Nakba
Desde el inicio de los nuevos bombardeos de Israel contra la Franja, el
pasado 10 de mayo, en varios países se han registrado movilizaciones para
expresar solidaridad con el pueblo palestino
El Nakba evoca la expulsión de 800.000 civiles
palestinos, tras la ocupación de sus tierras y hogares en 1948.
Esta vez el Día de la
Nakba o catástrofe Palestina no fue conmemorada, sino tendida como mortaja
sobre las vidas segadas, mientras se desangran y aterrorizan palestinos e
israelíes.
El
Nakba evoca la expulsión de 800.000 civiles palestinos, tras la ocupación de
sus tierras y hogares en 1948.
A inicios de mayo del
2021, la historia se repite.
El
barrio de Sheij Jarrah de Jerusalén Este fue el escenario de una
manifestación de apoyo a 70 familias palestinas, amenazadas de expulsión
de sus viviendas en beneficio de colonos israelíes,
quienes respaldados por las fuerzas de seguridad, atacaron a los
manifestantes palestinos.
Al
final del Ramadán, la Policía israelí embistió contra los peregrinos
dentro de la mezquita Al Aqsa, la tercera más importante del mundo árabe.
A partir de ahí se desató una arremetida contra el pueblo palestino.
Corre la sangre inocente
Se acabó la calma aparente en la Ciudad Santa.
El ministro israelí de Asuntos Militares, Benny
Gantz, ha ordenado más ataques
aéreos contra la Franja de Gaza y la movilización de unos 5.000 soldados de la reserva para la represión
contra los palestinos, quienes han
replicado lanzando cohetes sobre la zona de Jerusalén, mientras exigen la
retirada de los militares israelíes.
“Israel
cumple su papel de muro de contención contra el terrorismo islámico”, justifica
la ultraderecha sionista.
En consonancia, el
Gobierno de Estados Unidos, aliado de Israel, no condena la masacre contra
civiles palestinos, sino que cuestiona el lanzamiento de cohetes hacia el
territorio ocupado.
“Esta es una
escalada inaceptable”, dijo el portavoz
del Departamento de Estado, Ned Price.
Para el ideólogo de la adquisición de tierras para
la comunidad judía en Palestina, todo está escrito.
“Entre nosotros ha de quedar
claro, que no hay lugar para los dos pueblos en este país”.
El director del Departamento de Tierras y
Forestación del Fondo Nacional Judío, Yosef Weitz, fundamentó la política de
expulsión: “No alcanzaremos
nuestro objetivo de ser un pueblo independiente mientras haya árabes en este
pequeño país.
La única
solución es una Palestina, por lo menos Palestina occidental (al oeste del río
Jordán) sin árabes
(…).
El único
medio de conseguirlo es trasladar a los árabes de aquí a países vecinos,
trasladarlos a todos; no ha de quedar ni una aldea ni una tribu.
Solo así el país podrá absorber a millones de
nuestros propios hermanos. No hay otra solución
(…)”.
Israel considera que toda la ciudad es su capital “indivisible”, mientras
los palestinos necesitan hacer de Jerusalén Este la capital de su Estado.
Un
conflicto histórico, en el cual Israel ignora las
resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la población de Gaza sobrevive como en un gueto bloqueado
por décadas.
Sufren a diario la violencia del Ejército
israelí, dependen de la ayuda humanitaria para subsistir y resisten.
La extrema derecha supremacista no observa en
silencio, sienten cómo Jerusalén se escapa de la soberanía israelí.
Difícil ignorar el arraigo de unos
300.000 palestinos dentro de las fronteras del municipio de Jerusalén.
Miles de
manifestantes en todo el mundo también exigen el cese inmediato de los
actos de violencia del Ejército israelí, de las políticas
colonizadoras del Estado de Israel y el contubernio de Gobiernos aliados contra
los palestinos.
Viviendo al límite
El informe final de la Misión de Estudio Económico de las Naciones
Unidas para el Medio Oriente en 1949 precisaba que el número de refugiados palestinos -resultantes de la violencia y la
guerra posterior a la proclamación de Israel como Estado- ascendía a 726.000, la mitad de la población autóctona
de esa región.
Desde ese entonces, suman 5,7 millones de
refugiados palestinos, solo en las zonas de Cisjordania,
incluyendo Jerusalén Este, Gaza, Siria, Jordania y Líbano, reclamando el
derecho de retornar a su país.
"La gente de Gaza ya ha vivido al límite y muchas familias sufren
por llevar comida a sus mesas.
Su situación se ha deteriorado aún más durante el último año por
las restricciones de la pandemia de la Covid-19", afirmó la directora
regional del Programa para Oriente Medio y el Norte de África, Corinne
Fleischer.
Dos terceras partes de los más de 2 millones
de habitantes de Gaza ya sufrían inseguridad alimentaria antes de la actual
escalada bélica.
El 53 por ciento vive en la pobreza y el
desempleo alcanza el 45 por ciento, un número muy elevado antes del inicio de
la pandemia de Covid-19 y del reciente deterioro de las condiciones de
seguridad.
Más de 435.000 personas en Gaza y Cisjordania,
durante los próximos seis meses, necesitan la ayuda humanitaria, para lo
cual precisan 32 millones de dólares adicionales y otros 14 millones para la
actual respuesta de emergencia, dice la ONU.
Israel por encima de la ley
Y es que “Israel se siente por
encima de las leyes”, afirmó para teleSUR
el embajador en el gabinete del presidente palestino Mahmud Abás,
Mohamed Odeh,.
“El Gobierno de Israel sólo
dejará de anexar la parte cisjordana si la comunidad internacional juega
el papel que le corresponde en proteger al pueblo palestino”.
La ONU tiene la obligación de impedir esta nueva agresión, enfatizó.
“En caso de que no suceda, de
que no se impida anexar a Israel el 30 por ciento del territorio
palestino, esto conllevará a que el pueblo palestino intente impedirlo”.
“Tenemos más de 150.000 trabajadores palestinos, que trabajan en Israel
y al principio de la pandemia, los israelíes les abrían las fronteras para que
salgan y entren, sin coordinación con Palestina, con el riesgo de que pueden
ser factor de contagio en ambas direcciones”.
“Se le añade
que los israelíes tienen secuestrado nuestro dinero que recaudan como
impuestos.
Ello provocó que Palestina entrara desde muy temprano en una crisis
financiera, por tanto no pudo pagar los sueldos de los funcionarios.
Estos y sus familias, forman una tercera parte del pueblo, de quienes
depende la rueda del comercio interno.
Esto trajo consecuencias sociales y económicas trágicas.
A raíz de la ocupación y su control de las fronteras, lo que
necesitamos importar o exportar tiene que atravesar a Israel.
Para enfrentar la pandemia del coronavirus los países colaboran
bilateralmente, pero en el caso nuestro no es así, porque la mayoría de los países árabes e islámicos no tienen relaciones
con Israel, lo cual impide colaboración de dichos países con Palestina”.
“La economía palestina es mínima y está basada en la agricultura, el
comercio interno, la industria ligera y los impuestos directos.
En segundo lugar, el comercio
con Israel, desequilibrado a favor de este:
15.000 millones frente a 3.000 millones en moneda israelí.
El tercer factor, que forma casi el 30 por ciento de la economía
palestina, son las ayudas internacionales condicionadas y que se vieron
afectadas de una manera significativa durante la pandemia del coronavirus.
Basándonos en los tres factores, podemos decir que estamos casi en un
colapso económico y financiero”.
El doctor Mohamed Odeh ejemplifica, “un palestino que quiere
ir de Ramallah a Hebrón, necesita unas dos horas, a distancia de 60
kilómetros pasando dos controles fijos y nadie sabe cuántas inspecciones
móviles.
“En el caso de intentar
trasladar mercancías, el tiempo se triplica.
En estos puntos de control un
soldado -israelí- de 18 años de edad, tiene la facultad de impedir el paso de
quien sea, sin justificarlo”.
Numerosos estudios confirman que la ocupación israelí adoptó hasta hoy
una política de destrucción contra las infraestructuras que sirven a los
intereses de los palestinos, desde la ocupación de sus territorios en 1948,
luego en 1967.
Así argumenta el documento: "Infraestructura y desarrollo en los
territorios palestinos ocupados", preparado por el Instituto de
Investigación Aplicada.
Está basada en debilitar la capacidad de la infraestructura palestina para
proporcionar los requisitos para una vida digna, limitando la libertad de
movimiento, comunicación entre las áreas palestinas, y en el nivel de servicios
prestados al ciudadano palestino.
“Últimamente,
en esos puntos de control han matado a sangre fría
a decenas de jóvenes palestinos”.
“Otro
ejemplo, concierne a los cuerpos de seguridad palestinos, que no pueden moverse
para resolver un conflicto, antes de coordinar con la fuerza de ocupación y
este trámite, puede tardar mucho o ser denegado”, indica Mohamed Odeh.
El contexto colonial
ha multiplicado las herramientas de su control.
Pretenden que los palestinos
renuncien a su derecho a la soberanía y someterse a las aspiraciones israelíes
para la anexión, expansión y control, represión, bloqueo, asesinato, arresto y
humillación.
Son las
condiciones se les imponen a cambio de obtener derechos irrefutables: A la vida, al movimiento, al trabajo; sometiéndolos a la realidad impuesta por la
fuerza, a cambio de que obtengan su derecho a existir como pueblo.
“Las ayudas
internacionales casi forman una tercera parte de nuestro presupuesto -precisa
el embajador- y a pesar de ello, con la pandemia casi no recibimos nada de
ayudas monetarias”
Desde la sociedad
civil palestina se realizan constantes denuncias porque el Ejército israelí y el Servicio de
Prisiones han expuesto a la Covid-19 a los detenidos palestinos.
La Asociación de
Apoyo a los Prisioneros y Derechos Humanos Addameer refiere que
interrogadores, que dieron positivo al virus, han estado en contacto con
personas prisioneras y detenidas palestinas, sin seguimiento médico.
Pero,
quizá la más tortuosa de las medidas desde el punto
de vista psicológico, se está llevando a cabo
por el Servicio Israelí de Prisiones, que es
la completa falta de comunicación con sus familias y abogados.
Las visitas de familiares ya estaban
restringidas a una de 45 minutos cada dos semanas, con familiares de
primer grado de consanguinidad.
En la actualidad, a los prisioneros se les
niegan las visitas de sus abogados y sólo aquellos que están en fase de
detención previa al juicio, son autorizados a llamadas de teléfono monitoreadas
y breves.
Hay cientos de personas detenidas sin cargos, otros esperando juicio y cuyas detenciones se están extendiendo de
manera indefinida, negando a los detenidos palestinos,
los derechos básicos.
La doctora en Ciencias Políticas, Maliha Muslimani, precisa sobre la
estrategia israelí que "el proyecto sionista en su conjunto, y desde la aparición del
pensamiento y movimiento
sionista, se basa en una herramienta importante para promover
a escala mundial, sus objetivos de expansionismo
y para la fabricación de la imagen de "civilizado", "demócrata",
"desarrollado" y "víctima judía", frente a la
imagen del palestino, el atrasado y el terrorista ".
Después del desarrollo de los medios de comunicación, entre ellos los
sitios de redes sociales, el Estado ocupante aprovechó rápidamente la
oportunidad de penetrar en sus autoridades con estos sitios, con páginas que se
dirigen a diferentes audiencias y diferentes idiomas.
Entre estas páginas está lo que se dirige al público árabe y palestino,
y lo que se dirige principalmente a su conciencia.
La Covid-19, la guerra y la resistencia
Tempranamente, el Gobierno palestino declaró el Estado de emergencia
-sobre el brote del coronavirus en los territorios palestinos ocupados de
Cisjordania y la Franja de Gaza- y un protocolo sanitario.
Desde poner un mapa de las zonas afectadas, restringiendo el
desplazamiento de personas desde áreas de contagio a otras, se cerraron las
mezquitas, iglesias y salas de eventos.
Enfatizaron en la prevención, según los valores internacionales, aun sin
tener el control de sus fronteras y sus limitadas condiciones de
recursos.
Este año, una nueva ola de contagios golpeó con fuerza a Cisjordania.
Los más de 20.000 casos activos de Covid-19 han agregado
mucha presión al frágil sistema de salud y el
personal sanitario tiene serias dificultades para brindar buena
atención, al creciente número de pacientes.
“El número de casos
positivos está en su nivel más alto desde que comenzó la pandemia”, explica el médico de la unidad de cuidados intensivos (UCI) de
Médicos Sin Fronteras, doctor Juan Pablo Nahuel Sánchez.
“El hospital está funcionando por encima de su capacidad, no hay
suficiente espacio, camas o personal para asistir a todos los pacientes
críticos, y la gente está muriendo”.
La masacre se manifiesta de
muchas maneras.
A inicios del 2020, el jefe de la Autoridad General de
Asuntos Civiles de la Autoridad Nacional Palestina
(ANP), Husein al-Sheij, denunció en Twitter que “el
llamado Tribunal de Paz de Israel ha tomado la
decisión de bloquear 450 millones de shekels (unos
129 millones de dólares) a pedido de algunos
residentes”.
La retención de fondos palestinos se produjo en
respuesta a 15 demandas presentadas por de
familias israelíes contra la ANP, por supuestos
ataques durante la Segunda Intifada palestina entre
2000 y 2005.
Este tribunal considera a la ANP responsable de al
menos 19 atentados contra israelíes y decidió
indemnizar a sus familias.
Mientras, durante la Segunda Intifada, murieron
4.412 palestinos y 48.322 resultaron
lesionados,
indicó una fuente de HispanTV.
Despreciable
“Sobre la agresión de Israel
contra Palestina:
No es un conflicto.
No es una guerra.
No es un enfrentamiento.
No es defensa propia.
Es la aplicación sistemática de una política de
colonización, de ocupación de territorios ajenos, de
violación del derecho internacional”, declaró de
manera contundente el secretario ejecutivo de
la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América - Tratado de Comercio de los Pueblos
(ALBA-TCP), Sacha Llorenti.
“Despreciable”, así califica el silencio
prolongado de Luis Almagro y su camarilla, ante el
crimen actual.
El mismo que en funciones de secretario general de
la Organización de los Estados Americanos (OEA)
visitó Israel y dijo que “representa un increíble
ejemplo, de un pueblo superando dificultades
extraordinarias para construir una sociedad
próspera y vibrante enraizada en los principios de
la libertad y democracia”.
Lo dijo sobre tierra Palestina
ocupada.
“A aquellos que perpetúan la ocupación -dijo Sacha
Llorenti- ALBA-TCP pide cesar en sus acciones y
respetar el derecho internacional, los propósitos y
principios de la Carta de
las Naciones Unidas”.
La Alianza condena la muerte de civiles israelíes y
reafirma el apoyo a la soberanía, independencia y
autodeterminación del pueblo de Palestina.
La situación actual es la esencia de la lucha del
pueblo palestino por su
independencia durante los últimos
73 años, expresa la naturaleza de las decisiones
de la ONU y del Derecho Internacional.
¿Cuándo acaba la masacre?
La paz no espera
Tomado
de: https://www.telesurtv.net/
Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En:
Twtter@victorianoysocialista
En:Google; libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com
En Fecebook: adolfo Leon libertad
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