JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ EL MÉDICO DE LOS POBRES:
MISIONERO DE LA ESPERANZA
Muchas generaciones han esperado por la beatificación de José Gregorio Hernández.
Este honorable título se lo ganó por ser un hombre con una elevada espiritualidad.
¡Que felicidad siento de que 8 años después, ahora el 30 de abril se hará la misa de beatificación de José Gregorio Hernández!
¡Que felicidad, porque como pueblo venezolano, me declaro devoto, seguidor, creyente de nuestro Santo y Siervo de Dios!
NICOLÁS MADURO MOROS
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela 24 de abril de 2021
Este viernes 30 de abril Venezuela y la iglesia católica viven los días de beatificación del doctor José Gregorio Hernández, nos debe llamar la atención el modelo de un hombre que con una vida humilde fue un cristiano que jamás se avergonzó de su fe sino, por el contrario dedicó estudio, y bendecido por la gracia del Espíritu Santo logró entender su propósito de amor a Dios y de amor al prójimo, a quien sirvió con integridad y desmedida pasión.
Hace 8 años nuestro Presidente Constitucional Nicolás Maduro, obsequió una estatuilla de José Gregorio Hernández, tallada con las manos del pueblo trujillano, al Papa Francisco, a la vez que pedía la reactivación de un proceso administrativo, iniciado a finales de la década de 1940 del siglo XX, que llevaría al Médico de los Pobres a la beatificación.
De José Gregorio Hernández; podemos afirmar que, su fe lo llevó al convencimiento que no hay milagros imposibles, que Dios es infinitamente misericordioso con todos, un padre plenamente comprensivo y capaz de atender y salvar, que a través de su gracia podemos ir caminando todos hacia una espiritualidad santa, y por senderos donde debemos regresar con una intensidad cada vez más eficiente y prolífera, y convertida en buena obranza y solidaridad.
En realidad somos un pueblo creyente y mayoritariamente cristiano; no es dogmático reconocer las extraordinarias probidades de quienes ofrecen su vida para servir con la nobleza del saber y entender de la espiritualidad.
La imitación de Cristo Redentor es una opción válida de vida y sacrificio en nuestra cultura popular; Jesús de carne y huesos sirvió espiritual y físicamente a todos y todas, preferiblemente, a los más pobres y desamparados.
Este camino nos los mostró José Gregorio Hernández, como una propuesta indetenible para la humanidad.
No se ha conocido esta devoción franciscana en otro compatriota, claro que han existido hombres y mujeres en nuestro terruño con similares características, de hecho fueron anteriormente reconocidas las virtudes de la Beata María de San José; sin embargo la trascendencia no tiene el fervor mayoritario en el imaginario popular, como la del hijo excelso de Isnotú.
Muchas generaciones han esperado por la beatificación de José Gregorio Hernández.
Este honorable título se lo ganó por ser un hombre con una elevada espiritualidad.
Esta beatificación no llega en cualquier momento.
Nos llega en medio de una de las peores pandemias ha azotado a la humanidad a lo largo de su historia, la Covid-19, que ha superado los 149 millones de contagios y 3 millones de decesos.
La beatificación del apóstol de la paz, primer laico venezolano en recibirla, viene a llenar de esperanzas no sólo al pueblo venezolano y latinoamericano, sino al mundo entero y refuerza las esperanzas del combate que con nuestro método dirigido por Nicolás Maduro Moros hacemos contra esta cruel Pandemia.
José Gregorio Hernández es la síntesis de tres aspectos fundamentales.
El primero de ellos tiene que ver con el humanismo.
Él fue un hombre que respetó y amó profundamente al ser humano porque atendió la salud de las personas más necesitadas.
Como médico se dedicó a la atención de las venezolanas y los venezolanos con verdadera vocación.
Fue amante de su profesión.
Un médico que no se equivocaba en sus diagnósticos por sus estudios y preparación.
Ordenado, con una meticulosidad admirable.
Actualizado en lo últimos avances de la ciencia médica y usaba convenientemente los aparatos técnicos a su disposición.
José Gregorio Hernández fue un médico cristiano activo y consecuente.
No era uno en la iglesia y otro en la calle.
Apasionado de su fe, vivía su fe, según los testimonios fehacientes registrados en la historia.
Su misión como hombre de la medicina fue, no solamente curar, sino prevenir las enfermedades, y por ello se dedicó a asistir a las personas de forma permanente, incluso en sus hogares, sin dejarse tentar por la mercantilización.
El segundo aspecto tiene que ver con su ejercicio científico de la medicina.
Fue un investigador para mitigar las múltiples dolencias y enfermedades que afectaban al pueblo.
El ejercicio de la medicina fue practicado por él, en la constante búsqueda científica para evitar males de salud y para la prevención, en los momentos poco propicios para ello, con una Venezuela rural que abría sus puertas con suma lentitud a la modernización, en medio de la aparición de la renta petrolera.
Nos legó trece publicaciones significativas en la Gaceta Médica de Caracas, entre ellas:
Sobre el número de glóbulos rojos (GMC,1983);
Angina de pecho de naturaleza paludosa (GMC, 1894);
Lecciones de Bacteriología (GMC, 1920);
Lesiones anatomopatológicas de la pulmonía simple o crupal (GMC, 1910);
De la nefritis a la fiebre amarilla (GMC,1913);
Nota preliminar acerca del tratamiento de la tuberculosis por el aceite de Chaulmoogra (GMC,1918);
y dos obras literarias:
Elementos de Filosofía (1912) y
Elementos de Bacteriología (1896).
También publicó obras sobre textos religiosos y artes: Elementos de la Filosofía (1912);
El señor Nicanor Gardia (1912);
Visión del arte (1912);
En un vagón (1912) y
Los Maitines (1912).
Como docente, durante 23 años, creó las Cátedras Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental, Bacteriología, Parasitología y Microbiología en la Universidad Central de Venezuela, lo cual constituyó el nacimiento de una nueva etapa en la medicina experimental en nuestro país.
Ha sido considerado fundador de la Bacteriología en Venezuela junto a Rafael Rangel.
En 1904 ingresa como individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina como uno de sus fundadores, en el Sillón XXVIII;
como se ve un hombre de ciencia y conciencia del más solidario deber social, él entregó todo esto sin recelos ni mezquindades.
El tercer aspecto, y no menos importante por nombrarlo de último, es la espiritualidad de José Gregorio Hernández, que lo impulsa a profundizar su entrega.
Esto lo demostró con su don de gente y con su dedicación al estudio de la medicina y la atención de los más pobres, y fiel creyente y practicante de las enseñanzas de Jesús, profesó su amor al prójimo.
La espiritualidad estuvo siempre presente en la atención y cuido de las personas más necesitadas.
Su conducta profusa por la espiritualidad, se demostró cuando las potencias inglesas bloquearon nuestros puertos en 1902, bajo el gobierno de Cipriano Castro, y estuvo entre los primeros en ofrecer sus servicios y tomar los fusiles para defender su patria, Venezuela. Nada más espiritual que los sentimientos Patrios y sin temor y sumo valor se sumó a la defensa de la territorialidad y soberanía.
Estos tres aspectos son de fundamental importancia porque son tres dimensiones humanas que profesamos como fieles creyentes del socialismo.
El humanismo, el ejercicio de las ciencias y la espiritualidad son principios que están presentes en nuestra construcción histórica del socialismo del siglo XXI.
Es por ello, que nuestro amor y devoción por José Gregorio Hernández no se limita nada más a verlo como Santo, que lo es para el pueblo venezolano, por todos los milagros concedidos, sino que es un ejemplo de ser humano íntegro.
Es otro ejemplo del Ser humano Socialista.
Así abonó su santidad, su buena semilla sembrada de Dios, prescindiendo de los propios criterios humanos para actuar con los designios del Altísimo.
La enseñanza que nos ha dejado José Gregorio Hernández es de ser buen hijo de Dios, buen hombre, buen venezolano y venezolana, buen patriota, buen ciudadano y caminar junto a su vida y obra hacia la santidad, a la cual estamos llamados todas y todos, en este suelo.
Nuestro Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías, siempre decía que el primer Socialista fue Jesús de Nazareth, porque luchó junto al pueblo contra un imperio, porque estuvo siempre acompañando a los más pobres, a los más desvalidos.
Así mismo, nuestro José Gregorio Hernández.
La conjunción de la ciencia, el humanismo y la espiritualidad para atender al ser humano en lo más sublime como es la salud, es un ejercicio profundo de socialismo, por ello lo reivindicamos como hombre pródigo.
Como un ser humano que fue capaz de dar con generosidad lo que tenía para ponerlo al servicio de los demás.
He allí, el carácter de su espiritualidad y su grandeza.
Su generosidad y la entrega de su servicio para con los más necesitados lo hacen merecedor de tan noble título como el médico de los pobres.
Es un modelo a seguir, es la sincronía del trabajo, la honestidad a toda prueba, la educación, la procura del bien común, la esperanza de buena salud para todos los venezolanos y el mundo; a buena hora llega su beatificación, donde es la salud y la vida el gran combate que la humanidad da incluso con las más grandes desigualdades e injusticias que el capitalismo le impone a la Pandemia.
Por eso nuestro reconocimiento a un hombre, que a nuestro entender siguió los pasos de Jesús.
Fue un verdadero cristiano y demostró que con ciencia y consciencia, es decir, con sabiduría, con humanidad y con espiritualidad podemos vivir en armonía, en paz y en unión, que sirva su vida para el impulso de un pueblo creyente, devoto, con mayor compromiso y participación, asumiendo los desafíos del presente para la construcción de un mundo mejor, más justo, más humano.
Estos son los aspectos en lo que siempre Nuestro Comandante Eterno Hugo Chávez, hizo énfasis para la construcción del Socialismo de siglo XXI.
El legado del doctor José Gregorio Hernández es de una vida estimada, de un alto grado de trabajo, de un espíritu caritativo y austero, bañado de gracia para la misericordia con todos y todas, con pobres y ricos, viviendo la fe en Cristo a cada latido de su corazón.
Su legado es de alta fe, una vida de servicio y un caminar de rectitud que lo eleva a espacios etéreos transcendentales en la santidad y espiritualidad hacia Dios.
Hoy tenemos a Nuestro Comandante Obrero, Nicolás Maduro, profesando los mismos principios, amor al prójimo, estudio y saber, espiritualidad, con la esperanza por un mundo mejor, por la construcción de una nueva sociedad, de un nuevo ser socialista con una ética impecable.
Celebramos con alegría y fervor espiritual esta beatificación, renovamos los votos de la espiritualidad, para continuar avanzando en la consolidación de una vida tan cristiana como la de José Gregorio Hernández.
La Beatificación tiene que ser un acto de amor, porque sólo el amor puede hacer milagros.
Acto de amor y recuerdo a uno de los venezolanos más grandes que hemos tenido!
NICOLÁS MADURO MOROS
Presidente de la República Bolivariana de Venezuela 24 de abril de 2021
¡Que Viva el Médico de los Pobres!
¡Que Viva el Santo de los Pobres!
¡Que Viva el Apóstol de la Paz!
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