Análisis del primer round en
la OEA:
Siete
claves esenciales
Pocas
veces un país en América Latina ha sido tan atacado como Venezuela en estos
últimos años
Pocas
veces un país en América Latina ha
sido tan atacado como Venezuela en estos últimos años. Compararla con Cuba no sería desacertado, ni tampoco escondería el
hecho de que la última reunión de la OEA escenificaba lo que esta isla sufrió décadas
atrás. Ahora estas reuniones pueden verse en vivo y una menor cantidad de
detalles escapan de las cámaras.
1. Calentamiento y sparring
De entrada es imposible obviar la inmensa
cantidad de recursos políticos, mediáticos y financieros puestos en la reunión
realizada el 28 de marzo.
Entre
los preparativos más visibles para potenciar la agenda de quiebre contra
Venezuela desde la OEA, se encuentran las reuniones del secretario general de
la OEA, Luis Almagro, con altos
funcionarios del Parlamento Europeo, Mariano
Rajoy (jefe del gobierno español) y representantes de importantes lobbys
empresariales, concentrados en el Instituto
Americano de la Empresa,
financiado por Exxon Mobil y
otras corporaciones.
Pero las maniobras de presión internacional que
no protagonizó Luis Almagro directamente fueron complementadas por informes y
declaraciones del Departamento de Estado y
los contactos telefónicos de Donald Trump con
varios presidentes de la región para abordar la cuestión venezolana,
demostrando su vinculación y trabajo conjunto.
Todos
movimientos que iban, principalmente, en dos direcciones: generar un clima de
credibilidad para la agenda capitaneada por Luis Almagro y mostrar cuánto
músculo empresarial y diplomático está alineado contra Venezuela.
2. Bajó la marea y las expectativas de acuerdo al enfoque inicial
Lo que empezó el 14 de marzo (fecha de publicación del informe Almagro) con una clara inyección de expectativas sobre
la aplicación de la Carta Democrática y la expulsión de Venezuela de la OEA en las
primeras de cambio, fue bajando de intensidad a medida que la política real iba
moviéndose.
Los
reacomodos en la región y la imposibilidad de llevar rápidamente las acciones
propuestas por Luis Almagro hasta sus últimas consecuencias ocasionó el
agrupamiento de 14 países en un comunicado exigiendo la liberación de “presos políticos” y un “cronograma
electoral”.
El
orden del día de la reunión fue, finalmente, la “Consideración
de la situación en la República Bolivariana de Venezuela”, que no conllevaba automáticamente a un antes y
un después sobre las actuaciones a tomar con respecto a Venezuela, como fue
planteado en la gira de Almagro.
Ni su informe, ni la aplicación de la Carta
Democrática, como tampoco la posibilidad de expulsar a Venezuela, fueron el
centro de la reunión.
El hecho, sin embargo, denota dos situaciones
que se desarrollan en paralelo: primero que Almagro sigue sin poder llevar a
cabo el plan de nocaut fulminante contra Venezuela; el segundo, los aliados
comprometidos con el lobby anti
venezolano que hace vida en Estados Unidos no dará marcha atrás para acercarse al primer
objetivo bajo mecanismos alternos de presión, sea bajo la excusa de “apoyar el diálogo” o por la vía directa de las agresiones financieras.
Venezuela gana el primer asalto, y eso sin
duda, más que apaciguar los escenarios de conflicto, tenderá a acelerar los
reacomodos y las posturas a tomar por parte de sus enemigos más frontales.
Las
corporaciones (ya descritas por Misión Verdad con anterioridad)
que han sostenido financieramente esta agenda política y diplomática a través
de Luis Almagro, buscarán rearmarse para un mejor escenario donde puedan tomar
ventaja, debido al fracaso de este primer asalto. Este es sólo el principio.
3. Países salvajemente agredidos por Estados Unidos no responden
a las amenazas de Marco Rubio
Uno de los aspectos más importantes que habitó
buena parte de la reunión se encontraba en la amenaza del senador
estadounidense Marco Rubio contra
Haití, El Salvador y
República Dominicana para que acompañaran la aplicación de la Carta
Democrática contra el país (aunque ese
tema no entraba en consideración del orden del día), de lo contrario perderían las ayudas económicas de Estados
Unidos.
Entre
otras cosas la amenaza fue el momento clave para medir la efectividad de los
mecanismos de extorsión y chantaje del lobby antivenezolano en la región y
específicamente en los países más vulnerables a estas extorsiones.
Apelando
a la memoria y a sus heridas en común, no estos tres países acataron el chantaje de Marco Rubio y mostraron una postura favorable al país y a
la mesa de diálogo impulsada por el gobierno nacional para disminuir la presión
de la coyuntura política.
En
cambio, países más grandes mostraron una postura totalmente adversa, escenificando su posición arrodillada
ante estos intereses.
Marco Rubio también atestiguó una derrota política y personal durante la
jornada.
Valga la oportunidad de recordar que Haití fue
invadido y ocupado varias veces por Estados Unidos durante todo el siglo XX,
que la intervención de la administración Reagan en el conflicto salvadoreño
dejó miles de muertos inocentes y que República Dominicana fue invadido
militarmente en 1965 (con el aval de la OEA) por Estados Unidos.
Y cuando hablamos de Marco Rubio no nos
referimos a cualquier senador de Estados Unidos, sino a quien en 2014 impulsó
un proyecto de sanciones contra Venezuela, financiado por la petrolera Chevron. Quien acusó sin pruebas sólidas al vicepresidente Tareck El
Aissami de
tener relaciones con factores “terroristas” en Medio Oriente. Quien cabildeó para que Lilian Tintori se fotografiara con Donald Trump. Y quien ha
realizado múltiples gestiones para elevar a un nivel cada vez más agresivo las
sanciones contra Venezuela desde Estados Unidos, fomentando así su aislamiento
y demonización internacional, en apoyo a los factores ultra del antichavismo,
que buscan en esa cobertura legitimar sus operaciones de desestabilización
interna.
4. La ilegalidad y el fracaso de la reunión como estaba
planteada. Almagro fue una postal
A partir de estas claves bien podríamos medir
los costos y beneficios de esta reunión.
Sobre
todo si tenemos en cuenta que se pensaba ser convocada para analizar la
reactualización del informe de Almagro sobre su pedido de aplicación de la
Carta Democrática, tal cual fue propagandizado por medios internacionales y la
ultra local.
Sin
embargo, esta convocatoria se dio luego de que 14 países, dirigidos por Estados
Unidos, emitieran un comunicado exigiendo la
“liberación de presos políticos, reconocimiento a la Asamblea Nacional y un
calendario electoral”.
Y posteriormente se armara un grupo de 20
países para llamar a esta reunión del Consejo Permanente para
tratar el conflicto político en Venezuela, obviando que cualquier tipo de
convocatoria del Consejo Permanente relacionada a un país no puede realizarse
sin su consentimiento (a no ser que existan pruebas de golpe de Estado).
De esta forma se desconoció de facto la
institucionalidad venezolana.
Sin
embargo, la diferencia de criterios puesta en evidencia en toda la reunión no
les permitió ni siquiera aprobar un comunicado en
el que estos 20 países expresaran su “apoyo al Estado de Derecho y la democracia en Venezuela en el marco de
su Constitución”.
En
tal sentido, es un dato más que revelador que Luis Almagro fuese escasamente
mencionado, y que la única propuesta de consenso generada en la reunión fuese
presentada sin éxito.
Sin
contener, vale recalcar, las expresiones de mayor beligerancia contra el país
descritas en comunicado inicial de los 14 países dirigidos por Estados Unidos.
Por segundo año consecutivo Luis Almagro no fue
protagonista del punto clímax de la agenda que dirigió. Todo el trabajo de
cabildeo y financiamiento terminó en una reunión sin decisión.
5. El tema del diálogo: huir por la tangente y revitalizar el
papel negociador de Estados Unidos
El pedido, por otro lado, de respetar los
acuerdos de la mesa de diálogo auspiciada por la Unasur y El Vaticano muestra
varias cuestiones que sirven para entender la naturaleza del fracaso de la
reunión.
En
primer lugar la invisibilización
del organismo a cargo de esta instancia, la Unasur, y en un segundo
momento, la estrategia de desinformación
en torno a los acuerdos, los cuales no hablan ni de presos políticos, ni de cronograma
electoral, ni de
reconocer a la Asamblea Nacional previo a solucionar su desacato ante el TSJ.
Todas
las exigencias realizadas desde la OEA para que el diálogo muestre resultados o
bien para dictaminar que fracasó como método, están basados en premisas falsas
sobre su constitución y primeros acuerdos alcanzados.
Esta maniobra discursiva bien
puede explicar por qué esta reunión pretendió ser la puesta en escena de lo que
Estados Unidos denominó como “grupo de amigos” de Venezuela.
Una iniciativa que a partir de la OEA y bajo la aparente
dirección de México se busque avanzar en el cumplimiento de acuerdos
específicos, bajo la fiscalización de reuniones periódicas sobre su evolución
desde el seno del Consejo Permanente.
Con esta propuesta
buscan, principalmente, desplazar
a Unasur como colaborador de la mesa de diálogo y abrir una etapa de
tutelaje desde la OEA sobre el acontecer político venezolano, con arreglo a las
expectativas de cambio político de Estados Unidos a favor de sus aliados
locales.
Esta estrategia podría ser el sustituto ideal para compensar
las expectativas de golpe final iniciadas por Luis Almagro con su informe,
intentando vías alternas de presión política y económica que se traduzcan en el
mismo fin: estimular las condiciones internacionales para legitimar una
resolución violenta y no constitucional del conflicto político venezolano, bien
sea por la vía de la agresión financiera o por el desplazamiento del Estado
venezolano como único interlocutor válido para aproximarse a la cuestión
venezolana.
Claro
está que para eso los gobiernos de la coalición definitivamente deberían
parecer como países imparciales respecto al conflicto, y presentarse como
colaboradores desinteresados de Venezuela.
Sin
embargo, esta imagen quedó enterrada cuando el representante alterno de
Venezuela en la OEA, Samuel Moncada, respondió a cada una de las
argumentaciones de México,
Brasil, Canadá y Colombia poniendo un
espejo sobre las propias contradicciones de cada uno de ellos, ubicándolos como
aliados fundamentales de Estados Unidos en la esfera política, diplomática y
económica.
6. Un embajador asediado pone en vilo a los aliados de Estados
Unidos
Cuando Samuel Moncada comenzó
a decir las evidentes verdades sobre Brasil,
México y Colombia,
inmediatamente se negó su derecho de palabra.
Estas
delegaciones rápidamente respondieron agrediendo al embajador y exigiendo un
respeto que no practicaron nunca durante la reunión.
No
faltaron las actuaciones infantiles como la amenaza de levantar la reunión por
parte del embajador mexicano, si Moncada continuaba afirmando que el gobierno
de Brasil no era producto de un golpe de Estado y que Colombia debía combatir
el narcotráfico para ayudar a los venezolanos.
Paradójicamente se dedicaron horas a golpear a
Venezuela como una pera de boxeo y sólo cuando ésta ejerció su derecho a
réplica apelaron a la desmemoria de todo lo dicho y comentado durante la
reunión.
Esto
desmitificó, por la vía dura de los hechos, el relato de que mencionados países
estaban interesados en ayudar a Venezuela.
Escenificaron
a plenitud la imagen de la vieja OEA que Estados Unidos no quería mostrar: una
institución en función de sus intereses que interviene en países soberanos
cuando no aceptan la hegemonía de sus corporaciones.
Y he allí otro dato político de fondo: un sólo
embajador, en tan sólo cinco minutos, rompió la estabilidad de una reunión
basada en la complacencia y las medias verdades.
Poniendo
de manifiesto cómo estos países indignados no soportan un centímetro de verdad
y cómo la OEA no está capacitada para realizar un debate de fondo sobre las
problemáticas regionales y las consecuencias generadas por las actuaciones de
las transnacionales.
Lo
que ellos asumieron como un irrespeto no es más que la aplicación al detalle de la escuela Hugo Chávez: la crítica sobre la realidad, la discusión
sin poses, sin formalismos,
sin verbo complaciente, rompiendo los protocolos establecidos por la democracia
representativa, tanto aquí como en el extranjero.
7. Elementos a considerar
Quizás la frase que más ejemplifica este
escenario es aquella en la que Samuel Moncada afirmó: “Venezuela necesita tanto
a la OEA como México al muro con Estados Unidos”. No por su precisión, sino
porque este episodio aún no ha sido tratado en el organismo.
Justamente
es el representante de México en la OEA, Luis de Alba, quien afirmó que van a presentar un proyecto de
resolución sobre Venezuela para intentar voltear las condiciones políticas
actuales a favor del antichavismo.
Asegurando
de forma frontal lo que las agresiones contra el país van a continuar para
buscar imponerle requisitos para la solución de sus problemas internos.
Ya no sólo se trata de la audacia y la
habilidad de Venezuela para contrarrestar las ofensivas en su contra, sino del
hecho cierto de que ninguna de estas iniciativas presentadas por la OEA será
aceptada por el gobierno venezolano por ser un organismo que irrespeta
constantemente la soberanía del país.
Ante
esta negación, la estrategia podría acelerarse y derivar en el encubrimiento de
agresiones mucho más pesadas contra el país, en el orden económico, financiero
y diplomático, bajo la fachada de la Carta Democrática o desde bloques de
países.
Por este motivo el Presidente Nicolás Maduro,
adelantándose a ese escenario, pone en el debate la pertinencia o no de que
Venezuela continúe en ese organismo, cuando su único objetivo visible es buscar
una salida traumática a la coyuntura política venezolana, distribuyendo el peso
de este proceso sobre el estómago y la vida de todos los venezolanos.
Ese
antes y después que no fue, no descansará, y menos luego de perder el primer
asalto. O el segundo, porque el año pasado también pegamos primero.
ELABRELATA / MISIÓN VERDAD
TOMADO DE: http://elabrelata.com