jueves, 31 de octubre de 2019



Colombia, el surgimiento del Estado Paramilitar


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En un hecho sin precedentes, pero que nos muestra bastante bien el estado actual de cómo se encuentra la política hegemónica en el mundo, un aliado de Washington en Suramérica, Álvaro Uribe Vélez, publica sin ningún tipo de escrúpulo una apología al exterminio del pueblo colombiano.
biano.
​¿Cómo es posible que esto ocurra sin que las instituciones del Estado colombiano, se conmuevan en lo más mínimo?
Puede que la primera razón sea que se han acostumbrado a tolerar esta clase de formas en la política. Lo otro, es que están absolutamente controladas por esta clase de operadores. Pero puede que la verdadera causa resida en que el Estado colombiano, en su totalidad, ya ha mutado hacia una clase de estructura que solo sirve para el control social y no para defensa de su población.
Un Estado que ha sido modelado y construido a imagen, semejanza e interés de los grupos elitescos que a través de la violencia y el miedo ejercen la administración del poder en Colombia.
Si queremos hablar de Estados que representan una grave amenaza para la inestabilidad de la región suramericana, creo que debemos prestar verdadera atención al drama colombiano.

¡Cuánto nos preocupa Venezuela!

El Observatorio de Memoria y Conflicto, perteneciente al Centro Nacional de Memoria Histórica, compiló en cifras un drama que durante 60 años no ha generado tal cantidad de titulares y atención mediática como Venezuela desde que Nicolás Maduro asumiera en 2014 el poder en Venezuela.
"La guerra en Colombia ha dejado 262.197 muertos: De este total de víctimas fatales, 215.005 eran civiles y 46.813 eran combatientes. Un total de 94.754 muertes son atribuidas a los paramilitares, 35.683 a la guerrilla y 9.804 a agentes del Estado; la guerra dejó 80.514 desaparecidos (de los cuales 70.587 aún siguen desaparecidos), 37.094 víctimas de secuestro, 15.687 víctimas de violencia sexual y 17.804 menores de 18 años reclutados".
Para la especialista en ciencias sociales, Karen Dávila, quien trabaja como investigadora del Observatorio Feminicidios Colombia perteneciente a la Red Feminista Antimilitarista, "la guerra es una realidad que siempre nos ha acompañado" y para entender el país hay que comprender el conflicto armado el cual "es transversal a cualquier análisis social", apunta.
La entrevista exclusiva para Sputnik, justo cuando en Colombia se conmemora el asesinato del líder liberal, Jorge Eliécer Gaitán, permite que usemos la referencia histórica como plataforma de análisis.
A juicio de Dávila, la muerte de Gaitán es un hito en la historia de la violencia en Colombia. Puede que la génesis del conflicto armado que vive dicho pueblo hoy día.
"Gaitán tenía un proyecto de Unidad Nacional. Un hombre que logró aglomerar a amplios sectores de los partidos conservador y liberal, y mucho más importante a las grandes masas de pobres históricamente excluidas", apunta.
Su muerte no solo provocó uno de los conflictos más largos de la historia moderna sino además, derivó en un estallido social, conocido como 'el Bogotazo', que dividió a Colombia hasta el presente.
"La propia ciudad modificó su espacio luego del estallido. Se dividió en Norte y Sur. Al norte, se fue a vivir la gente de clase media y alta, y hacia el sur se quedó la gente pobre", complementa Dávila.
— ¿Cómo evoluciona la violencia y el conflicto colombiano, luego de ese hito?
La bandera de Colombia con la palabra 'Paz'
© REUTERS / JOHN VIZCAINO
Se forma un ejército de corte paramilitar que es apoyado por el Gobierno de Laureano Gómez. Un ejército que persigue a los liberales de manera descarnada y completamente sangrienta. Quema pueblos, comete todo tipo de masacres y torturas. Aparecieron los grupos denominados chulavitas, pájaros y cóndores, que eran sectores de lo más reaccionario de la sociedad que entrenaban asesinos y que provienen de las capas pobres de la sociedad, pero que sirven a los intereses de los grupos de las élites conservadoras colombianas.
— Para muchos jóvenes, la creación de los grupos paramilitares se relaciona con Uribe Vélez, sin embargo, parece un fenómeno anterior…
Utilizar un aparato de represión sangrienta apoyado por el Estado es un fenómeno que se repite en la historia colombiana. Incluso después de la supuesta desmovilización de los paramilitares, durante el Gobierno de Álvaro Uribe, se generan las bandas criminales. Siempre el Estado colombiano ha tenido un brazo de control que es con el que asesina, masacra, desaparece. Ya que con la fuerza pública no puede hacerlo de manera tan abierta, siempre se vale de este aparato para ejercer la represión.
— Al ver el fenómeno paramilitar en una línea del tiempo, pueden extraerse factores comunes, pero también ciertas diferencias…
En algunos casos, ha mutado. Por ejemplo, el paramilitarismo de Álvaro Uribe está emparentado con el narcotráfico, el paramilitarismo de los años cincuenta está más vinculado con la tenencia de la tierra. Aunque, lo que hay de fondo en el proyecto paramilitar es la tierra. Antes, mataban y acusaban a cualquiera de liberal para apoderarse de los territorios. El paramilitarismo que encabeza Uribe Vélez también tiene ese elemento porque es el espacio que necesitan las transnacionales para explotar los minerales, y el que requieren para la producción y tránsito de las drogas.
Un artículo de la revista 'Semana' titulado 'Un millón de hogares campesinos en Colombia tienen menos tierra que una vaca' apoya el punto de vista de Dávila. Para la Oxfam, este país es el más desigual de toda América en cuanto a la tenencia de la tierra se refiere. La propia directora de la organización para Colombia, Aida Pesquera, reconoce que el Gobierno de Colombia "hace oído sordos" para atender la situación.

La guerra fría como excusa

El paramilitarismo en Colombia, a juicio de Dávila, surge no solo por la configuración de factores en pugna al interior del país, sino que responden a un contexto global.
La tensión Rusia-Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial se traslada a Latinoamérica y allí ambas potencias se disputan las áreas de influencia.
La investigadora considera que un hecho significativo es que justo el día en que asesinan a Gaitán y estalla el Bogotazo, se desarrollaba en la ciudad una conferencia panamericana con representantes de toda la región. Todos los medios de comunicación señalaron a los comunistas de la violencia.
"El mensaje no era tanto para los colombianos como sí para todos esos invitados a la reunión panamericana. El fin era posicionar la idea de que la izquierda era una gran amenaza para el continente. Desde allí no solo se dio el marco para el diseño de la política anticomunista en Colombia. No es casual que a partir de ese hecho comenzara la persecución en América Latina del comunismo a través de acciones como el Plan Cóndor", señala Dávila.

El aparato de control social

En la década de los ochenta, el fenómeno paramilitar en Colombia se fortalece al darse una inimaginable alianza. Poco a poco, la élite política consigue su socio más importante al aliarse a los grupos del narcotráfico. Los objetivos de ambos logran una inusual coincidencia: luchar contra la guerrilla y por extensión con la izquierda política.
El zar de las drogas, Pablo Escobar, incluso se hace de los servicios del mercenario israelí Yair Klein, quien llega al país suramericano para entrenar en técnicas de contrainsurgencia a los grupos que trabajarían para Escobar.
Para Dávila, la guerrilla genera oposición al narcotráfico por todo lo que implica ese proyecto de corrupción del tejido social. Por tanto, se convierten en un objetivo militar pues les entorpece la producción y transporte de la cocaína.
"Para esas mismas fechas surge la Unión Patriótica, que es un proyecto político que comienza a generar esperanza en la población colombiana y sectores progresistas, y la élite colombiana decide unirse a los narcotraficantes para exterminar por completo lo que representa para ellos esa amenaza", señala.
El antropólogo Michael Taussig, en su libro 'Un gigante en convulsiones', relata cómo los paramilitares crearon una especie de 'shock' terrible en la sociedad colombiana. El miedo, según Taussig, es uno de los sentimientos más poderosos para someter a los seres humanos a la parálisis. Es por esta razón que Dávila reconoce que Colombia es una sociedad de control violento para evitar el surgimiento de alguna alternativa que le dispute el control a la oligarquía asentada en el poder.
"Es un miedo completamente válido. Hay toda una evidencia de muerte e impunidad, donde no se le garantiza a nadie que expresarse o acompañar algún acto de justicia, no termine significando su propia muerte" apunta.
Pero a juicio de esta analista, lo más peligroso para Colombia es el efecto que este patrón de violencia genera en los jóvenes.
"Viven en un tejido social completamente deshumanizado. Entienden que su vida es algo que no se extiende en el tiempo, sino que simplemente debe obedecer a la máxima de sobrevivir a toda costa, sin importar lo que deba hacer. Es un sujeto indiferente hacia los otros, viven una realidad completamente carente de derechos", señala.
— ¿Qué le recomendaría a Venezuela para que evite el surgimiento de un fenómeno como el paramilitar?
Partidarios de Nicolás Maduro con la imagen de Hugo Chávez
© REUTERS / ADRIANA LOUREIRO
El pueblo venezolano tiene a su favor que hasta ahora no ha tenido una guerra fratricida, en el último siglo. Es una gran ventaja que se debe preservar por encima de cualquier cosa. Cuando el presidente Maduro plantea todo tipo de mecanismos para que la paz se mantenga, yo siento de fondo esa preocupación por no permitir un conflicto entre hermanos. Sabemos que la sociedad venezolana está polarizada, pero en lo cotidiano, uno no ve esa violencia que es necesaria para que prosperen grupos de asesinos fratricidas, como uno los ve en Colombia o Centroamérica.
— Oposición y Gobierno deben sumarse en esta tarea, ¿no lo cree?
— El peor de los escenarios…
En una guerra no gana nadie, y después que esta ocurre el cambio en la sociedad es significativo. Es una invitación a más guerras, porque las heridas que dejan son muy difíciles de sanar. Todas las injusticias y venganzas que se producen en un conflicto bélico, van y vienen, es una violencia regresiva y cíclica.
Parte de los análisis de los colombianos que estamos en Venezuela, incluso chilenos y argentinos, que han vivido guerras civiles, es siempre procurar sumar a la paz y a que esta sociedad se exprese de forma democrática, y que por más que no entendamos al otro bando siempre hay que darles un espacio político para evitar que su único camino sea la violencia.


EEUU y la OEA apuestan a desestabilizar la región, pero se encuentran con la resistencia popular

por Aram Aharonian
Tomado de REBELIÓN

LA HAINE - 25/10/2019

Lo que no preveían los “guionistas” estadounidenses era la fuerza y resiliencia de la respuesta indígena y popular en Ecuador y la explosión chilena
Todo indica que en su plan de reelección, el presidente estadounidense Donald Trump, con el apoyo de la secretaría general de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha desatado una ofensiva para la desestabilización de las naciones latinoamericanas y terminar no solo con gobiernos progresistas sino también con las organizaciones sociales que los sustentan.
El pasado 11 de septiembre 12 países miembros del belicista Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) aprobaron la resolución según la cual “la crisis en Venezuela tiene un impacto desestabilizador, representando una clara amenaza a la paz y a la seguridad en el Hemisferio”. Lo más desestabilizante parece ser la necesidad de EU de apoderarse de sus riquezas energéticas y mineras y de robar sus recursos. Como las de Ecuador o de Bolivia.
La puesta en marcha del TIAR confirma el uso de los sectores civiles en los planes militares de Washington. La cosecha fue el paquetazo ecuatoriano, la poblada chilena, la puesta en marcha de un golpe en Bolivia y el intento de un “cerco sanitario” a Venezuela.
Era evidente que el “paquetazo” ecuatoriano y el intento de golpe de Estado en Bolivia iban a desembocar en fuertes tensiones sociales y disturbios. De allí el guión tan poco original de que la culpa la tiene Cuba y el gobierno venezolano de Nicolás Maduro. Para la derecha, siempre la culpa es otros: nunca de sus planes de miseria y hambre para las grandes mayorías.
Pero quizá lo que no preveían los “guionistas” estadounidenses era la fuerza y resiliencia de la respuesta indígena y popular en Ecuador y la explosión chilena, luego del llamado de atención de las elecciones primarias argentinas el pasado 11 de agosto. Y, en Uruguay, aún no hallaron la fórmula para desalojar al Frente Amplio del gobierno, tras 14 años de gestión.
Y tampoco tuvieron en cuenta que no todos los países están de acuerdo con las posiciones asumidas por el secretario general de la OEA Luis Almagro y tampoco con la misión de observación electoral (MOE) enviada a Bolivia. La representante permanente de México ante la OEA, Luz Elena Baños, dejó en claro que ninguna misión debe entrometerse en los comicios de un país y menos opinar cuando el mismo aún no concluye; su trabajo debe limitarse al asesoramiento técnico y no tratar de tomar decisiones vinculantes.
“El trabajo de la MOE es de naturaleza técnica y no vinculante. La Carta Democrática Interamericana, en su artículo 23, brinda asesoramiento o asistencia, no dictamina elecciones”, prosiguió Baños, para quien el trabajo de las misiones debe ser neutral y no intervencionista.
Las reacciones surgieron luego de que el representante de EEUU en la OEA exigió una segunda vuelta electoral en Bolivia, pese a que aún no se había terminado el conteo oficial de voto, mientras los delegado de Brasil, Colombia, Argentina, Chile y Canadá, hicieron de repetidores de la voz del amo y hablaron de supuestos fraudes denunciados por el candidato perdedor, el derechista Carlos Mesa.
Casuales causalidades
Tres semanas después de la invocación al TIAR, el presidente ecuatoriano Lenin Moreno anunció su “paquetazo” económico, impuesto por el Fondo Monetario Internacional, desatando un estallido social aún no resuelto. Al inicio de la segunda quincena de octubre, medidas anunciadas por el presidente chileno Sebastián Piñera desataron la protesta de los estudiantes secundarios, que pronto se tornó en estallido social, que aún persiste.
El 20 de octubre en Bolivia se realizaron las elecciones presidenciales, en las que el actual mandatario Evo Morales, lograra su reelección. La oposición de derecha desconoció los resultados y comenzó la desestabilización del país. Morales denunció que está en marcha un intento de golpe de Estado orquestado desde la derecha e hizo un llamado a los organismos internacionales a defender la democracia boliviana.
Bolivia, la OEA y el golpe
El miércoles, una masiva marcha en apoyo al presidente boliviano copó el centro de La Paz, mientras la oposición tuvo su protesta más fuerte en Santa Cruz de la Sierra, mientras continuaba el escrutinio definitivo que parece orientado a confirmar la victoria en primera vuelta del Movimiento Al Socialismo (MAS), evitando el ballotage.
Pero héte aquí que la Misión de Observación Electoral (MOE) de la OEA –sin vergüenza- pidió al gobierno que más allá del resultado que arroje la elección llame a segunda vuelta.
Hay claras diferencias en la naturaleza social de clase de los que en Bolivia alientan el golpe de Estado y en las bases sociales que lideran las sociedades en rebeldía de Ecuador y Chile, pero el interés final es aterrorizar a la población argentina y uruguaya para que inclinen sus votos hacia los candidatos de derecha y no al Frente de Todos argentino o el Frente Amplio uruguayo.
La desestabilización e intento de golpe de Estado que la derecha vernácula, con el apoyo estadounidense y de la OEA, se está desarrollando en Bolivia a pocos días de la primera vuelta electoral en los dos países del Río de la Plata y trata de incidir en el miedo a situaciones similares que alimentan las derechas en ambas naciones.
No pueden sorprender, en este contexto, las declaraciones del estadounidense Secretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Michael G. Kozak, donde exige a Bolivia “restaurar la credibilidad en el proceso de recuento de votos”, como si no hubiera sido cuidadosamente respetado. Es una forma de crear el imaginario colectivo de que hubo anomalías.
Luego que el canciller de Bolivia Diego Pary hiciera pública la carta a Almagro solicitando una completa auditoría de los resultados electorales, la oposición, alentada por Washington y la secretaría de la OEA, impide que se haga el conteo de los votos, quemando instituciones del estado como las infraestructuras del Tribunal Supremo Electoral en los departamentos (provincias) como Chuquisaca, Santa Cruz y Potosí.
El cinismo de la OEA
Es de un cinismo sin precedentes el comunicado de la secretaría General de la OEA, que señala que “las actuales corrientes de desestabilización de los sistemas políticos del continente tienen su origen en la estrategia de las dictaduras bolivariana y cubana, que buscan nuevamente reposicionarse, no a través de un proceso de reinstitucionalización y redemocratización, sino a través de su vieja metodología de exportar polarización y malas prácticas, pero esencialmente financiar, apoyar y promover conflicto político y social”.
La comunicación hecha en nombre del conjunto de naciones del continente, afirma que la crisis en Ecuador es una expresión de las distorsiones que las dictaduras venezolana y cubana han instalado en los sistemas políticos del continente. “Sin embargo, lo que también han demostrado los hechos recientes es que la estrategia intencional y sistemática de las dos dictaduras para desestabilizar las democracias ya no es efectiva como en el pasado”, añade.
Y también aboga la posibilidad de intervenir (¿a tavés del TIAR?) para “proteger los principios democráticos y los derechos humanos, y de defenderlos donde éstos sean amenazados”, y “hacer frente a los factores de desestabilización organizados por la dictadura venezolana y cubana”.
Ecuador, roto el diálogo ¿qué viene?
La movilización del pueblo ecuatoriano fue más allá de la dirigencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) -algunos de sus dirigentes quisieron incluso apagarla-, mientras el gobierno de Moreno mostró su raíz de clase, subordinada a los mandatos de Washington y del FMI.
Pero no solo el mandatario sale con plomo en el ala, sino también los cuadros de la derecha como Jaime Nebot, Cynthia Viteri, Guillermo Lasso, Abdalá Bucaram y los “socialistas” de Carlos Ayala.
Aquellos que desde afuera trazaron los planes de Moreno, lograron por el momento impedir la conformación de un Frente amplio. Su meta era destruir al correísmo: encarcelaron a su principal dirigente, la gobernadora de Pichincha, Paola Pabón y obligaron a la expresidenta de la Asamblea nacional, Gabriela Rivadeneira a pedir asilo en la embajada de México.
El miércoles 23, el presidente de la CONAIE, Jaime Vargas, informó que la organización decidió suspender el diálogo con el Gobierno, que mantenían desde el 13 de octubre y que puso fin a duras protestas antigubernamentales. "Hemos parado porque no ha habido ambiente de diálogo", dijo Vargas.
Vargas denunció que desde el gobierno, emprendieron una persecución contra los dirigentes de la CONAIE. "No podemos estar en la mesa mientras nos están persiguiendo", agregó. Vargas es uno de los perseguidos y se le abrió juicio por hablar en Macas sobre la formación de un ejército indígena.
Chile y los falsos positivos
Chile es un país donde la «primera dama» (léase esposa del presidente Piñera) teme a la invasión alienígena y pide a sus amigas burguesas reducir «privilegios».
El Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, Alejandro Navarro, anunció el pedido de la visita de una Misión de trabajo y observación de la Comisión Interamericana de DDHH y un observador de la Comisión de DDHH de la ONU, que dirige Michelle Bachelet [que no han expresado críticas; solo 'preocupoación' o sugerencias...].
Primero fueron los golpes, las humillaciones y las amenazas, pero en las últimas horas las torturas y violaciones de mujeres en Chile se convirtieron en una realidad. El estado de excepción que implementó el gobierno de Sebastián Piñera trajo las prácticas de la dictadura, también respecto a las desapariciones. Muchas de las mujeres que han sido detenidas hasta el momento se encuentran desaparecidas, denunciaron organismos humanitarios.
Además, las apresadas en Santiago de Chile fueron desnudadas delante del personal masculino, manoseadas en sus genitales y “les han metido la punta del fusil en la vagina mientras las amenazaban con violarlas y asesinarlas”, tal como surge de los testimonios recogidos por compañeras de detención.
Otras denuncias hablan de detenidos que fueron «crucificados» en Comisaría de Peñalolén y de torturas en la estación de Metro Baquedano en Santiago.
En una guerra, la primera víctima es siempre la verdad. Y también lo es en estas guerras de quinta generación, donde la información juega un papel importante sobre la percepción, los sentimientos de la ciudadanía. La lucha no solo se da en las calles sino también en las llamadas redes sociales y, sobre todo, en los medios hegemónicos de comunicación e información, nacionales y trasnacionales.
El miedo al populacho ha puesto a temblar a la clase dominante, que teme a un pueblo harto de abusos, segregaciones, humillaciones y desigualdad. La indignación acumulada por años se ha volcado a las calles y no da señales de retornar a la línea de resignación que era su refugio.
Hace más de 45 años que la opinión de los ciudadanos no ha sido escuchada, ni la sensibilidad de la clase política ha sido capaz de darse cuenta de las profundas inequidades existentes en el país, y la complicidad y corrupción de la clase política. Todo eso está hoy impugnado.
Se trata de una insurrección popular espontánea, pacífica [aunque cada vez menos, a medida que aumenta el hartazgo], sin dirección ni programa, pero que ha incorporado a vastos sectores sociales. Es un malestar profundo que no solo tiene motivaciones económicas y que no disminuyó con el anuncio del aún presidente Sebastián Piñera de una agenda social, un ofertón de campaña electoral consensuada con los partidos del sistema.
En los últimos días se desató un verdadero festival de la demagogia –ofreciendo caridad y no justicia- desde el gobierno y el empresariado multimillonario en dólares, en un país donde 650 mil jóvenes, entre 18 y 29 años, no estudian ni trabajan; suman altas tasas de enfermedades mentales y suicidios entre ellos; miles de ancianos solos, abandonados, de los que nadie se preocupa, con tasas de suicidio cada vez mayores…
La violencia y la soledad en Chile son una pandemia, denunciaba desde la sureña Concepción el obispo Fernando Chomalí.
Mucha información sobre lo que acontece en Chile ha llegado a los chilenos y al mundo por redes sociales. La diferencia mayor que hay con levantamientos anteriores es que ahora todos cargan celulares y graban los acontecimientos. Es la realidad real, dicen.
Pero muchos de esos videos salen de los laboratorios de los servicios de inteligencia, para imponer un imaginario colectivo de anarquía, protesta desmadrada. Una realidad virtual que permita una mayor y mejor represión.
Hay mucha información que no cierra. Mucha des-información alentada por la televisión y los medios hegemónicos, que cubrieron la poblada de la Alameda santiagueña, donde no había policía ni fuerzas armadas, que llegaron luego a reprimir. La idea de los laboratorios mediáticos es crear el imaginario de que está todo sobrepasado, para que sea la clase media [minoritaria en Chile], la "gente", la que pida mayor represión.
Videos difundidos por redes sociales muestran que los carabineros son los causantes de incendios y saqueos, que disparan contra jóvenes desarmados y a cara descubierta, que hoy son identificados por los programas de reconocimiento facial de la seguridad del Estado.
No hay que subestimar a esta derecha que se ha mantenido en el poder por 46 años, que cuenta con servicios de inteligencia bien asesorados por expertos estadounidenses e israelíes. Una de las estrategias del poder es poner a la gente contra la gente para poder validar las acciones programadas, una represión mayor, alertan organizaciones sociales.
Es crear el imaginario colectivo de la necesidad de mayor presencia policial y militar para retomar el poder, sin que se tenga a un amplio espectro de la población cuestionando las medidas.
Es necesario permanecer atentos. El presidente estadounidense es capaz de cualquier desmán o tropelía para apuntalar su cada vez más difícil reelección, con su cabeza pendiente de un juicio político.
estrategia.la. Extractado por La Haine.


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