martes, 16 de enero de 2018

Balance 2017 y perspectivas para 2018: apuntes políticos de Maduro en la ANC

El presidente venezolano Nicolás Maduro se dirigió al plenipotenciario parlamento, la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), para hacer un balance sobre la gestión del gobierno central durante 2017 y establecer nuevas dispensas para el año en curso. Sobre su presentación, hay elementos políticos que merecen suma atención.
Para empezar, el balance yace sobre el año quizás más turbulento y complejo en la historia del chavismo en el poder. Las aristas sobre la coyuntura económica y las indiscutidas conmociones políticas de 2017 no se hicieron esperar en el discurso presidencial, como tampoco los desafíos y la elección presidencial que ocurrirá este año.
La paz política. 2017 fue el año en que se alcanzó el punto más alto en el intento de empuje hacia una confrontación civil en Venezuela, en una trama de desestabilización profunda y compleja aupada por el antichavismo y claramente apoyada desde el extranjero, con especial énfasis desde Estados Unidos. Tales aspiraciones fracasaron. Nuevamente el chavismo supo instrumentar una conducción efectiva para privilegiar lo político y favorecer el desarme (al menos momentáneamente) de una guerra en ciernes. El mapa de inestabilidad dibujado por los agentes del caos durante las guarimbas y demás arremetidas de 2017 -aunque trajo pérdidas fatales y generó además una herida profunda en el tejido político y social de Venezuela- fue desarticulado.
Las referencias del Presidente de la República sobre estas instancias no fueron una reiteración banal, dado que las amenazas persisten y los frentes de conflicto siguen abiertos y podrían reanimarse. La paz es una conquista. Aunque en el espectro de la opinión pública haya tendencia a trivializar esto, lo cierto es que al término de 2017 se consolidó un clima de sosiego político del cual son beneficiarias las grandes mayorías de la nación.
Las amenazas desde el extranjero. 2017 también fue el año en que el enemigo medular del chavismo dejó las sombras. Brevemente y haciendo apreciaciones, Maduro resaltó el contexto de asedio político y financiero que pesa sobre Venezuela y que tiene un pináculo desde el 25 de agosto pasado, cuando la gestión de Donald Trump impuso un serio entramado de sanciones financieras contra el país y, además, amenazó con una intervención militar.
Estos eventos sin referencias recientes en el país marcan la pauta en la ruta política que el chavismo reperfila para 2018. Las condiciones impuestas por el marco de sanciones y la acción cada vez más contundente contra Venezuela desde ciertos frentes políticos abiertos en lo diplomático son, según Maduro, un referente que va a afinar los destinos nacionales y sobre estos derroteros el chavismo debe prevalecer.
La ruta electoral. En referencia a las tres elecciones realizadas en 2017, el presidente Nicolás Maduro mencionó que muchos de estos escenarios y resultados eran impensables a inicios del año pasado. Se eligió a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) como mecanismo político para resguardar al Estado, las instituciones y la sociedad, de las amenazas belicistas y de confrontación que intentaron imponer los agentes de la desestabilización. Se realizaron elecciones de gobernadores en octubre y luego de alcaldes en diciembre, ambas con formidables resultados para el chavismo. Cierra de esa manera un año en que el chavismo se revitaliza electoralmente.
La posición del Presidente en estos temas fue triunfal y cuenta con todos los méritos para esto, indiscutidamente. Contra muchos pronósticos, la ruta electoral impuesta por el chavismo desarticuló a la oposición venezolana, la cual cedió a las estampidas y al enfrentamiento interno, para desembocar en un repliegue casi total del espectro político, con la trágica consecuencia para sus dirigentes de encontrarse en el callejón sin salida de su deslegitimación, pérdida de respaldo y fragmentación electoral. Las vías electorales como reafirmación de la democracia resultaron ser un incuestionable antídoto contra quienes intentaron violentarla y que no supieron desenvolverse en los caminos regulares de la política.
En materia económica. Los señalamientos de Maduro en este tema parten desde diversas direcciones y temas. Reconociendo el comportamiento feroz de los agentes del caos económico sobre importantes capas sociales, se refirió a la necesidad de construir la "paz económica" como un desafío político impostergable. Los estragos de la guerra económica siguen siendo una referencia reiterada en el discurso presidencial. Sus alusiones apuntaron al tipo de cambio paralelo que ha exacerbado las asimetrías económicas y profundizado la caotización de los sistemas de precios.
Llamó a su gabinete económico y al vicepresidente Tareck El Aissami a "leerles la cartilla" a los sectores empresariales por violentar los esquemas de "precios acordados". Llamó a una regularización inmediata de los sistemas de precios en el país. Llamó al pueblo a acompañarlo "en paz" a un proceso de fiscalización territorializada acorde a la "Ley contra la guerra económica" sancionada por la ANC.
Como anuncio para 2018, el ejecutivo venezolano reperfila su política económica y con ella el anuncio del lanzamiento de la criptomoneda venezolana, el Petro, la cual será un instrumento para la evasión de sanciones financieras, la captación de divisas por vías no convencionales y la construcción de un referente monetario alternativo al dólar paralelo, que ha destruido gran parte del tejido económico del país.
De manera alterna, el año 2018 prevé el relanzamiento del sistema cambiario DICOM y la activación de nuevos mecanismos de emergencia económica para acelerar la capacidad de respuesta del Estado frente a los desmanes de la guerra.
Política social. Como un mecanismo adecuado a un marco de coyuntura económica como la que vive Venezuela, Maduro detalló aspectos de la política social, cuyo apresto se incrementó durante 2017 con el fin de proteger a la población de los efectos perniciosos del boicot económico. Durante el año pasado se profundizó la gestión y focalización de políticas sociales mediante el Carnet de la Patria, instrumento de asignación de beneficios sociales y paliativos dirigidos a sectores socioeconómicos vulnerables.
En ese sentido recalcó que ese instrumento permitirá que en 2018 sea alcanzado el 100% de la población de tercera edad bajo el régimen de pensiones universales. A inicios de este año se entregará la vivienda número 2 millones en el marco de la Gran Misión Vivienda Venezuela. Además, anunció el uso del Carnet de la Patria para llevar a 4 millones de familias el plan Hogares de la Patria como mecanismo de asignación económica diferenciada y acorde al número de integrantes del grupo familiar. Por otro lado, anunció la bonificación de apoyo a mujeres en situación de gestación.
La política social ha sido constantemente instrumentada por el chavismo como un mecanismo para saldar las cuotas de deuda social histórica. No obstante y en tiempos de una fuerte embestida de los agentes económicos, refirió el Presidente, las políticas sociales han evolucionado a ser mecanismos de protección. Maduro ha estado insistiendo en el uso del Carnet de la Patria, con más de 15 millones de personas afiliadas, como arma para eficientar y sistematizar las metodologías de asignaciones.
La construcción de un nuevo Plan de la Patria. El Presidente venezolano ha insistido en levantar, desde los grandes espacios de discusión, una visión que reedite el sentido del Plan de la Patria vigente, hecho a puño y letra por el Comandante Hugo Chávez. Este no es un dato político menor. Según Maduro, hasta la fecha más de 1 millón y medio de personas han participado en estas discusiones en todos los municipios del país y se espera que más sectores se sigan sumando. Llamó a los partidos que componen el Gran Polo Patriótico, a las organizaciones sociales, a los distintos capítulos del Congreso de la Patria y a las fuerzas vivas y organizadas de la sociedad, a sumarse.
Maduro convocó para, en 2018, diseñar el nuevo Plan de la Patria, reafirmando el sentido del Plan vigente y trabajando en sus cinco objetivos históricos. Como es sabido, la propuesta consiste en la planificación de las metas en materia de gestión pública para el período presidencial de seis años que inicia en 2019.
El diálogo con la oposición. Privilegiando el sentido de hacer política, el presidente Nicolás Maduro reafirmó la necesidad de sostener el diálogo con los factores venezolanos del antichavismo. Encarrilarlos en la política, propiciar el cese del enfrentamiento y convenir caminos electorales, surgieron como apreciaciones suyas.
Sobre estos mecanismos activados en el año que terminó y aún vigentes en República Dominicana, el Presidente advirtió que el antichavismo apuesta a la "pérdida de tiempo" y de la paciencia de las instituciones y factores del chavismo involucrados, mediante dilaciones de las vocerías antichavistas presentes. Vale recalcar que con el saldo político de 2017, es la oposición la que recurre al diálogo en medio de un naufragio, en esencia, quedan descolocadas solicitudes y exigencias de estos factores frente a las posturas del chavismo, quienes tienen poco que conceder en estas instancias. Como principio elemental de la política, quien posee posición de dominio no la cede y esta reflexión quedó tácita en la alocución presidencial.
No obstante la apuesta sigue siendo a nuevos acuerdos, a expensas de que buena parte de los acuerdos corren el riesgo de ser efímeros, ya que la Casa Blanca modula las decisiones en la oposición venezolana. Esto la convierte, al día de hoy, en vasalla, con capacidad de interlocución reducida.
Elecciones presidenciales en 2018. En su intervención ante la ANC, el presidente Maduro advirtió el riesgo de que la oposición esté planeando un nuevo boicot electoral, esta vez contra las elecciones presidenciales. Sin embargo recalcó que estas se realizarán "con toda la oposición o con una parte de ella".
La determinación de Maduro en este ítem parece clara. No existen espacios para dilaciones y considera que nuevamente debe ser el pueblo el que determine su modelo de país. Maduro se presentó confiado en asumir el desafío electoral de este año, entendiendo una medición electoral presidencial como un espacio de clara definición de las coyunturas políticas y factor resolutivo de una gran puja que ha signado su mandato.

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