Hace 46 años caía Saigón: El fin de la guerra
de Vietnam y
la
derrota de EE.UU.
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29 abril, 2015/21
La imagen del último helicóptero Chinook elevándose
desde la terraza de la embajada de
los Estados Unidos con un grupo de ciudadanos de
ese país retirándose para siempre de la asediada Saigón quedó como el símbolo del fin de
la guerra de Vietnam, hace 40 años, que conmovió al mundo y asestó a Washington su mayor
derrota militar y ética.
Con los milicianos del vietcong a las puertas de la otrora “Perla de Asia” preparados para tomarla,
una multitud de survietnamitas impotentes quedó abandonada a su suerte
alrededor de la sede diplomática, pese a las promesas de evacuación de los
estadounidenses a los nativos que querían huir a Occidente.
El 30 de abril de 1975, la marea humana
había logrado previamente forzar la entrada del edificio y llegar hasta la
pista de aterrizaje, donde racimos de hombres, mujeres y niños protagonizaron
escenas de violenta desesperación.
Muchos de ellos funcionarios civiles de
los gobiernos que durante años apoyó y sostuvo la Casa Blanca, en su intento de
escapar intentaron aferrarse a las ruedas y patines de los helicópteros: muchas
manos y brazos fueron quebrados por los culatazos de los marines para
desprenderlos.
No pocos murieron en el intento. Los
relojes marcaban las 8 de la mañana.
Era la hora del derrumbe: alrededor
de medio millón de soldados
estadounidenses fueron a Vietnam, de los cuáles más
de 58.000 nunca regresaron vivos a su país.
Los heridos, mutilados
y afectados psicológicamente se estima que superan los 300.000.
A su vez, dos millones de vietnamitas murieron en la guerra, muchos de ellos
alcanzados por toneladas de explosivos, el napalm o víctimas del “agente naranja”, letal sustancia tóxica, arrojados por los temibles
superbombarderos B52 durante no menos de un decenio.
Los guerrilleros del Vietcong tenían
como líderes a dos veteranos de la guerra de Indochina: el fallecido ex
presidente de Vietnam del Norte, Ho Chi Minh, y Von Nguyen Giap, el más
importante estratega militar.
Habían derrotado a los franceses en la
definitoria batalla de Dien Bien Phu, en 1954, que dividió a la península en
dos zonas: la del Sur, con Saigón como capital y que quedó bajo la égida de los Estados Unidos, y la del Norte, con Hanoi como principal enclave, apoyada por la
ex Unión Soviética y China.
Los últimos días antes de la caída de
la ciudad, buena parte del territorio del sur ya estaba en manos del Frente de
Liberación Nacional (FLN).
En Saigón, en cuyos alrededores se
habían amontonado más de un millón de desplazados, se respiraban aires de
derrota.
El sábado 25 de abril el dólar se
cotizaba a 3.500 piastras, entonces la moneda local.
Al día siguiente, a 4.000. El martes
entre 4.500 y 5.000.
El miércoles se conseguía a 5.000, pero
a las 18 de ese día no bajaba de 7.000.
Los cohetes disparados por el Vietcong
sobre la ciudad, el cierre de establecimientos (incluso varios de los tugurios donde reinaban el juego, la prostitución
y el tráfico de drogas), los cortes de luz y la
escasez de alimentos, deterioraban la situación de hora a hora.
En ese marco, el presidente de Vietnam
del Sur, Nguyen Van Thieu, ordenó el repliegue hacia la capital de varias
divisiones ubicadas en las Altas Mesetas, alrededor de 250.000 efectivos, en un
intento vano de protegerla.
Un error estratégico que pagaría con
creces.
A los millones de desplazados del
interior, que taponaban las rutas aún abiertas pero con una barrera de alambre
de púas a los costados, sin agua, sin comida, muchos de ellos heridos o
enfermos, se sumaron los soldados en retirada a bordo de todo tipo de
vehículos, lo que transformó la situación en caótica, ya que prácticamente
nadie podía moverse del lugar.
Como en un juego con fichas de dominó
que se van desplomando una tras otra, las ciudades de Xuan Long, Trang Ban, Han
Tang, la poderosa base de Bien Hoa, entre otras, fueron cayendo en poder de los
guerrilleros.
Los soldados survietnamitas arrojaban
sus armas y emprendían la huida.
Después le tocó el turno a Da Nang,
otrora la base que era el orgullo del ejército
estadounidense.
El presidente de Estados Unidos, Gerald Ford, emitió una orden secreta a su
embajador en Saigón, Graham Martin: iniciar la “Opción IV”,
es decir, la salida definitiva de los últimos ciudadanos estadounidenses y
aliados locales aún en Saigón.
Para ser ejecutada, la orden tenía una
clave: la American Radio Service debía difundir la frase código “la temperatura es de 105 grados Fahrenheit”, acompañada por la voz de Bing Crosby cantando “Queremos una navidad blanca”.
Fue emitida el miércoles 29 a las
22.15.
Los últimos infantes de marina, previo
hacer explotar e inutilizar las instalaciones de la embajada, subieron al
Chinnok junto con personal superior de la CIA.
Thieu y otros muchos funcionarios ya
habían huido.
No había gobierno.
Era el final.
A las 12.05 apareció un jeep por la
céntrica calle Catinat enarbolando una gran bandera del Vietcong, con sus
colores rojo y azul y una estrella amarilla en el centro.
“Soldados casi adolescentes, con cascos
tipo colonial hechos con fibras vegetales, camisolas de color verde y sandalias
Ho Chi Minh fabricadas con caucho de neumáticos, y armados con fusiles chinos
de asalto AK47, entraron al Palacio Presidencial, cuyas rejas previamente un
tanque había tirado abajo”, relató un testigo, el corresponsal de guerra y
escritor francés Jean Lartéguy.
“En el balcón -refirió- se izó la
bandera del Vietcong.
Eran las 12.15 del sábado 30 de abril”.
Tomado
de: https://geopolitico.es/
Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
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