JUEGOS OLÍMPICOS DE TOKIO
Yulimar
Rojas: "Fui feliz en Venezuela a pesar de las carencias"
La nostalgia de los tiempos del vértigo, de Usain
Bolt, buscará remedio en los Juegos a través de varios jóvenes superlativos.
Una de ellas es la saltadora venezolana, que no
aspira a la victoria, aspira a la historia.
Yulimar
Rojas posa con la camiseta de Venezuela WORLD ATHLETICS
Un mensaje de Facebook le cambió
la vida.
Cuando era aún una adolescente, a
los 19 años, con todo por ganar o todo por perder, Yulimar Rojas (Caracas,
1995) tuvo una corazonada: podía escribir al mejor entrenador del mundo, Iván Pedroso, un mito de los
saltos, y preguntarle si quería trabajar con ella.
Nunca antes habían hablado.
Nunca antes se habían cruzado.
"Yo no sabía ni si me
conocía, si me había visto en alguna competencia.
Antes de escribirle tuve miedo
porque, ¡guau! ¡Iván Pedroso! Yo no era nadie, no tenía títulos, pero pensé que
lo peor que me podía pasar era que no me contestara.
Y en su primera respuesta estuvo
muy bien.
Me dijo que ya sabía quién era,
que había visto algunos videos míos.
Luego fuimos concretando, me ofreció
irme a entrenar a España con él y al llegar... aún recuerdo la primera vez que
me dio la mano.
El día que le escribí en Facebook marca un
antes y un después para mí", reconoce Rojas en conversación para EL MUNDO
antes de ponerse en marcha en los Juegos de Tokio.
Este viernes en la clasificación
y el domingo en la final de triple salto buscará el oro, que ya se supone en su
cuello, y sobre todo el récord del mundo que se le resiste y se le resiste.
Si lo logra, será la estrella más
brillante de un deporte huérfano de luz desde la marcha de Usain Bolt.
Pedroso
reside en Guadalajara y allí tiene su centro de entrenamiento. ¿Se adaptó bien
a la ciudad al llegar?
Todo fue un choque.
Nunca había salido de Venezuela, era muy joven y, de repente, ver otras
formas de vivir, otra comida, unas instalaciones tan completas...
¡el frío! Llegué en noviembre y el frío era algo nuevo para mí.
Fue fuerte acostumbrarme, estar lejos de la familia, pero luego todo fue
fluyendo y las cosas se fueron colocando donde queríamos.
Ahorita estoy muy contenta de estar allí, en España, y Guadalajara está
muy bien para nosotros como búnker.
Es una ciudad muy, pero que muy tranquila, sólo hay lo necesario.
Así estamos lejos de todo, de fiestas, de distracciones, y nos centramos
en los saltos.
Es
una apasionada de la música latina, del baile, y a Pedroso se le ve muy, muy
serio.
Es bastante serio, sí, pero también le gusta el desorden, que estemos
contentos en la pista, que nos soltemos, porque si no las cosas no salen.
Cuando hay que analizar el entrenamiento, que trabajar cualquier detalle,
no bromeamos, pero luego a veces incluso se deja llevar.
Es importante tener esa buena relación, esa conexión entre entrenador y
atleta.
El
récord del mundo de triple salto se mantiene desde que lo estableció Inessa
Kravets en 1995, es decir, hace 26 años. ¿Para superar esos 15,50 metros
se necesita el salto perfecto?
En realidad todo es cuestión de dejar que fluya.
Hay veces en las que pienso en que quiero romperlo, que quiero romperlo,
que quiero romperlo y me olvido de ser yo y de dejar que el salto fluya.
Tengo que tomarme la competición como un día de entrenamiento y luego
que salga una buena carrera, una buena técnica...
Tengo que confiar en el trabajo diario y esperar a que llegue el día.
¿Cuántas
veces ha visto el vídeo de Kravets?
¿La
conoce?
El vídeo lo he visto, claro que lo he visto, unas cuantas veces.
Pero no he tenido la oportunidad de conocerla.
Vi que en una entrevista habló sobre mí y dijo que me veía la persona
adecuada para romper el récord, pero nunca hemos conversado.
Quizá tenga oportunidad en un futuro.
Yulimar Rojas World Athletics
Pregunta: Este mismo año llegó a los 15,43
metros.
¿El
récord ya es obsesión?
Ahora mismo lo más importante es ganar el oro olímpico, me colocaría en
la cima [en los Juegos de Río 2016 fue plata], pero el récord es un símbolo
importante para mí.
Las medallas persisten, lo sé, pero el récord...
El récord me quita el sueño porque sería recordado muchos años y porque
estoy muy cerca.
Llevo trabajando mucho tiempo para romperlo.
Es
indudable favorita para el oro, pero para el podio...
¿Cómo
ve a Ana Peleteiro?
¡Imagínate! Veo en ella un gran cambio, confío mucho en ella.
En las últimas competencias ha dado un subidón y tiene buenas
expectativas en estos Juegos.
Cada día la veo entrenando y sé que está en buena condición física, que
puede lograr lo que se proponga.
Sólo tiene que creérselo e ir a por ello.
Anita está para grandes cosas, ¡créanme España!
Echando
la vista atrás en su carrera: suerte que dejó el voleibol allí en Venezuela.
El voleibol era mi deporte deseado, gracias al voleibol soy deportista.
Me enamoré del deporte viendo a las selecciones de voleibol competir en
los Juegos Olímpicos de Pekín.
Cuando las vi, me llenó de tal manera que sólo deseaba hacer voleibol.
Era una niña, pero sabía que era bastante alta para mi edad y que quería
llegar a la selección nacional.
Lo intenté, lo intenté, pero el atletismo me atrapó completamente.
Costó porque varias veces me escapé de los entrenamientos en la pista
para ir a jugar a voleibol con mis amigas y el entrenador tenía que venir, a
buscarme.
La entrenadora de voleibol, en cambio, me decía: 'Vente con nosotras,
vente con nosotras'.
¿Recuerda
una infancia feliz en la Barcelona venezolana?
Sí, muy feliz a pesar de las carencias económicas que teníamos.
Mi madre y mi padre nos trataban de sustentar con poco.
La crianza y los valores que nos enseñaron fue lo más maravilloso que
tengo en la vida.
Estoy muy orgullosa de donde nací, de dónde salí, de dónde crecí.
Nunca se debe olvidar la raíz, yo la llevo en mi mente y en mi corazón.
Tomado de: https://www.elmundo.es/
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