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Brasil: El Congreso frena a Bolsonaro en su intento de otorgarse plenos poderes
Tras la sustitución de seis ministros y los comandantes de las Fuerzas Armadas llegó el proyecto para activar la "Movilización Nacional", que interviene procesos productivos, requisita bienes y servicios y convoca a civiles y militares.
Río de janeiro
01/04/2021 16:56 - por Víctor David López - PÚBLICOLo primero que hizo el presidente Jair Bolsonaro tras crear el nuevo caos dentro del caos –sustituyendo a seis ministros, incluyendo el de Defensa, y a los tres comandantes de las Fuerzas Armadas– fue intentar tramitar en el Congreso Nacional, a través de un militar diputado federal aliado, Vitor Hugo (Partido Social Libertal, PSL), un proyecto de ley que le permitiera activar el dispositivo de Movilización Nacional ideado para tiempos de guerra.
Esta herramienta hubiera dado vía libre a Bolsonaro, según la reglamentación vigente, para la "reorientación de la producción, la comercialización, la distribución y el consumo de bienes y la utilización de servicios; la intervención en los factores de producción públicos y privados; la requisición de bienes y servicios, y la convocación de civiles y militares". Algo con "malas intenciones", sospecha el diputado federal Ivan Valente, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL). "Una coincidencia muy grande". Para el veterano parlamentario, el proyecto –que fue paralizado por los líderes de los bloques en el Congreso–, buscaba atribuir al presidente "poderes que no puede tener, y sería un desastre, además de atacar al Estado de Derecho y al pacto federativo, agudizaría a crisis sanitaria".
Desde el conservadurismo también han llegado críticas a la maniobra bolsonarista. "Esto significa pasar al presidente de la República el comando directo de las policías militares, que hoy están bajo la tutela de los gobernadores, como define la Constitución Federal en el Pacto Federativo", alertaba el diputado federal Kim Kataguiri en sede parlamentaria, referencia de la joven derecha brasileña. "Tiene apariencia de golpe, huele a golpe". Es, también, como añade Valente en conversación con este diario, "un intento de asfixiar la acción de los gobernadores y los alcaldes en la pandemia. Una especie de estado de sitio, que anda persiguiendo".
El cambio de piezas más inquietante en los últimos movimientos presidenciales ha sido la sustitución en el ministerio de Defensa: el general Fernando Azevedo e Silva, cesado fulmimantemente, sin explicaciones previas, deja paso a otro general, Walter Souza Braga Netto. Azevedo e Silva había demostrado en numerosas ocasiones que entiende las Fuerzas Armadas como entes fieles al pueblo, autónomas y neutrales, y no aparatos de un Gobierno en particular. Los comandantes del Ejército (Edson Pujol), la Marina (Ilques Barbosa) y la Aeronáutica (Antonio Carlos Moretti) cerraban filas con él. En una nota oficial conjunta publicada en noviembre recordaban que la Constitución hace hincapié en "la característica fundamental de las Fuerzas Armadas como instituciones de Estado, permanentes y necesariamente apartadas de la política partidaria"
Braga Netto, ministro de Defensa: matanza y tortura
El general Braga Netto, por su parte, es mucho más expeditivo. Su acumulación de poder está siendo fulgurante en el último lustro. Pasó de ser el comandante del Comando Militar del Este a ser nombrado por el presidente Michel Temer interventor federal de Río de Janeiro, cuando el sucesor de Dilma Rousseff decidió militarizar la seguridad pública de uno de los estados más agitados de Brasil. Una vez acabada esa misión, y ya con Bolsonaro en el poder, Braga Netto asumió el cargo de Jefe del Estado Mayor del Ejército. Al mismo tiempo que se confirmaba su transición a la reserva, en febrero de 2020, el presidente le reclamó para el Gobierno, liderando el ministerio de la Casa Civil, donde ha permanecido poco más de un año antes de pasar a dirigir la cartera de Defensa.
En la etapa del general Braga Netto como comandante del Comando Militar del Este uno de sus destacamentos estuvo involucrado en lo que se conoció como la "Matanza de Salgueiro", en el Complexo de favelas de Salgueiro (municipio de São Gonçalo, Río de Janeiro). En su periodo como interventor federal en Río de Janeiro estalló el caso de la Sala Roja de la tortura, que Público desarrolló en dos reportajes: el mayor escándalo en democracia del Ejército brasileño. Braga Netto logró bloquear las investigaciones en ambos episodios.
Para entender los sucesivos requiebros de Bolsonaro al frente del Ejecutivo hay que centrar la mirada en el porcentaje de fieles estimado –en torno a un 15%– que se agrupan entre los ciudadanos que aún consideran positiva su administración –cerca de un 30%, con pocas variaciones a lo largo del tiempo–. Uno de los principales objetivos del presidente, de cara a las elecciones presidenciales programadas para octubre de 2022, es conservar esta franja más radical de su electorado. No todos los candidatos pueden presumir de esa fidelidad de antemano de cara a unos comicios. Volverá a ser, para Bolsonaro, el perfecto punto de partida. Sus reacciones revelan autoridad, ante las dudas aparecidas sobre su capacidad para dirigir el país –ha subido el rechazo a su gestión también, sobre todo tras el fin del auxilio emergencial, que ahora vuelve pero a menos escala–, y esa autoridad de momento satisface a sus seguidores más acérrimos.
La posición de la Fuerzas Armadas
Lo que nunca ha conseguido atar al cien por cien Bolsonaro es algo que sellaría más si cabe su base de apoyo social: el apoyo sin fisuras de la mayoría de los militares. En el seno de las Fuerzas Armadas el pensamiento más extendido es que la imagen de las corporaciones está saliendo perjudicada formando parte del gobierno Bolsonaro, y eso es el principal capital de la institución. Las Fuerzas Armadas cerraron el régimen militar (1964-1985) casi sin despeinarse, sin un solo rasguño, protegidas por una ley de amnistía que evitó cualquier indagación judicia sobre la barbarie de la dictadura. Los militares presumen, encuesta tras encuesta, de ser la institución mejor valorada por los brasileños. La sensación de desprestigio se agudizó con la figura del general Eduardo Pazuello, sin ningún conocimiento del sistema público de salud, encabezando el ministerio de sanidad. Su especialidad, anunciaron desde las altas esferas, era la logística. Pazuello, ya exministro –tercer exministro–, va camino de ser imputado por la falta de suministro de oxígeno medicinal en el estado de Amazonas a principios de enero.
"La mayoría de los altos mandos dieron el aval al gobierno Bolsonaro", recalca el diputado Ivan Valente. "Sucede que se ha demostrado que el Gobierno es desastroso, por lo cual ahora gran parte de ellos no quiere ser una guardia pretoriana del presidente y su familia. Bolsonaro quiere que estén a su servicio". Valente cree que aún es posible confiar en las Fuerzas Armadas, y, contextualizando cada época, hay bastantes diferencias entre 2021 y 1964, año del último golpe militar, que Bolsonaro conmemora cada 31 de marzo: "Actualmente no hay espacio nacional ni internacional para que Brasil sea Myanmar".
El trauma de ver a las Fuerzas Armadas en el poder es "muy grande", comenta Felipe Santa Cruz, presidente de la Orden de los Abogados de Brasil (OAB) para este reportaje. "Una parte de las Fuerzas Armadas se equivocó al entrar en el gobierno Bolsonaro, que ha militarizado el Ejecutivo de manera desproporcionada". A la hora de la verdad, para tranquilidad de Santa Cruz, de la OAB y de buena parte de la población, "los comandantes han tenido buen comportamiento" en los momentos de máxima tensión.
Por si no hubiera suficiente presión para Bolsonaro, el Efecto Lula sigue su curso, tras el regreso al tablero político del líder del Partido de los Trabajadores (PT), tras las últimas decisiones del Tribunal Supremo. El bloque parlamentario del Centrão –grupo de partidos de derecha y centroderecha–, necesario como base de apoyo para cualquier Ejecutivo, se vende ahora mucho más caro que antes del resurgimiento del expresidente Lula da Silva, a dieciocho meses de las elecciones presidenciales. Lula conoce bien al Centrão y suele gestionar bien su influencia –eso a Dilma Rousseff se le escapó en 2016–. De aquí surge la decisión más arriesgada para Bolsonaro en la reforma ministerial de esta semana: ceder uno de los ministerios "de palacio" –los que comparten sede con el presidente de la República– al Partido Liberal, miembro del Centrão. La diputada federal Flávia Arruda ocupará el cargo de ministra de la Secretaría del Gobierno.
Entre los últimos movimientos presidenciales lo único que se veía venir era el derrumbe del canciller Ernesto Araújo. Las críticas del Congreso Nacional eran ya insufribles para el Gobierno. Araújo, falto de diplomacia y sobrado de arrebatos ideológicos, consiguió en su etapa al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores encrespar a Alemania, Israel y la comunidad judía mundial al afirmar que el nazismo y el fascismo son "movimientos de izquierda", y ha logrado también enfurecer a China, el mayor socio económico de Brasil, asegurando, entre otras cosas, que "el coronavirus hace despertar nuevamente la pesadilla comunista". Derecha, centro e izquierda coinciden en que su presencia ha perjudicado al país en unos meses en que urgía la negociación por vacunas. Su sustituto, Carlos Alberto Franco França, encargado de lavar –o al menos tratar de corregir– la imagen internacional de Brasil, no ha liderado ni una sola misión diplomática en el exterior, exactamente igual que Araújo.
Brasil: Bolsonaro, buscando el Golpe que le permita mantenerse en el poder
Jair Bolsonaro se valió de la crisis generada por el cambio de los ministros de Salud y de Relaciones Exteriores para cambiar al ministro de Defensa y, a la vez, hacer reemplazos menores, moviendo a personas para otros cargos, sin mayor trascendencia. La crisis se volvió militar.
Bolsonaro concedió espacios importantes para el Centrão, acercándose al Congreso, buscando protegerse así de riesgos de un 'impeachment', que había vuelto a amenazarlo. La Secretaría General de Gobierno y el Ministerio de Justicia fueron entregados a ese espacio político, que también sale victorioso, ya que comandó la ofensiva por la salida del canciller.
Por otra parte, Bolsonaro se ve distanciado de las Fuerzas Armadas. Queda claro que el ministro de Defensa fue despedido por no tomar las posiciones que Bolsonaro exigía, entre ellas, manifestarse en contra del Poder Judicial tras la decisión favorable a Lula, así como aceptar la declaración del Estado de Sitio.
El saliente ministro de Defensa se reunió con los comandantes del Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina: recibió el apoyo de ellos, los cuales entregaron sus cargos al gobierno, en solidaridad con Fernando Azevedo e Silva, aunque Bolsonaro y los corifeos del régimen se pasaron diciendo que el presidente los había defenestrado.
La crisis de la salida de los dos ministros civiles abrió una crisis del gobierno con las FF.AA. Bolsonaro no encontró un militar en actividad para el Ministerio de Defensa, tuvo que nombrar uno de la reserva, que ya estaba en el gobierno. El general Walter Braga Netto tendrá que encontrar militares que acepten asumir las comandancias de las tres armas en esas condiciones.
Existe un consenso al interpretar que esta crisis del gobierno de Bolsonaro se da en el momento de menor apoyo, acrecido por la reaparición política de Lula, contra quien pierde en todas las encuestas. Se considera que Bolsonaro sale todavía más debilitado de esta crisis y de estos cambios. Él puede contar con que un 'impeachment' está más alejado, pero a la vez, cualquier intento de Golpe de su parte también está más alejado, por el deterioro de sus relaciones con las FFAA.
A la salida del Palacio del Planalto el hombre fuerte afirmó que lo que mata a las personas es el confinamiento y no la pandemia. Es decir, la otra cara del proyecto golpista de Bolsonaro es su negacionismo. Él alega que necesita un estado de alerta para combatIr a los confinamientos decretados por los gobernadores.
La crisis del régimen no ha terminado. El gobierno tiene todavía que encontrar militares que acepten asumir la comandancia de las tres armas. A primera hora de la mañana, el ministro general Braga Netto informó a los comandantes de las Fuerzas Armada, el general Edson Pujol (Ejército), el almirante Ilques Barbosa (Marina) y el brigadier Antonio Carlos Bermúdez (Fuerza Aérea), que habían sido destituidos por orden del comandante en jefe, el presidente Bolsonaro. El trío ya estaba dispuesto a entregar sus cargos en apoyo al exministro Fernando Azevedo.
Este movimiento en los mandos obligará a Bolsonaro a cambiar el orden de los ascensos en el Ejército. Por lo general, el oficial de mayor rango es ascendido a comandante. Pero la intención del presidente es ascender al quinto general con más antigüedad, el actual jefe de la región Nordeste, Marco Antônio Freire Gomes. De este modo, cuatro generales con más antigüedad que Freire Gomes pasarán a retiro obligatoriamente. Todos ellos están vinculados al ahora destituido general Pujol, con quien Bolsonaro ya estaba distanciado, o han ocupado cargos de relevancia en otros Gobiernos.
Por lo tanto, la elección de los nuevos comandantes estará marcada también por sus posturas políticas pasadas, según señaló un oficial. “El daño que está haciendo Bolsonaro con la politización de las Fuerzas Armadas es tremendo. Deberían dejar la política fuera de los cuarteles, pero no es así”, evaluó Alexandre Fuccille.
Existió la posibilidad de que el nuevo comandante fuera anunciado este mismo miércoles [por ayer], cuando otros dos generales sean ascendidos y los cuarteles celebren el golpe militar de 1964. “Las Fuerzas Armadas terminaron asumiendo la responsabilidad de pacificar el país, enfrentando el desgaste para reorganizarlo y garantizar las libertades democráticas que hoy disfrutamos”, dice un fragmento de la carta conmemorativa firmada por el ministro Braga Netto. El texto niega que el golpe militar rompiera el orden institucional. Por último, el nuevo ministro señala: “El movimiento de 1964 forma parte de la trayectoria histórica de Brasil. Así, los acontecimientos de aquel 31 de marzo deben ser comprendidos y celebrados”.
Mientras tanto, el país sigue contando sus muertos, los que mueren en las Unidades de Terapia Intensiva de los hospitales y los que mueren en las colas, en sus casas, esperando para intentar entrar en los hospitales. Ninguna palabra de Bolsonaro, ni de sus ministros, civiles o militares. Los gobernadores, junto a los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, buscan desesperadamente más vacunas y un ritmo más acelerado de la vacunación.
Brasil sigue viviendo el auge de la pandemia, con más de 300 mil muertos, con poco más del siete por ciento de la población vacunada y con los hospitales desbordados. Lo único positivo es que los centros públicos brasileños han comenzado a entregar semanalmente millones de vacunas producidas en el país.
El Congreso y la Policía Militar
Mientras tanto, en el Congreso Nacional, el diputado Vitor Hugo intentó en vano que se sometiera a votación un proyecto de ley para declarar el “estado de movilización nacional”. La medida buscaba agitar la política con la posibilidad de que presidente tuviese durante una pandemia los mismos poderes que tendría en caso de invasión extranjera. Es una especie de versión moderada del estado de defensa, algo que precede al estado de sitio, cuando se restringen las libertades individuales y políticas, con un añadido estratégico: pondría bajo el mando del presidente a la policía militar, un grupo cultivado por los bolsonaristas. La maniobra fue vista por los opositores y la mayoría de los dirigentes del partido como un intento de golpe de Estado por parte de Bolsonaro. El proyecto no llegó a votarse.
El texto presentado por Vitor Hugo establece que, en este caso, el jefe del Ejecutivo puede tomar medidas que incluyen la intervención en los factores de producción públicos y privados; la requisa y ocupación de bienes y servicios; y la convocatoria de civiles y militares para las acciones que determine el Gobierno Federal. “Esta ley da margen para que el presidente adelante cualquier proceso golpista”, dijo el líder de Ciudadanos, Alex Manente.
Además de prohibir este intento autoritario, tanto la Cámara como el Senado votarán las solicitudes de comparecencia del nuevo ministro Braga Netto, de su antecesor, Fernando Azevedo, y de los tres mandos militares cesados el martes. Ya hay solicitudes en trámite en ambas cámaras. El martes por la noche, ya frustrada la embestida en el Congreso, Bolsonaro siguió enviando mensajes a sus bases y predicando contra el aislamiento social como método para contener la pandemia. Dijo que tenía las manos atadas para revertir las restricciones.
Brasil: La protesta comenzó durante el mensaje y se extendió por todo el país
Jair Bolsonaro habló por cadena nacional y Brasil le respondió con un masivo cacerolazo
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, despertó anoche la más grande protesta en su contra. Durante un mensaje por cadena nacional en que intentó explicar el colapso sanitario que vive el país producto de la pandemia, miles de brasileños de todas las ciudades y de todas las clases sociales cacerolearon desde sus balcones al grito de “Fora Bolsonaro”, “genocida”.
Nunca antes hubo una reacción social de tal magnitud en contra del ultraderechista. Río de Janeiro, San Pablo y hasta Manaos, bastión del mandatario electo en 2018, repudiaron las excusas que el mandatario intentó dar en su mensaje a la sociedad.
Las cacerolas sonaron en favelas y en los barrios de clase alta de todos los estados. Los 12 millones de contagiados y casi 300 mil muertos son la prueba de que Brasil es el que peor combatió la pandemia. Y el repudio se contuvo hasta que, en un mensaje por cadena nacional, el presidente intentó dar explicaciones de esa situación y dijo que el país fue “uno de los que más vacunó en el mundo”.
Su mensaje de apenas tres minutos tuvo la intención de tranquilizar a la sociedad. Dijo que “en breve” el país “será autosuficiente” en la producción de vacunas contra la covid-19, debido a que allí se elaborarán los antídotos de la empresa china Sinovac y de Astrazeneca.
"Estamos en un momento en que una nueva variante de coronavirus infelizmente le ha quitado la vida a muchos brasileños", afirmó y añadió: "No sabemos durante cuánto tiempo tendremos que enfrentar esta crisis", pero "quiero tranquilizar al pueblo y afirmar que las vacunas están garantizadas".
El descrédito de su palabra a lo largo de dos años de gestión tuvo su fruto en la protesta social más masiva que se recuerde de ese tiempo, que en parte fue espontánea mientras que el resto fue una respuesta a la convocatoria del empresario y conductor televisivo ultraliberal Luciano Huck, considerado un precandidato presidencial por el partido Demócratas para 2022.
Mientras el presidente hablaba, la televisión mostraba en pantalla partida paneos de las ciudades con el sonido del cacerolazo que surgía desde los departamentos de las capitales en colapso sanitario por falta de oxígeno y camas de internación.
En su mensaje, Bolsonaro hizo hincapié en la vacunación a pesar de que poco más del 5 por ciento de la población de 210 millones de habitantes tuvo acceso a alguna dosis.
"Desde el comienzo dije que teníamos dos grandes desafíos: empleo y virus" y "en ningún momento el gobierno ha cesado en sus esfuerzos para preservar vidas y mantener empleos", afirmó el mandatario, que esta vez suavizó el tono y evitó críticas a gobernadores y alcaldes que decretaron confinamientos parciales para contener al virus.
Desde las 20:30 y por espacio de diez minutos, las cacerolas se hicieron escuchar en Río de Janeiro, Belo Horizonte, Porto Alegre, Curitiba, Florianópolis, Salvador, Recife, Fortaleza, Maceió y Sao Luiz, entre otras ciudades.
Los pedidos de renuncia estuvieron precedidos por una declaración del presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, que minimizó la posibilidad de un juicio político contra el presidente. Bolsonaro cuenta con base parlamentaria capaz de obstruir pedidos de impeachment.
La protesta comprobó lo que dicen las encuestas que lo muestran con la aprobación del 30 por ciento de la sociedad y una pérdida de 10 puntos en los últimos tres meses. Y poco a poco, las redes sociales fueron dando cuenta de ello.
Los cacerolazos los había protagonizado apenas la oposición izquierdista en marzo, cuando el presidente ponía en duda la existencia de una pandemia. Pero ayer fueron masivos.
Diplomáticos de Brasil piden salida de canciller Ernesto Araújo
En una misiva, se señala la grave situación creada por la pandemia y se objeta el papel desempeñado por la Cancillería
Alrededor de 300 diplomáticos brasileños pidieron a través de una carta la dimisión de Ernesto Araújo como ministro de Relaciones Exteriores, ante lo que consideran conductas incompatibles suyas con principios constitucionales y códigos elementales de la carrera.
Diversos medios periodísticos y redes sociales han publicado o hecho referencia al contenido de la carta, que se suma a críticas y denuncias contra el Canciller realizadas en días recientes.
En el texto no firmado, los diplomáticos señalan la grave situación causada por la Covid-19 en Brasil, que ya sobrepasa los 12 millones de contagiados y los 310.000 fallecidos.
Además, objetan el papel desempeñado por la Cancillería en respuesta a la pandemia, y aseveran que “los errores en la conducción de la política exterior acarrean pérdidas concretas a la población”.
De acuerdo con la carta, “además de los problemas más inmediatos, como la falta de vacunas y suministros, o la prohibición de que los brasileños entren en otras naciones, se acumulan daños a largo plazo en la credibilidad internacional del país”.
Entre estos últimos, hace referencia a una “numerosa serie de incidentes diplomáticos, con graves perjuicios para las relaciones internacionales y la imagen” del país.
El diplomático Paulo Roberto de Almeida declaró a medios de prensa que la misiva transmite un sentimiento de los funcionarios de la Cancillería, donde “el personal está deprimido” y “deseando que (Araújo) se vaya”, comentó.
En medios locales y redes sociales se divulgó el sábado la denuncia del senador Randolfe Rodrigues, quien señala a Araújo no querer coordinar con las autoridades de Venezuela la donación para el estado brasileño de Amapá (norte) de 20.000 metros cúbicos de oxígeno para uso médico.
“Si alguien muere por falta de oxígeno en Amapá, es culpa de Ernesto Araújo”, manifestó públicamente Rodrigues, tras revelar que no ha recibido respuesta de la Cancillería a su solicitud de coordinar con Caracas.
La donación de Venezuela crearía reservas del vital recurso para 18 días en un territorio que el sábado llegó al cien por ciento de ocupación de camas de terapia intensiva con pacientes de Covid-19.
El presidente Jair Bolsonaro no reconoce al Gobierno del presidente Nicolás Maduro, y al aferrarse a esa posición ideológica desprotege a sus ciudadanos.
Esta semana varios senadores expresaron que, además de mentir, Araújo ha saboteado el acceso a vacunas contra el coronavirus y ha adoptado posiciones negacionistas ante la pandemia y cuestionado el papel de la ciencia.
En las últimas horas han renunciado seis ministros y tres altos cargos militares del gobierno del mandatario ultraderechista.
Los tres altos cargos de las fuerzas armadas de Brasil renunciaron en bloque este martes, dejando a los tres brazos armados de la administración de Jair Bolsonaro acéfalos y al mandatario ultraderechista sumido en una crisis de apoyos.
Es la primera vez en la historia de Brasil que dimiten al mismo tiempo lo jefes del Ejército, Armada y Aviación, el general Edson Leal Pujol, el almirante Ilques Barbosa, y el teniente de Brigada del Aire, Antônio Carlos Bermudez, respectivamente, y se fueron diciendo públicamente que «no participarán de ninguna aventura golpista».
El descontento de la cúpula militar se agravó cuando Bolsonaro decidió echar al titular del Ministerio de Defensa, el también militar Fernando Azevedo y Silva. En la masiva renuncia ministerial se fue también uno de sus más grandes defensores, el ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo.
En lugar de Azevedo asumió Walter Braga Netto, quien estuvo el lunes en una tensa reunión entre Bolsonaro y varios titulares de carteras ministeriales, según publica Folha de Sao Paulo. Hubo momentos de tensión en el encuentro, lo que se tradujo en un comunicado del Ministerio de Defensa en donde dice que los jerarcas serán «reemplazados» y no que hayan «renunciado».
El medio asegura que es un intento de Bolsonaro por reafirmar que aún tiene autoridad por encima de sus ministros. Informes dados por fuentes cercanas a los hechos a la prensa brasileña indican que hubo discusiones, gritos y golpes a la mesa, pero el ministro de Comunicaciones dijo a CNN Brasil que eran aseveraciones falsas.
El resto de ministros que completan el recambio son Luiz Eduardo Ramos (Secretaría de Gobierno), Walter Souza Braga Netto (Jefatura de Gabinete, pasó al ala militar) y José Levi (Fiscalía General, o AGU).
Adiós a seis ministros, el partido militar y la bomba epidemiológica
En este artículo la autora analiza la última crisis ministerial del gobierno Bolsonaro.
El ultraderechista presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, realizó una profunda reforma ministerial, con cambio de titular de seis carteras incluyendo las de Relaciones Exteriores, Defensa y Justicia, coincidiendo con la reaparición activa de Lula como líder político, favorito para ganar las elecciones presidenciales de 2022, si es que se dan.
La reforma se produce en momentos en que el presidente está arrinconado por la pandemia que ha costado la vida a unas 314 mil personas e infectó a 12,5 millones y se enfrenta al aislamiento internacional por haberse convertido en un jefe de Estado que amenaza la seguridad sanitaria global.
Sin dudas, el nuevo equipo de gobierno es hijo del desgaste de una administración que acaba de cumplir sólo dos años y dos meses con la popularidad del mandatario en baja, que se unió al progresivo deterioro de su alianza con el frente de partidos de derecha («centrao«), que comandan ambas cámaras legislativas, que amenazan con una eventual comisión investigadora sobre la medidas ante coronavirus y/o autorizar la apertura de un impeachment (juicio político) al presidente.
Los cambios, como informaron en Brasil de Fato, se iniciaron con la renuncia del canciller Ernesto Araújo, a quien le siguieron los ministros Fernando Azevedo e Silva (Defensa), André Mendonça (Justicia), Luiz Eduardo Ramos (Secretaría de Gobierno), Walter Souza Braga Netto (Jefe de Gabinete) y José Levi (Fiscalía General, o AGU). Tres de los ministros fueron trasladados a otras carteras: Braga Netto se encargará de Defensa; Mendonça será Fiscal General; y Ramos pasará a la Jefatura de Gabinete.
Mientras, Carlos Alberto Franco França tomará las riendas de Relaciones Exteriores, Flávia Arruda se encargará de la Secretaría de Gobierno y Anderson Torres tomará Justicia. Cabe recordar que una semana antes había caído el ministro de Salud, general Eduardo Pazuello, reemplazado por el médico Marcelo Queiroga.
Es extremadamente raro el despido repentino de seis ministros en poco más de dos horas; más que todos las substituciones se procesasen tan rápidamente. Igualmente raro es el clima general de normalidad en la prensa y en los círculos políticos con los nuevos miembros acomodados en los espacios abiertos, sin mayor revuelo. Cuesta creer que haya improvisación en este vertiginoso y, aparentemente, metódico proceso.
No hay dudas de que el nuevo gabinete es demostración de que Bolsonaro acaba de ceder ante el ‘centrao‘, aunque las aguas siguen turbulentas debido a que mantiene viva su disposición a fogonear la grave crisis del país, manteniendo vivos sus ingredientes básicos (la desocupación, el aislamiento social contra el virus y un subsidio estatal irrisorio) a la espera de un quiebre, donde –según analistas- tendrían un papel importante las milicias parapoliciales bolsonaristas actuantes en varios estados, como Rio de Janeiro o Bahia.
El partido militar
Quizás lo más importante fue la caída del general Fernando Azevedo e Silva, como titular de Defensa, exigida por Bolsonaro después que el general divulgase una nota formal con un párrafo donde insistió en preservar las Fuerzas Armadas como instituciones de Estado. Fue reemplazado por otro general, Walter Souza Braga Netto.
Para algunos analistas, la salida de Azevedo e Silva tomó por sorpresa a altos mandos que mantuvieron una reunión de urgencia en la que se habría analizado la renuncia de los tres comandantes, informó el diario O Globo. Otros especulan que la carta escrita por el ex jefe de Defensa, Azevedo, haya tenido el visto bueno el comandante del Ejército, general Edson Pujol, un militar que gusta de ser llamado institucionalista.
Éstos señalan que en sectores del generalato observan con atención la «politización» -el proselitismo-, de las corporaciones castrenses, especialmente la tropa y la baja oficialidad, impulsadas por Bolsonaro. Obviamente esta situación reaviva el antiguo desprecio del generalato hacia aquel Bolsonaro que en los 80 fue procesado por la justicia militar por planear atentados con explosivos a modo de reivindicación por aumentos salariales, lo que terminó en su expulsión «blanca» de la fuerza, como señaló recientemente Emir Sader.
Pero el contexto lleva a creer que todo esto haya sido una operación planeada previamente, señala el analista Jeferson Miola. El gobierno y todo el proceso está comandado por los generales del Partido Militar:” tú eres una de las personas responsables de que yo esté aquí «, dijo el agradecido Bolsonaro al ex comandante del Ejército, general Villas Bôas.
Pero no se puede eliminar la hipótesis de que el debilitado Bolsonaro, ante el riesgo de ser descartado por el Partido Militar, busque hacer alarde de su explosiva base social: la policía militar estatal y la policía en general; soldados, plazas y sectores de oficiales de las Fuerzas Armadas; milicias armadas y fundamentalistas religiosos. El estímulo de la manada bolsonarista a la sedición de la policía militar en Bahía y la elección del ministro de Justicia son coherentes con la hipótesis.
Incluso esta narrativa termina siendo beneficiosa para el partido de los generales, porque refuerza el papel que los comandantes de las Fuerzas Armadas se autoatribuyen como garantes del sistema y así continúan colgando como una densa niebla sobre la democracia, el estado de derecho y las instituciones civiles, añade Miola.
El gobierno y todo el proceso está comandado por los generales del partido Militar: “ tú eres una de las personas responsables de que yo esté aquí «, dijo el agradecido Bolsonaro al excomandante del Ejército, general Villas Bôas.
Pero no se puede eliminar la hipótesis de que el debilitado Bolsonaro, ante el riesgo de ser descartado por el Partido Militar, busque hacer alarde de su explosiva base social: la policía militar estatal y la policía en general; soldados, plazas y sectores de oficiales de las Fuerzas Armadas; milicias armadas y fundamentalistas religiosos. El estímulo de la manada bolsonarista a la sedición de la policía militar en Bahía y la elección del ministro de Justicia son coherentes con la hipótesis.
Incluso esta narrativa termina siendo beneficiosa para el Partido de los generales, porque refuerza el papel que los comandantes de las Fuerzas Armadas se autoatribuyen como garantes del sistema, y así continúan colgando como una densa niebla sobre la democracia, el estado de derecho y las instituciones civiles.
Volviendo a la hipótesis de la puesta en escena, de una operación de diversión del Partido Militar, la demostración parece estar en las portadas de los principales diarios del país, que parece reproducir un comunicado del Ejército, que intenta inculcar la falsa idea de distanciamiento / disociación de las Fuerzas Armadas del gobierno que fue electo, conformado y administrado por el propio Partido Militar.
El periódico Folha de Sao Paulo señala que » Bolsonaro cambia 6 ministros, acaricia el centro y sorprende a los militares «; O Globo indica que «Bajo presión, Bolsonaro cede al centrão y trata de controlar a los militares «; O Estado de Sao Paulo dice que «El ministro de Defensa cae por negarse al uso político de las Fuerzas Armadas «; Valor Económico sostiene que «Los militares resisten la alineación«; y Correio Braziliense que «Bolsonaro cede ante el centrão y abre una crisis con los militares«.
El presunto motivo de la destitución del general Fernando Azevedo e Silva encaja como un guante para la construcción de la falacia: habría sido el supuesto enfado de Bolsonaro con una entrevista al general Paulo Sérgio exponiendo la visión científica del Ejército en oposición al negacionista del gobierno, en el enfrentamiento de la pandemia.
Tras el regreso de Lula, el Partido Militar mueve las piezas del tablero para ajustar su estrategia a la nueva realidad. El arreglo de diversión del gobierno es parte de este movimiento, mientras invierten en la formación de un frente anti-Lula que reúna a la derecha tradicional, los medios hegemónicos y las facciones de extrema derecha – Moro-Lavajatista y militar-Bolsonarista- para las elecciones de 2022, señala Miola.
El general Santos Cruz y Sergio Moro, el ex juez del Lava jato y ex ministro de Justicia de Bolsonaro, se están probando como posibilidad de asumir, esta vez, el papel de Caballo de Troya del Partido Militar que ya ha jugado el actual presidente.
Se especula que al menos buena parte del alto mando no estaría dispuesto a participar en las habitualmente mencionadas asonadas impulsadas por el presidente para dar paso a un estado de sitio. El último pretexto citado por Bolsonaro es impedir que los gobernadores decreten aislamientos sociales contra la covid, a los que compara con «estados de sitio» propios de una dictadura. Un contrasentido, viniendo de Bolsonaro.
Adiós a un canciller ultramontano
Si llamó la atención la renuncia de Azevedo, no fue así con la esperada retirada del ultramontano ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo, tras la crisis desatada el sábado último en el Senado, donde citó una frase en latín de Benito Mussolini. Los presidentes del Senado y Diputados, Rodrigo Pacheco y Arthur Lira, los dos oficialistas, exigieron junto a muchos otros legisladores la salida del canciller, amenazando con un impeachment con el ministro saliente y también, eventualmente, otro con Bolsonaro.
Fue obsecuente con Bolsonaro a la hora mostrar su vasallaje al presidente estadounidense Donald Trump y también para hostilizar a la Argentina posmacrista, a China –el mayor comprador de Brasil– y a varios gobiernos europeos y asiáticos, como señalaba Emir Sader.
Araújo salió de la mediocridad para revelarse, como ministro, discípulo radical de Olavo de Carvalho, el ex astrólogo que se autonombró filósofo y envía mensajes ultraderechistas por las redes sociales.
El auge de su desastre se dio desde el principio de la pandemia cuando Araújo atacó duramente la Organización Mundial de Salud, acusó al gobierno chino de haber creado el coronavirus, que llamó de “comunavirus”, mostró simpatía con los vándalos fascistas que invadieron el Congreso en Washington, denunció como fraudulenta la elección de Joe Biden, se negó a buscar diálogo con China para acelerar la compra de vacunas, y se enemistó con India, otro proveedor importante. Todo un récord.
En Brasil, muchos recuerdan que durante una visita de Bolsonaro a Trump, a Araujo se le prohibió el ingreso al salón donde ambos mandatarios se reunirían, a donde sí pudo acceder Eduardo, uno de los hijos de Bolsonaro, revelado desde entonces como el verdadero mandamás de la política externa brasileña
Salieron varios ministros, pero no cambió la política siniestra de Bolsonaro, mientras los militares deshojan la margarita para saber si se hacen corresponsables del desastre: gracias a Bolsonaro y la derecha brasileña, más de un tercio de los contagios y muertes por la covid-19 en el mundo, provienen de Brasil que ganó el estatus de epicentro del virus en el mundo, una bomba de tiempo epidemiológica global.
Juaraima Almeida es investigadora brasileña y analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
El nuevo ministro de Defensa de Brasil se estrena exaltando el golpe de 1964
Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura, lleva a la esfera pública los aniversarios de la asonada desde que llegó al poder
Última actualización Abr 1, 2021 LA REPÚBLICA uy
El primer acto del nuevo ministro de Defensa de Brasil fue recibir a los tres jefes de las Fuerzas Armadas, que le presentaron sus renuncias. El siguiente, que coincide con el 57 aniversario del golpe de Estado de 1964 este miércoles, ha sido difundir una nota en la que exalta la quiebra constitucional. «Pacificar el país» era el objetivo, escribe el general Walter Braga Netto. «El movimiento de 1964 es parte de la trayectoria histórica de Brasil», añade.
A la convulsión política por la abrupta salida de los comandantes de las Fuerzas Armadas que siguió a una gran reforma ministerial, se suma la catástrofe del coronavirus. Este martes Brasil alcanzó un nuevo máximo de fallecidos. El enésimo. Murieron 3.780 personas en 24 horas. Mientras, el presidente Jair Bolsonaro sigue en sus trece. Este miércoles ha insistido en que la prioridad es salir a trabajar. Y, según él, para autoritarios, los alcaldes y gobernadores, que adoptan restricciones para frenar el virus que suponen «extrapolar un estado de sitio», según ha declarado tras reunir al gabinete de crisis de la pandemia. Al golpe no se ha referido. Y no ha permitido preguntas.
La nota del ministro de Defensa, nombrado el lunes, afirma que «los eventos de hace 57 años» deben ser interpretados como una respuesta a «la expansión de ideologías totalitarias», en referencia al comunismo, aunque no lo explicita, en el contexto de «la Guerra Fría que envolvió a América Latina». Esa narrativa es la que defiende con vehemencia desde hace años el actual presidente, Jair Bolsonaro. Nada dice el comunicado de la represión de las dos décadas siguientes.
Al llegar al poder, el actual presidente llevó las conmemoraciones del golpe a la esfera pública. Hasta entonces era una fecha discretamente celebrada en los cuarteles y que militares retirados recordaban con comidas en clubes de uniformados.
El Gobierno de Bolsonaro ha pleiteado en los últimos meses para poder organizar actos para conmemorar el golpe. Un tribunal de Brasilia se lo autorizó por cuatro votos a uno hace dos semanas. Más allá de la difusión de la orden del día del Ministerio de Defensa, no ha habido ningún acto gubernamental. Otros eventos han sido suspendidos a causa de la pandemia. Por ejemplo, la tradicional comida que organiza el Club Militar de Río de Janeiro para recordar lo que denomina «la revolución democrática de 1964».
El mandatario creó un gabinete de crisis para gestionar la pandemia cuando Brasil superaba los 300.000 muertos. Tras la reunión de este martes, ha anunciado que la semana próxima se reanuda la paga del coronavirus. Esta vez será para menos beneficiarios y por una cuantía menor. La avalancha de casos es tal que varios cementerios de la metrópoli de São Paulo han empezado a enterrar también durante las noches a la luz de potentes focos. Los hospitales siguen recibiendo miles de infectados que necesitan ser atendidos en UCI. Son más jóvenes y llegan más graves que en la primera ola.
Además de paliar los daños de la crisis económica, espera que las ayudas frenen su desgaste político. Los jefes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea presentaron sus renuncias el martes en protesta por las presiones de Bolsonaro para politizar los cuarteles. El presidente quiere a los militares de su lado en el duro pulso que mantiene con otras autoridades a cuenta de la pandemia.
El gobernador de São Paulo, João Doria, que en la crisis sanitaria se ha erigido en uno de los principales antagonistas del presidente, ha criticado la nota de Defensa: «Como hijo de un diputado destituido que vivió 10 años en el exilio, considero esta carta una afrenta que propone la celebración de un golpe militar que victimizó a miles de brasileños, no solo en la política, personas silenciadas, maltratadas y muy dañadas».
Bolsonaro siempre festejó el golpe. A menudo en solitario, como el 31 de marzo de 2014, cuando era diputado y posó ante una pancarta gigantesca que decía: «Felicidades, militares, gracias a vosotros Brasil no es Cuba». Su abierta defensa del régimen militar es lo que más le distinguía del resto de parlamentarios durante sus tres décadas como diputado.
La presidenta Dilma Rousseff, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), tomó algunas medidas que muchos militares no le perdonan. Impulsó la Comisión de la Verdad, que determinó que 434 personas fueron asesinadas y señaló a 377 perpetradores. La presidenta, destituida años después, eliminó el aniversario del calendario de festivos de las Fuerzas Armadas.
El mandatario era un adolescente cuando entró en la academia militar unos años después del golpe. Se formó, como los altos mandos militares actuales, durante la dictadura que acabó en 1985. Entró en política tras salir del Ejército.
Los nuevos Jefes militares
El ministerio de Defensa de Brasil anunció este miércoles por la tarde los nuevos comandantes de las Fuerzas Armadas. El general Paulo Sérgio Nogueira de Oliveira es el hombre elegido para dirigir el Ejército, el almirante Almir Garnier queda al frente de la Armada y el teniente general Carlos Almeida Baptista junior liderará la Fuerza Aérea. La anterior cúpula militar renunció en bloque este martes descontenta con las crecientes presiones del presidente, Jair Bolsonaro, para que los militares en activo se impliquen en sus batallas políticas.
Esa renuncia colectiva sumada a la destitución del ministro de Defensa abrió una crisis militar inédita que se suma a la crisis de Gobierno abierta por Bolsonaro con el cambio de seis ministros el lunes.
Cambios en el gobierno Bolsonaro generan reacciones: “No será suficiente”, dice líder
Bolsonaro cambió seis nombres de alto nivel este lunes (29), por presión del “centrão” y críticas a gestión de pandemia
Traducción: Pilar Troya
Los cambios en el gobierno de Jair Bolsonaro (sin partido) este lunes (29) generaron repercusión en el mundo político de Brasilia. A lo largo del día, los ministros de las Relaciones Exteriores y de Defensa, Ernesto Araújo y Fernando Azevedo e Silva, respectivamente, dejaron sus cargos.
El ministro de la Abogacía General de la Unión (AGU), José Levi, también salió del gobierno. El renunció y fue sustituido por André Mendonça, que deja el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública para retornar a la AGU, institución que ya estuvo bajo su mando entre enero de 2019 y abril de 2020.
El nuevo titular de la cartera será el delegado de la Policía Federal Anderson Gustavo Torres, señalado como amigo personal del senador Flavio Bolsonaro, hijo del presidente. Torres era secretario de Seguridad del Distrito Federal.
También se cambiaron otros nombres. El general Luiz Eduardo Ramos salió de la Secretaria de Gobierno para comandar la Casa Civil [Jefe de Gabinete], mientras que el general Braga Netto deja esta última posición para asumir el Ministerio de Defensa.
La Secretaría de Gobierno ahora tendrá como titular a la diputada federal Flavia Arruda (PL-DF), esposa del exgobernador del Distrito Federal José Roberto Arruda.
Centrão presionó por cambios
Los cambios vinieron después de presiones del llamado “centrão”, grupo de parlamentarios que da sustentación política al presidente Jair Bolsonaro en el Congreso Nacional. El “centrão” es un grupo de partidos sin orientación ideológica clara que adhiere a los más diferentes gobiernos a cambio de beneficios para sí.
Cambios de ministros y cargos jerárquicos superiores ya habían sido proyectados por los analistas tras bastidores desde febrero debido a los acuerdos entre el gobierno y el “centrão” para elegir a los presidentes de la Cámara y del Senado.
Pero la danza de las sillas vino también como capítulo siguiente a las sucesivas críticas de la gestión por parte de los parlamentarios debido a la mala conducción de la pandemia.
“Acorralado por el desastre de su gobierno, Bolsonaro sustituye ministros para tratar de garantizar apoyo en el Congreso. No será suficiente. Ningún partido quiere hundirse junto con un pésimo presidente. Vendrá otro cambio y tampoco funcionará. El problema es el presidente”, dijo, por Twitter, el líder de la oposición en la Cámara, Alessandro Molon, de centroizquierda, del Partido Socialista Brasileiro.
“Entra un ministro y sale otro, y la incompetencia de este gobierno debe continuar aumentando: faltan vacunas, medicamentos, camas en UCI y, principalmente, falta el compromiso del gobierno por salvar vidas en esta pandemia”, reaccionó, en nota, el líder de la minoría en el Senado, Jean Paul Prates, del Partido de los Trabajadores.
Este martes (30) el Ministerio de la Defensa anunció la salida de los comandantes de las tres ramas de las Fuerzas Armadas: Edson Pujol (Ejército), Ilques Barbosa (Marina) y Antonio Carlos Moretti Bermudez (Aviación). En la nota, el ministerio no informó el motivo de la salida de los tres ni anunció los sustitutos.
Edición: Poliana Dallabrida
Brasil: Los cambios que se vislumbran en un escenario siniestro
Fernando de la Cuadra|
En su novela el El Gatopardo, el escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa pone en boca del personaje Tancredi -el sobrino del príncipe Fabrizio Salina-, aquella frase que se ha transformado en un arquetipo clásico del análisis y la acción política: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.
Éste parece ser el espíritu de los cambios ministeriales realizados por el ex capitán en puestos importantes de la estructura de poder, es decir, de aquellos ministerios más cercanos al Palacio do Planalto (Relaciones Exteriores, Casa Civil, Secretaria de Gobierno, Justicia y Seguridad Pública, Defensa y Abogacía General de la Unión). La mitad de ellos son enroques entre ministros, ajustes de piezas en un tablero pensado para darle mayor capacidad de articulación al gobierno.
El nuevo canciller que reemplaza a Ernesto Araujo, se caracteriza por su bajo perfil y por ser una figura irrelevante, también adicta a las ideas de Olavo de Carvalho, el delirante astrólogo que dirige desde Virginia a sus seguidores antiglobalistas y ultraconservadores. Por lo tanto, nada parece mudar bajo el sol de Brasilia en un contexto de indiscutible desgaste del gobierno y en especial de la figura del presidente que se siente arrinconado y muestras los dientes.
Quizás si el cambio más sensible en este momento sea el efectuado en la pasta de Defensa, pues repercutió inmediatamente en la decisión de los tres comandantes de las Fuerzas Armadas de solicitar la renuncia a sus respectivas jefaturas.
Previamente, en su carta de despedida, el General Fernando Azevedo había expresado que trató de preservar al máximo la autonomía de la Fuerzas Armadas, considerando que ellas son instituciones del Estado brasileño y no una milicia de apoyo a los arrebatos gubernamentales, como ha sido la pretensión de Bolsonaro y de su grupo ideológico más radicalizado.
En definitiva, el ex ministro Azevedo se opuso a una operación militar como deseaba el mandatario, que implicaba decretar el estado de sitio y, de esa manera, intervenir en los Estados de la Federación para obligar a los gobernadores a suspender las medidas de aislamiento y lockdown que muchos de ellos han decretado, como uno de los mecanismos necesarios para impedir la expansión de la pandemia.
El ex capitán se resiste tajantemente a acatar estas medidas por el impacto que ellas tienen sobre la economía de las regiones.
La decisión sobre la salida del ministro de Defensa sería también una señal para las Fuerzas Armadas certifiquen su apoyo incondicional a un gobierno delirante que lucha contra enemigos poderosos, es decir, todos los detractores de su política de negar la gravedad de la pandemia a partir de una visión obtusa por recuperar la “normalidad”.
Aún más, en estos días el ex capitán supone que cuenta con la complicidad de los militares cuando el 1 de abril se rememora un nuevo aniversario del Golpe Militar de 1964, que derrocó al gobierno democrático de João Goulart, instalando una dictadura cruenta que duraría 21 años.
Por lo mismo, la renuncia de los Comandantes en Jefe reposiciona el debate sobre la posible gestación de un autogolpe dentro del gobierno, el cual tendría como objetivo entregarle poderes extraordinarios al Ejecutivo para hacer y deshacer a su antojo, dentro del complejo escenario político en que se encuentra el país, marcado por la tragedia del Covid-19, el colapso sanitario, la recesión económica, el desempleo y el aumento acelerado de la pobreza.
Sin embargo, más que una asonada golpista avalada por los nuevos comandantes, lo que se puede producir es un distanciamiento cada vez mayor entre la cúpula militar y los anhelos del núcleo ideológico del gobierno que intentan cooptar y presionar a las Fuerzas Armadas para obtener su apoyo en el endurecimiento de las posiciones frente al Parlamento, gobernadores, alcaldes y Poder Judicial, especialmente sobre el Supremo Tribunal Federal.
Difícilmente las Fuerzas Armadas se involucrarán en el actual contexto en una aventura tan bizarra como un autogolpe. Este es sin indiscutiblemente uno de los peores periodos de la historia de Brasil, cuando su desprestigio por ser el mayor reservatorio del coronavirus en el planeta es del consenso de toda la comunidad científica y de organismos multilaterales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Brasil se ha transformado en un paria dentro de la comunidad internacional, no solamente debido a su ausencia de voluntad para combatir la pandemia, sino también por su política medioambiental de destrucción del ecosistema, de violación a los Derechos Humanos de Pueblos Indígenas, comunidades negras y grupos LGBTI, así como por su displicencia frente a los casos de corrupción que han recrudecido en los últimos dos años.
Efectivamente, la actual administración ha destinado una parte significativa del PIB para equipar y mejorar la infraestructura y las condiciones salariales de las diversas ramas del Ejercito, la Marina y la Aeronáutica, pero ello no ha sido suficiente para obtener el apoyo incondicional a su gestión desastrosa, que viene siendo cada vez más cuestionada en las esferas militares. Asumiéndose como los “salvadores de la patria”, las Fuerzas Armadas se han empeñado en trabajar para acabar con la mortandad y la crisis humanitaria desatada en el país, entrando en ruta de colisión con el negacionismo mostrado por Bolsonaro y sus asesores más acérrimos.
Por su parte, el Congreso dominado por un agregado de partidos fisiologistas y pragmáticos (Centrão), también viene acusando recibo del colapso generalizado de hospitales, clínicas y hasta de los servicios funerarios, que compromete la reelección de muchos de sus miembros. La iniciación de un proceso de impeachment, que parecía improbable hace dos meses atrás, es una posibilidad que no se puede descartar de plano en este nuevo escenario crítico y caótico que apunta a Bolsonaro como el principal culpable.
Con más de 310 mil fallecidos y casi 13 millones de contagiados, la tragedia de los brasileños no parece tener fin. Con un gobernante incompetente y extremista apoyado por una horda de simpatizantes neofascistas y oscurantistas, Brasil parece una nave a la deriva en un mar tempestuoso con una tripulación desesperada y acorralada entre el delirio y la ignorancia.
Por lo mismo, es de suma urgencia convocar a todas las fuerzas políticas y sociales que estén dispuestas a participar en la construcción de un pacto de salvación nacional que permita salir cuanto antes de esta pesadilla que amenaza seriamente la vida y los proyectos de la inmensa mayoría de sus habitantes.
*Doctor en Ciencias Sociales. Editor del Blog Socialismo y Democracia. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Covid-19
Brasil se enfrenta al mayor colapso sanitario y hospitalario de su historia
Según Fiocruz, 24 estados y el Distrito Federal tienen tasas de ocupación de camas de UCI para covid superiores al 80%
Traducción: Roxana Baspineiro
Ante el actual escenario de pandemia, la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), el mayor centro de investigación científica de América Latina, presentó, el martes (16), una nueva edición del "Boletín Extraordinario del Observatorio Covid-19 Fiocruz". El análisis llama la atención sobre los indicadores que apuntan a una situación extremadamente crítica en el país brasileño. Según los investigadores que realizaron el análisis, se trata del mayor colapso sanitario y hospitalario de la historia de Brasil.
El boletín muestra que, actualmente, de las 27 unidades federativas, 24 estados más el Distrito Federal tienen tasas de ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) para adultos en el Sistema Único de Salud (SUS) iguales o superiores al 80%, 15 con tasas iguales o superiores al 90%. En cuanto a las capitales, 25 de las 27 tienen estas tasas iguales o superiores al 80%, 19 de ellas superiores al 90%.
Los datos se basan en informaciones de los Departamentos de Salud de los Estados / Fiocruz
Los datos proceden de los Departamentos de Salud de los Estados y del Distrito Federal, y de los Departamentos de Salud de las capitales. Estas nuevas informaciones se añaden a los datos históricos ya presentados por el Boletín. El mapeo aporta datos obtenidos desde el 17 de julio de 2020.
Para evitar que el número de casos y muertes se extienda aún más por el país, así como para reducir las tasas de ocupación de camas, los investigadores abogan por la adopción rigurosa de acciones de prevención y control, como medidas más estrictas para restringir las actividades no esenciales. También destacan la necesidad de ampliar las medidas de distanciamiento físico y social, el uso de mascarillas a gran escala y la aceleración de la vacunación.
El municipio de Araraquara, en el estado de São Paulo, se presenta en el Boletín como uno de los ejemplos actuales de cómo las medidas de restricción de actividades no esenciales evitan el colapso o la prolongación de la situación crítica en los servicios y sistemas de salud. Con las medidas adoptadas por el municipio, Araraquara consiguió reducir la transmisión de casos y muertes, protegiendo la vida y la salud de la población.
Los datos se basan en informaciones de los Departamentos de Salud de los Estados / Fiocruz
Una prestigiosa institución científica advierte que Brasil sufre el "mayor colapso sanitario y hospitalario de la historia"
La Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) comunicó este miércoles que Brasil atraviesa el "mayor colapso sanitario y hospitalario de la de historia" por causa del coronavirus. La prestigiosa institución científica explicó que 24 de los 26 estados y el Distrito Federal tienen una tasa de ocupación igual o superior a un 80 % en las camas de la Unidades de Terapia Intensiva (UTIs) en el sistema público de salud. De entre ellos, 15 estados tiene una tasas de ocupación de un 90 %.
El estado de Rio Grande do Sul, que batió récord de muertes en 24 horas con 502 fallecidos, es el que peor se encuentra, al registrar una tasa de ocupación de un 100 %.
Brasil alcanzó el martes un nuevo récord de muertes con 2.841 fallecidos en 24 horas y totalizó así 282.400 decesos. Los contagiados ya superan los 11,6 millones.
Los investigadores de Fiocruz piden que se adopten "rigurosas acciones de prevención y control, con mayor rigor de las restricciones de actividades esenciales, para evitar el número de muertos y disminuir las tasas de ocupación hospitalaria".
Entre las medidas que recomienda están el uso de mascarilla, la vacunación, la prohibición de eventos, el cierre de playas y bares o la suspensión de las actividad presenciales de todos los niveles de educación.
Pésima gestión
En un rueda de prensa, el nuevo ministro de Salud, Marcelo Queiroga, que asumirá el cargo oficialmente el jueves, advirtió que el número de fallecidos en el país disminuirá gracias al distanciamiento social.
"Solo conseguiremos reducir las muertes con dos puntos principales. Primero, con políticas de distanciamiento social que permitan disminuir la circulación del virus. Segundo, con una mejora de la capacidad asistencial de nuestros servicios hospitalarios", dijo.
Queiroga volvió a reiterar que el Ministerio de Salud ejecuta la política del Gobierno, contrario a las medidas adoptadas por los gobernadores para garantizar el distanciamiento social, entre ellas el confinamiento.
Esta semana, presionado por su caótica gestión en la lucha contra el covid-19, Bolsonaro cambió a su ministro de Salud, Eduardo Pazuello, el tercero en dirigir la cartera desde el comienzo de la pandemia. Queiroga, el cuarto ministro al cargo de Salud, tendrá como misión impulsar la hasta ahora lenta campaña de vacunación, así como el enorme desafío de cambiar la erosionada imagen del Gobierno.
Una encuesta realizada por el Instituto Datafolha, recogida por el diario Folha de Sao Paulo, muestra que un 54 % de los brasileños piensan que ha sido pésima la gestión de Bolsonaro en la crisis por la pandemia, y supera así al 48 % del sondeo de enero. Además, un 43 % opina que es el presidente es el principal culpable de la situación que atraviesa el país.
Bolsonaro llama "idiotas" a quienes piden al Gobierno que compre vacunas contra el coronavirus
En un momento en que Brasil vive los peores días de la pandemia, su presidente, Jair Bolsonaro, llamó este jueves "idiotas" a quienes piden al Gobierno que compre vacunas.
"Hay idiotas que vemos en las redes sociales, en la prensa [diciendo] 've a comprar vacunas'. Solo si es en la casa de tu madre", comentó a sus seguidores en Uberlândia, municipio situado en el estado de Minas Gerais.
Actos seguido, el mandatario añadió: "No hay [vacunas] para vender en el mundo". En el mismo encuentro, Bolsonaro comunicó que este mes serán distribuidas 22 millones de dosis a la población.
Sus declaraciones se producen después de que el miércoles, el Ministerio de Salud firmase un contrato para la compra de 100 millones de dosis de los laboratorios Pfizer y 38 millones de dosis de Janssen.
Bolsonaro llegó a vetar en octubre la adquisición de la vacuna CoronaVac, producida por el producida por el Instituto Butantan en colaboración con la farmacéutica china Sinovac, y que en la actualidad es utilizada en el programa nacional de inmunización junto a la del grupo anglo-sueco AstraZeneca.
Pese a ser mundialmente reconocido por su capacidad para producir vacunas e inmunizar a millones de personas en un tiempo reducido, Brasil arrancó tardíamente, hace más de un mes, su campaña de vacunación como consecuencia de la tardanza en negociar con las grandes farmacéuticas.
"No se quede en casa"
Tras visitar Uberlândia, el presidente viajó después a São Simão, en el estado de Goiás, donde el miércoles se registró un récord de fallecidos por coronavirus, 169 en un día. Desde allí volvió a criticar las medidas de cuarentena adoptadas por los gobernadores en un intento de frenar la escalada de contagios y fallecidos.
"No se quede en casa, no se acobarde. Tenemos que afrontar nuestros problemas (...) ¿Hasta cuándo vamos a llorar?", espetó en un discurso en el que destacó la importancia de respetar a los ancianos. "Obviamente respeto a los ancianos, a los que tienen enfermedades, pero ¿dónde se quedará Brasil si paramos?", preguntó.
Bolsonaro agregó que "la actividad esencial es toda aquella que es necesaria para que el cabeza de familia puede llevar el pan a casa".
Brasil alcanzó el miércoles 1.910 muertes por coronavirus, la cifra diaria de decesos más alta desde el inicio de la pandemia. Con ese reporte, el número total de contagiados subió a 10.718.630 y a 257.361 el de fallecidos.
Gobierno de Bolsonaro lanza campaña estatal antivacunas
Una campaña patrocinada por el gobierno brasileño desestima que la gente se vacune contra el coronavirus.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, anunció que la vacuna contra el COVID-19 no será obligatoria en su país, a pesar de ser el segundo del mundo con más contagios (más de 4 millones hasta el 2 de setiembre) y el segundo con más muertos (123.900 a la misma fecha).
Por medio de su Secretaría de Comunicación (SECOM), el gobierno del ultraderechista señala que «invertirá en la producción de la vacuna» contra el coronavirus pero adelantó que «imponer obligaciones definitivamente no está en los planes». Por medio de gráficas distribuidas por redes sociales, la SECOM entrecomilló frases del presidente, como «nadie puede obligar a nadie a recibir una vacuna» y cierra con el eslogan «el Gobierno de Brasil aprecia las libertades de los brasileños».
El país ha invertido millones de dólares para adquirir 100 millones de dosis de la vacuna candidata Oxford contra el COVID-19 y armó una infraestructura para su eventual producción en Brasil.
Al mismo tiempo, el Gobierno regional de Sao Paulo, el más poblado del país con 45 millones de habitantes, concretó una asociación con el laboratorio chino Sinovac para importar y producir su versión del antídoto.
Brasil cierra un mes de marzo trágico con las peores cifras de fallecidos por covid-19
Brasil tuvo un mes de marzo trágico con un crecimiento vertiginoso de fallecimientos por el coronavirus. El mes finalizó con 66.868 muertes y 20.799 se produjeron en los últimos siete días.
Según los datos del consorcio de vehículos de prensa, en 18 de los 27 estados se registraron cifras récords de muertes desde que comenzó la pandemia hace algo más de un año.
En ciudades como Sao Paulo, las más rica y poblada, los cadáveres se transportan en camionetas escolares, mientras los hospitales se llenan de víctimas que colapsan las Unidades de Cuidados Intensivos (UTIs).
Las alarmas saltaron en este estado tras el anuncio de una nueva variante similar a la sudafricana. Aunque solo se ha detectado en un solo caso y la persona está aislada, las autoridades sanitarias investigan si hay más contagiados.
Panorama desolador
También el miércoles las cifras volvían a dejar un panorama desolador en el país cuando 2.950 morían en tan solo 24 horas. Brasil lleva 15 días seguidos con un promedio de 2.000 muertos por día y 70 por encima de los 1.000 decesos. En total, ya son 321.886 personas las que han perdido la vida y más de 12,7 millones las infectadas.
La prestigiosa Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) ha aconsejado a la población que permanezca en sus casas durante estos días de fiestas por Semana Santa. "Ninguna medida es capaz de impedir totalmente la transmisión del covid-19", advirtió.
Fiocruz alerta de que la situación es "extremadamente crítica", con 18 estados de los 27 con más un un 90 % de las camas ocupadas en las Unidades de Terapia Intensiva (UTIs), y siete con una ocupación de 84 % a 89 %.
En contra de sus recomendaciones, el fiscal general de la República, Augusto Aras, solicitó a la Corte Suprema que no permita que los gobernadores estatales suspendan los cultos, misas y otras actividades religiosas. Según Aras, la población brasileña "necesita asistencia religiosa para afrontar un momento tan grave".
En la misma línea, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, exigió el miércoles a los gobernadores que levanten las restricciones impuestas y pidió la vuelta al trabajo. "Tenemos dos enemigos, el virus y el desempleo. Es una realidad. No es quedándonos en casa que vamos a solucionar el problema (...) Solo tenemos un camino: dejar al pueblo trabajar", comentó.
Mientras tanto la vacunación avanza lentamente y, hasta el momento, se ha administrado la primera dosis a un 8,32 % de la población, más de 17,6 millones de personas.
Caos sanitario
Brasil tuvo el fin de semana más letal de la pandemia: 5 mil muertos y 130 mil casos
El país concluyó, el sábado, la peor semana epidemiológica en número de casos y muertes por covid
El sábado último, 25 de marzo, profesionales de salud protestaron contra la muerte de más de 300 mil personas como consecuencia de la Covid-19 - Sergio Lima / AFPEl descontrol de la covid en Brasil deja el trágico saldo de 5.094 nuevos fallecimientos notificados al Consejo Nacional de Secretarios de Salud, el CONASS, este fin de semana, sumados los ocurridos sábado y domingo (28).
Fueron 3.438 muertos el sábado – el tercer día en que la marca de 3 mil muertes fue superada desde el inicio de la pandemia del nuevo coronavirus, en marzo del año pasado y todas fueron en esa semana.
En las últimas 24 horas, Brasil registró más 1.656 víctimas, el domingo más letal de la historia de la covid en el país. Hace un mes, el 27 y 28 de febrero, también un fin de semana, fueron 1.386 muertos el sábado y 721, el domingo (2.107 en total).
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Además de registrar la muerte de 106 brasileños por hora en promedio, el CONASS también recibió 130.274 notificaciones de nuevos casos de covid en Brasil durante el fin de semana. De estos, 85.948 el sábado y otros 44.326 hoy.
Según el órgano, con los registros de ayer, el país cerró la semana epidemiológica de mayor número de casos —en números oficiales— de toda la pandemia, con 539.903 notificaciones en siete días. También fue la tercera semana consecutiva con más de medio millón de casos registrados.
Hasta el cierre de esta materia, el CONASS aún no había actualizado los datos de la semana epidemiológica terminada ayer con relación al total de fallecimientos. Pero lo cierto es que fue igualmente la peor también a este respecto.
:: No tenemos vacuna con la velocidad necesaria para evitar nuevas cepas, alerta investigador ::
En total, 312.206 personas han muerto por la infección, de un total acumulado de 12.534.688 infectados por el virus desde marzo de 2020.
Perfil cambia
A diferencia de lo que sucedió en la llamada primera ola de la pandemia de covid en Brasil, la actual escalada de casos y víctimas está impactando más a grupos etarios más jóvenes. Esto es lo que señala un levantamiento del proyecto “UCI brasileñas”, de la Asociación de Medicina Intensiva Brasileña (AMIB), divulgado ayer por el periódico Folha de S.Paulo.
Según la AMIB, el porcentaje de personas de hasta 45 años en 1.593 UCI públicas y privadas del país aumentó 193% entre febrero y marzo de 2021, comparado con el período de septiembre a noviembre de 2020, considerado de relativa tranquilidad en la demanda por ese tipo de atención, después del peor momento de la primera ola.
:: Asociación Médica Brasileña defiende prohibición de "kit covid" y pide aislamiento ::
Los datos de la AMIB son similares a los de la más reciente edición del Boletín Observatorio Fiocruz Covid-19, divulgado este viernes (26) y que también señala el crecimiento de infectados y víctimas de la infección entre la población de menos edad.
En reportaje de la Folha de S.Paulo, el investigador en salud pública de la Fiocruz, Raphael Guimarães, afirmó que todavía no hay evidencias de que los cuadros más severos entre los más jóvenes tengan relación con alguna variante más agresiva del nuevo coronavirus.
Hay estudios en camino para comprobar o no la hipótesis. Con todo, el estudioso afirma que ya se puede asociar “la enfermedad de un número cada vez mayor de jóvenes, independientemente de la gravedad, a la baja adhesión al distanciamiento. La verdad es que las personas no quieren creer en el mal comportamiento de los grupos.”
Brasil registra 2.233 muertes por coronavirus y más de 75.000 nuevos contagios en 24 horas
Brasil volvió a registrar este jueves un alto número de muertes por coronavirus, al notificar las autoridades 2.233 fallecidos y otros 75.412 casos en la última jornada.
De acuerdo con el reporte del Consejo Nacional de Secretarios de Salud (CONASS), ya son 272.889 los decesos acumulados desde que comenzó la pandemia en el país, mientras que 11.277.717 se contagiaron la enfermedad. En el reporte del miércoles, cuando el país alcanzó la cifra máxima de defunciones en un día, fueron contabilizados 11.202.305 infectados y 270.656 víctimas fatales del covid-19 hasta la fecha.
covid-19
Denuncian a Bolsonaro en la ONU por crisis sanitaria en Brasil
Las organizaciones no gubernamentales brasileñas alertaron que la situación en el país suramericano resulta desesperada
Según la denuncia, Bolsonaro está promoviendo, de palabra y hecho, una devastadora tragedia humanitaria - Amazônia Real / Fotos PúblicasLa Comisión Arns y Conectas Derechos Humanos presentaron una denuncia en las Naciones Unidas contra el presidente Jair Bolsonaro por su irresponsable gestión ante la pandemia de Covid-19, que cobró hasta hoy casi 280 mil muertes en Brasil.
Las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos brasileñas alertaron que la situación en el país suramericano resulta desesperada.
Mediante un video publicado, Maria Hermínia Tavares de Almeida, miembro fundador de la Comisión Arns, dijo que la situación en Brasil es desesperada y que Bolsonaro está promoviendo, de palabra y hecho, una devastadora tragedia humanitaria.
Hizo hincapié en que la Covid-19 está teniendo un gran impacto en la pérdida de vidas y las dificultades económicas, llegando de manera desproporcionada a las comunidades afrodescendientes, indígenas y tradicionales más pobres.
En la 46 ° Sesión del Consejo Internacional de Derechos Humanos de la ONU, que se realiza en Ginebra, Suiza, Maria Hermínia también describió el comportamiento del presidente desde el inicio de la pandemia en el país:
“Vinimos aquí hoy para denunciar las actitudes recurrentes del presidente Jair Bolsonaro hacia la pandemia", aseveró.
"Desdeña las recomendaciones de los científicos; ha sembrado repetidamente el descrédito en todas las medidas de protección - como el uso de máscaras y la distancia social; paralizó la capacidad de coordinación de la autoridad federal de salud, descartó la importancia de las vacunas, se rió de los miedos y las lágrimas de las familias", indicó.
La denuncia también destaca el papel de los demás poderes ante las consecuencias sanitarias y económicas de la pandemia.
"Todas las medidas económicas y sanitarias actualmente vigentes se deben a iniciativas del Congreso Nacional, la Suprema Corte Federal, los gobernadores y alcaldes", puntualizó.
"Por eso estamos hoy aquí para llamar la atención de este Consejo y señalar la responsabilidad del presidente Bolsonaro en promover, de palabra y hecho, una devastadora tragedia humanitaria, social y económica en Brasil", remató.
Récord
54% de la población brasileña rechaza la actuación de Bolsonaro durante la pandemia
Según el Instituto Datafolha, el 43% de los encuestados cree que Bolsonaro es el principal culpable por la crisis
Más de la mitad de los brasileños opinan de malo o muy malo el manejo de la pandemia por parte del presidente Jair Bolsonaro. Según una encuesta del Instituto Datafolha publicada el martes (16), el 54% de los encuestados calificó mal el desempeño del mandatario en el manejo de la crisis sanitaria causada por el nuevo coronavirus. En la encuesta anterior, realizada en enero, la opinión negativa era del 48%.
Tan solo dos de cada diez consultados consideraron de buena la gestión de Bolsonaro. La tasa anterior era del 26 por ciento.
Otro dato importante del estudio indica que el 43% de los encuestados cree que Bolsonaro es el principal culpable de la situación de crisis sanitaria generada por la pandemia.
Sólo el 17% considera culpables a los gobernadores de los estados, muchos de ellos que defienden medidas de aislamiento social más estrictas. Otro 9% mencionó a los alcaldes. Por otro lado, el 15% cree que la culpa se reparte entre los responsables del Poder Ejecutivo y la población.
El marte Brasil llegó a un nuevo récord diario de muertes por covid-19: 2.842. El número de decesos desde el inicio de la pandemia llegó a casi 281.626. El número de infectados en 24 horas fue de 74.595, llegando a más de 11 millones desde el inicio de la pandemia en el país.
Edición: Vivian Fernandes
crisis sanitaria
Un año de covid-19 en Brasil: de 'gripecita' a tragedia anunciada
La lucha contra la pandemia estuvo marcada por la polémicas y falta de compromiso con la vida de la población
Traducción: Luiza Mançano
El viernes (26), se cumple un año del registro del primer caso de infección por coronavirus en Brasil. En este periodo, el país ingresó en la lista de las tres naciones con las peores cifras de la pandemia, con más de 10 millones de infectados y 250 mil muertos.
La primera confirmación tuvo lugar en São Paulo, el 26 de febrero: un hombre de 61 años, infectado en Italia, presentó los síntomas tras regresar a Brasil.
Unos 10 días después, con 13 personas infectadas, el Ministerio de Salud anunció medidas para reforzar la atención hospitalaria. Un mes después del primer registro, el país ya tenía casi tres mil infectados y la velocidad de contagio quedó fuera de control.
Brasil de Fato relata la historia de la pandemia en Brasil, cómo las controversias políticas, la falta de planificación nacional para combatir la covid-19 y el desprecio de las medidas de prevención convirtieron el país en el segundo con mayor número de muertes en el mundo.
Cuando el coronavirus llegó a Brasil, poco se sabía de él. Desde entonces, se actualizaron muchas cosas, pero lo que no cambió fueron las formas de reducir la propagación del covid-19. El aislamiento social y las pruebas masivas son los principales pilares de esta fórmula.
A nivel nacional, ninguna de estas medidas se ha puesto en práctica. Brasil ocupa actualmente el puesto 117 en la lista de países que más pruebas realizan. En ningún momento hubo un monitoreo efectivo de los infectados. Y cada vez hay menos gente que practica el distanciamiento.
Este escenario fue impulsado por el discurso del propio Jair Bolsonaro. En marzo, la primera vez que el presidente salió cadena nacional para criticar la cuarentena, Brasil tenía más del 60% de la población en sus casas. Después, los índices no hicieron más que bajar.
En ese momento, Bolsonaro dijo que los gobernadores y alcaldes que impulsaron el aislamiento deberían "abandonar el concepto de tierra arrasada". Algunos días antes había afirmado que si fuera infectado por covid-19 no tendría mayores problemas porque era un "atleta".
Menos de un mes después, el 12 de abril, el presidente mintió al afirmar que la pandemia estaba disminuyendo en Brasil. "Parece que el tema del virus está empezando a desaparecer", dijo el mismo día en que Brasil registró más de 22.000 contaminaciones.
A la vez, cuando los periodistas lo cuestionaron sobre el número de muertos, Bolsonaro contestó: "¿Y qué? ¿Quieren que yo haga" y profirió la frase "Yo no soy un enterrador", mientras se rehusaba a hablar.
A partir de entonces, mientras la velocidad de crecimiento de las muertes dibujaba un escenario macabro, el presidente siguió minimizando los efectos de la pandemia, impulsando la circulación normal de la gente en las calles y poniendo en duda las cifras.
Para empeorar las cosas, insiste en defender el uso de medicamentos sin pruebas científicas como forma de tratamiento contra la covid. Pero la enfermedad no tiene un tratamiento preventivo y ninguna de las sustancias mencionadas por el ultraderechista trata o previne el coronavirus.
Responsabilidad
A medida que el gobierno ha explicitado que no iba a seguir omitiendose en la lucha contra la covid-19, creció la percepción de que la gestión de Jair Bolsonaro debería responder por las muertes y el caos sanitario que se ha instalado en algunos lugares de Brasil.
En el Senado se ha solicitado la instalación de una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) sobre la actuación del Gobierno. El Tribunal Federal de Cuentas también exige detalles de las medidas para los próximos meses.
Una encuesta realizada por el Centro de Investigación y Estudios en Derecho Sanitario (Cepedisa) de la Facultad de Salud Pública (FSP) de la Universidad de São Paulo (USP), en colaboración con la ONG Conectas Derechos Humanos, concluyó que hubo una acción deliberada para impedir el combate al coronavirus.
La publicación periódica Informe Derechos en la Pandemia presentó un análisis de más de 3.000 decisiones del gobierno de Jair Bolsonaro sobre la pandemia. Se trata de leyes, medidas provisionales, decretos y otros mecanismos que, a pesar de la cantidad, no respondieron a las necesidades creadas por la crisis.
Además, juristas brasileños han presentado una denuncia penal ante la Procuraduría General de la República (PGR) contra el presidente Jair Bolsonaro por delitos contra la salud pública, infracción de medidas sanitarias preventivas, uso irregular de fondos o ingresos públicos, prevaricación y peligro para la vida o la salud de terceros.
Vacunas
El jueves (25), el ministro de Salud de Brasil, Eduardo Pazuello, dijo que el ministério espera completar la vacunación de 170 millones de brasileños hasta el final de este año.
La cuenta excluye a las personas de hasta 18 años, las embarazadas, las personas con comorbilidades graves y los inmunodeprimidos. El ministro espera completar la mitad de este objetivo de vacunación para junio y afirma que, hasta ahora, se han distribuido más de 13 millones de dosis de la vacuna.
Para combatir los altos casos en el país, además de las vacunas, el ministério cita como estrategias la atención inmediata en las unidades básicas de salud y la estructuración de la capacidad en camas para la atención.
Edición: Leandro Melito
crisis sanitaria
Brasil es el epicentro de la pandemia: el número de casos y muertes sigue aumentando
El país vive el peor momento desde el inicio de la crisis; epidemiólogos advierten que próximas semanas serán trágicas
Traducción: Luiza Mançano
Los sistemas hospitalarios de todo el país están saturados - Michael DANTAS / AFP
En 24 horas, Brasil registró 1.910 muertes por covid-19 el pasado miércoles (3), un nuevo récord en el escenario nacional, que ya suma cerca de 260 mil muertes y más de 10,7 millones de contagiados.
El informe fue divulgado por el Consejo Nacional de Secretarios de Salud (CONASS) y reafirma el peor momento de la pandemia en el país, pero otros factores también señalan que el escenario tiende a empeorar.
En la actualidad, Brasil es el epicentro del covid-19 en el planeta. Mientras que en el resto del mundo el número de casos y muertes ha disminuido durante unas seis semanas consecutivas, en Brasil se vive la situación opuesta desde finales de noviembre.
Lea también: Brasil registra récord de contagios por covid-19 en 7 días
Las aglomeraciones en las festividades de fin de año y también en el Carnaval han contribuido decisivamente a la situación de descontrol actual. Aunque el feriado nacional haya sido oficialmente suspendido, se registraron aglomeraciones en febrero.
El neurocientífico Miguel Nicolelis, uno de los más destacados científicos del país, en una entrevista con The Guardian, afirmó que "Brasil es un laboratorio al aire libre para que el virus prolifere y acabe creando mutaciones más letales. Esto es sobre el mundo. Es global.
También según el investigador, la incapacidad del gobierno de Bolsonaro para detener el brote y promover una campaña de vacunación adecuada puede hacer que el escenario actual, ya grave, alcance niveles aún más catastróficos.
"Ya hemos superado las 250.000 muertes y mi expectativa es que si no se hace nada, podríamos perder 500.000 personas aquí en Brasil hasta el fin de marzo. Es una perspectiva terrible y trágica, pero en este momento es totalmente posible", advirtió.
Este miércoles, cuando Brasil registró otro récord de muertes por covid-19, el presidente Jair Bolsonaro dijo que, por su parte, el país nunca tendrá un confinamiento. "Nunca, una política que no ha funcionado en ninguna parte del mundo. En Estados Unidos, varios estados anunciaron que ya no tienen [confinamiento]. No quiero polemizar con ese tema", dijo el presidente.
Estados Unidos está en un proceso acelerado de vacunación de su población, alcanzando ya un 23,8% de cobertura. Brasil está por detrás en esta lucha contra el virus (sólo el 3,5%) y todavía se enfrenta a la propagación de la variante brasileña (P1), más transmisible que el nuevo coronavirus original.
Colapso sanitario
La Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz) divulgó el pasado martes (2) un informe que evidencia el momento más grave de la pandemia hasta el momento, con una tendencia a empeorar el cuadro en todo el territorio nacional.
"Por primera vez desde el inicio de la pandemia, se verifica en todo el país el empeoramiento simultáneo de varios indicadores, como el crecimiento del número de casos y de muertes, el mantenimiento de los altos niveles de incidencia del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS), la tasa de casos positivos y la sobrecarga de los hospitales. En este momento, 19 unidades de la Federación tienen tasas de ocupación de camas de UCI superiores al 80%", dice.
Además de la oleada de nuevos casos, por no hablar del subregistro, el país sigue haciendo pocas pruebas. El conjunto de estos factores lleva a entidades y científicos a afirmar que la tragedia brasileña es seguramente mayor de lo que muestran los datos oficiales.
Edición: Vivian Fernandes
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