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¿Cuándo terminó la “Guerra Fría”? (I)
Vladimir Acosta
La respuesta usual es
1991, ante lo cual surge de inmediato otra pregunta: ¿cómo llamar entonces a
este desastre mundial que provoca y protagoniza Estados Unidos, de amenazas,
bloqueos, guerras sin fin, invasión y destrucción de países y matanzas genocidas,
desastre en el que vivimos desde esa fecha?
El tema es más
importante de lo que parece a primera vista.
Lo es porque nos
afecta y amenaza actualmente y creo que merece así sea una corta reflexión.
Es que las fechas
históricas, sobre todo si son importantes y siguen dominadas por la política,
no suelen ser muy confiables.
En muchas ocasiones
he aludido a eso señalando que, así como la política es la historia en
caliente, la historia es la política una vez que se va enfriando, para lo cual
se requiere cierto tiempo.
Y que a medida que se
enfría hasta casi congelarse con el tiempo, se aleja de la política y se vuelve
más historia.
Putin es política,
Ramsés II historia.
Así, esta guerra, a
la que se llamó Fría, pero que en realidad fue bastante caliente, aún no
termina de enfriarse.
No solo porque la
situación actual es parte central suya sino porque esta vez su promotor,
Estados Unidos, más y más desesperado ante su lenta pero inevitable decadencia,
es capaz en cualquier momento de darle calor nuclear.
Y hay algo más.
Todos sabemos que
entender un problema histórico o político exige aclarar antes su origen y el
contexto en que aparece o cobra forma.
Entonces, antes de
responder 1991 convendría primero intentar ver cómo y cuándo comenzó esa tal
Guerra Fría y quién o quiénes la iniciaron.
Bien, el hecho es que
la Guerra Fría es consecuencia y resultado directo de la Segunda guerra
mundial.
Esto es, que Estados
Unidos, al convertirse al fin de la Guerra en primera potencia mundial, debió
compartir su triunfo con la Rusia comunista que era su aliada desde 1941.
Algo insostenible,
que no podía durar más.
Pronto, volviendo a
su usual anticomunismo, debía iniciar otra guerra, ahora contra Rusia.
Solo así podría
convertirse en amo del mundo aplastando de paso al comunismo.
Y esa nueva guerra,
que pronto se llamó Fría, empieza ya a perfilarse desde 1945, al terminar la
Segunda.
El
primero en amenazar a Rusia fue el general Patton, alto jefe militar yankee que, poco antes de acabar la Guerra dijo
por radio que las tropas de Estados Unidos estaban calientes y era el momento de atacar a esos hijos de puta que eran los rusos.
Más
grave fue lo que hizo Churchill.
En
mayo de 1945, apenas rendidos los nazis, organizó lo que llamó Operación Impensable, operación secreta que se conoció
mucho después.
Ordenó
al ejército británico prepararse para atacar de inmediato por sorpresa a Rusia,
contando con un respaldo militar yankee aún no
confirmado y con soldados nazis rendidos y presos a los que se les devolverían
sus armas para sumarlos al ataque.
En
verdad era impensable.
Era
iniciar la Tercera guerra mundial.
El
proyecto fracasó porque las tropas inglesas no querían seguir tal orden, los
nazis estaban desmoralizados, y en ese momento el interés de Estados Unidos era
acabar la guerra del Pacífico aplastando al Japón.
Además,
en agosto, Estados Unidos, que ya tenía la bomba atómica, la usó contra un Japón
destrozado y ya rendido.
Eso
era además un mensaje para Rusia, que no dejó duda acerca de cuál era el país
más poderoso del mundo.
La Impensable ya no era necesaria.
En los dos años
siguientes las tensiones entre Rusia y Estados Unidos crecen y el mccarthismo
dominante en este las lleva al borde de la guerra.
Acusa a Rusia de querer la guerra para adueñarse
del mundo, justo lo que él mismo prepara.
Rusia no quería la guerra.
Venció a los nazis, pero quedó destrozada.
Tuvo 28 millones de
muertos, la mitad del total de la Guerra y le urgía crearse una barrera
territorial para prevenir una tercera invasión alemana controlando con
gobiernos amigos su frontera desde Polonia hasta Rumania, cosa que iba
logrando; y conseguir la paz para empezar a reconstruir el destrozado país.
Rusia promovía Conferencias de Paz y Estados Unidos
calificaba la defensa de la paz como un delito.
En
ese contexto Churchill, ya fuera del poder en su país, lanza la primera
declaración de Guerra Fría.
De
visita en Estados Unidos, en 1946, en Missouri, habla del Telón de Acero que Rusia ha hecho caer sobre
Europa, y de que en nombre de la democracia y la libertad urge
enfrentar el dominio comunista venciendo a Rusia.
Truman,
ya presidente, sigue a Churchill con su Doctrina Truman, que repite lo mismo en
nombre de Estados Unidos, al que Inglaterra le cede pronto el bastón de mando.
En Estados Unidos el
clima era francamente de guerra.
Había que acabar a Rusia.
Hubo en ese contexto
dos hechos graves por lo que mostraban, pero que son poco conocidos.
Protagonista: Curtis
Le May, jefe supremo de la Fuerza aérea estadounidense, uno de esos psicópatas y criminales
de
guerra que su país
convierte con facilidad en héroes patrios.
Le May prepara en
1947 un plan dirigido a eliminar a Rusia: lanzarle sin aviso previo, en un mes,
133 bombas atómicas, todo el arsenal nuclear estadounidense, a 70 ciudades,
empezando por Moscú y Leningrado.
El ataque debía dejar
a la Rusia comunista convertida en un montón de ruinas, muertos y cenizas.
El plan no se aplicó.
No solo porque
Truman, después de Hiroshima y Nagasaki, se había vuelto más prudente, sino
porque el arsenal nuclear del país aún no llegaba a esa cifra.
En
vista de ello, Le May preparó en 1949 un plan rotundo y más completo.
Se lo bautizó como Dropshot, algo así como goteo de disparos, en este caso
de bombas.
Y esta vez se trataba de destruir 100 ciudades
y localidades urbanas rusas lanzando contra el país 300 bombas nucleares y
20.000 toneladas de bombas convencionales.
Le
May calculaba que el bombardeo borraría del mundo a Rusia y que la cifra de
muertos llegaría a 60 millones, más que el total de la Segunda guerra mundial.
Esto, que parece una
locura, no es ninguna fantasía.
Fue una locura real,
concebida por este héroe estadounidense émulo de Hitler que fue Le May.
De haberse aplicado
habría provocado un apocalipsis mundial indescriptible.
Por suerte no se
llevó a cabo.
No todos los secretos
de la operación han sido desvelados, pero cabe pensar otra vez que Truman fue
prudente, aunque quizá la razón principal fuese que Rusia, que tenía años
haciendo de todo (desde investigación y pruebas secretas hasta espionaje) para
obtener la bomba atómica, probó su primera bomba nuclear en agosto de ese año.
A lo que habría que
añadir que dos meses después, el Partido Comunista chino alcanzaba el poder, y
la enorme China se integraba al llamado campo socialista, que así pasaba a
abarcar casi medio planeta.
A partir de aquí las
cosas cambian y en cierto grado hasta se moderan.
La amenaza de que
Estados Unidos bombardee a Rusia se aleja, y salvo momentos calientes se limita
en las décadas siguientes a violentos enfrentamientos locales o regionales en
los que chocan los intereses de Estados Unidos y los de la Unión Soviética.
Porque ésta, que nunca pensó en bombardear ni en aniquilar a Estados Unidos y que desde 1959
buscó su coexistencia pacífica con el Imperio norteamericano, apoyaba a los
pueblos, países y gobiernos que luchaban contra el capitalismo y el dominio
imperial estadounidense, mientras Estados Unidos usaba todas sus armas y recursos para seguirlos
dominando.
Faltaría empero
precisar varias cosas sobre el concepto mismo de Guerra Fría, sobre si esa
guerra concluyó realmente en 1991 y sobre lo más importante: cómo calificar y
enfrentar el cotidiano cuadro de violencia y de amenaza nuclear en el que hoy
vivimos y qué relaciones mantiene este cuadro con el de la Guerra Fría iniciada
por el Imperio estadounidense desde 1945.
Me referiré a ello en
el próximo artículo.
Tomado de: https://ultimasnoticias.com.ve/
Y Publicado
en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
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