El 30 de abril de 1975 se produce la Caída de Saigón marcando el fin de la Guerra de Vietnam y la reunificación del país
Por: Acercándonos CulturaPublicado: 30/04/2021
La
imagen del último helicóptero Chinook elevándose desde la terraza de la Embajada de Estados Unidos, con
un grupo de ciudadanos de ese país retirándose para siempre de la asediada
Saigón, quedó como el símbolo del fin de la guerra de Vietnam.
Hoy
se cumple un año más del conflicto bélico que conmovió al mundo y asestó
a Washington su mayor derrota militar y ética.
Con
los milicianos del Vietcong a las puertas de la otrora Perla de Asia,
preparados para tomarla, una multitud de survietnamitas impotentes quedó
abandonada a su suerte alrededor de la sede diplomática, pese a las promesas de
evacuación de los estadounidenses a los nativos que querían huir a Occidente.
El
30 de abril de 1975, la marea humana había logrado previamente forzar la
entrada del edificio y llegar hasta la pista de aterrizaje, donde racimos de
hombres, mujeres y niños protagonizaron escenas de violenta desesperación.
Muchos
de ellos funcionarios civiles de los gobiernos que durante años apoyó y sostuvo
la Casa Blanca, en su intento de escapar, trataron de aferrarse a las ruedas y
patines de los helicópteros: muchas manos y brazos fueron quebrados por los
culatazos de los marines para desprenderlos.
No
pocos murieron en el intento.
El
reloj marcaba las 8 de la mañana.
Era
la hora del derrumbe: alrededor
de medio millón de soldados estadounidenses fueron a Vietnam, de los
cuales más de 58 mil nunca
regresaron vivos a su país.
Se estima que los heridos, mutilados y
afectados psicológicamente superan los 300 mil.
Dos millones de vietnamitas murieron en la guerra, muchos
alcanzados por toneladas de explosivos, el napalm o víctimas del “agente
naranja”, letal sustancia tóxica, arrojados por
los temibles superbombarderos B-52 durante no menos de un decenio,
y a la que la banda de rock formada en Athens, Georgia, le dedicó una canción.
Los
guerrilleros del Vietcong tenían como líderes a dos veteranos de la guerra de
Indochina: el fallecido ex presidente de Vietnam del Norte, Ho Chi Minh, y Von
Nguyen Giap, el más importante estratega militar.
Habían
derrotado a los franceses en la definitoria batalla de Dien Bien Phu, en 1954,
que dividió a la península en dos zonas: la del Sur, con Saigón como capital y que quedó bajo la égida de Estados Unidos, y la del
Norte, con Hanoi como principal enclave, apoyada por la ex Unión Soviética y
China.
Los últimos días, antes de la caída de la
ciudad, buena parte del territorio del sur ya estaba en manos del Frente de
Liberación Nacional (FLN).
En Saigón,
en cuyos alrededores se habían amontonado más de un millón de desplazados, se
respiraba un aire de derrota.
El sábado 25
de abril el dólar, por entonces la moneda local, se cotizaba a 3500 piastras.
Al día
siguiente, a 4000.
El martes
entre 4500 y 5000.
El miércoles
se conseguía a 5000, pero a las 18 de ese día no bajaba de 7000.
Los cohetes
disparados por el Vietcong sobre la ciudad, el cierre de establecimientos (incluso varios de los tugurios donde reinaban el juego, la
prostitución y el tráfico de drogas), los cortes de luz y la escasez de
alimentos deterioraban la situación hora a hora.
En ese
marco, el presidente de Vietnam del Sur, Nguyen Van Thieu, ordenó el repliegue
hacia la capital de varias divisiones ubicadas en las Altas Mesetas, alrededor
de 250 mil efectivos, en un intento vano de protegerla.
Un error
estratégico que pagaría con creces.
A los
millones de desplazados del interior, que taponaban las rutas aún abiertas pero
con una barrera de alambre de púas a los costados, sin agua, sin comida, muchos
de ellos heridos o enfermos, se sumaron los soldados en retirada a bordo de
todo tipo de vehículos, lo que transformó la situación en caótica, ya que
prácticamente nadie podía moverse del lugar.
Como en un
juego de dominó donde las fichas se desploman una tras otra, las ciudades de
Xuan Long, Trang Ban, Han Tang, la poderosa base de Bien Hoa, entre otras,
fueron cayendo en poder de los guerrilleros.
Los soldados
survietnamitas arrojaban sus armas y emprendían la huida.
Después le
tocó el turno a Da Nang, otrora la base orgullo del
ejército estadounidense.
El presidente de Estados Unidos, Gerald Ford,
emitió una orden secreta a su embajador en Saigón, Graham
Martin: iniciar la Opción IV, es decir, la salida definitiva de los últimos
ciudadanos estadounidenses y aliados locales aún en Saigón.
Para ser
ejecutada, la orden tenía una clave: la American Radio Service debía difundir
la frase código “la
temperatura es de 105 grados Fahrenheit”, acompañada por la voz de Bing
Crosby cantando “Queremos
una Navidad blanca”.
Fue emitida el miércoles 29 a las 22.15.
Los últimos
infantes de marina, previo a hacer explotar e inutilizar las instalaciones de
la embajada, subieron al Chinook junto con personal superior de la CIA.
Thieu y otros
muchos funcionarios ya habían huido.
No había
gobierno.
Era el
final.
A las 12.05
apareció un jeep por la céntrica calle Catinat enarbolando una gran bandera del
Vietcong, con sus colores rojo y azul y una estrella amarilla en el centro.
“Soldados casi adolescentes,
con cascos hechos con fibras vegetales, camisolas de color verde y sandalias
fabricadas con caucho de neumáticos, y armados con fusiles chinos de asalto
AK47, entraron al Palacio Presidencial, cuyas rejas previamente un tanque había
tirado abajo”, relató el
corresponsal de guerra y escritor francés Jean Lartéguy.
“En el
balcón –refirió– se
izó la bandera del Vietcong.
Eran las
12.15 del sábado 30 de abril”.
Tomado de: https://www.acercandonoscultura.com.ar/
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