddam Hussein en el poder”. Según trascendió, al momento de realizar estas declaraciones, Bush recibía a veteranos heridos en su rancho de Texas.
Mientras que las fuerzas británicas perdieron a 179 de sus miembros a lo largo de toda la guerra, las fuerzas estadounidenses tuvieron 4.502 bajas (siete de las cuales sucedieron en 2016). A la invasión y posterior ocupación se destinaron miles de millones de dólares, y se destinarán miles de millones más para el cuidado de por vida de los veteranos heridos y emocionalmente afectados. Sin embargo, la mayor e incalculable pérdida es la que ha sufrido el pueblo iraquí. Como lo demuestra este reciente y devastador atentado, la guerra en Irak no ha llegado a su fin. Se han llevado a cabo varias iniciativas para contabilizar la cifra de víctimas fatales de la guerra. El más bajo de estos estimativos ubica la cifra entre 160.000 y 180.000 fallecidos. Algunos estudios sostienen que el número de víctimas es varias veces mayor. Resulta imposible determinar la cifra exacta, pero el efecto en la población de Irak ha sido devastador y los daños se harán sentir por generaciones.
El pronunciamiento británico fue claro: “Nuestros ejércitos no llegan a sus ciudades o a sus tierras como conquistadores o enemigos, sino como libertadores”. Sin embargo, estas palabras no fueron expresadas en 2003, sino en 1917. La guerra arrasaba Europa y la Marina Británica dependía ampliamente del petróleo proveniente de Irak y el Golfo Pérsico. Como sostiene el detallado anexo histórico que acompaña al informe Chilcot: “Para asegurar ese petróleo para Gran Bretaña, en la primavera de 1914, el Primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, adquirió para el Gobierno Británico el 51% de las acciones de la Anglo-Persian Oil Company o Compañía de Petróleos Anglo-Persa”. Y fue así como todo un siglo de ocupación, explotación, represión, violencia y dolor se ha grabado a fuego en la vida de los iraquíes y en la historia de Irak.
Para Sami Ramadani todo esto es más que historia. Ramadani nació en Irak pero vive en Londres desde que se convirtió en un exiliado del régimen de Saddam Hussein. Durante mucho tiempo se ha dedicado ha impulsar el movimiento contra la invasión y la ocupación de Irak, pero también contra las devastadoras sanciones que las precedieron. Poco después de que el informe Chilcot fuera dado a conocer, Sami Ramadani dijo en “Democracy Now!”: “Irak, como sociedad, como Estado, fue destrozado de la manera más cruel desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam, con tácticas como la llamada de ‘conmoción y pavor’ y con crímenes en masa a una escala indescriptible. El verdadero objetivo no era sacar al dictador, sino controlar Irak. Y al no poder controlarlo, lo destruyeron, al igual que están haciendo con Libia, con Siria y demás. Esto entra en esa escala. Pero la peor de las tragedias es la pérdida de vidas”.
Un año después de la invasión, en la cena anual de la Asociación de Corresponsales de Radio y Televisión en Washington, D.C., el presidente Bush bromeó ante los cientos de periodistas presentes en la cena: "Esas armas de destrucción masiva tienen que estar por aquí, en alguna parte. Nop, por allá no hay armas. Puede que estén aquí debajo". Imágenes de Bush en el Despacho Oval, en cuclillas, buscando armas de destrucción masiva bajo los muebles, acompañaron la comedia cotidiana de aquellos días. En tiempos en que los miembros fallecidos del Ejército de Estados Unidos eran retornados a la Base de la Fuerza Aérea de Dover, en donde estaba prohibido tomar fotografías de las bolsas en que se transportaban los cuerpos, y en que los cadáveres de los iraquíes se amontonaban en las calles y las morgues, la conducta de Bush resulta incomprensible. La guerra no es broma. Tras el informe Chilcot, debería emprenderse una iniciativa seria para que personas como Bush o Blair rindan cuentas por la muerte y la destrucción que siguen teniendo lugar en Irak y en otras partes del mundo.
© 2016 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Brexit, Chilcot y los muertos del
armario/Irak
ALEJANDRO LIRA - Público - Publicado: 10.07.2016 11:00
Decía Marlon Brando que la vida nunca es la misma después de una cerveza; pero Brando no conocía al xenófobo inglés Nigel Farage y su especial cualidad para ver la vida y el mundo, después de 6 jarras de cerveza diarias, todas las semanas y meses, por lo menos, durante los últimos veinte años. Al contrario del ruso Boris Yeltsin, —a quien sus asesores prácticamente lo llevaban en volandas para que no se desplome en las conferencias de prensa—, Farage es un bebedor estoico, no tambalea y difícilmente gangosea; aparte del rubor alcohólico que revela su faz, nunca la prensa británica ha querido destacarle propensión alguna a la dipsomanía, salvo una indulgente inclinación a sacarse fotos siempre con una pinta de cerveza en la mano; quizás en parte por el temor a que la clase política sea estereotipada compartiendo la misma afición por la bebida que han logrado instalar en el imaginario mundial, los hooligans ingleses.
Qué porcentaje de votantes por el Brexit comparten la visión y —principalmente— la afición espirituosa de Farage es algo que nunca se sabrá con exactitud; pero lo cierto es que la noche del Referéndum, Inglaterra se acostó moderna, progresista y tolerante y amaneció con la novedad que Donald Trump no solo era el probable próximo presidente de los Estados Unidos, sino que había triunfado por anticipado en el Reino Unido; el muro contra los mexicanos era el cierrapuertas de sus fronteras contra los trabajadores europeos; la prohibición de entrada a los musulmanes era la prohibición de acogida a los que buscan refugio de las guerras propiciadas, entre otros, por los propios ingleses. Y el país que iba a recuperar su “grandeza” meses antes que los Estados Unidos era el neo Imperio Británico.
La euforia de los triunfadores, con el discurrir de las horas dio paso a la multiplicación de los Trumps que de forma expeditiva exigían intimidatoriamente, ya no solo parar la inmigración sino empezar inmediatamente la repatriación de los inmigrantes.
Son pues los gajes de la democracia, el voto secreto no solo es secreto, sino también oculto. Ocultamente se puede ser pues racista, xenófobo y envidiar a la juventud; se puede ser insolidario, sociópata y —como la urna tapa todo—, en último término, se puede ser hasta democráticamente corrupto y amante soterrado de la guerra. Si a esto se suma una victoria electoral y un montón de copas de más, tenemos pues el afloramiento del alma colectiva que subyace bajo la formalidad social.
Pero no son solo las sombras las que afloran sino también los costos de exponerlas a la luz: infortunadamente, —incluso para los promotores de la repatriación—, ésta ya ha comenzado. Los primeros que se han empezado a repatriar solitos son los capitales golondrinos que se han largado volando del país, dejando sin fondos financieros al sector de la construcción que ya está paralizado. Y si la libra esterlina iba a ser el buque insignia de la grandeza comercial del nuevo Reino Unido, ésta se ha pegado un salto al pasado registrando un bajonazo que la lleva a los mínimos registrados hace 31 años.
En cualquier caso, si faltaran cosas por resaltar, aquellos augures del advenimiento de la nueva grandeza del Reino Unido, una vez puestos sobre el timón del buque que iba a navegar los procelosos mares donde siempre reinó el vetusto imperio, han renunciado en masa a tal empresa; el propio Farage que pedía le devolviesen su país, una vez devuelto, lo ha dejado al garete para recuperar a cambio “su vida”; o sea, ésa que se ve tan ricamente a través de las jarras de cerveza.
En menos de una semana los votantes a lo Trump se han enterado de que durante la campaña, la clase política dice cosas que luego la realidad se resiste a aceptar; que el discurso pro Brexit no tenía un plan de materialización; que no hay profesionales ni negociadores para gestionar la separación de la UE; que ni siquiera habrá 100 días de luna de miel entre la promesa y la realidad. Pocas veces pues una democracia occidental hace colapsar tan rápida y fehacientemente, el único mito que le sobrevivía a la crisis económica del 2008: “Las elites son tan poderosas que no pueden estar equivocadas.”
El destino de las élites, cual tragedia griega, tiene formas retorcidas de manifestarse. Hace 7 años se estableció en el Reino Unido una especie de Comisión de la Verdad independiente, encargada de recopilar testimonios sobre los hechos que condujeron a la participación de este país en la invasión a Irak, se llamó el Informe Chilcot. Trascendió que las conclusiones de este informe estaban listas hace algún tiempo; pero se prefirió postergar su publicación hasta después del Referéndum, en prevención de que sus conclusiones impactasen de modo negativo sobre la credibilidad de la clase política.
En apretadísimo resumen, el informe donde debía decir que Tony Blair mintió deliberadamente al parlamento y a la opinión pública sobre las razones para ir a la guerra, dice que los motivos para tomar esta decisión fueron “insatisfactorios”; que se menospreció la autoridad de las Naciones Unidas; que no se agotaron todas las opciones pacíficas y que nunca debería ocurrir una circunstancia similar. Dice, con todas sus letras, que por la participación británica en esta infausta guerra, este país se hizo vulnerable a las represalias de los atacados y, finalmente, que se arrastró al país a una guerra sin tener idea de cómo serían las consecuencias y sin contar con planes de contingencia frente a estos resultados. Concluyendo, que no solo fue una catástrofe humanitaria para Irak, sino que fue una catástrofe política, militar y económica para el Reino Unido.
Es decir, en peor momento no ha podido hacerse público este informe; las élites hace 13 años ya estaban en Babia y lo siguen estado con renovado entusiasmo; que igual les da por matar de bombardeos a gente en Libia, Siria, Afganistán, Yemen, o matar de austeridad a su propia gente; o cerrar el futuro a los jóvenes a cambio de un alucinado retorno al pasado del cual ni conocen con claridad su verdadera dimensión.
El informe Chilcot es, —como se esperaba— un documento ambiguo, como ambiguo puede ser un armario; pero de este documento han vuelto a salir y cobrar vigencia no solo los occisos sino también los que están muertos en vida esperando que les lean su epitafio judicial; no solo me refiero a Bush, Blair y Aznar, sino también a todos sus cortesanos.
Resulta irrelevante que el trío de las Azores ensaye diversos alegatos para evitar dar con sus huesos en la cárcel; en último término, el horroroso crimen de guerra perpetrado en Irak no es atribuible solo a tres individuos, sino a tres Estados. No hay sitio para excusas ni atenuantes de ningún tipo (Blair, en una aburrida defensa realizada luego de la publicación del informe, siguió mintiendo y pidió disculpas por haber tenido una “equivocada información de inteligencia”; pero de la invasión no se arrepiente ni muerto). No valen pues disculpas, el daño moral es irreparable, si es que ha de existir justicia en el futuro para la especie humana, lo que cabe es una reparación civil gigantesca de los Estados agresores hacia el Estado agredido.
Mientras llega la gran justicia solo cabe desearles una larga, pero muy larga vida y lucidez plena a Bush, Blair y Aznar, que sea tan larga y consciente como el calvario judicial que más temprano que tarde, les espera.
Como si la hidra financiera no tuviera suficiente, va por más. El gigante norteamericano Goldman Sachs anunció que en su plana mayor estará Juan Manuel Durao Barroso, quien dirigió por diez años Comisión Europea y fuecorresponsable de apoyar la invasión a Irak bajo informes falsos.
Durao Barroso, salpicado recientemente en el caso Chilcot, fue "salvado" por la banca de inversiones. Y vaya que Goldman Sachs tiene en rescates: en 2008, después de haber desatado la crisis económica mundial por la venta de bonos basura, la firma acusada de fraude por la propia Comisión del Mercado de Valores de EE.UU. tuvo acceso a 10.000 millones de dólares del gobierno norteamericano, que prefirió destinar sus recursos a salvar a la élite que provocó el colapso del sistema financiero.
Según refiere 'Financial Times' (FT), el también ex primer ministro de Portugal se desempeñará como presidente no ejecutivo de la firma. Las buenas noticias para el miembro del Club de Azores, que tejió una red de mentiras para invadir Irak en 2003, no paran: también será consultor de la firma apenas dos semanas después del referendo que avaló la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
"Su perspectiva, juicio y consejo aportarán gran valor al consejo de GSI, Goldman Sachs, así como a nuestros accionistas y a nuestra gente", indicó la entidad, refiere 'El Diario' de España.
En declaraciones a FT, el luso aseguró que hará lo que esté a su alcance para "mitigar" los efectos negativos de la consulta británica que ha puesto a temblar a los bancos estadounidenses ante la posibilidad de que el Reino Unido pierda acceso al mercado único. La migración en Londres podría ser gigantesca.
Por el tono de sus palabras, Durao Barroso se sentía feliz: "Conozco bien la Unión Europea y también relativamente bien el entorno del Reino Unido (...) estoy listo para ayudar", dijo citado por el rotativo español.
La movida de Goldman Sachs no sorprende. Su apodo de "hidra" financiera, recuerda la BBC, lo ha obtenido gracias a la capacidad que tiene para infiltrar gobiernos y pescar (o promover) sus fichas ejecutivas en la burocracia estatal. La historia reciente así lo confirma: en su plana mayor ha contado con figuras como Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo; Mario Monti, primer ministro de Italia; Peter Sutherland, procurador general de Irlanda; o Lucas Papademos, primer ministro de Grecia.
En el caso de Grecia, sólo por nombrar uno reciente, involucró al menos a dos de la lista anterior. Draghi fue vicepresidente de GS para Europa entre 2002 y 2005, encargado y asociado de las "empresas y países soberanos", el departamento que antes de su llegada ayudó a Grecia a maquillar sus cuentas con 'swaps' de deuda soberana. Papademos fue gobernador del Banco Central de ese país entre 1994 y 2002, y también retocó las cuentas públicas de ese país con ayuda de la firma norteamericana, refiere 'El Confidencial'. El default habla por ellos.
Así, Durao Barroso se "escurre" del deshonroso Club de Azores mientras el informe Chilcot hurga en el lodazal de la invasión a Irak, y entra en el exclusivo 'team' de "los hombres de Goldman Sachs" que se ufanan de ganar, en promedio, un monto de seis cifras. En la banca siempre se cae de pie.
Qué porcentaje de votantes por el Brexit comparten la visión y —principalmente— la afición espirituosa de Farage es algo que nunca se sabrá con exactitud; pero lo cierto es que la noche del Referéndum, Inglaterra se acostó moderna, progresista y tolerante y amaneció con la novedad que Donald Trump no solo era el probable próximo presidente de los Estados Unidos, sino que había triunfado por anticipado en el Reino Unido; el muro contra los mexicanos era el cierrapuertas de sus fronteras contra los trabajadores europeos; la prohibición de entrada a los musulmanes era la prohibición de acogida a los que buscan refugio de las guerras propiciadas, entre otros, por los propios ingleses. Y el país que iba a recuperar su “grandeza” meses antes que los Estados Unidos era el neo Imperio Británico.
La euforia de los triunfadores, con el discurrir de las horas dio paso a la multiplicación de los Trumps que de forma expeditiva exigían intimidatoriamente, ya no solo parar la inmigración sino empezar inmediatamente la repatriación de los inmigrantes.
Son pues los gajes de la democracia, el voto secreto no solo es secreto, sino también oculto. Ocultamente se puede ser pues racista, xenófobo y envidiar a la juventud; se puede ser insolidario, sociópata y —como la urna tapa todo—, en último término, se puede ser hasta democráticamente corrupto y amante soterrado de la guerra. Si a esto se suma una victoria electoral y un montón de copas de más, tenemos pues el afloramiento del alma colectiva que subyace bajo la formalidad social.
Pero no son solo las sombras las que afloran sino también los costos de exponerlas a la luz: infortunadamente, —incluso para los promotores de la repatriación—, ésta ya ha comenzado. Los primeros que se han empezado a repatriar solitos son los capitales golondrinos que se han largado volando del país, dejando sin fondos financieros al sector de la construcción que ya está paralizado. Y si la libra esterlina iba a ser el buque insignia de la grandeza comercial del nuevo Reino Unido, ésta se ha pegado un salto al pasado registrando un bajonazo que la lleva a los mínimos registrados hace 31 años.
En cualquier caso, si faltaran cosas por resaltar, aquellos augures del advenimiento de la nueva grandeza del Reino Unido, una vez puestos sobre el timón del buque que iba a navegar los procelosos mares donde siempre reinó el vetusto imperio, han renunciado en masa a tal empresa; el propio Farage que pedía le devolviesen su país, una vez devuelto, lo ha dejado al garete para recuperar a cambio “su vida”; o sea, ésa que se ve tan ricamente a través de las jarras de cerveza.
En menos de una semana los votantes a lo Trump se han enterado de que durante la campaña, la clase política dice cosas que luego la realidad se resiste a aceptar; que el discurso pro Brexit no tenía un plan de materialización; que no hay profesionales ni negociadores para gestionar la separación de la UE; que ni siquiera habrá 100 días de luna de miel entre la promesa y la realidad. Pocas veces pues una democracia occidental hace colapsar tan rápida y fehacientemente, el único mito que le sobrevivía a la crisis económica del 2008: “Las elites son tan poderosas que no pueden estar equivocadas.”
El destino de las élites, cual tragedia griega, tiene formas retorcidas de manifestarse. Hace 7 años se estableció en el Reino Unido una especie de Comisión de la Verdad independiente, encargada de recopilar testimonios sobre los hechos que condujeron a la participación de este país en la invasión a Irak, se llamó el Informe Chilcot. Trascendió que las conclusiones de este informe estaban listas hace algún tiempo; pero se prefirió postergar su publicación hasta después del Referéndum, en prevención de que sus conclusiones impactasen de modo negativo sobre la credibilidad de la clase política.
En apretadísimo resumen, el informe donde debía decir que Tony Blair mintió deliberadamente al parlamento y a la opinión pública sobre las razones para ir a la guerra, dice que los motivos para tomar esta decisión fueron “insatisfactorios”; que se menospreció la autoridad de las Naciones Unidas; que no se agotaron todas las opciones pacíficas y que nunca debería ocurrir una circunstancia similar. Dice, con todas sus letras, que por la participación británica en esta infausta guerra, este país se hizo vulnerable a las represalias de los atacados y, finalmente, que se arrastró al país a una guerra sin tener idea de cómo serían las consecuencias y sin contar con planes de contingencia frente a estos resultados. Concluyendo, que no solo fue una catástrofe humanitaria para Irak, sino que fue una catástrofe política, militar y económica para el Reino Unido.
Es decir, en peor momento no ha podido hacerse público este informe; las élites hace 13 años ya estaban en Babia y lo siguen estado con renovado entusiasmo; que igual les da por matar de bombardeos a gente en Libia, Siria, Afganistán, Yemen, o matar de austeridad a su propia gente; o cerrar el futuro a los jóvenes a cambio de un alucinado retorno al pasado del cual ni conocen con claridad su verdadera dimensión.
El informe Chilcot es, —como se esperaba— un documento ambiguo, como ambiguo puede ser un armario; pero de este documento han vuelto a salir y cobrar vigencia no solo los occisos sino también los que están muertos en vida esperando que les lean su epitafio judicial; no solo me refiero a Bush, Blair y Aznar, sino también a todos sus cortesanos.
Resulta irrelevante que el trío de las Azores ensaye diversos alegatos para evitar dar con sus huesos en la cárcel; en último término, el horroroso crimen de guerra perpetrado en Irak no es atribuible solo a tres individuos, sino a tres Estados. No hay sitio para excusas ni atenuantes de ningún tipo (Blair, en una aburrida defensa realizada luego de la publicación del informe, siguió mintiendo y pidió disculpas por haber tenido una “equivocada información de inteligencia”; pero de la invasión no se arrepiente ni muerto). No valen pues disculpas, el daño moral es irreparable, si es que ha de existir justicia en el futuro para la especie humana, lo que cabe es una reparación civil gigantesca de los Estados agresores hacia el Estado agredido.
Mientras llega la gran justicia solo cabe desearles una larga, pero muy larga vida y lucidez plena a Bush, Blair y Aznar, que sea tan larga y consciente como el calvario judicial que más temprano que tarde, les espera.
Goldman Sachs contrata al
corresponsable de la invasión a Irak
con informes falsos
Publicado: 9 jul 2016 03:43 GMT | Última actualización: 9 jul 2016 03:46 GMT - RT
La gigantesca banca estadounidense, acusada por el propio gobierno de EE.UU. por fraude, "rescata" al expresidente de la Comisión Europea, Juan Manuel Durao Barroso.
Emmanuel DunandAFP
Durao Barroso, salpicado recientemente en el caso Chilcot, fue "salvado" por la banca de inversiones. Y vaya que Goldman Sachs tiene en rescates: en 2008, después de haber desatado la crisis económica mundial por la venta de bonos basura, la firma acusada de fraude por la propia Comisión del Mercado de Valores de EE.UU. tuvo acceso a 10.000 millones de dólares del gobierno norteamericano, que prefirió destinar sus recursos a salvar a la élite que provocó el colapso del sistema financiero.
Según refiere 'Financial Times' (FT), el también ex primer ministro de Portugal se desempeñará como presidente no ejecutivo de la firma. Las buenas noticias para el miembro del Club de Azores, que tejió una red de mentiras para invadir Irak en 2003, no paran: también será consultor de la firma apenas dos semanas después del referendo que avaló la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
"Su perspectiva, juicio y consejo aportarán gran valor al consejo de GSI, Goldman Sachs, así como a nuestros accionistas y a nuestra gente", indicó la entidad, refiere 'El Diario' de España.
En declaraciones a FT, el luso aseguró que hará lo que esté a su alcance para "mitigar" los efectos negativos de la consulta británica que ha puesto a temblar a los bancos estadounidenses ante la posibilidad de que el Reino Unido pierda acceso al mercado único. La migración en Londres podría ser gigantesca.
Por el tono de sus palabras, Durao Barroso se sentía feliz: "Conozco bien la Unión Europea y también relativamente bien el entorno del Reino Unido (...) estoy listo para ayudar", dijo citado por el rotativo español.
La movida de Goldman Sachs no sorprende. Su apodo de "hidra" financiera, recuerda la BBC, lo ha obtenido gracias a la capacidad que tiene para infiltrar gobiernos y pescar (o promover) sus fichas ejecutivas en la burocracia estatal. La historia reciente así lo confirma: en su plana mayor ha contado con figuras como Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo; Mario Monti, primer ministro de Italia; Peter Sutherland, procurador general de Irlanda; o Lucas Papademos, primer ministro de Grecia.
En el caso de Grecia, sólo por nombrar uno reciente, involucró al menos a dos de la lista anterior. Draghi fue vicepresidente de GS para Europa entre 2002 y 2005, encargado y asociado de las "empresas y países soberanos", el departamento que antes de su llegada ayudó a Grecia a maquillar sus cuentas con 'swaps' de deuda soberana. Papademos fue gobernador del Banco Central de ese país entre 1994 y 2002, y también retocó las cuentas públicas de ese país con ayuda de la firma norteamericana, refiere 'El Confidencial'. El default habla por ellos.
Así, Durao Barroso se "escurre" del deshonroso Club de Azores mientras el informe Chilcot hurga en el lodazal de la invasión a Irak, y entra en el exclusivo 'team' de "los hombres de Goldman Sachs" que se ufanan de ganar, en promedio, un monto de seis cifras. En la banca siempre se cae de pie.
TOMADO DE: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/
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