sábado, 31 de julio de 2021

Guatemala – Esos atropellos, ese silencio

 












Guatemala – Esos atropellos, ese silencio

por werken rojo

 

Con Ana Cofiño,

sobre la situación en Guatemala

Esos atropellos, ese silencio

Rodeado de acusaciones de corrupción y vínculos con el narcotráfico, el gobierno refuerza su asfixia del aparato judicial y la represión de las organizaciones sociales.

Además, quiere sancionar a quienes se atrevan a investigar el genocidio perpetrado por los militares.

Daniel Gatti

Brecha, 29-7-2021

https://brecha.com.uy/

 

«En Guatemala estamos en un momento en el que los tres poderes del Estado están siendo cooptados de una manera descarada por una extensa red de funcionarios y exfuncionarios corruptos, vinculados al tráfico de armas, de drogas, de personas, a las violaciones a los derechos humanos», dice Ana Cofiño, antropóloga, historiadora, fundadora de la revista feminista La Cuerda.

Lo de «momento» hay que tomarlo en sentido relativo.

Hace ya mucho que dura ese estado de situación.

La propia Cofiño lo denunciaba en una entrevista anterior (véase «La ira en las entrañas del odio», Brecha, 11-XII-20).

Y dura hace bastantes años. «Lo que pasa es que se va profundizando.» De gobierno en gobierno se va profundizando.

«El copamiento del Estado por las elites no es precisamente nuevo en Guatemala. Es una estrategia de toma».

 Y, en tanto estrategia, es de largo aliento, progresiva.

Cofiño dice que lo llamativo de ahora es el descaro, que cada vez hay más impunidad para cometer todo tipo de delitos y cada vez menos instituciones independientes y menos instancias de control.

Los asesinatos «selectivos» de dirigentes sociales (campesinos, ambientalistas, sindicalistas) continúan años tras año, sin que nadie parezca inquietarse.

El silencio de la comunidad internacional o de las instituciones regionales ante lo que sucede en Guatemala a Cofiño no la sorprende.

***

En 2019 Guatemala fue el sexto país en el mundo con mayor número de homicidios de militantes ambientalistas.

Colombia fue el primero.

El mes pasado, 25 organizaciones sociales de los dos países presentaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos una solicitud de audiencia para denunciar el «continuum de violencia» de que son objeto «las personas defensoras de derechos al territorio, la tierra y el medioambiente».

Dicen que los procesos de paz respectivos (lejano, el guatemalteco, reciente, el colombiano) no alteraron la situación, porque lejos estuvieron de alterar eso que comúnmente se llama el modelo de desarrollo, y que ese modelo, marcado por «la expansión sin precedentes de las actividades extractivas como la minería, la extracción de hidrocarburos, la agricultura a gran escala, los monocultivos y la deforestación», se impone muy a menudo por la coerción.

***

La semana pasada Juan Francisco Sandoval, fiscal especial adscrito a la Fiscalía Especial contra la Impunidad fue destituido por la fiscal general, Consuelo Porras.

Fue uno de los últimos episodios de la ofensiva contra quienes intentan poner diques de contención al «aparato de corruptos que es este Estado prebendario», dice Cofiño. En la madrugada del sábado 24, el hombre se fue de Guatemala.

«Temía por mi vida», dijo. Sandoval fue respaldado por Jordán Rodas, procurador de derechos humanos.

Rodas ha quedado como una de las pocas autoridades estatales independientes.

La única plenamente confiable, insiste Cofiño.

A principios de junio la Fiscalía de Derechos Humanos imputó a 12 militares y policías retirados por un caso conocido como «Diario militar»: el secuestro y la desaparición de al menos 183 opositores entre 1983 y 1985, en el contexto de una guerra sucia que duró 36 años (de 1960 a 1996) y que, entre asesinatos y desapariciones, causó unas 245 mil muertes, más del 90 por ciento de ellas atribuidas por una comisión independiente a las Fuerzas Armadas y a los grupos paramilitares.

Los 12 acusados (seis comparecerán ante los tribunales y el resto están internados en hospitales) eran parte de departamentos de inteligencia o contrainsurgencia del Estado.

Aunque resulten condenados, es muy poco probable que vayan a la cárcel.

Está el antecedente del general Efraín Ríos Montt, bajo cuya dictadura, de 1982 a 1983, fueron asesinadas decenas de miles de personas y al menos 400 aldeas indígenas fueron totalmente arrasadas.

En mayo de 2013 Ríos Montt fue condenado a 80 años de prisión por genocidio y otros delitos de lesa humanidad, pero la Corte Suprema anuló el proceso por un tecnicismo absurdo.

 En los tribunales, los sobrevivientes de las masacres ordenadas por el general evangelista habían relatado horrores de todo tipo.

Ríos Montt murió en 2018, a los 91 años, habiendo pasado apenas un tiempito en prisión domiciliaria (véase «Acabar hasta con la semilla», Brecha, 6-IV-18).

 El gobierno y los partidos que lo apoyan están promoviendo una ley de amnistía para los militares acusados de delitos de lesa humanidad.

Pero no solo eso: el proyecto prevé incluso sanciones contra los jueces que abran causas por esos y otros delitos graves.

«Cada vez hay en este país más impunidad para cometer cualquier clase de atropellos, desde el genocidio hasta los tráficos de drogas o de personas, los desfalcos, lo que sea», cuenta Cofiño.

El presidente, Alejandro Giammattei, «se siente con las manos libres porque todo el aparato de Estado está cooptado por el crimen organizado.

Y se da, por ejemplo, el lujo de condecorar a corruptos que están siendo investigados en otros países.

Continuamente está provocando, y sabe que no corre riesgos».

***

La pandemia ha dado para cualquier cosa. Y ha sido reveladora de la «enorme brecha social que existe en este país».

Guatemala es uno de los países americanos con menor porcentaje de gente vacunada contra el covid-19: menos de 9 por ciento con dos dosis, según datos de fines de junio.

Al ritmo actual, se tardaría nueve o diez años en vacunar a la población objetivo.

Y el perfil de los vacunados es límpido: apenas el 16 por ciento son indígenas en un país en que más del 43 por ciento de sus casi 15 millones de habitantes se reconocen como tales.

«El plan de vacunación del gobierno es excluyente y discriminatorio», dijo en el Congreso la diputada y médica Lucrecia Hernández Mack, hija de Mirna Mack, una antropóloga asesinada en 1990 por un comando paramilitar.

La diputada denunció, entre otras cosas, que la población debe agendarse en una plataforma digital cuando menos del 30 por ciento de los guatemaltecos accede a Internet, que los vacunatorios en el medio rural brillan por su ausencia, que las vacunas han llegado con cuentagotas y han sido distribuidas según criterios muy poco claros.

Hay quienes viajan al exterior (a la frontera con México, a Estados Unidos) para vacunarse.

Miami es más seguro que Chiapas.

 Menos riesgoso el viaje, más fácil vacunarse.

También más caro bancarse la estadía hasta recibir el pinchazo.

«Ahí también se ven las diferencias entre quienes se quedan y quienes pueden viajar, y entre quienes se van al exterior.

Es un poco absurdo, de todas maneras, que se vacunen afuera, porque luego regresan y se encuentran con que acá el virus circula casi libremente.

De las medidas de contención del gobierno mejor ni hablar», dice Cofiño.

Rodas pidió la renuncia de las autoridades de salud del país, comenzando por la ministra Amelia Flores, por el manejo global de la pandemia. A comienzos de julio Flores fue denunciada, además, por «peculado por sustracción» por un contrato leonino de compra de 16 millones de dosis de Sputnik V a un oscuro empresario ruso que apenas entregó unos pocos cientos de miles.

La ministra habría «mordido» una coima, como otra coima habrían mordido las autoridades que toleraban el funcionamiento en el aeropuerto de Ciudad de Guatemala de un laboratorio ilegal que hacía pruebas truchas de detección del coronavirus a los viajeros llegados del exterior.

***

Las organizaciones de la sociedad civil se sienten acorraladas.

Una ley de oenegés autoriza al presidente a prohibir cualquier asociación de la que sospeche de «alterar el orden público» y prevé dispositivos para ahogarlas financieramente.

Todos los recursos de amparo presentados contra esa norma fracasaron.

A mediados de junio la Corte de Constitucionalidad falló que la ley de oenegés no violaba ningún derecho y le dio luz verde. «Era previsible.

Hay muy pocos funcionarios en todo el Poder Judicial con voluntad de resistencia.

A los jueces los cuentas con los dedos de una mano.

Cuatro de ellos han tenido que recurrir a la fiscalía para protegerse, porque se les quiere quitar la inmunidad.

Estamos ante un callejón sin salida, bajo ataque por todos los flancos.

Los medios de comunicación independientes tampoco tienen margen, el acoso al que los someten desde arriba es tremendo», apunta Cofiño.

Ante la embestida contra las organizaciones sociales ha habido manifestaciones de protesta, señala, «pero no existe una opción de oposición clara».

«El descontento es muy perceptible, pero no se pasa de allí.

Es difícil explicar por qué se vota por esta gente, y domina en la sociedad el “sálvese quien pueda”.

Una continua sin embargo apostando a que resurjan las reservas de lucha, y la historia muestra que cuando los pueblos se hartan…»

 

 

Tomado de:  https://werkenrojo.cl/

Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google; libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com

En Fecebook: adolfo Leon libertad

viernes, 30 de julio de 2021

Las víctimas estadounidenses del 11 de julio

 














Las víctimas estadounidenses del 11 de julio

El pueblo de los Estados Unidos,  un pueblo que mayoritariamente se ha expresado una y otra vez contra el bloqueo, importaría saber si para atacar a Cuba cuentan con el beneplácito de todos y cada uno de los cubanos residentes en Estados Unidos que perderían a familiares o amigos en la isla en caso que se produjera una agresión militar

José Ramón Cabañas Rodríguez.─ 

Si comparamos la línea del tiempo de estos días con una secuencia de hechos sucedidos en Cuba y en los Estados Unidos en la década de los años 90, encontraremos algunas claves para comprender mejor la arremetida de odio que ha sufrido la Isla en las últimas jornadas.

Con la desaparición de la URSS y el llamado campo socialista entre 1990 y 1991, varios “cubanólogos” predijeron el fin del proyecto revolucionario en Cuba.

No había forma de explicar que una pequeña nación subdesarrollada resistiera la pérdida de un golpe del 85% de su comercio exterior y una caída del 35% en su producto interno bruto.

Para asegurarse de que Cuba colapsaría (y no solo su gobierno), elementos extremistas del Congreso estadounidense redactaron el borrador de lo que se conociera posteriormente como Ley Torricelli, que hacía aún más extraterritorial el bloqueo ya existente al imposibilitar las relaciones comerciales cubanas con filiales de empresas estadounidenses ubicadas en terceros países.

La situación económica en Cuba se siguió deteriorando, ocurrieron manifestaciones y hechos vandálicos en La Habana y otros puntos del país y sobrevino finalmente el flujo migratorio conocido como crisis de los balseros en 1994.

A pesar de la reticencia inicial de las entonces autoridades demócratas en el poder en Washington, la única manera de poner fin a la indeseada llegada de inmigrantes fue a través de la negociación, que arrojó resultados en 1995.

El primer paso para una negociación es que ambas partes se reconozcan como iguales y procedan con respeto mutuo.

Este hecho, más las proyecciones públicas del gobierno de Bill Clinton en el sentido de manejar una política de “dos vías” en relación con Cuba, saltaron las alarmas de los que veían próximo el fin del proyecto cubano.

Entonces dichas fuerzas comenzaron a proponer otro borrador de ley, mucho más integral en cuanto a la concepción de estrangular a Cuba que aquel aprobado en 1992.

Este tenía muy pocas posibilidades de contar con el respaldo de la Cámara y el Senado estadounidenses si no sucedía un hecho excepcional, que impactara de forma masiva sobre la opinión pública nacional e internacional y además ayudara a formar cierta coalición bipartidista a lo interno.

Durante meses, el gobierno cubano había estado alertando a la Casa Blanca (no solo al Departamento de Estado) sobre las acciones ofensivas y peligrosas de la organización contrarrevolucionaria conocida como Hermanos al Rescate, la cual en reiteradas ocasiones había enviado avionetas a violar el espacio aéreo cubano, penetrar en el territorio nacional y arrojar objetos sobre la población.

Finalmente, el 24 de febrero de 1996 sucedió lo que era evitable, si las autoridades estadounidenses hubieran cumplido con su función de controlar las acciones de personas que violaron las regulaciones federales por entregar planes de vuelos falsos y por interferir en la seguridad de un país vecino.

El derribo de aquellas dos avionetas y el fallecimiento de sus cuatro tripulantes fue presentado en la prensa estadounidense, no como un acto de legítima defensa de Cuba, sino como uso excesivo de la fuerza contra aeronaves “civiles”.

Los que pusieron en riesgo la vida de aquellos pilotos, pero garantizaron su seguridad propia en casa, corrieron a pedir una intervención militar en Cuba, o un bombardeo masivo contra La Habana.

Cuando estas opciones fueron descartadas, el campo de batalla se trasladó al Congreso donde fue aprobada la infame Ley Helms Burton, cuyo texto no fue siquiera leído por la mayoría de los legisladores y llevó las sanciones contra Cuba a un extremo inusitado para la época.

Vale recordar que, aún después de que se diera tal paso y con ello se alejara el “peligro” de cualquier desliz demócrata de acercamiento hacia Cuba, tuvieron lugar los atentados terroristas en hoteles habaneros durante 1997, con importantes costos humanos y materiales.

Pero, ¿Cómo se relaciona todo esto con el actual escenario?

Los sectores anticubanos más extremistas apostaron por la reelección de Donad Trump como presidente en noviembre del 2020, no sólo de cara a los temas internos en aquel país, sino con la convicción de que daría continuidad a la imposición de medidas extremas contra Cuba, que produjeran el mismo resultado que han intentado y no han logrado desde Playa Girón.

Resultó electo Joe Biden, ex senador demócrata de amplia trayectoria, ex vicepresidente de Barack Obama por ocho años, que estuvo muy cerca de todos los cambios operados entonces en relación con Cuba y que durante su campaña electoral dijo voluntariamente y sin presiones que dejaría sin efecto “algunas” de las decisiones de Trump contra la Isla.

Solo algunas.

Peor aún, en esas mismas elecciones los demócratas mantuvieron la mayoría en la Cámara de Representantes y equilibraron el poder en el Senado, con la posibilidad de definir votaciones a su favor contando con el voto de la vicepresidenta, si fuera necesario.

La derecha extremista anticubana, que tiene conexiones importantes (aunque no es exactamente igual) con los sectores que han polarizado en extremo el discurso y la actuación política al interior de Estados Unidos, sintió nuevamente el peligro de que se escapara de sus manos la posibilidad de “terminar el trabajo” contra Cuba, que ya sufría las medidas draconianas de Trump, combinadas con los efectos de la COVID19 que, aunque logró ser contenida en la isla en sus inicios, ya venía causando estragos por la acumulación del desgaste.

En paralelo, la parte del stablishment (que no es demócrata ni republicano) asociado a los temas de Seguridad Nacional venía observando con interés la evolución de los acontecimientos en Cuba.

Entonces, surgió nuevamente la pregunta de cómo podría cortarse de raíz un potencial acercamiento oficial, o una conducta menos hostil hacia Cuba de la Casa Blanca.

Haciendo uso de un manual de procedimientos viejo y empolvado, la Derecha sintió que había que acudir a una provocación, a estructurar un hecho o una serie de ellos que impactara sobre la opinión pública y ayudara a formar cierta coalición bipartidista (repetimos el término) contra Cuba.

Aquí vale explicar que para muchos dentro de esos sectores extremistas que operan fuera del gobierno el objetivo es mantener la hostilidad contra Cuba por revancha, por odio, por razones ideológicas.

Pero para un grupo importante se trata de garantizar que cada año se vuelvan a aprobar presupuestos federales millonarios para programas con un propósito ilimitado en el tiempo de “cambio de régimen”, que por el camino garantiza la manutención de cientos y miles de empleados (más sus familiares) en el sur de la Florida.

¿Alguien ha calculado cuál sería el impacto sobre el desempleo en esa región si de pronto se apagaran Radio y TV Martí y sus ramificaciones digitales, si la USAID no diera un centavo más para “defender los valores democráticos en Cuba”? ¿Cómo afectaría esa falta de financiamiento a las campañas políticas de aquellos que reciben el “agradecimiento” de sus electores por mantenerle empleos con financiamiento federal?

Y el conglomerado no termina ahí.

Con el advenimiento y desarrollo de las redes sociales existe en los medios cubanoamericanos un entramado de “servicios informativos” digitales que viven de la publicidad que generan entes económicos de las áreas con mayor concentración de ese grupo de inmigrantes y que se debaten entre los extremos de enviar paquetería a Cuba, hasta promover acciones hostiles.

Estos sectores habían venido promoviendo y financiando de conjunto acciones públicas en Cuba a escala menor, que poco a poco fueron brindando una idea de hacia donde se dirigían.

Se les pagó a individuos para que atentaran contra símbolos nacionales en parques y avenidas cubanas, para que descarrilaran trenes y atentaran contra objetivos económicos.

Surgió la idea de crear un “movimiento” a partir de supuestas acciones “culturales” en la barriada de San Isidro y finalmente se promovió una confusa reunión frente al Ministerio de Cultura cubano el 27 de noviembre del 2020.

Pero nada de esto impactaba lo suficiente al interior de la sociedad estadounidense, ni permitiría atraer la atención e influir sobre un grupo importante de legisladores estadounidenses que han pedido de modo insistente a su nuevo presidente que actúe en consecuencia con la conclusión de que “la política de bloqueo contra Cuba es un fiasco”, como reza en varios documentos oficiales de gobiernos tanto demócratas como republicanos.

 Ninguno de estos intentos exigía que Washington prestara una “atención urgente” a la cuestión cubana.

Y entonces llegó el 11 de julio.

Más que los hechos en sí mismos en cuanto a manifestaciones públicas y vandalismo, que merecen un análisis constante, lo que el mundo conoció fue un elaborado plan para dibujar en la prensa corporativa internacional y en las redes asociadas una imagen de estallido social innegable, que requería una acción inmediata.

Un plan que, por cierto, requiere contar con ciertos recursos y resortes estatales.

Era la explosión del Maine con esteroides.

La avalancha de hechos reales y supuestos, la utilización falseada de fotos y videos, la repetición hasta la locura de mensajes negativos desde el exterior, la creación ficticia de listas de torturados y desaparecidos, la incitación al odio extremo y todo lo demás tenía un público al interior de Cuba, pero quizás una parte importante de las “víctimas” del bombardeo habitaban en los Estados Unidos.

El grupo cubanoamericano en el Congreso redactó a partir de ese momento una multiplicidad de proyectos de resolución, comunicados, declaratorias y cualquier texto que permita de manera urgente comprometer a aquellos otros legisladores que algún día osaron proponer algún tipo de acercamiento con Cuba.

Han tratado igualmente de influir en gobiernos y organizaciones latinoamericanas y europeas.

Como clase social, la mayoría de los políticos estadounidenses en lo primero que piensa después de una elección es cómo ser reelecto en el próximo ciclo y los comicios de medio término están a la vuelta de la esquina.

Estados Unidos vivió cuatro años de polarización extrema, en los que ser asociado con ideas que no estén contenidas en el concepto de capitalismo más duro y puro le pueden significar a cualquier figura pública ser sometido a una guillotina mediática que muchos desearían evitar.

La sombra del socialismo ha vuelto a ser utilizada en los medios floridanos con el propósito de ampliar la dominación republicana en dicho estado, para convertirlo permanentemente en un bastión dominado por su partido que sume 29 votos del colegio electoral en cada elección presidencial.

Los enemigos de Cuba oficiales y oficiosos trataron de actuar con celeridad e inmediatez, pero en todo este escenario hay un actor que no se ha mencionado: el pueblo de los Estados Unidos.

Los terroristas mediáticos han tratado de “representarlo” y actuar a su nombre.

Pero gigabytes de tuits, posts, blogs y toda la jerga postmoderna no pueden ocultar la posición de un pueblo que mayoritariamente se ha expresado una y otra vez contra el bloqueo y por una política de acercamiento hacia Cuba.

Estados Unidos sigue siendo un país con un vasto movimiento de solidaridad con Cuba en los 50 Estados de la Unión.

Desde los sectores cultural, académico, científico, económico, religioso, comercial, se han expresado una y otra vez esas voces.

Sería importante saber si durante estas jornadas en que funcionarios estadounidenses han andado a hurtadillas por los pasillos de las agencias federales haciendo cálculos políticos y electorales, respondiendo con la voz entrecortada a las llamadas de legisladores y operativos que ofenden e inculpan para atacar a Cuba, han consultado alguna vez a sus bases electorales.

Sería útil conocer si han llamado a alguna de las más de 30 ciudades estadounidenses que han aprobado una resolución para establecer cooperación médica con Cuba, a alguna de las asociaciones de productores agrícolas que han reclamado una y otra vez el fin del bloqueo para comerciar con sus similares cubanos, si han pedido la opinión de los miles de estudiantes y profesores que han participado en intercambios académicos, si se han sentado a conversar con los empresarios que vieron irse de sus manos oportunidades de negocios gracias al antojo personal de un gobernante.

¿Con los liderazgos de cuántas congregaciones religiosas han orado de conjunto por el futuro sus hermanos de fe en Cuba?

Y finalmente, importaría saber si para atacar a Cuba cuentan con el beneplácito de todos y cada uno de los cubanos residentes en Estados Unidos que perderían a familiares o amigos en la isla en caso que se produjera una agresión militar, o se creara un clima de caos sin control.

https://www.alainet.org/es/articulo/213261

FacebookTwitterPinterestCompartir

 

Tomado de: https://islamiacu.blogspot.com/

Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google; libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com

En Fecebook: adolfo Leon libertad

Yulimar Rojas: "Fui feliz en Venezuela a pesar de las carencias"

 

JUEGOS OLÍMPICOS DE TOKIO

Yulimar Rojas: "Fui feliz en Venezuela a pesar de las carencias"

La nostalgia de los tiempos del vértigo, de Usain Bolt, buscará remedio en los Juegos a través de varios jóvenes superlativos.

Una de ellas es la saltadora venezolana, que no aspira a la victoria, aspira a la historia.

 




Yulimar Rojas posa con la camiseta de Venezuela CARLOS PUCHEWORLD ATHLETICS

Un mensaje de Facebook le cambió la vida.

Cuando era aún una adolescente, a los 19 años, con todo por ganar o todo por perder, Yulimar Rojas (Caracas, 1995) tuvo una corazonada: podía escribir al mejor entrenador del mundo, Iván Pedroso, un mito de los saltos, y preguntarle si quería trabajar con ella.

Nunca antes habían hablado.

Nunca antes se habían cruzado.

"Yo no sabía ni si me conocía, si me había visto en alguna competencia.

Antes de escribirle tuve miedo porque, ¡guau! ¡Iván Pedroso! Yo no era nadie, no tenía títulos, pero pensé que lo peor que me podía pasar era que no me contestara.

Y en su primera respuesta estuvo muy bien.

Me dijo que ya sabía quién era, que había visto algunos videos míos.

Luego fuimos concretando, me ofreció irme a entrenar a España con él y al llegar... aún recuerdo la primera vez que me dio la mano.

 El día que le escribí en Facebook marca un antes y un después para mí", reconoce Rojas en conversación para EL MUNDO antes de ponerse en marcha en los Juegos de Tokio.

Este viernes en la clasificación y el domingo en la final de triple salto buscará el oro, que ya se supone en su cuello, y sobre todo el récord del mundo que se le resiste y se le resiste.

Si lo logra, será la estrella más brillante de un deporte huérfano de luz desde la marcha de Usain Bolt.

Pedroso reside en Guadalajara y allí tiene su centro de entrenamiento. ¿Se adaptó bien a la ciudad al llegar?

Todo fue un choque.

Nunca había salido de Venezuela, era muy joven y, de repente, ver otras formas de vivir, otra comida, unas instalaciones tan completas...

¡el frío! Llegué en noviembre y el frío era algo nuevo para mí.

Fue fuerte acostumbrarme, estar lejos de la familia, pero luego todo fue fluyendo y las cosas se fueron colocando donde queríamos.

Ahorita estoy muy contenta de estar allí, en España, y Guadalajara está muy bien para nosotros como búnker.

Es una ciudad muy, pero que muy tranquila, sólo hay lo necesario.

Así estamos lejos de todo, de fiestas, de distracciones, y nos centramos en los saltos.

 

Es una apasionada de la música latina, del baile, y a Pedroso se le ve muy, muy serio.

Es bastante serio, sí, pero también le gusta el desorden, que estemos contentos en la pista, que nos soltemos, porque si no las cosas no salen.

Cuando hay que analizar el entrenamiento, que trabajar cualquier detalle, no bromeamos, pero luego a veces incluso se deja llevar.

Es importante tener esa buena relación, esa conexión entre entrenador y atleta.

 

El récord del mundo de triple salto se mantiene desde que lo estableció Inessa Kravets en 1995, es decir, hace 26 años. ¿Para superar esos 15,50 metros se necesita el salto perfecto?

En realidad todo es cuestión de dejar que fluya.

Hay veces en las que pienso en que quiero romperlo, que quiero romperlo, que quiero romperlo y me olvido de ser yo y de dejar que el salto fluya.

Tengo que tomarme la competición como un día de entrenamiento y luego que salga una buena carrera, una buena técnica...

Tengo que confiar en el trabajo diario y esperar a que llegue el día.

 

¿Cuántas veces ha visto el vídeo de Kravets?

¿La conoce?

El vídeo lo he visto, claro que lo he visto, unas cuantas veces.

Pero no he tenido la oportunidad de conocerla.

Vi que en una entrevista habló sobre mí y dijo que me veía la persona adecuada para romper el récord, pero nunca hemos conversado.

Quizá tenga oportunidad en un futuro.



Yulimar Rojas Carlos PucheWorld Athletics

 

Pregunta: Este mismo año llegó a los 15,43 metros.

¿El récord ya es obsesión?

Ahora mismo lo más importante es ganar el oro olímpico, me colocaría en la cima [en los Juegos de Río 2016 fue plata], pero el récord es un símbolo importante para mí.

Las medallas persisten, lo sé, pero el récord...

El récord me quita el sueño porque sería recordado muchos años y porque estoy muy cerca.

Llevo trabajando mucho tiempo para romperlo.

 

Es indudable favorita para el oro, pero para el podio...

¿Cómo ve a Ana Peleteiro?

¡Imagínate! Veo en ella un gran cambio, confío mucho en ella.

En las últimas competencias ha dado un subidón y tiene buenas expectativas en estos Juegos.

Cada día la veo entrenando y sé que está en buena condición física, que puede lograr lo que se proponga.

Sólo tiene que creérselo e ir a por ello.

Anita está para grandes cosas, ¡créanme España!

 

Echando la vista atrás en su carrera: suerte que dejó el voleibol allí en Venezuela.

El voleibol era mi deporte deseado, gracias al voleibol soy deportista.

Me enamoré del deporte viendo a las selecciones de voleibol competir en los Juegos Olímpicos de Pekín.

Cuando las vi, me llenó de tal manera que sólo deseaba hacer voleibol.

Era una niña, pero sabía que era bastante alta para mi edad y que quería llegar a la selección nacional.

Lo intenté, lo intenté, pero el atletismo me atrapó completamente.

Costó porque varias veces me escapé de los entrenamientos en la pista para ir a jugar a voleibol con mis amigas y el entrenador tenía que venir, a buscarme.

La entrenadora de voleibol, en cambio, me decía: 'Vente con nosotras, vente con nosotras'.

 

¿Recuerda una infancia feliz en la Barcelona venezolana?

Sí, muy feliz a pesar de las carencias económicas que teníamos.

Mi madre y mi padre nos trataban de sustentar con poco.

La crianza y los valores que nos enseñaron fue lo más maravilloso que tengo en la vida.

Estoy muy orgullosa de donde nací, de dónde salí, de dónde crecí.

Nunca se debe olvidar la raíz, yo la llevo en mi mente y en mi corazón.

 

Tomado de: https://www.elmundo.es/

Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
En: Twtter@victorianoysocialista
En:Google; libertadbermeja..victorianoysocialista@gmail.com

En Fecebook: adolfo Leon libertad