La guerra paramilitar
No vendamos por un plato de lentejas lo que tanto nos costó crear.
Por: Luis Britto
García
Por Red Radio Ve
17
abril, 2021
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Ningún conflicto
respeta fronteras.
Desde
el pasado siglo denunció una infiltración paramilitar que según la revista
colombiana Semana, invierte en bingos, casinos, salas de juego y prostíbulos,
así como en generosos donativos que logran la pronta reapertura de dichos
locales cada vez que son clausurados.
Antes
que seguir confrontando el conflicto en su propio país, grupos armados de toda
índole pasan a operar en
Venezuela, donde encuentran menos competencia y autoridades a veces
desprevenidas.
Dotados
de entrenamiento, disciplina y armamento militar, suplantan al hampa criolla y
controlan sus territorios.
A
veces operan como supuestas agencias de seguridad, que “vacunan”
para proteger de ellas mismas.
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Durante décadas
recibo rumores de que capitales de
dudoso origen compran fundos cerca y lejos de las fronteras e importan braceros
colombianos, y paramilitares para someterlos.
También
adquieren estratégicas empresas de
transporte cuya parálisis podría acarrear la de
la economía.
Conocidos
me aseguran que casi dominan el cultivo de la papa y el
plátano en la región andina.
Durante
la bonanza regentaban el lucrativo contrabando
de extracción de gasolina
y bienes subsidiados por el cual, según el presidente Maduro, se iba por la
frontera cerca de 40% de lo que nuestro país producía o importaba.
Legalizado
en la Venezuela socialista el corrosivo
tráfico del dólar imperial, compran
con él a precio de miseria todo tipo de activos constituyendo poderes
económicos que podrían pasar a políticos desde el momento en que, como en su
país de origen, financien candidatos y partidos.
Cada
vez que voy al delta del Orinoco contrato lancheros para alguna exploración
privada de los caños: el año antepasado amigos me disuadieron alegando que en
ellos operan grupos armados irregulares.
Ese
año estuve en la frontera occidental: quienes debían ir enmascarados eran los
cuerpos de seguridad.
Sólo
se escuchaban los medios colombianos.
En
una fuente de soda, un mural de celebridades otorgaba sitio prominente a Pablo
Escobar Gaviria.
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Que esta infiltración ladina, taimada, de bajo perfil en algún momento debía dejar de lado la máscara y
plantarse desafiante, era sólo cuestión de tiempo.
Para
2004 fueron detenidos más de un centenar de paramilitares con falsos uniformes del Ejército venezolano, acuartelados cerca de la capital, comprometidos en
un plan magnicida y entretenidos en practicar ejecuciones macabras.
Desde
entonces asistimos a un goteo constante de agresiones protagonizadas o apoyadas por bandas armadas foráneas. Estuvieron presentes durante el terrorismo de
calle de las guarimbas 2014-2017. Participaron en el intento de invasión
disfrazada de ayuda humanitaria que murió en las fronteras de San Cristóbal y
Santa Elena de Uairén.
Colaboraron en el entrenamiento del intento de magnicidio con drones de
2019.
Apoyaron
y adiestraron la desdichada invasión de mercenarios de Silvercorp en 2020.
En
todas y cada una de esas operaciones montaron tiroteos y operativos de
perturbación del orden para distraer a las autoridades.
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El combate de La
Victoria abre una nueva fase en esta táctica de ocupación progresiva.
Se
intenta descaradamente ejercer poder político en una región estratégica.
Se
utilizan armas especializadas de control territorial, como las minas, cuyo empleo
de paso constituye crimen de lesa humanidad.
Se
atacan alcabalas, vehículos oficiales, servicios públicos.
Se
agrede frontalmente a la Fuerza Armada Bolivariana.
Se
articula una vez más el parapeto de la “intervención”, eso sí, humanitaria, para destruir con la coartada
de que se ayuda. A mediados de febrero de 2021 se reúne en Bogotá James Story,
el embajador estadounidense reconocido por el autonombrado presidente fantoche
Juan Guaidó, con los opositores Julio Borges y Leopoldo López, soñando todos
ser personeros de un gobierno por el cual no ha votado nadie. Por los mismos
rumbos incursiona la inefable Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la
OEA de Almagro. A fines de febrero, la ministra de Relaciones Exteriores de
España se aparece en Cúcuta, conmocionada por el problema de los migrantes
venezolanos, e indiferente al hecho de que en su España funcionan verdaderos
campos de trabajos forzados para explotar a los migrantes que no conocen el
idioma. Pero claro, interesa ver la brizna de polvo en el ojo venezolano y no
la viga en el de España. Se trata de pavimentar de excusas el camino
interventor de la Otan y de las siete bases de Estados Unidos que ocupan
Colombia, a las cuales, por cierto, estos curiosos paramilitares jamás han
atacado ni con el pétalo de una rosa.
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¿Qué hacer contra
esta invasión nada
silenciosa? Nuestras acciones debieron comenzar desde la toma del poder por el
bolivarianismo.
Como
ciudadanos de a pie, sugerimos: Investigación
sociológica sobre la presencia paramilitar en el hampa común que opera en
Venezuela. Indagación
financiera sobre el origen de los capitales de industrias a las cuales las
propias publicaciones colombianas vinculan con fondos provenientes del
paramilitarismo: casinos, bingos, maquinitas, prostíbulos de lujo.
Auditoría
sobre la composición y funcionamiento de empresas
de seguridad instaladas en los estados fronterizos
y en general de cualquier compañía cuyo crecimiento y
desarrollo no guarde relación con las actividades que aparentemente desempeña.
Refuerzo de los medios de
comunicación en todas las fronteras,
tanto para el contacto expedito con las autoridades nacionales, como para la
intensificación de la presencia
de prensa, radio y televisión nacionales. Vigilancia constante con patrullas fronterizas y, si fuere técnicamente posible, con los satélites de los que todavía disponemos y
drones de fácil operación.
Examen
riguroso de fondos que intenten legitimarse.
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Facciones neoliberales nos incitan a besarle los
pies y entregarle el país a todo capital que llegue.
¡No! Mucho
de él, como las monedas que pagaron a Judas, es precio de sangre.
Con
el dinero del paramilitarismo llega la explotación, la corrupción y la entrega
de la soberanía a criminales comunes.
No vendamos por un plato de
lentejas lo que tanto nos costó crear.
LUIS BRITTO
GARCÍA
Filósofo
Tomado de: https://redradiove.com/
Y Publicado
en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google; libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com
En Fecebook: adolfo Leon libertad
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