de la Teoría Monetaria
Moderna
No son pocas veces en las que la izquierda repite
los falsos mantras liberales creyendo que son verdades absolutas: “el
déficit público es malo y hay que reducirlo –aunque sea más lento de lo que
propone la derecha-“, “el Estado necesita recaudar mucho
más dinero para disfrutar de un adecuado Estado del Bienestar”,
“crear dinero provoca siempre inflación”, etc.
Interiorizar estas falsas creencias neoliberales y
pensar y hablar en su mismo idioma implica entrar en un callejón sin salida
para la izquierda, ya que al hacerlo quedan obstruidas casi todas las alternativas
económicas progresistas.
La Teoría Monetaria Moderna es la cura que
necesitamos para romper los esquemas que nos han impuesto y poder idear y
desarrollar un proyecto económico más justo.
¿A qué se debe que la izquierda ande tan perdida en
este tema?
A que no es verdaderamente consciente del radical
cambio que el sistema monetario mundial experimentó en 1971.
La inmensa
mayoría de analistas comete el profundo error de seguir utilizando los mismos
esquemas mentales que se utilizaban para comprender el sistema monetario
antiguo, sin darse cuenta de que en la actualidad esas
herramientas analíticas han quedado absolutamente obsoletas porque la realidad
es otra.
Es como si, para conocer el éxito de un grupo
musical, nos fijásemos únicamente en las ventas de discos y no tuviésemos en
cuenta la celebración de conciertos o la audiencia lograda a través de internet
con programas como Youtube o Spotify.
Estaríamos
utilizando herramientas que eran muy útiles en el pasado pero que son
absolutamente estériles en el presente simplemente
porque la realidad ha cambiado.
Lo mismo le ocurre desgraciadamente a la izquierda
con el asunto del dinero.
Antes de 1971 los gobiernos de los diferentes
Estados se solían comprometer a respaldar toda creación de dinero con otro tipo
de activos (aunque a menudo violaban este compromiso, especialmente en épocas
de guerra).
Entre 1944 y 1971, bajo el Sistema de Bretton
Woods, esos activos debían ser el oro y/o la moneda líder, el dólar.
En consecuencia, la creación de dinero por parte de
los bancos centrales estaba limitada a la cantidad de oro y dólares que tuviese
la economía en cuestión.
Atendiendo a
ese compromiso, los Estados no podían crear todo el dinero que quisiesen porque
no tenían oro y/o dólares ilimitados.
Sin
embargo, con el desmantelamiento del sistema de Bretton Woods en 1971 el
compromiso desapareció, y el dinero dejó de necesitar un respaldo en otros
activos para poder crearse.
Desde entonces, los Estados pueden crear su propio dinero sin ningún tipo de
obstáculo técnico, sin ningún tipo de límite.
Ésta es la primera constatación
que suele desconocer o ignorar la gente, especialmente los que vivieron antes
de 1971 ya que conocieron otra realidad y muchos no se percataron del (radical)
cambio.
Esta nueva realidad tiene muchas
implicaciones importantes, también muy desconocidas por el ciudadano medio.
En primer lugar, permite que cualquier Estado
pueda realizar un gasto sin necesidad de respaldarlo con un ingreso por
impuestos, puesto que bastaría con crear la cantidad de
dinero correspondiente al gasto deseado.
Esto libera al Estado de la
necesidad de cuadrar los gastos con los ingresos (sin
tener que endeudarse).
Sin embargo, la TMM reconoce y
valora la necesidad de que existan impuestos, pero no porque sean necesarios
para respaldar los gastos, sino por cuatro motivos diferentes:
1) dotar de confianza a la moneda
en cuestión: la ciudadanía tiene que obtener ingresos en esa moneda para pagar
impuestos, lo que provoca que la moneda siempre sirva para algo y que otros
agentes la acepten como medio de pago,
2) detraer dinero de la economía,
ya que tras el pago de impuestos familias y empresas tendrán menos cantidad de
dinero en sus manos,
3) redistribuir
la renta y la riqueza, y
4) incentivar y penalizar
determinadas prácticas.
Los déficits públicos son
entendidos así de otra forma a la que estamos acostumbrados: es
el resultado de crear más dinero e inyectarlo en la economía (a través de gasto
público) que el dinero que se retrae de la misma (a través de los impuestos).
Por lo tanto, el déficit público
no es más que la herramienta que tiene el Estado para inyectar más dinero en la
economía.
Y no hay ninguna necesidad
imperiosa de tener que endeudarse para poder cubrir ese déficit.
¿Qué sentido tiene pedir prestado
un dinero que puedes crear tú?
De hecho, si pides prestado en la
moneda que creas, el prestamista te está prestando un dinero que has creado tú
en algún momento.
Todo el dinero que existe expresado en tu
moneda lo has creado tú, no hay otra posibilidad.
Para que un Estado pueda recaudar, primero ha tenido que gastar,
(que es lo contrario de lo que se piensa).
Pero los Estados que crean la
moneda que utilizan, como Estados Unidos, Japón, o
Australia, por ejemplo, también tienen deuda pública.
¿Por qué? Porque
es una forma –entre otras– de controlar el tipo de interés de referencia.
No hay ninguna necesidad de que un
Estado con plena soberanía monetaria se
endeude, pero suelen hacerlo para que los bancos no presionen a la baja el tipo
de interés mediante el préstamo de las reservas bancarias.
Cuando hay déficit público, se
inyecta más dinero en la economía y por lo tanto más reservas
bancarias en las cuentas de los
bancos, y las entidades bancarias suelen prestar estas reservas para obtener
rentabilidad a partir de ellas.
Para que no lo hagan, el Estado
ofrece bonos públicos con rentabilidad; así los bancos los compran en vez de
prestar las reservas.
Este proceso incrementa la deuda
pública, pero no tiene nada que ver con la necesidad de obtener ingresos por
parte del Estado soberano.
Otra posibilidad para evitar la
caída del tipo de interés es que el Estado ofrezca directamente rentabilidad
por mantener las reservas bancarias, evitando así que tengan que prestarlas
para hacer negocio.
En cualquier caso, gracias a la
Teoría Monetaria Moderna entendemos que un Estado con soberanía monetaria (emite
su propia moneda, no tiene deuda en moneda extranjera, y tiene tipo de cambio
flexible) es plenamente libre de crear tanto dinero como
quiera.
Ahora bien, que pueda hacerlo no
quiere decir que deba hacerlo.
La cantidad de dinero creado a
través de gasto público debe ser la adecuada que permita que todas las empresas
vendan al precio actual los bienes y servicios que pueden producir.
Ni más ni menos.
Crear menos dinero de este nivel
produce desempleo y desinflación (es lo que le ocurre a la economía española y
a la Eurozona), y crear más de este nivel produce inflación.
Por eso, gracias a la TMM
entendemos que en la Eurozona lo que necesitamos
es que incremente el déficit público, no que disminuya como erróneamente y/o
perversamente aseguran los gobernantes europeos.
Y que nadie se asuste con la inflación o con los procesos hiperinflacionarios: la inflación sólo
aparecerá cuando haya más dinero del nivel mencionado (plena
utilización de la capacidad productiva), y en el
territorio español y en la zona euro estamos bastante lejos de ese nivel, como
lo demuestra el alto paro, las enormes cantidades de productos en almacenes, y
la inflación nula o negativa.
Que tampoco se asuste con los niveles de déficit o de deuda pública sobre el
PIB.
El déficit público lo único que
hace es rellenar la brecha que deja el gasto privado en épocas de recesión, por
eso en esos momentos el déficit público se dispara, y por eso en épocas de
bonaza económica se reduce o incluso convierte en superávit.
A un Estado con soberanía
monetaria le da absolutamente igual que el déficit público esté en un 0%, en un
5% o en un 15% del PIB, o que la deuda pública esté en un 10% o en un 300%
(Japón es el mejor ejemplo de esto último).
Todo ello no está reflejando más
que la cantidad de gasto público que ha rellenado la ausencia de gasto privado.
En fin, es de sobra conocido que cualquier proyecto
de transformación social desde los principios de izquierda se suele topar con
el mantra de “es muy bonito, pero no hay dinero para hacerlo”, o
la variante siguiente: “aunque
hay dinero, está en los paraísos fiscales y no se puede recaudar”.
Desgraciadamente lo que suele ocurrir es que nos
creemos estas respuestas y nos rendimos a la resignación.
Pero con la ayuda de las tan estudiadas tesis de la
TMM podremos sortear con solvencia estos obstáculos y poder idear y trabajar
por la construcción de un nuevo modelo económico alternativo al actual que
ponga la economía al servicio de las personas y no al revés.
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Afortunadamente
ya hay libros sobre Teoría Monetaria Moderna en castellano, gracias a Attac,
Lola Books y APEEP. Recomiendo con fervor la lectura de “Los siete fraudes capitales de la política económica”,
de Warren Mosler (disponible y gratuito online), “Manual de Teoría Monetaria
Moderna” de Randall Wray, y “La distopía del euro” de Bill Mitchell. Para
lectores ingleses, recomiendo también “Modern Monetary Theory and Practice” y
los blogs “New Economic Perspectives” y “Bill Mitchell Blog”. En el apartado “Teoría
Monetaria Moderna” de mi blog también se pueden encontrar
explicaciones sencillas de este marco analítico, así como debates con otros
interlocutores.
Tomado de: http://eduardogarzon.net/
Y Publicado
en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google; libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com
En Fecebook: adolfo Leon libertad
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