martes, 16 de enero de 2018

Fiscalizaciones de la Sundde, entre el síndrome de Estocolmo y aliviar la carga

La Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) recientemente realizó una operación de fiscalización en 26 cadenas de supermercados a nivel nacional, encontrándose con remarcaje de precios y acaparamiento. El superintendente William Contreras señaló que los productos que encontraron a precio nuevo no fueron recibidos recientemente sino que estaban ya en inventario.
La medida tomada no fue punitiva, no se incautó la mercancía, no hay acciones judiciales y no se reportaron directivos ni trabajadores detenidos. La Sundde simplemente hizo cumplir una norma que raya en el sentido común: en cadenas de supermercados con ritmos de reposición de inventario tan rápidos no deberían en ningún caso remarcar mercancías que recibieron hace apenas tres semanas atrás, y seguramente ya habría vendido por completo de no ser por la especulación con los precios.
Las reacciones en defensa de las cadenas de supermercados por parte de los dirigentes opositores y organizaciones aledañas no faltaron. Sin duda la más enfática fue la de María Corina Machado, quien desde Twitter calificó de "saqueo criminal" una simple fiscalización, además de decir que se estaba atacando a la iniciativa privada y que la fiscalización iba a tener como consecuencia anaqueles vacíos y hambre para los próximos días. Un claro llamado a la zozobra.
El Centro para la Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad "CEDICE Libertad" acompañó las declaraciones de Machado, en este caso con un comunicado de su "Observatorio de Derechos de Propiedad" donde aprovechan para lucir su típico discurso neoliberal a lo Milton Friedman tomando la acción de la Sundde como una "orden arbitraria de bajar los precios", y en definitiva como otro desacierto del Gobierno.
También Juan Pablo Guanipa y Carlos Paparoni hicieron su parte como cámara de resonancia de unos supuestos saqueos reportados en redes sociales, donde lo único que se muestra son grupos de gente tomando productos que luego procedían a pagar, y uno que otro pote de mayonesa roto en el piso, o sea, un día normal en cualquier local de esos, pero con una afluencia mayor de personas.

Surgen algunas preguntas

¿Cómo es que el que baja los precios de la comida "mata de hambre al pueblo" y no aquel que los sube?
Si el Gobierno nacional está ahogando la iniciativa privada, ¿cómo se justifica que varias de las cadenas de supermercados fiscalizadas han inaugurado nuevos y gigantescos locales en los últimos dos años en diferentes estados del país?
¿Cómo se duplican los precios en un mes donde no se han hecho aumentos de sueldos, y cuando se anuncia algún beneficio laboral o un bono nacional se duplican otra vez?
¿La reposición del inventario está en riesgo realmente si se respetan los precios acordados con los mismos productores?

El verdadero saqueo criminal

Un día la consigna es que el Gobierno no hace nada por evitar la especulación desenfrenada y al siguiente es que el control de precios sólo empeora la especulación, que el Gobierno es omnipotente, omnipresente y nada se le escapa.
Ahora el supuesto problema es que la Sundde está "estrangulando" a las cadenas de distribución obligándolos a cumplir precios que fueron acordados con su participación hace apenas un mes. Además, tanto en las declaraciones de Machado como las de CEDICE, se habla de un aparato de distribución que hace esfuerzos heroicos por mantenerse trabajando, una visión romántica del especulador que raya en el síndrome de Estocolmo, síndrome que quieren inducir en la población en general y que ya tiene su espacio ganado entre el ala más radical de la feligresía opositora. Cuida al especulador, él hace milagros manteniendo el supermercado abierto a pérdida para venderte aunque sea ese paquete de azúcar por el valor de diez días de tu trabajo, todo mientras abre dos sedes más para expandir su obra misionera.
La suba indiscriminada de precios data desde los años de Hugo Chávez en la presidencia
El "saqueo criminal" del que hablan los dirigentes opositores sucede a diario, todos los días se saquea el sueldo de las personas y son las cadenas de supermercados las fachadas ejecutantes del mismo con sus "medidas arbitrarias" remarcando precios. Hay una guerra incesante contra las posibilidades del asalariado, que en un país con tan bajo desempleo como Venezuela se traduce en una guerra contra todos. Exacerbar la ansiedad, la desmovilización política y el envilecimiento de la población son el principal objetivo. El estómago es el medio.

Un poco de matemáticas

La tesis de que los aumentos de sueldo causan alzas de precios porque ahora los empleadores deben pagar más dinero en nóminas es totalmente imprecisa y desproporcionada, así como aquella contradicción en decir que fiscalizar el precio en los supermercados tiene como fin someter a la ciudadanía a través del hambre.
Si un supermercado tiene 4 mil empleados y cada uno gana 797 mil 510 bolívares al mes, quiere decir que gasta 3 mil 190 millones 40 mil bolívares, léase tres mil ciento noventa millones cuarenta mil bolívares. Si hoy Maduro ordena otro aumento del 40%, eso significa que dicho supermercado necesita 1 mil 276 millones 16 mil bolívares adicionales para cubrir los gastos de su nómina.
Lo normal en cualquier empresa que no está inmiscuida en la guerra económica sería que ese valor se distribuya entre el inventario total de productos que se mueven mensualmente, de manera que sí aumentaría el valor de cada producto, pero jamás en un 40% por unidad, porque probablemente esos 1 mil 276 millones 16 mil bolívares no representan ni el 2% del valor del inventario total de esa empresa que necesita 4 mil empleados para funcionar.
La única manera de que los precios aumenten un 40% sería que el valor total de la nómina con el aumento llegue a igualar el valor del inventario que se mueve en ese mismo periodo laboral, dejándolos en números rojos con los otros costos operativos e impuestos, y esto nunca va a suceder en Venezuela en una empresa tan grande como una cadena de supermercados.

Costumbre rentista en Venezuela

La economía venezolana vive del rentismo petrolero, eso quiere decir que la mayoría de los recursos no provienen del trabajo sino de la extracción y la venta de crudo. Esta condición genera algunas distorsiones: como el petróleo es tan valioso y su extracción es relativamente sencilla, circula dentro de la economía una riqueza que nadie produjo, que salió del suelo. Al haber tanto valor circulante, es común que los comerciantes quieran captarlo lo más rápido y eficientemente posible.
Desde que el petróleo es petróleo, en Venezuela las cadenas de comercialización no han cesado de subir los precios y hasta se ha convertido en un rasgo cultural contarle a los más jóvenes sobre los precios de hace una década. La guerra económica en Venezuela no comenzó en 2013 con la elección de Nicolás Maduro como presidente; ésta ya estaba en gestación años atrás en nuestro país, por ejemplo, cuando un aumento de sueldo era decretado por el presidente Hugo Chávez, donde los comercios no tardaban en trasladar el mismo porcentaje de aumento y hasta más a sus mercancías.
Fiscalizar los precios no es la panacea, pero en medio de un escenario de guerra total las acciones del Gobierno para proteger a la población siempre brindan un respiro al asalariado, a su tranquilidad y a la resolución inmediata de algunos de sus problemas.
Para el largo aliento tocará participar en la construcción del nuevo Plan de la Patria, en la creación de una economía que supere el modelo rentista petrolero que, por diseño y no por decreto, deje fuera la posibilidad de la especulación y la usura de manera tan criminal como la que se ejerce en Venezuela por parte de agentes privados.

Año nuevo, nada nuevo

Llegó 2018 y con él regresó Julio Borges a Venezuela, después de un mes de ausencia, con un premio Sarajov en la maleta, y un sombrerito de turista gringo fallando en el intento de disimularle las cejas. Llegó para entregar la presidencia de la AN en desacato a Omar Barboza, del partido de Manuel Rosales, quien, por cierto, tuvo unas merry christmas en Disney World. Y Delsa y Stalin bravos porque, cónfiro, son ellos los que ponen el pecho, los que dan la cara, porque, ¿dónde estaba Barboza durante las guarimbas del año pasado? Pasado, Barboza es el pasado y Stalin y Delsa son AD-Juventud, pasada de horno, pasada de Botox, pero juventud. Habrá que buscar un partido que los sepa querer, pero visto lo visto ya no hay partidos adónde saltar.
Capriles no suelta a Primero Justicia. "El candidato soy yo". Su adicción a las derrotas deja huellas en su cara. Aferrado al Periscope, habla solo, arma peos solo, intenta en vano ser malote, el gafo del salón que el antichavismo llevó a ser triple candidato, triple perdedor, insiste en transmitir su decadencia como un reality show que nadie ve. Es el turno de Borges, o eso cree él, que siempre está detrás, esperando, esperando, pero es tan intragable que siempre lo posponen, "ahora no Julio, tú eres más valioso suplicando sanciones contra tu país, tratando de dar lástima, aunque esto último no te sale muy bien porque la grima se impone…".
Voluntad Popular es la nada, una silla vacía en la Asamblea Nacional, vestida con una franela que intentaba recordarnos que ahí faltaba alguien que nadie quería recordar. El hobbit hitleriano escondido bajo las faldas de Pinochet tuitea su ausencia y como ya es tradición en las filas del odio, una catarata de insultos recibe como respuesta. Del liberen a Leopoldo al olvido mediático. Ya nadie nombra a la novicia alpina de inocentonas trenzas, ya nadie recuerda a su marido, aquel que sería un Mandela blanco y chic. Olvido mediático, olvido absoluto. Ya no lo recuerdan ni en El Cafetal.
De AD ni hablar: el motor arrechísimo se apagó cuando Ramos Allup, puyándolo porque (creía que) iba en bajada, se encontró de golpe (nunca mejor dicho) con el infranqueable abismo del no te vistas que no vas de la embajada gringa. Justo cuando todo iba viento en popa, pensaba tembloroso, abatido, en la soledad de una rueda de prensa en la que se vio obligado a despojarse de su sueño y de su orgullo. Lo recuerdo en esa rueda de prensa, cabizbajo, tartamuneando, renunciando a participar en unas elecciones que decía que tenía ganadas y que lo convertirían en el jefe del partido antichavista más votado. El presidenciable que no fue. Un hombre que apenas hace un par de años era la esperanza blanca, el político más sexy del país, según nos quiso hacer creer el márketing mediático, que festejaba delirante al motor arrechísimo que hoy se corroe con el óxido del olvido.
Y hay que sesionar, y otra vez no hay quórum, y otra vez qué importa, porque no es no, y no me da la gana, y otra vez, como todas las veces, los cuatro gatos que asisten al teatro del absurdo en el que convirtieron a la Asamblea Nacional, se paran y dan unos discursos que nadie oye y aprueban algún acuerdo que, por írrito, a nadie importa. Así, la Asamblea en desacato empieza el año nuevo como si fuera viejo.
Por otro lado, Ricardo Hausmann, el panita de Lorenzo Mendoza, el que está en guerra -¿se acuerdan?-, bueno, Ricardo, desde su casa en Massachussets, pide una intervención militar para Venezuela, please, y el lado más oscuro del antichavismo aplaude y sueña con saqueos, calle, calle y más calle sin retorno, cualquier chispa que encienda el polvorín de una guerra en la tierra que los vio nacer… ¡Los muy hijos de puta!
Y, como en una película de zombies, Claudio Fermín aparece entre la niebla más espesa y gris para anunciar su candidatura a la presidencia. Solo falta el Tigre con su eslógan amarillento del siglo pasado. Y esto apenas empieza.
"Año nuevo, nada nuevo", canta el antichavismo chillón, desafinado y sin una pizca de gracia.

Balance 2017 y perspectivas para 2018: apuntes políticos de Maduro en la ANC

El presidente venezolano Nicolás Maduro se dirigió al plenipotenciario parlamento, la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), para hacer un balance sobre la gestión del gobierno central durante 2017 y establecer nuevas dispensas para el año en curso. Sobre su presentación, hay elementos políticos que merecen suma atención.
Para empezar, el balance yace sobre el año quizás más turbulento y complejo en la historia del chavismo en el poder. Las aristas sobre la coyuntura económica y las indiscutidas conmociones políticas de 2017 no se hicieron esperar en el discurso presidencial, como tampoco los desafíos y la elección presidencial que ocurrirá este año.
La paz política. 2017 fue el año en que se alcanzó el punto más alto en el intento de empuje hacia una confrontación civil en Venezuela, en una trama de desestabilización profunda y compleja aupada por el antichavismo y claramente apoyada desde el extranjero, con especial énfasis desde Estados Unidos. Tales aspiraciones fracasaron. Nuevamente el chavismo supo instrumentar una conducción efectiva para privilegiar lo político y favorecer el desarme (al menos momentáneamente) de una guerra en ciernes. El mapa de inestabilidad dibujado por los agentes del caos durante las guarimbas y demás arremetidas de 2017 -aunque trajo pérdidas fatales y generó además una herida profunda en el tejido político y social de Venezuela- fue desarticulado.
Las referencias del Presidente de la República sobre estas instancias no fueron una reiteración banal, dado que las amenazas persisten y los frentes de conflicto siguen abiertos y podrían reanimarse. La paz es una conquista. Aunque en el espectro de la opinión pública haya tendencia a trivializar esto, lo cierto es que al término de 2017 se consolidó un clima de sosiego político del cual son beneficiarias las grandes mayorías de la nación.
Las amenazas desde el extranjero. 2017 también fue el año en que el enemigo medular del chavismo dejó las sombras. Brevemente y haciendo apreciaciones, Maduro resaltó el contexto de asedio político y financiero que pesa sobre Venezuela y que tiene un pináculo desde el 25 de agosto pasado, cuando la gestión de Donald Trump impuso un serio entramado de sanciones financieras contra el país y, además, amenazó con una intervención militar.
Estos eventos sin referencias recientes en el país marcan la pauta en la ruta política que el chavismo reperfila para 2018. Las condiciones impuestas por el marco de sanciones y la acción cada vez más contundente contra Venezuela desde ciertos frentes políticos abiertos en lo diplomático son, según Maduro, un referente que va a afinar los destinos nacionales y sobre estos derroteros el chavismo debe prevalecer.
La ruta electoral. En referencia a las tres elecciones realizadas en 2017, el presidente Nicolás Maduro mencionó que muchos de estos escenarios y resultados eran impensables a inicios del año pasado. Se eligió a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) como mecanismo político para resguardar al Estado, las instituciones y la sociedad, de las amenazas belicistas y de confrontación que intentaron imponer los agentes de la desestabilización. Se realizaron elecciones de gobernadores en octubre y luego de alcaldes en diciembre, ambas con formidables resultados para el chavismo. Cierra de esa manera un año en que el chavismo se revitaliza electoralmente.
La posición del Presidente en estos temas fue triunfal y cuenta con todos los méritos para esto, indiscutidamente. Contra muchos pronósticos, la ruta electoral impuesta por el chavismo desarticuló a la oposición venezolana, la cual cedió a las estampidas y al enfrentamiento interno, para desembocar en un repliegue casi total del espectro político, con la trágica consecuencia para sus dirigentes de encontrarse en el callejón sin salida de su deslegitimación, pérdida de respaldo y fragmentación electoral. Las vías electorales como reafirmación de la democracia resultaron ser un incuestionable antídoto contra quienes intentaron violentarla y que no supieron desenvolverse en los caminos regulares de la política.
En materia económica. Los señalamientos de Maduro en este tema parten desde diversas direcciones y temas. Reconociendo el comportamiento feroz de los agentes del caos económico sobre importantes capas sociales, se refirió a la necesidad de construir la "paz económica" como un desafío político impostergable. Los estragos de la guerra económica siguen siendo una referencia reiterada en el discurso presidencial. Sus alusiones apuntaron al tipo de cambio paralelo que ha exacerbado las asimetrías económicas y profundizado la caotización de los sistemas de precios.
Llamó a su gabinete económico y al vicepresidente Tareck El Aissami a "leerles la cartilla" a los sectores empresariales por violentar los esquemas de "precios acordados". Llamó a una regularización inmediata de los sistemas de precios en el país. Llamó al pueblo a acompañarlo "en paz" a un proceso de fiscalización territorializada acorde a la "Ley contra la guerra económica" sancionada por la ANC.
Como anuncio para 2018, el ejecutivo venezolano reperfila su política económica y con ella el anuncio del lanzamiento de la criptomoneda venezolana, el Petro, la cual será un instrumento para la evasión de sanciones financieras, la captación de divisas por vías no convencionales y la construcción de un referente monetario alternativo al dólar paralelo, que ha destruido gran parte del tejido económico del país.
De manera alterna, el año 2018 prevé el relanzamiento del sistema cambiario DICOM y la activación de nuevos mecanismos de emergencia económica para acelerar la capacidad de respuesta del Estado frente a los desmanes de la guerra.
Política social. Como un mecanismo adecuado a un marco de coyuntura económica como la que vive Venezuela, Maduro detalló aspectos de la política social, cuyo apresto se incrementó durante 2017 con el fin de proteger a la población de los efectos perniciosos del boicot económico. Durante el año pasado se profundizó la gestión y focalización de políticas sociales mediante el Carnet de la Patria, instrumento de asignación de beneficios sociales y paliativos dirigidos a sectores socioeconómicos vulnerables.
En ese sentido recalcó que ese instrumento permitirá que en 2018 sea alcanzado el 100% de la población de tercera edad bajo el régimen de pensiones universales. A inicios de este año se entregará la vivienda número 2 millones en el marco de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Además, anunció el uso del Carnet de la Patria para llevar a 4 millones de familias el plan Hogares de la Patria como mecanismo de asignación económica diferenciada y acorde al número de integrantes del grupo familiar. Por otro lado, anunció la bonificación de apoyo a mujeres en situación de gestación.
La política social ha sido constantemente instrumentada por el chavismo como un mecanismo para saldar las cuotas de deuda social histórica. No obstante y en tiempos de una fuerte embestida de los agentes económicos, refirió el Presidente, las políticas sociales han evolucionado a ser mecanismos de protección. Maduro ha estado insistiendo en el uso del Carnet de la Patria, con más de 15 millones de personas afiliadas, como arma para eficientar y sistematizar las metodologías de asignaciones.
La construcción de un nuevo Plan de la Patria. El Presidente venezolano ha insistido en levantar, desde los grandes espacios de discusión, una visión que reedite el sentido del Plan de la Patria vigente, hecho a puño y letra por el Comandante Hugo Chávez. Este no es un dato político menor. Según Maduro, hasta la fecha más de 1 millón y medio de personas han participado en estas discusiones en todos los municipios del país y se espera que más sectores se sigan sumando. Llamó a los partidos que componen el Gran Polo Patriótico, a las organizaciones sociales, a los distintos capítulos del Congreso de la Patria y a las fuerzas vivas y organizadas de la sociedad, a sumarse.
Maduro convocó para, en 2018, diseñar el nuevo Plan de la Patria, reafirmando el sentido del Plan vigente y trabajando en sus cinco objetivos históricos. Como es sabido, la propuesta consiste en la planificación de las metas en materia de gestión pública para el período presidencial de seis años que inicia en 2019.
El diálogo con la oposición. Privilegiando el sentido de hacer política, el presidente Nicolás Maduro reafirmó la necesidad de sostener el diálogo con los factores venezolanos del antichavismo. Encarrilarlos en la política, propiciar el cese del enfrentamiento y convenir caminos electorales, surgieron como apreciaciones suyas.
Sobre estos mecanismos activados en el año que terminó y aún vigentes en República Dominicana, el Presidente advirtió que el antichavismo apuesta a la "pérdida de tiempo" y de la paciencia de las instituciones y factores del chavismo involucrados, mediante dilaciones de las vocerías antichavistas presentes. Vale recalcar que con el saldo político de 2017, es la oposición la que recurre al diálogo en medio de un naufragio, en esencia, quedan descolocadas solicitudes y exigencias de estos factores frente a las posturas del chavismo, quienes tienen poco que conceder en estas instancias. Como principio elemental de la política, quien posee posición de dominio no la cede y esta reflexión quedó tácita en la alocución presidencial.
No obstante la apuesta sigue siendo a nuevos acuerdos, a expensas de que buena parte de los acuerdos corren el riesgo de ser efímeros, ya que la Casa Blanca modula las decisiones en la oposición venezolana. Esto la convierte, al día de hoy, en vasalla, con capacidad de interlocución reducida.
Elecciones presidenciales en 2018. En su intervención ante la ANC, el presidente Maduro advirtió el riesgo de que la oposición esté planeando un nuevo boicot electoral, esta vez contra las elecciones presidenciales. Sin embargo recalcó que estas se realizarán "con toda la oposición o con una parte de ella".
La determinación de Maduro en este ítem parece clara. No existen espacios para dilaciones y considera que nuevamente debe ser el pueblo el que determine su modelo de país. Maduro se presentó confiado en asumir el desafío electoral de este año, entendiendo una medición electoral presidencial como un espacio de clara definición de las coyunturas políticas y factor resolutivo de una gran puja que ha signado su mandato.

Complejo industrial-militar gringo impulsa propaganda para intervenir Venezuela

La propaganda proveniente de medios estadounidenses recrudece a medida que se perfila, con más ahínco, la campaña que vende una intervención militar de tipo humanitaria contra Venezuela desde el exterior. De la cual surge una pregunta: ¿quiénes están detrás de este "consenso" mediático?
Mucho se ha dicho sobre el uso de las "crisis humanitarias" con el fin de promover intervenciones militares, sobre todo lo relacionado con las destructivas consecuencias de dichas operaciones. Los casos de Somalia, la extinta Yugoslavia y Libia son los más representativos de las últimas décadas por tratarse de naciones que se sumieron en un caos sin precedentes junto con la instalación de paraeconomías como tratas de personas y el negocio de la guerra infinita.
Poco se escribe sobre cómo se arma un expediente de tipo "humanitario", en el que las ONGs y los medios de propaganda financiados por los promotores de intervenciones son agentes clave de las operaciones militares.
Así, la venta de relatos como productos de márketing en torno a la situación venezolana actual se hace cada vez más prolija en sus modos y despliegue. Medios estadounidenses como The New York Times (NYT) y The Washington Post (WaPo) son los propagandistas habituales de este tipo de relato, y no escatiman recursos para hacer su trabajo efectivo aun cuando promuevan noticias falsas (fake news) de todas las maneras posibles.

Editoriales del colapso y la intervención

Aquí no se trata de esconder las duras consecuencias de la crisis (impuesta) en Venezuela, sino de desenredar lo que se cuenta de lo que permanece vetado en los medios corporativos. El hecho de que el NYT publique un extenso fotorreportaje sobre una supuesta hambruna que se lleva por delante la vida de los niños venezolanos debe causar suspicacia no sólo por el medio que divulga la "noticia" sino por la forma en que es tratada la información.
Una de las técnicas más usuales de la propaganda pro-intervención consiste en la atomización de la información recabada para mostrarla como cuadro generalizador de un contexto. El NYT usa el testimonio de una familia como retrato de un país acabado por el hambre para desfigurar la realidad: aunque Venezuela viva momentos difíciles en términos de inflación inducida exacerbada y desabastecimiento programado, la mayoría de la población es capaz de abastecerse de alimentos por medio de planes efectivos de subsidio a la alimentación, sobre todo a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), que hasta la fecha beneficia a más de 6 millones de familias.
Sin duda ha habido casos graves de familias depauperadas por la situación económica del país. Entre ellas el caso que presenta el NYT, aunque éste es usado de forma sensacional para vender a la lectoría global que casi todos los niños del país mueren de hambre bajo responsabilidad enteramente del Gobierno Bolivariano, sin matices de ningún tipo. No se mencionan los diferentes factores que convergen en la presente coyuntura nacional.
Según el medio neoyorquino, "el gobierno ha utilizado la comida como una manera de mantenerse en el poder": una afirmación temeraria si se toma en cuenta que han sido los empresarios y comerciantes privados los que han escondido o dejado descomponer alimentos y subido los precios de aquellos de manera sistemática, referenciados a una tasa de divisas completamente desfasada de la realidad monetaria venezolana. Son hechos comprobados, no opiniones como la citada del NYT.
Se comprueba, entonces, que a través de imágenes que impactan la sensibilidad del receptor de noticias y de relatos que se muestran como cuadros totalizadores de una realidad amplia y compleja, también se desnaturalizan las causas de la situación venezolana. El ocultamiento de los orígenes de la crisis repercute inmediatamente, según el NYT, en la responsabilidad del chavismo por todas las consecuencias que estos medios catalogan como "crisis humanitaria".
Pocos periodistas y analistas políticos afirman que las causas de lo que sucede hoy en Venezuela tienen que ver tanto con el sabotaje a lo interno de la economía y la moneda locales como con el bloqueo financiero impuesto por la Casa Blanca y el Departamento del Tesoro, cuyos efectos se trasladan a los diversos sectores de la vida económica nacional por ser el Estado venezolano uno dependiente de los petrodólares. Un escenario similar fue usado contra Irán, país actualmente atacado por la Administración Trump desde varios frentes y que sirve como espejo de la realidad venezolana.
Sin embargo, no es el NYT el único medio que enfila sus baterías informativas contra Venezuela: el WaPo es aún más beligerante en su posición editorial.
Una nota de opinión firmada por Jackson Diehl, una de las voces más difundidas del WaPo, hace gala de su apoyo a una intervención militar de tipo humanitaria sobre suelo venezolano.
De hecho, cita el delirante artículo de Ricardo Hausmann, agente de la Universidad de Harvard y ex ministro de Carlos Andrés Pérez, para argumentar "cómo los extremos de la crisis en Venezuela están rompiendo tabúes políticos de viejas generaciones".
La promoción de intervención militar sobre Venezuela también es una operación comercial
Asimismo, enaltece la figura de Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), quien según WaPo promueve la idea de un embargo petrolero por parte de EEUU sobre Venezuela como mecanismo de presión para un cambio de régimen.
El Grupo de Lima, bajo las directrices de Washington, entra a colación sobre este asunto, ya que según Diehl apoyaría con acciones este escenario no tan hipotético ya que el embargo no ha sido declarado pero se cumple de facto desde el año pasado, como profundización del bloqueo internacional sobre en la estructura económica y financiera del país.
El final de la nota del WaPo afirma que vivimos tiempos en la región en que las invasiones militares son urgentes porque, supuestamente, hay un pedido expreso de Venezuela en torno a esta opción, una alternativa ya asomada por el presidente de los EEUU.
Nada más lejos de la realidad, sobre todo si tomamos en cuenta que tanto las noticias falsas del NYT y los textos encubiertamente editoriales del WaPo venden una idea que rechaza, al menos, el 76% de los venezolanos y las venezolanas.

El negocio de la guerra tiene sus portavoces

Los dos medios estadounidenses citados aquí forman parte de una estructura corporativa ligada a las altas finanzas de Wall Street y el corretaje de personalidades multimillonarias, también conectadas a la CIA y el llamado complejo industrial-militar.
Este último entramado ha contado con el NYT y el WaPo, entre otros medios a escala global, para promover las guerras necesarias a los informes financieros de las principales contratistas de las armas en EEUU.
El negocio de la guerra, entonces, toma un relieve especial en cuanto a las narrativas del colapso y la intervención, si tomamos en cuenta que los medios estadounidenses han sido tomados por grupos de poder con planes estratégicos de iniciar conflictos por motivos políticos, económicos, financieros, geopolíticos y geoeconómicos.
Bien documentado por el periodista Carl Bernstein está el hecho de que la CIA tiene estrechos lazos con el NYT desde la década de 1950, cuestión que también afirma el ex espía estadounidense Steve Kangas.
El ex director de ese medio, Arthur Hays Sulzberger, fue amigo cercano de Allen Dulles, entonces director de la CIA y diseñador de operaciones encubiertas que concluyeron en golpes de Estado en otras partes del mundo. El mismo Sulzberger es, hoy, uno de los grandes accionistas de The New York Times Company al igual que otros fondos de cobertura financiera, capitanes de Wall Street, como Vanguard Group y Blackrock Inc. Los editoriales del NYT reconocen el poderío imperial de EEUU, que reside en su capacidad militar y el entramado finaciero del dólar, y lo aprueban sin pudor.
De igual forma, el WaPo tiene como dueño un multimillonario con estrechas conexiones con el complejo industrial-militar: se trata de Jeffrey Bezos, dueño también del portal de comercio digital Amazon.
Bezos compró el WaPO en agosto de 2013 por unos 250 millones de dólares. En 2012 concretó una operación comercial con la CIA, cooperación que detalla una fuerte inversión en una compañía de computación cuántica de Canadá. En marzo de 2013 Amazon firmó un acuerdo de 600 millones de dólares para proveer servicios de computación para la CIA y otras agencias de inteligencia y seguridad del gobierno estadounidense.
La íntima colaboración entre agencias de información y de servicios militares en los EEUU es una historia que crece a pasos agigantados. El historiador estadounidense Eric Zuesse anota cómo esta cooperación se decanta, sobre todo, con el WaPo como el principal propagandista del complejo industrial-militar, por encima del NYT, que hasta hace poco se regodeaba de ese título.
A tono con las narrativas sensancionalistas de estos dos medios, fieles a los principios de propaganda del nazismo, el uso mediático del NYT y el WaPo contra Venezuela es signo de una operación de márketing a gran escala. Los relatos de "crisis humanitaria" que incluyen la promoción de una intervención militar por parte de EEUU y sus "aliados" sobre el país son también para acrecentar las ganancias del complejo industrial-militar occidental liderados por corporaciones como Lockheed Martin, Boeing, Raytheon. Una operación comercial, pues a medida que suben el tono y posibilitan un escenario de intervención militar, estas compañías pueden aumentar su influencia sobre el presupuesto de defensa y en la demanda de armas que les permita aumentar sus cotizaciones en la bolsa.
Ese mismo entramado relacionado al mundo militar corporativo se aúna al presentado proyecto de ley de asistencia humanitaria ya aprobado por la Cámara Baja del Congreso estadounidense, tomado por las transnacionales mediante lobbies y financiamientos, en el que se pide al Pentágono alistarse para una intervención humanitaria sobre Venezuela. No hay nota disonante o fuera de lugar en la partitura corporativa.
Los portavoces de las invasiones humanitarias no juegan en el terreno periodístico, sino que forman parte del negocio de la guerra. Con Venezuela, intentan cobrar lo incesantemente invertido por estas corporaciones que tienen el poder en los EEUU desde hace unas cinco décadas.