El-verdadero-venezolano
Britto-Garcia-Luis
Personalidad, personalidad básica e
identidad nacional
1.1.
Identidad
Quien me quiera conocer
Yo soy fulano de tal
Que a la ciudad no sé
dónde Me han llevado a bautizar;
Un hombre fue mi padrino
Mi madrina una mujer
Pa dormir cierran los ojos
Y los abren para ver
Yo vivo sobre la tierra
Si me quieren conocer.
Corrido popular venezolano
¿Quién
soy?
Quién
soy, es la pregunta que nos constituye como ser.
El Ser
es el primer problema de la filosofía, y todos los demás sus variantes.
Antorcha
capaz de iluminar todo salvo a sí misma, el Ser es la zona ciega de nuestra
existencia.
El
organismo está constituido de tal forma que no sentimos su operación salvo
cuando algo falla.
No
sabemos cómo digiere el alimento el estómago ni cómo procesa los datos nuestra
conciencia.
No
conocemos salvo superficialmente nuestra minuciosa anatomía, ni aprehendemos
más que la sumaria superficie de nuestra mente.
16 El
verdadero venezolano.
Mapa de
la Identidad Nacional Pero preguntarse quién soy carece de sentido si no se
inquiere quiénes somos.
Definirnos
es limitarnos, y quizá juzgarnos. Existimos en relación con otros y en función
de ellos.
Solo
conociéndonos podemos pensar nuestras relaciones con el medio natural y social
y articular respuestas a sus desafíos.
Un sujeto individual o colectivo comienza a
existir conscientemente desde que se plantea estas incógnitas.
Su
supervivencia depende de las contestaciones que formule.
En efecto, para constituirse como tal, toda sociedad debe asumir una identidad: estructurar un conjunto de rasgos definitorios que permitan distinguir entre lo que le pertenece y lo que le es externo.
Según Ludwig von Bertalanffy, «un sistema puede ser definido
como un conjunto de elementos interrelacionados» (Bertalanffy, 1973,
55).
Pero
para decidir si un elemento está interrelacionado con otros, hay que determinar
las características que comparte con ellos y las que lo diferencian de
elementos de sistemas distintos.
En
otras palabras, la primera condición para determinar la existencia de un
sistema es definir lo que forma parte y lo que no forma parte de él.
A partir
de este concepto central, la comunidad inventaría fuerzas y recursos, define
las amenazas y obstáculos para su existencia, y estructura un proyecto de
supervivencia colectiva.
Dicho
proceso presenta similitudes con aquel por el cual una clase social adquiere
conciencia de sí misma a través de la integración de un cuadro coherente de
rasgos e intereses comunes.
Mediante
la agregación de un conjunto de intereses, representaciones de la realidad,
creencias, valores, motivaciones, actitudes y conductas y a través de la
sistemática reproducción de ellos en las generaciones sucesivas, una sociedad
adquiere esa especie de conciencia de sí misma que llamamos identidad.
El
primer núcleo para su constitución consiste en una coordinación del conjunto de
respuestas culturales que la comunidad ha desarrollado frente a los desafíos
específicos que debió vencer para subsistir.
Personalidad,
personalidad básica e identidad nacional 17 La especificidad y particularidad
de dichas respuestas está condicionada por el carácter de los desafíos que
enfrenta, y en alguna forma determinada por ellos.
Aparte
de tal especificidad de las respuestas debida a la singularidad de los
desafíos, existe una segunda fuente de especificidad cultural, que mana de la
riqueza de la inventiva social.
En
efecto, un mismo problema puede ser enfrentado de diversas maneras por
colectividades distintas: puede haber así importantes diferencias entre las
respuestas de sociedades que enfrentan retos similares.
En fin,
algunas colectividades multiplican rasgos idiosincráticos que no parecen
constituir respuestas a un reto específico. Se diría, en tales casos, que la
colectividad genera gratuitamente rasgos o símbolos o conductas encaminadas
esencialmente a enfatizar una diferencia, o que son utilizadas para ello.
En
efecto, los grupos sociales en trance de constituir una identidad proceden a la
creación o la adopción de una profusa gama de rasgos idiosincráticos de
carácter simbólico, destinados tanto a marcar la similitud entre los
integrantes del grupo como la diferencia con colectividades distintas.
Así
sucedió, por ejemplo, con jóvenes, marginales, negros, indígenas y otros grupos
contraculturales en las sociedades desarrolladas de los años sesenta del siglo
XX.
Venidos
de estratos sociales y de procedencias étnicas y geográficas muy diversas,
estos grupos encontraron la clave para afirmar su identidad en la creación de
subculturas, emblematizadas mediante abigarradas panoplias simbólicas, que
permitían el reconocimiento mutuo de los miembros (Britto, 1998).
La
construcción del sujeto colectivo es un proceso cultural.
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Tomado de: https://misionverdad.com/
Y Publicado
en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
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En Fecebook: adolfo Leon libertad
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