La hiperinflación en Venezuela
no ha sido generada por crear mucho dinero (II)
Enviado por Eduardo Garzón el 31 agosto, 2018
Artículo publicado originalmente
en La Marea el
30 de agosto de 2018
¿Qué es lo que explica que Venezuela esté sufriendo un caso de
hiperinflación? Las preguntas complejas tienen también respuestas complejas.
Para poder entender
adecuadamente el proceso de inflación galopante en Venezuela es necesario
conocer cómo
funciona la economía venezolana, cuál es su estructura productiva, su inserción
en el mercado exterior, su régimen político, institucional y social, su sistema
monetario y financiero, etc. Sin conocer todo eso es imposible ofrecer una
respuesta adecuada y realista.
Por eso hay que desconfiar de
quienes analizan la economía venezolana como si fuera cualquier
otra, y muchos menos si utilizan de comparación una economía
desarrollada y europea.
Esos analistas ignoran que cada
país tiene su propio modelo económico y sus propias características, y que
cualquier comparación con otro país será siempre una simplificación burda y
normalmente poco útil.
A falta de más espacio para profundizar, cabría hacer cuatro apuntes
sobre la economía venezolana con el objetivo de conocer sus características
básicas y contextualizar así el análisis.
Para empezar, Venezuela siempre ha tenido tasas de
inflación muy elevadas. De hecho, en los años 80 los precios crecían
muchísimo más rápido que durante los años del gobierno bolivariano,
exceptuando el último año.
Esto es importante para entender que no se trata simplemente de un caso reciente que pueda ser
achacado íntegramente a los últimos acontecimientos, sino que viene de largo.
Los grandes grupos oligopólicos con poder de mercado en determinados
sectores, la incapacidad del Estado para regular y controlar la competencia
empresarial, la corrupción, la delincuencia, la asimetría de poder en las
negociaciones en los centros de trabajo, etc, explican en buena medida que la
inflación haya sido tradicionalmente alta e irregular.
En segundo lugar, no se puede olvidar que el régimen bolivariano que comenzó con la
presidencia de Chávez y que continúa con la de Maduro ha sido siempre una amenaza para los privilegios de la
élite del país.
La nacionalización y toma de control de buena parte de los sectores
productivos estratégicos (especialmente el de los hidrocarburos) así como una
mayor distribución de la renta (acorde a la CEPAL
Venezuela es ahora el país menos desigual de Latinoamérica) provocó un duro golpe al poder y a la riqueza del
stablishment venezolano, que desde
entonces se moviliza de muy diversas formas para tratar de derribar al gobierno
para recuperar
sus privilegios.
Ejemplos paradigmáticos lo conformaron el golpe de Estado fallido de 2002,
el paro petrolero entre 2002 y 2003, las protestas armadas, el
desabastecimiento selectivo y programado de determinados productos justo antes
de tener lugar comicios electorales, y la mala imagen que difunden a través de
los poderes mediáticos en el interior y en el exterior del país (es llamativo
que el gobierno estadounidense
aún continúe tildando de “dictadura” al gobierno venezolano a pesar de que la ONU ha reconocido una y otra
vez que todas las elecciones fueron limpias y respetuosas con los estándares
internacionales).
Todo esto no es nada nuevo ni singular: los
grupos de poder utilizaron estrategias parecidas en el Chile de Allende entre
el año 70 y 73 del siglo pasado y en Nicaragua a finales de los años 80, por
poner sólo dos ejemplos.
En tercer lugar, es importante entender que la estructura productiva
venezolana dista mucho de parecerse a la de una economía avanzada.
No existe un tejido productivo
diversificado que arroje productos de
todo tipo y color sino que está concentrado en ramas del sector primario y en
ramas industriales y de servicio de bajo y medio valor añadido.
Esto provoca que los venezolanos tengan que comprar en el extranjero
casi la mitad de todos los productos que necesitan.
El sector de los hidrocarburos es el enorme gigante de la economía, consiguiendo el 95% de todos los
dólares que recibe el país, siendo el 4% restante gracias a la exportación de
otras materias primas.
Es decir, que para que la población pueda obtener todo lo que necesitan
para sus vidas es necesario la utilización de moneda extranjera,
fundamentalmente dólares, que la economía obtiene gracias a las exportaciones
de petróleo.
Es una economía absolutamente
dependiente de un único sector, con la enorme
debilidad que eso conlleva.
De hecho, el hundimiento de los precios del petróleo en 2014 provocó un
agujero en los ingresos de dólares que ha tenido su impacto en las
importaciones y en el desabastecimiento y encarecimiento de productos en los
mercados internos.
En cuarto lugar, el gobierno venezolano controla los precios de muchos
productos básicos para asegurar el abastecimiento de la población más
vulnerable, lo que provoca que se generen mercados ilegales alternativos en los que rigen otros precios.
Esto ocurre también, y de forma importante, en el mercado de las
divisas: para evitar que cualquier venezolano pueda cambiar la moneda nacional
por dólares y luego se los lleve fuera del país (como ocurría tradicionalmente con las fugas de
capitales) el gobierno
impuso en 2003 un control cambiario, de forma que sólo se pueden cambiar
bolívares por dólares a un tipo de cambio determinado.
Esta medida también provocó
que se generara un mercado negro alternativo en el que se cambian los bolívares
por dólares a otro precio.
Con esas cuatro consideraciones en mente se puede entender mejor en qué
han consistido los cinco factores que, siguiendo a analistas como Pasqualina Curcio y Mark Weisbrot, nos
ayudarían a explicar la espiral inflacionista.
1)
El desabastecimiento programado y selectivo
de productos.
Los grandes grupos empresariales contrarios al
gobierno venezolano y que tienen suficiente poder de mercado en su sector (el grupo empresarial de productos de higiene
controla el 99% del sector; el de harina de pasta el 80%, etc) apartan buena parte de sus productos del mercado
oficial para venderlos en el mercado negro, lo que inexorablemente produce un
incremento de precios tanto por desabastecimiento como por un abuso de los
precios al utilizar canales ilegales de distribución.
2)
Inflación por importaciones.
Los grupos empresariales que importan productos del
exterior lo deben hacer obligatoriamente al tipo de cambio oficial, pero luego venden ese producto en el
interior de su país al tipo
de cambio extraoficial, obteniendo jugosas ganancias simplemente gracias al
diferencial, y elevando con ello los precios de forma completamente artificial.
Un ejemplo sencillo: si el tipo de cambio oficial
es de 3.000 bolívares por cada dólar, la importación de un producto que cueste
1 dólar le costará 3.000 bolívares al empresario venezolano.
Pero si en vez de vender en el interior del país
ese producto de 1 dólar al tipo de cambio oficial lo hace al tipo de cambio
ilegal, que es de 10.000 bolívares por cada dólar, acabará obteniendo ingresos
de 10.000 bolívares por la venta en el interior cuando sólo le costó 3.000
comprarlo en el exterior.
Estamos hablando de un incremento del precio (y de las ganancias
del importador) astronómica.
Ésta ha sido el principal factor que ha explicado
el vertiginoso aumento de los precios en Venezuela, especialmente a finales de
2017 debido a que el tipo de cambio ilegal se disparó salvajemente (pasó en sólo dos meses de 3.000 bolívares por dólar
a 52.000 bolívares por dólar).
Las autoridades venezolanas aseguran no encontrarle
sentido a tal evolución y culpan a las empresas que calculan ese tipo de cambio
de manipularlo para generar beneficios y causar inestabilidad económica y
social.
3)
Embargo financiero de Estados Unidos.
El pasado 25
de agosto de 2017 el presidente estadounidense Donald Trump, para “combatir la
dictadura y restablecer la democracia” dio un paso más en sus
medidas de bloqueo económico, comercial y financiero sobre
Venezuela.
El comunicado de la Casa Blanca rezaba: “La nueva medida del presidente prohíbe realizar
transacciones con títulos de deuda y acciones emitidos por el gobierno
venezolano y su compañía
petrolera estatal.
También
prohíbe las transacciones con ciertos bonos existentes que pertenecen al sector
público venezolano, así como los pagos de dividendos al gobierno de Venezuela”.
En román paladino: más dificultades para endeudarse
en dólares y más dificultades para que Venezuela pueda obtener los dólares que
necesita (en el mercado
oficial) para importar los
productos que no tiene, de forma que fuerza acudir más al mercado ilegal para
obtener dólares más caros.
Las consecuencias son evidentes: mayor desabastecimiento, mayor
devaluación del bolívar con respecto al dólar en el mercado ilegal, mayor aumento
de los precios.
4)
Desconfianza generalizada en el bolívar.
La moneda venezolana nunca ha sido muy codiciada,
ni internacionalmente ni internamente, ya que ha experimentado tradicionalmente
importantes pérdidas de valor, pero ese escaso atractivo se vuelve aún menor si
su valor no deja de caer con respecto a la moneda tradicional de referencia: el
dólar.
Esto provoca que los venezolanos se deshagan de sus
activos nominados en bolívares y los conviertan en activos expresados en
dólares, lo que retroalimenta la
depreciación de la moneda venezolana.
La incapacidad institucional para imponer la
utilización de su moneda se traduce en una mayor dolarización de su economía, y
en un mayor incremento de los precios vía importaciones.
En definitiva, la hiperinflación en Venezuela se debe a la interacción
de numerosos y diversos factores que tienen que ver con la débil estructura
productiva y exportadora de su economía, con
el enorme poder de grupos económicos contrarios al gobierno, y con la singular posición política e
institucional del ejecutivo venezolano.
La creación masiva de dinero no tiene
nada que ver con la hiperinflación que está sufriendo el país, no es su causa
sino su consecuencia: para poder hacer pagos y comprar productos cada vez más
caros por culpa de la hiperinflación es necesario tener cada vez más dinero, y
por eso la masa monetaria no deja de crecer.
Sin embargo, proliferan
análisis de muy baja calidad y rigor –pero desgraciadamente de exitosa
difusión- que simplemente se apoyan en la incompetente teoría económica
convencional para arremeter interesadamente contra el gasto público y la
creación estatal del dinero.
Ideología disfrazada de ciencia que urge
combatir con análisis serios y rigurosos.
Tomado de: http://eduardogarzon.net/
Y Publicado
en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google; libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com
En Fecebook: adolfo Leon libertad
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