QUE EL ÚLTIMO APAGUE LA LUZ
Tres países, hechos diversos, características particulares, pero todos agrupados bajo la crisis del modelo.
Para Estados Unidos, la tarea es producir los cambios necesarios que eviten la pudrición, manteniendo peones controlables que logren aminorar la crisis y restablecer el control deseado por Washington.
6 Mayo 2021,
Manifestantes
protestan frente a la residencia del presidente de Colombia, Iván Duque,
durante el paro nacional contra la reforma tributaria, el pasado 3 de mayo, en
Bogotá, Colombia (Foto: Iván Valencia / El País)
Mi apreciado amigo Luis Casado me ha dicho varias veces que los títulos de mis artículos no se corresponden con su contenido.
Razón no le ha faltado, reconozco que es una
habilidad que no tengo.
Al contrario, los escritos de Luis dicen mucho
desde su propio enunciado.
Uno de sus textos recientes fue denominado "Salvar el negocio" y tal vez no haya mejor forma de
expresar los avatares que atraviesa el sistema neoliberal de democracia
representativa para sostener el poder a cualquier precio, inclusive haciendo
maquillajes para que "todo cambie sin que nada cambie" con el
objetivo de mantener privilegios a costa de la exclusión y represión de las
mayorías con uno de los pocos recursos que les va quedando: el de la fuerza.
Al hacer un recorrido por algunos países de América
Latina se puede percibir tal situación.
Al escribir estas líneas, Colombia entra en su octavo día de manifestaciones
populares de rechazo a la reforma tributaria que trató de imponer el gobierno
de Iván Duque.
Después de
31 ciudadanos asesinados por las fuerzas militares y policiales, 124 heridos,
13 personas con daños oculares, 6 hechos de agresión sexual, 726 detenciones
arbitrarias, 45 defensores de derechos humanos detenidos o limitados para
realizar sus funciones y 1089 casos de violencia policial, las manifestaciones
han continuado y las demandas han crecido mientras se hacen desesperados
llamados a que cese la masacre.
Como respuesta, el jefe del ejército hablando como
si estuviera en guerra informó que "480 hombres orgánicos, que son 16
pelotones tengo en este momento desplegados" (sic).
A continuación explicó que eso es solo
para cumplir la primera orden del presidente de la república.
Y para la
segunda, tiene helicópteros tanto de la policía como del ejército "que ya están dispuestos allá",
refiriéndose a la ciudad de Cali.
La contundencia de la protesta obligó al gobierno a
paralizar la ley para la reforma tributaria, pero intentando ganar tiempo por un lado y enmascarar su
derrota por el otro, lo hizo en dos tiempos.
Inicialmente ordenó "redactar
un nuevo texto y nutrirse de otras opiniones con propuestas que han presentado
otros sectores" reculando en cuanto a la aplicación del IVA para
alimentos, productos y servicios, aunque asegurando altanero que "la orden es no cambiar las
reglas de juego".
La respuesta popular fue incrementar las medidas de
presión a través de una manifestación pacífica que ha intentado ensombrecer el gobierno infiltrando militares y policías vestidos de civil
en las manifestaciones, con la misión de instigar la violencia que justifique una represión sin
control.
En este contexto, se ha llegado incluso a que el ex
presidente Uribe y su partido, hayan hecho un llamado público a elevar la represión y
decretar el estado de "conmoción interior" pomposo nombre que sustituyó al
de "estado de
sitio" que le proporciona poderes
absolutos al presidente.
Ante esta situación, Duque, anunció su decisión de
retirar el texto de la reforma tributaria del Congreso.
De paso, el ministro de Hacienda, Alberto
Carrasquilla, principal redactor de la ley se vio obligado a dimitir, propinándole al gobierno una
estocada de la que difícilmente podrá reponerse.
Lamentablemente, una oposición
pusilánime y calculadora (con
pocas excepciones) no ha tenido capacidad de conducir el descontento,
siendo desbordada por la situación de ingobernabilidad solo posible de manejar
por la extrema represión que recuerda los peores años de las dictaduras
latinoamericanas.
En este marco, han sido las organizaciones
populares y sociales las que han asumido la conducción del proceso, tratando de
ordenar el espontaneísmo popular, la pérdida del miedo y los deseos de paz y
democracia.
Paradójicamente,
nadie, ni siquiera la izquierda se quiere hacer cargo de la crisis ni se han
propuesto derrocar a lo que el pueblo con autoridad llama la dictadura de Uribe y Duque.
A pesar de la situación tan terrible que ha
motivado las demandas populares, las elecciones están en la mirada de los
políticos.
El analista colombiano Felipe Tascón Recio en su
análisis de la situación, opina
que en el horizonte se otea "…la posibilidad de la próxima elección de una
figura progresista, ajena al poder tradicional en Colombia" y
agrega que "una serie de factores incluyendo la larga campaña presidencial
-desde el 2017 hasta la actualidad- porque por el
fraude del 2018 y la ingobernabilidad de Duque esta
nunca se detuvo, consolidan la emergencia de Gustavo Petro como personificación
del cambio posible.
Es decir que, en
la coyuntura del paro, influyen las encuestas que dan a Petro ganador en 1ª
vuelta del 2022".
Otro tanto ocurre en Chile después que el
Tribunal Constitucional, uno de los últimos bastiones del pinochetismo, creado
por la ilegal constitución como mecanismo para dirimir las dudas respecto de la
"constitucionalidad" de las leyes en
ese país declaró el pasado 27 de abril inadmisible la impugnación presentada
por el gobierno de Sebastián Piñera contra la ley que permite un tercer retiro
de hasta un 10% de los fondos de pensiones, asestándole un duro golpe al mandatario.
Esta decisión obligó a Piñera -al igual que a su homólogo colombiano, durante la misma
semana- a descartar el veto presidencial y promulgar la ley, aprobada por ambas cámaras del Parlamento incluso
con numerosos votos de su propia coalición.
La decisión del Tribunal, el voto contrario al
presidente de varios parlamentarios de la alianza de gobierno, la manifiesta desesperación de los empresarios por la situación existente
en el país y hasta las vedadas opiniones de militares retirados que
suelen hablar por los activos, dan cuenta de una orfandad
casi total de Piñera cuyo gobierno no llega ni siquiera a dos dígitos de
aprobación.
Sin embargo, sería erróneo suponer que se ha
llegado a esta situación solo por una crisis en las alturas o por benevolencia
de la clase dirigente.
Al contrario, el 15 de noviembre de 2019 los partidos políticos de derecha y
centro derecha se pusieron de acuerdo para elaborar en conjunto un plan de
engaño al pueblo a fin de paralizar las manifestaciones y…al igual que en Colombia "cambiar todo para
que nada cambie".
Desde octubre de ese año, y a pesar de la pandemia
y su uso como mecanismo de control de la avalancha popular que amenazaba con
dar al traste con la institucionalidad pinochetista que
regula la vida de los chilenos, el pueblo no ha cesado de manifestar su repudio
al régimen.
Esto ha permitido que la disputa existente en la
sociedad se haya trasladado al Estado enmarcada en una cada vez más profunda
crisis.
En este contexto el largo proceso de movilización
iniciado en octubre de 2019 que ha manifestado claros indicios de rebelión
popular contra el sistema, aunque en momentos haya bajado en intensidad como
consecuencia de la pandemia y de la fuerte represión que se ha visto obligada a
enfrentar, no se ha paralizado y ha tenido continuidad, profundizando la crisis
del modelo y de la institucionalidad pinochetista
vigente.
Así, el paro nacional del 30 de abril se produjo a
pesar que Piñera se vio impelido a detener el veto que pretendía imponer.
En este sentido, fue determinante la gran
paralización previa de los trabajadores portuarios que con su acción le dieron
un contundente golpe al corazón del modelo que se sustenta en las
exportaciones.
De esta manera, se crearon las condiciones para el
exitoso paro nacional del 30 de abril que significó un peldaño más en la lucha
popular, de cara a las
elecciones en la trampa constitucional prevista para el 15 de mayo.
Manifestantes protestas frente al palacio de La
Moneda y exigen la renuncia de Piñera en noviembre de 2020 (Foto: La Izquierda Diario)
Por su parte, en otra latitud, una manifestación
distinta de la crisis del modelo neoliberal y de democracia representativa se
produjo en El Salvador, a
partir del 1° de mayo donde se están desarrollando acontecimientos todavía en
curso, cuyas consecuencias aún son difíciles de determinar.
Aprovechando la aplastante mayoría parlamentaria
obtenida en las últimas elecciones, el presidente Nayib Bukele, ordenó a su
partido en la Asamblea Nacional destituir a todos los miembros de la Sala
Constitucional (una de las cuatro instancias que forman la Corte Suprema
de Justicia) y al fiscal general de la República
eliminando cualquier contrapeso político al ejecutivo, destruyendo uno de los pilares de la democracia representativa de corte
occidental: la separación e independencia de los poderes públicos.
De inmediato sobrevinieron denuncias de "golpe o autogolpe de Estado" que se
esparcieron de inmediato en las redes sociales y pronunciamientos de opositores
salvadoreños, así como de políticos de países vecinos y organizaciones
internacionales bajo dominio imperial como la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la "ONG" Human Rights
Watch, que advirtieron sobre la supuesta violación a la independencia de
poderes y el riesgo de que Bukele consolide un régimen autoritario.
Esta hipocresía es la manera a través de
la cual intentan justificar sus tropelías en otros países.
Bukele siempre dio signos de ser reacio a los
cuestionamientos, respondiendo con acciones represivas que violaban derechos
humanos y ha sido un abierto enemigo de la prensa.
El 9 de febrero de 2020 confirmó su desprecio por
la Constitución al irrumpir en la Asamblea Legislativa.
Su intención golpista fue confirmada por él mismo
cuando en una entrevista dijo que "si
fuera un dictador o alguien que no respetara la democracia, hubiera tomado el
control de todo el [país] el 9 de febrero".
Posteriormente en una cadena nacional de radio y
televisión el 6 de abril de 2020 afirmó que le había dado instrucciones al
ministro de seguridad para que fuera "más
duro con la gente en la calle (…)
Los van a detener y los van a llevar a los centros
de contención y ahí van a pasar 30 días con desconocidos".
De manera que
los hechos del 1° de mayo no son sorpresivos, el problema es que esta vez se
salió de los cauces del control imperial.
El domingo 2 la vicepresidenta de Estados Unidos,
Kamala Harris, expresó la "profunda
preocupación" de su gobierno "por la democracia de El Salvador".
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) le pidió a Bukele que garantice "la
separación de poderes y el orden democrático".
Por su parte, el secretario general de la ONU,
Antonio Guterres, le exigió al mandatario salvadoreño que respete la Constitución y la división de poderes.
El secretario de Estado de Estados Unidos Antony
Blinken reveló que le había hecho una llamada telefónica a Bukele en la que le
había manifestado la "gran
inquietud" del Gobierno estadounidense.
Hasta la OEA se
manifestó rechazando la destitución de los jueces
y del fiscal, así como el papel que desempeñó Bukele para que se tomaran estas
decisiones.
La subsecretaria de Estado para asuntos del
hemisferio occidental Julie Chung, no muy atinada en sus declaraciones, con la retórica amenazante que la
caracteriza afirmó que "La
existencia de una fuerte relación entre Estados Unidos y El Salvador dependerá
de que el gobierno apoye la separación de poderes y sostenga las normas
democráticas".
Bukele les respondió en su estilo habitual:
"Queremos trabajar con ustedes, comerciar, viajar, conocernos y ayudar en
lo que podamos.
Nuestras puertas están más abiertas que nunca.
Pero con todo respeto: Estamos limpiando nuestra casa… y eso no es de su
incumbencia".
Internamente, de inmediato hubo fuertes reacciones
de rechazo en sectores de la clase media, intelectuales, universidades y
organizaciones gremiales de la pequeña y mediana industria y comercio, muchas
de las cuales le habían dado apoyo electoral a Bukele.
Incluso aparecieron voces críticas en sectores de
Nuevas Ideas el partido de gobierno.
Esto genera una gran incertidumbre porque no se
sabe cuáles serán los próximos pasos que pueda dar el presidente.
Bukele había anunciado que el 1° de mayo
desaparecería la corrupción en el Poder Legislativo y que todo iba a cambiar
pero las medidas tomadas han causado una total estupefacción en el país.
Se sabía que iba a haber
transformaciones, pero no de la magnitud y de la forma que se hicieron.
El rechazo de las universidades y de instancias
como las Fundación para el Estudio del Derecho (FESPAD) y la Unión Nacional de
Juristas por la Democracia y de todas las universidades nacionales ha sido
contundente e instantáneo.
Existe un gran temor en sectores de la clase media
de que la situación de paz que el país ha vivido por 29 años, sea interrumpida.
Los sectores populares aún no
reaccionan, pareciera que no le han tomado el peso a la magnitud de los hechos, pero
se espera que en los próximos días comiencen a manifestar sus opiniones.
Esto es consecuencia del exitoso discurso populista
de Bukele que ha logrado convencer al pueblo que los políticos son culpables de
la difícil situación económica del país y que deben ser destituidos todos para
poder "limpiar el país".
Esta situación va a acelerar procesos que parecían
aletargados sobre la base del control absoluto que tiene Bukele sobre la
institucionalidad del país.
Muchos
sectores que lo apoyaron y le dieron su voto con la promesa de que iba a haber
"comida y empleo", a partir de ahora empezarán a
percibir el engaño que sufrieron, lo cual podría comenzar a revertir el apoyo
mayoritario al presidente.
Tres países, hechos diversos,
características particulares, pero todos agrupados bajo
la crisis del modelo.
Para Estados Unidos, la tarea es
producir los cambios necesarios que eviten la pudrición, manteniendo peones
controlables que logren aminorar la crisis y restablecer
el control deseado por Washington.
En eso anda el Departamento de
Estado, la CIA, el Comando Sur y todo el entramado intervencionista creado para mantener bajo control al patio trasero.
Tomado de: https://misionverdad.com/
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