Movilización popular permanente
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Movilización, sumatoria de decisiones que culmina en acción.
El acto de una persona o de un colectivo tiene por objeto progresar de una
situación indeseable a otra deseable. Por ejemplo, de la miseria al bienestar.
Ambas se califican en gran medida a través de valores, que son construcciones
culturales. Digamos que el detonante de la rebelión popular venezolana del 27
de febrero de 1989 fue la abrupta desaparición de los valores con los cuales
pretendía legitimarse el sistema. El detonante de toda movilización es un juicio
cultural.
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No aniquilamos una situación indeseable sin una imagen de lo que queremos
conquistar. Movilización sin proyecto es dispersión de esfuerzos.
La ausencia de un plan disipó temporalmente el formidable poder del Caracazo.
La articulación de un proyecto es una operación cultural.
3
La movilización individual es acción, la acción colectiva es movilización.
Un colectivo es un conjunto de personas que comparten creencias, valores,
actitudes, conductas y proyectos. Su constitución requiere una compleja trama
de comunicaciones que entretejen relaciones. El Caracazo a la postre devino
bandera simbólica que aglutinó a la mayoría de los venezolanos, hasta entonces
dispersos en la persecución de objetivos particulares. La agregación de individuos
sueltos a fin de que se sientan integrantes conscientes de comunidades, comunas,
sociedades, naciones, géneros, clases, partidos, es una labor cultural. La rebelión
puede ser una pedagogía.
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Resumamos. La movilización popular requiere conciencia de un estado de carencia
que se quiere sobrepasar; representación de un bien o estado positivo al cual se
desea acceder; sistemas de comunicación para difundir el proyecto; conocimiento
de que estas percepciones son compartidas por uno o varios colectivos, sean grupos,
movimientos, clases sociales, comunidades de género, etarias, laborales o de otra
índole; un plan articulado sobre las acciones a cumplir para el logro del objetivo;
el consenso para la participación en dichas acciones y un acuerdo sobre la
complementariedad y la sucesión o sincronía de ellas ¿Arriesgaremos la
redundancia al recalcar que estas iniciativas son elaboraciones culturales?
El Bolivarianismo en parte realiza el proyecto de la intelectualidad de izquierda de
los años sesenta, que fue reducido a sangre y fuego tras un cuarto de siglo de lucha.
La Revolución es una cultura.
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¿Hay que esperar la milagrosa conjunción espontánea de los mencionados elementos
para que se produzca un cambio? La civilización humana se establece y avanza
gracias a la consciente y premeditada preparación, planificación y agregación de
ellos. El animal o el homínido desean que el azar los guarezca de la lluvia.
El ser humano construye albergues o sistemas civilizatorios que erigen ciudades.
Cada modo de producción se instaura gracias a una planificada concatenación de
movilizaciones dirigidas a hacerlo funcionar y perdurar, y es sustituido por otro
nuevo gracias a otra novedosa coordinación de actos planificados. Pongamos por
caso, el capitalismo y el socialismo. La génesis de civilizaciones es un procedimiento
cultural.
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Toma la palabra el simplismo para proponer que los modos de producción crean
superestructuras culturales que son algo así como su pasiva decoración.
Una visión más amplia discierne que cada modo de producción germina a partir de
una embrionaria superestructura cultural que inspira y coordina las acciones
tendientes a destruir y suplantar el modelo caduco, e imponer uno nuevo que
perdura gracias
a ella. Los intelectuales son los trabajadores de las superestructuras; los aparatos
ideológicos sus empresas; la comunicación, las ideologías y las prácticas simbólicas
su producción. Así como hay intelectuales orgánicos que trabajan para asegurar la
inmovilidad de los sistemas, los hay libertadores que prefiguran y proponen los
saltos de un modo de producción a otro..
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Entonces, la movilización popular puede excepcionalmente ser un fenómeno
espontáneo, pero también puede y debe ser planeada, provocada y dirigida para
una finalidad concreta, vale decir, para la Revolución. Pero Revolución no es
saciedad, sino eterna renovación y resurrección del Objeto del Deseo. En tal sentido,
la movilización no puede ni debe ser un fenómeno espasmódico, una erupción que
revienta para dar paso a períodos de estancamiento hasta que la insoportabilidad
de éstos haga inevitable el próximo estallido. Todo organismo viviente subsiste
gracias al incesante desecho de sus componentes corruptos y la regeneración de sus
estructuras vitales. Lo único que puede mantener viva a una Revolución es la
Movilización Social Permanente, que a través de una dinámica cultural infatigable
progrese de lo indeseable a lo deseable, de la corrupción a la pulcritud, de la
dispersión a la coherencia, de la crítica al acto, de la Política Real a la Utopía.
TOMADO DE: http://www.aporrea.org/
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