sábado, 26 de octubre de 2019

A propósito de las elecciones regionales en Colombia



El panorama en tiempo de elecciones, tiene similitudes a nivel mundial a pesar de las particularidades de cada contexto: la socialdemocracia haciéndose pasar por comunista, y por supuesto, la burguesía y su monstruo propagandístico. A puertas de las elecciones regionales en Colombia, es necesario hacer una reflexión sobre la forma en que todos los partidos existentes han engañado al pueblo, haciéndole creer que la democracia burguesa es la única forma de democracia. Durante décadas, hemos visto la ausencia de una organización obrera y comunista con la suficiente fuerza y claridad ideológica para hacer presencia en las elecciones, cuestión que ha facilitado la propagación del revisionismo en todos los círculos de izquierda.
Por Naimad B y Vanesa Molina
Las elecciones por sí mismas no van a hacer que el pueblo haga la Revolución, es necesaria la insurrección popular, construir un Partido que, consciente de su papel fundamental en la formación de las masas, cree grupos de estudio en fábricas, llenando las calles de propaganda favoreciendo el comunismo, etc.; aun así, participar de elecciones también es necesario, pues desde allí se puede hacer un despliegue ideológico importante que derive en el apoyo que hasta el momento no se ha ganado de la clase obrera, Lenin en La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo dice: “la participación en las elecciones parlamentarias  y  la lucha en la tribuna parlamentaria es obligatoria  para el partido del proletariado revolucionario, precisamente para educar a los elementos atrasados de su clase, precisamente para despertar e ilustrar a la masa aldeana analfabeta, ignorante  y embrutecida” (Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín: 1975, pág. 53).
El problema subyace en que, hoy, Colombia no cuenta con un Partido Marxista-Leninista capaz de convertirse en la vanguardia del proletariado, así que el llamado a las urnas que están haciendo todos los Partidos de izquierda en el país, no hacen sino parte de la desviación más aberrante que existe, pues convocan al pueblo a que vote por un programa de gobierno que resulta ser cuando mucho reformista, su objetivo no es otro que seguir alimentando el capitalismo. 
Nada de esto sucede por terquedad o ingenuidad de los socialdemócratas, ellos están cumpliendo con su rol de traidores de la clase obrera: impedir el aceleramiento de las causas subjetivas para la Revolución.
Durante todo este proceso de propaganda política han querido hacer ver como “estratégico” el voto que depositará el pueblo por candidatos al Concejo, quienes están muy lejos de representar los intereses populares a pesar de que algunos tengan «buenas intenciones», pues en todo caso, estas no hacen comunista o revolucionario a nadie. 
El “progreso” que promociona la pequeña burguesía, no pretende sacar del oprobio a los obreros, a lo sumo quieren comprar la rebeldía del pueblo con migajas, mientras se le mantiene bajo el poder de la misma bota. Estos autoproclamados “cuadros de la revolución” siguen creyendo que la victoria la dan las elecciones municipales o presidenciales, pero obtener puestos gubernamentales no significa que haya una toma del poder por parte del proletariado, ni tampoco representa una acumulación de condiciones subjetivas que permitan dar un salto cualitativo a futuro, en cambio sí, significa una desmovilización popular, ellos ponen un muro de contención en el descontento de la gente, solucionan superficialmente los problemas económicos del pueblo a través de subsidios para que el odio de clase no estalle de forma violenta.
Los reformistas ocultan el papel que ha jugado la violencia en los grandes cambios de la historia y nos dicen diariamente que «estamos en otros tiempos y otras condiciones» en el que el diálogo y la paz entre clases, debe ser el medio para la disputa por el poder, pero sabemos que la lucha se da en la calle, en las fábricas, en los barrios, en la movilización constante contra la precarización laboral, la explotación, la concentración de la riqueza… 
Pero tenemos una gran desventaja, la ausencia de una organización cuya base teórica sea realmente el marxismo-leninismo impide que un levantamiento popular hoy, se pueda convertir en la llama que provoque el incendio, en hacer parte de unas eventuales elecciones que permitan ganar militantes y simpatizantes, que permitan una promoción del comunismo y la revolución como única salvación del proletariado, que se tomen las elecciones como una táctica y no como una estrategia.
Reconocidos dirigentes de izquierda como Navarro Wolff o Petro, cuya condición de ex guerrilleros no les hace tener una postura ideológicamente correcta, han hecho explícito en debates electorales su interés por desarrollar las fuerzas productivas del país en pro de la concentración de los medios de producción en manos de la burguesía. 
Su aparente preocupación por el bienestar de las grandes mayorías no es más que demagogia para seguir ocupando sus rentables puestos burocráticos. 
Más lamentable es todavía que partidos alternativos como la FARC, el Polo Democrático, la Unión Patriótica, el Partido Comunista, etc., que no tienen militancia suficiente como para presentar de manera independiente sus candidatos, los apoyen tanto a ellos como a la burguesía.
 Por ejemplo, las elecciones presidenciales del año 2014 en las que apoyaron incondicionalmente a Santos para la reelección so pretexto de conservar los diálogos de paz y “de no ser tan malo como el candidato uribista”; con esta misma excusa del “menos peor”, vienen engañando al pueblo elección tras elección, ocultando que los menos peores también defienden a las clases dominantes: Clara López, candidata a la alcaldía de Bogotá en 2015; Plebiscito por la paz en 2016; Gustavo Petro, candidato a la presidencia 2018; Hollman Morris, actual candidato a la Alcaldía de Bogotá; Víctor Correa, actual candidato a la Alcaldía de Medellín…
Todos ellos, además de ser retardatarios, tienen también actitudes sucias y poco coherentes con lo que dicen representar; para nadie es un secreto el ya conocido machismo de Morris, y no es una alusión a lo acaecido con su ex pareja sentimental; dentro de círculos cercanos de amigos, se supo el caso de una joven quien, mientras trabajaba para él, sufrió acoso y violencia de múltiples formas por parte del sujeto mencionado, cansada de la situación, la compañera hizo las denuncias respectivas pero fue perseguida y amenazada dentro de los círculos políticos que lo defienden. 
No habría que poner en duda esto, pues todos sabemos que es muy común la violencia a la que se ven sometidas a diario las mujeres dentro de las organizaciones de izquierda en este país. 
Este tipo de comportamientos son repudiables y es nuestro deber denunciarlos así los godos «revolucionarios» crean que se trata de una coartada con intereses políticos para frenar el triunfo de dicho candidato.
Personas como Morris y sus defensores, son los que también van de la mano con aquellos líderes de sindicatos y federaciones que venden las huelgas obreras o los paros de maestros a cambio de prendas económicas; también son los mismos que en las marchas estudiantiles promueven el pacifismo mientras pactan acuerdos que en realidad son un fraude para la educación pública. 
Según ellos, es más violento lanzar una piedra contra un policía o pintura a un banco, que las reformas que están empobreciendo al pueblo colombiano.
Y es que no hace falta tener un amplio conocimiento para comprender qué es lo que sucede aquí, estás son acciones y pensamientos derivados de la ideología dominante. 
Ellos lo que realmente son, es auténticos burgueses camuflados que engañan con sus políticas domesticadas a los colombianos para hacer parecer más “cómodo” un sistema económico despiadado como el capitalismo.
No está de más aclarar que esto no es en ningún caso, un llamado al sectarismo, a juzgar o denigrar a quienes cayeron en estos errores en el pasado ni de acrecentar egos y competir por ver quién es el más comunista o consecuente de todos; por el contrario, es un llamado a la autocrítica, a la ardua formación política, a desechar la espontaneidad, a emprender una verdadera tarea de agitación y movilización en los barrios populares bajo consignas realmente revolucionarias, es una invitación a romper con todas las orientaciones desacertadas de líderes y movimientos equivocados que no han hecho otra cosa que fracasar y hacer perder el tiempo a personas que hubiesen podido llevar a cabo grandes acciones por una verdadera Revolución hecha por las amplias mayorías de explotados.
Hoy es necesario y obligatorio crear una organización obrera que aspire a convertirse, en unas cuantas décadas, en un Partido Comunista que oriente al proletariado hacia una revolución socialista, es momento de comprender que el marxismo-leninismo es la única teoría omnipotente capaz de darnos la verdad y guiarnos por ella.
 El futuro está en las manos de quienes estemos dispuestos a emprender esta lucha titánica como debe ser, llegando a los obreros, formándonos codo a codo con los elementos más avanzados del proletariado, pero también de los intelectuales; sólo a través del estudio y la puesta en práctica de la teoría revolucionaria podremos tener y generar el grado de conciencia de clase necesario para hacer temblar a la burguesía. Para conquistar la dignidad de la clase obrera no hace falta votar por la socialdemocracia, hace falta lucha popular organizada desde la industria y los barrios.

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