Perfil
| Sexo-género diversidad: orgullo contra vergüenza
1 julio 2021
En tiempos
de la Guerra Fría la comunidad sexo-género diversa (que
entonces no se llamaba así) no la tenía nada fácil, sin importar de qué
lado estuviera respecto a eso que la propaganda “occidental”
denominó la Cortina de Hierro.
En el mundo
socialista se combatía la homosexualidad por considerarla
contrarrevolucionaria; en el campo capitalista, el anticomunismo rabioso la
perseguía por ser “de izquierda”.
Hoy queremos
creer otra cosa, pero la historia dice que si en algo coincidían los dos polos
en pugna era en su condena abierta a la homosexualidad. Por razones distintas
–incluso diametralmente opuestas– pero con el mismo resultado: represión
sexual.
Digámoslo de
una buena vez para que quede claro cómo era la cosa entonces.
La
Revolución Cubana, por ejemplo, era rematadamente homofóbica.
Fidel Castro
en persona dijo en 1965: “Nunca hemos creído que un homosexual pueda
personificar las condiciones y los requisitos de conducta que nos permitan
considerarlo un verdadero revolucionario”.
Y, para demostrar que se trataba de una
conducta que ameritaba corrección, mandaron a los “pájaros” (así le
decían en La Habana de entonces) a cortar caña de azúcar, para hacerlos
hombres y revolucionarios.
Cierto es
también que Fidel se arrepintió pronto y pidió perdón por haber asumido esa
posición, mientras el Tribunal Supremo de Cuba anuló en 1975 (bastante temprano, en comparación con otras naciones)
las leyes que impedían a los y las homosexuales ejercer la docencia.
Por supuesto
que el imperialismo aprovechó el tema para hacer campaña contra Castro y el
proceso socialista.
Pero lo hizo
dentro de un mar de contradicciones muy agitado porque el movimiento gai se
había sumado a la ola de protestas sociales, políticas y culturales de la
década de los ’60 y, por lo tanto, sus activistas estaban en la lista de
sospechosos del macartismo por “actividades antiestadounidenses”.
De hecho, el
Día del Orgullo Gai, que comenzó a tomar cuerpo en los ’70, parte de una serie
de manifestaciones espontáneas que comienzan el 28 de junio de 1969, cuando la
policía de Nueva York lanzó una de sus tradicionales redadas contra el Stonewall
Inn, un bar que atendía principalmente a sexo-género diversos.
La agresión
policial, con vejaciones y burlas incluidas, era lo habitual.
Pero esa vez
hubo una respuesta.
La comunidad
gai protestó, hizo sentir su voz.
Allí
comenzaron muchos de los movimientos que ahora se agrupan bajo la siempre
creciente sigla LGBTIQ, que abarca lesbianas, gais, bisexuales, transexuales,
transgéneros, intersexuales, queersexuales… y a la que se ha agregado el signo
+ porque la clasificación pica y se extiende.
De acuerdo,
pero ¿a qué viene lo del orgullo? El activista argentino Bruno Bambi respondió
esta pregunta formulada por un joven en Twitter: “Ser gai no debería ser algo
para generar orgullo, pues es como ser heterosexual o ser blanco o ser negro.
Pero el
orgullo es una respuesta a lo que en algún momento fue humillación y vergüenza.
Durante
demasiado tiempo la homosexualidad ha sido tratada como una enfermedad (por la ciencia), un delito (por
el Estado) o un pecado (por la religión);
se impuso la idea de que por ser gai debías tener vergüenza, negarlo,
esconderlo.
El orgullo
es una manera de enfrentar esto: transformar esa vergüenza en lo contrario”.
El Día del
Orgullo Gai (o del Orgullo LGBTIQ+) y, sobre todo, el desfile o parada que se
realiza en muchas ciudades del mundo, es entonces una especie de grito
colectivo de reivindicación de la verdad individual y de grupo.
La
proverbial “salida del clóset”, pero llevada a cabo en forma masiva.
No cabe duda
que ese cambio de frecuencia, de la vergüenza y el ocultamiento, a la expresión
frontal (y, en muchos sentidos, desafiante) de
la diversidad género-sexual ha sido clave para que esta comunidad haya avanzado
en la conquista de sus derechos a la igualdad.
Un grupo humano que expresa orgullo de su condición
es mucho más difícil de someter que uno avergonzado de su propia esencia.
En
Venezuela, como todos los otros temas habidos y por haber, es imposible separar
a la cuestión de la diversidad sexual de la polémica política.
Entre otras
razones porque fue después de la llegada al poder del Comandante Hugo Chávez
Frías cuando comenzó la expresión más visible de las luchas de esta comunidad.
“Desde 1999,
Venezuela ha visto un inusitado despertar de manifestaciones sobre diversidad
sexual.
Marchas gai,
mes del orgullo y jornadas académicas sobre diversidad sexual han favorecido el
despliegue de sexualidades alternativas en el foro público, sin olvidar
importantes antecedentes como la formación de los grupos Entendido y Movimiento
Ambiente de Venezuela.(…)
En 2001 se
creó la Red de Organizaciones GLBT de Venezuela, cuyo fin era ‘luchar
mancomunadamente en pro de la igualdad, los derechos humanos, la no
discriminación, educación acerca del sida y la formación e información
comunitaria’.
En julio de
ese año la red organiza la primera semana del orgullo GLBT, que comprendió la
primera Marcha del Orgullo GLBT y el primer Congreso Venezolano de Diversidad
Sexual”, refieren Carlos Gutiérrez, Rodrigo Navarrete y Marianela Tovar, del
grupo universitario Contranatura, en un trabajo académico titulado Diversos
y socialistas: La diversidad sexual en el socialismo del siglo XXI.
En los actuales
tiempos de una nueva Guerra Fría, el tema es otra vez foco de la controversia
entre extremos.
Las
ultraderechas y los neofascismos insurgen contra los avances logrados por la
comunidad sexo-género diversa y se los atribuyen “al comunismo”; mientras muchos
dirigentes de la opción revolucionaria siguen desconfiando de estas luchas
porque no le encuentran sentido de clase.
Tal parece
que existe el riesgo de una regresión histórica. Amanecerá y veremos.
En
Venezuela falta mucho
El
periodista Carlos Ascanio, activista de la comunidad sexo-género diversa,
asegura que en Venezuela se avanzó sustancialmente desde la llegada de la
Revolución, pero aún falta concretar las reivindicaciones en instrumentos
legales e instituciones oficiales.
Un
paso fundamental fue la derogatoria de la Ley de Vagos y Maleantes, que en la
IV República se aplicaba discrecionalmente a los gais. Sin embargo, no se ha
conseguido aprobar legislaciones específicas en beneficio de este sector, como
sí ha ocurrido con las mujeres y los pueblos indígenas, por ejemplo.
La
primera ley que reclama la comunidad LGBTIQ+ es la del matrimonio igualitario.
La segunda es la ley de identidad de género, para permitir que la población
transgénero pueda cambiarse el nombre y su imagen en los documentos de
identidad. La tercera es una ley contra la discriminación por orientación
sexual, identidad y expresión de género.
“La
comunidad ha tenido un mayor reconocimiento, eso es innegable, ha bajado
el bullying contra los sexo-género diversos, pero sigue
habiendo violencia. Hay asesinatos de odio. Hemos avanzado, pero todavía falta
mucho.
Hay
una omisión legislativa en perjuicio de los derechos humanos de la comunidad.
Siempre nos dicen que no es el momento, que hay que esperar. Ya es el momento
de que el Estado venezolano dé el paso para aprobar estas leyes”, enfatizó
Ascanio.
Perfil Clodovaldo
Hernández
Tomado
de: https://ciudadccs.info/
Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google; libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com
En Fecebook: adolfo
Leon libertad
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