2 enero 2021
El Sur también existe pero…Estados Unidos
lo invisibiliza (Parte I)
Abrir las fronteras entre los estados, rompiendo con ello barreras burocráticas, políticas, económicas y culturales.
Una idea que permitía avizorar un libre flujo de seres humanos como nunca antes en la historia de la humanidad.
Sin embargo, la cruda realidad demostró que tal optimismo era excesivo: lo único que tiene esa libertad en este tercer lustro del siglo XXI son los capitales financieros.
¿Es sólo el buscar mejores
perspectivas de vida?
¿Se trata de alicientes meramente
económicos?
Según datos entregados por la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM) entidad dependiente de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) con datos proyectados a diciembre de
este año 2020, el número de personas que vive en un país distinto del que
nacieron ha aumentado significativamente: 285 millones – 60 millones más que en
el año 2010.
Los migrantes internacionales
comprenden hoy un 3,5% de la población mundial, cifra que continúa ascendiendo
con respecto al 2,8% del año 2000 y al 2,3% del año 1980.
Resulta evidente y paradójico a la vez, que en el marco del proceso
denominado globalización, lo que percibíamos era que este proceso podía ser
un efectivo catalizador para ampliar las relaciones entre los pueblos.
Abrir las fronteras entre los estados, rompiendo con ello barreras
burocráticas, políticas, económicas y culturales.
Una idea que permitía avizorar un
libre flujo de seres humanos como nunca antes en la historia de la humanidad.
Sin embargo, la cruda realidad
demostró que tal optimismo era excesivo: lo único que tiene esa libertad en este
tercer lustro del siglo XXI son los capitales financieros.
Ellos se mueven sin
restricciones.
Viajan de país en país sin pedir
permiso, sin mostrar pasaportes y sin que se considere que color de piel, que
raza, ideología o religión posee.
No hay muros que los detengan.
La
Migración y sus múltiples causas
Cuando la pregunta respecto a las causas que motivan a las personas a
migrar, refiere a los habitantes de la región centroamericana, que es el centro
específico de la preocupación de este artículo, las causas son múltiples y
suelen ser campo de estudios económicos, sociológicos y políticos.
Sin embargo, a pesar de los análisis, diagnósticos y las políticas que
han sido llevadas a cabo, para intentar variar esta situación de desangramiento
de la población, que es generalmente la población más joven de América Central,
sigue siendo una realidad y seguirá aconteciendo de esta manera, mientras las
razones estructurales que permiten esta emigración se mantengan.
Me refiero a que se trata de
países no industrializados, dependientes y productores de materias primas, en
general monoproductores.
Con escasa capacidad de innovación, dependientes tecnológicamente.
Sometidos por gobiernos que a su vez están
dominados por gobiernos y corporaciones transnacionales.
Con una casta política sin
incidencia sobre la marcha de sus países, con escasísima soberanía política y
económica.
Mayoritariamente los migrantes centroamericanos,
cuyo destino prioritario son los Estados Unidos, provienen de lo que se ha
denominado el Triángulo Norte de Centroamérica (TNC) conformado por: Guatemala, Honduras, El Salvador, países que en forma mayoritaria proveen la masa de migrantes que a
través de América central y atravesando México, tratan de ingresar a territorio
estadounidense.
De los 35 millones de migrantes internacionales
provenientes de América Latina y El Caribe, 17 millones de ellos proceden de
Centroamérica, cuyo norte principal es arribar a Estados Unidos, teniendo a
México como territorio de tránsito principal.
En documentos elaborados por organismo internacionales y del cual hemos
dado cuenta en este portal, como es la Comisión Económica para América
Latina y El Caribe (CEPAL) a través del titulado Atlas de Migración se
señala que "La masiva migración
irregular es una consecuencia directa de la inseguridad alimentaria, las crisis
climáticas, la erosión del tejido social y la falta de oportunidades económicas
en las aldeas y territorios rurales de estos países" como lo ha
señalado Kostas Stamoulis, Subdirector General del Departamento de Desarrollo
Económico y Social de la FAO en el lanzamiento del mencionado Atlas (1)
afirmando, además, que la mayoría de los migrantes hacia Norteamérica provienen
de México y del llamado Triángulo del Norte Centroamericano, conformado por
Guatemala, Honduras y El Salvador. Migrantes, que en forma mayoritaria
provienen de sus áreas rurales, donde se concentra la
población con mayores carencias de esos países.
La Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcenas señaló respecto a
esto que “El 77% de los
habitantes rurales en Guatemala son pobres, y la pobreza en Honduras afecta al
82% de los habitantes rurales, en El Salvador esa cifra es del 50%”.
Cifras, que, bajo el marco de
la pandemia global del Coronavirus, indudablemente tienden a empeorar la
situación.
Lo sostenido por la Sra. Bárcenas es refrendado por estudios como el de “Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los
países del norte de Centroamérica” al señalar que una constatación
importante para el ámbito de las políticas es el carácter predominantemente
rural y la importancia que juega la agricultura en todos los patrones de
migración (intrarregional, transfronteriza y hacia los
Estados Unidos) de los países del NCA.
Así, se afirma que la emigración no es homogénea en el territorio
nacional de cada país, sino que tiende a ser mayor en
ámbitos rurales y menor en ámbitos urbanos.
La migración es un tema de carácter político, en el que la persona migrante debe ser
considerada como sujeto de las políticas públicas y participar en las
decisiones que le atañen, y no
solamente como objeto de políticas que le otorgan concesiones.
Nos señala, Emmanuel Abuelafia en su estudio “La
política migratoria de los EE.UU. y su impacto en el Triángulo Norte de
Centroamérica” que el flujo migratorio los países del Triángulo Norte de
Centroamérica hacia los Estados Unidos es muy significativo, alcanzando un
stock de 3 millones de ciudadanos de esos países que viven,
en su mayoría de manera irregular, en los Estados Unidos.
Esa cantidad de migrantes
representa el 23% de la población de El Salvador, el 8% de la población de
Honduras y el 6% de la población de Guatemala.
Cada año, más de 300 mil ciudadanos de estos países comienzan su viaje
hacia el norte con diversos grados de éxito.
La dependencia de las
economías del TNC a los flujos de remesas es sustantiva.
Esas remesas representan más
del 10% del PIB de estos países”.
Las causas y consecuencias de este fenómeno migratorio adquiere enorme
relevancia, no sólo desde el punto de vista político, social y económico en sus
países de origen, sino también el efecto generado por las políticas anti
migratorias emanadas desde Washington, que tratan de impedir la llegada de esa
masa de seres humanos, utilizando para ello el factor disuasivo en países como
México o Guatemala a través de lo que se conoce como la política del “Tercer País Seguro” que se corresponde a una política de
chantaje establecida por el agonizante gobierno de Donald Trump sobre
los gobiernos del TNC como también México, que en el caso de este último país
fue obligado, incluso a movilizar tropas al sur de su territorio, para impedir
el tránsito de migrantes, que por miles formaban columnas en rumbo norte.
Resulta evidente y así ha sido descrito en documentos oficiales y en
informaciones de los medios de prensa que “Un tercer país seguro debe asegurar
al asilado el derecho a servicios sociales, médicos, educativos y laborales.
El término de tercer país seguro surge a raíz de la Convención sobre el
Estatuto de los Refugiados de 1951 estipulado por la ONU y actualmente busca
ser implementado por Estados Unidos con Guatemala y México en su propuesta de
acuerdo migratorio.
La implementación de este
término se refiere cuando una persona sale de su país en busca de asilo en una
segunda nación y éste se lo niega, por lo que el segundo país lo puede remitir
a un tercer país que sea considerado seguro.
Entonces, convertirse en un tercer país seguro no basta con la intención de
serlo, corresponde un cúmulo de responsabilidades y deberes con los asilados,
por lo que este tercer país debe cumplir con ciertos estatutos para recibirlos”
El objetivo del llamado “Tercer País Seguro” es menos humanitario que el descrito anteriormente, es lisa y llanamente
desligar a Estados Unidos de su
responsabilidad ante el derecho internacional, para
atender las solicitudes de asilo y traspasarlo a un tercer país, que suele ser
aquel mismo de donde provienen o pasan gran parte de las personas en busca de
mejores oportunidades de vida.
En este mes de diciembre El Salvador, cuya presidencia está a cargo de
Nayib Bukele comenzó la aplicación del acuerdo migratorio de “tercer país seguro” llamado comunicacionalmente
Acuerdo de Cooperación de Asilo (ACA) firmado en septiembre del año 2019 cpo
con Washington y que convierte a El Salvador – uno
de los países más inseguros y violentos de Centroamérica – en un destino potencial para
refugiados necesitados de protección.
Un acuerdo que representa un retroceso mayúsculo
en materia de protección de las personas que salen de sus países y
buscan, ya sea protección u oportunidades de desarrollo, sin posibilidad
siquiera de presentar una solicitud como lo han denunciado organismos
defensores de derechos humanos.
El Departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos (DHS, por sus
siglas en inglés) anunció el pasado martes 15 de diciembre que Estados Unidos y
El Salvador concluyeron los acuerdos del ACA que determina el hecho que “aquellos migrantes que pidan asilo
o algún tipo de protección humanitaria similar en la frontera de Estados Unidos
van a ser transferidos hacia El Salvador”.
El ACA ha sido firmado también con Honduras y Guatemala, pero no han
entrado en práctica.
Firmados en su oportunidad bajo la amenaza
estadounidense de suspender toda ayuda al desarrollo que representa una asistencia
financiera cuyas cifras que suelen apoyar las escuálidas arcas de estos países.
Unida a la clásica presión estadounidense de gravar las exportaciones de aquellos que no se sometan a las políticas,
que suelen y exigen implementar.
En el caso de México la amenaza fue aumentar los
aranceles, sobre todo en la zona fronteriza donde el intercambio
comercial representa un factor económico imposible de soslayar.
Cedido
por www.segundopaso.es
Tomado de: https://www.telesurtv.net/
Y
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