jueves, 23 de septiembre de 2021

Los recuerdos de mi ayer HISTORIA DE CATIA

 






































Los recuerdos de mi ayer

 

11 de marzo de 2018

 

HISTORIA DE CATIA

Por: Ignacio De Sousa

Vocero de Ciencia y Tecnología

Consejo Comunal El Caribe

 

Catia posee más de un millón de habitantes caracterizándose por su multiculturalidad, una fuerte actividad comercial e industrial, su ubicación estratégica como puerta de entrada a Caracas desde el Litoral, el caos urbano del tráfico, la buhonería y la identidad de sus residentes, que dicen por allí, que, aunque se muden siempre dirán con orgullo “yo soy catiense”.

En cuanto a los aspectos históricos encontramos que el día exacto de la fundación de la ciudad de Caracas no se ha precisado cierta, lo que sí está claro es que fue fundada en el año 1567 por Diego de Lozada y que le dio el nombre de Santiago de León de Caracas.

En 1576 se establece en Santiago de León el primer Gobernador y Capitán general de la Provincia de Venezuela, Juan de Pimentel.

 Después del proceso de gesta y consolidación de la independencia, desde 1821 hasta 1830, Caracas no fue la Capital de la República, sino de un Departamento de la Gran Colombia Es precisamente a partir de la Cosiata (1826), que la capital de la República vuelve a Venezuela.

Catia, menciona la historia, es la verdadera puerta de Caracas hacia el mundo.

Los registros históricos hacen principalmente mención de las vías que conectaban a Caracas, a través de Catia, con el litoral para la salida o llegada al país.

Esto, posiblemente, pudiera estar vinculado con la importancia material y simbólica que ha tenido para la población la conexión entre ambos sectores, dado que históricamente este enlace ha venido a significar la posibilidad de realizar operaciones comerciales, así como movilizaciones de la población nacional y extranjera.

Sin embargo, Catia también está cargada de historia, cultura y tradiciones que impregnan a todos sus habitantes y la hacen una parroquia particular y populosa.

De acuerdo con lo que plantea Quintana, citada por Evans (2009), Catia, sector de nombre indígena, tiene un origen que se remonta a casi cinco siglos atrás, momento en el cual eran comunes las luchas entre los españoles y los indígenas venezolanos.

Para 1547 el conquistador Francisco Fajardo se estableció entre El Panecillo y Maracapana, territorio dominado por los caciques Guaicamacuto y Catia.

No obstante, no fue sino hasta el año 1558, cuando Fajardo fundó La Villa de Catia, asiento actual de Catia la Mar.

Esto ocurrió en un contexto de resistencia por parte de los indígenas, quienes rechazaron los abusos cometidos por el conquistador, situación que provocó su posterior derrota y expulsión.

Para aquel momento, el enclave del cacique Catia constituía un lugar estratégico, puesto que era la única abertura natural del valle hacia el mar.

Puede ser que este territorio abarcara desde lo que es actualmente Catia, hasta el mar, a lo largo de la Quebrada de Tacagua.

El recorrido se hacía a través del camino de los españoles, ruta de difícil acceso al valle, que fue sustituida, más tarde, una vez que Diego de Losada venció a los cabecillas de la tribu, por un acceso que iba desde la ciudad al litoral.

Ya para el año 1590, Andrés Machado abre lo que se conoce como el Camino de Catia, a partir de ese momento, se inició un tránsito que no ha dejado de fluir, y que ha hecho de Catia, desde entonces, “la natural puerta de entrada a Caracas” Quintana, citada por Evans (2009).

Sin embargo, la vía original sufrió muchas transformaciones, hasta ser reemplazada, en el siglo XX, por la autopista Caracas- La Guaira.

Para el año 1845, durante el gobierno de Carlos Soublette (1843-1847), se construyó la carretera hacia la Guaira, pero, desde mucho antes de que se abriera este acceso, en Catia se venía desarrollando una sostenida actividad comercial.

De hecho, hasta finales del siglo XIX, Catia fue el segundo surtidor de leña de Caracas y, una vez comenzadas las actividades ferrocarrileras, se convirtió en la principal fuente de carbón, la vía férrea por la cual se transportaban estos productos, se inauguró en el año 1883, y partía del puerto de La Guaira, hasta la Estación Caño Amarillo.

La construcción del ferrocarril no significó la desaparición de la vía terrestre; por el contrario, ésta siguió modernizándose, y para 1912 Juan Vicente Gómez ordenó reacondicionarla.

Más tarde, en 1920, mandó a inaugurar una nueva carretera con entrada en Plan de Manzano.

“Como consecuencia de esto, comenzó un sostenido crecimiento demográfico en el lugar; así, se produjo no sólo una importante migración de provincianos, sino también la consolidación de caseríos y barrios” (Quintana, citada por Evans: 2009).

De hecho, para el año de 1930, comienzan a llegar los europeos a Catia, y a partir de ese momento, se comenzó a desarrollar proyectos de vivienda para proporcionar viviendas a los catienses.

Son emblemáticas las construcciones del 23 de enero, diseñadas por Carlos Raúl Villanueva, y Casalta, éstas y otras urbanizaciones, como Pro-Catia (1941), diseñada por Carlos Guinand y el constructor José Guevara, la Urdaneta (1946), con 1354 apartamentos, y Ciudad Tablitas (1952), con 976 apartamentos, de Villanueva y Cellis, fueron construidas para la clase trabajadora.

Catia es una de las zonas del país que tiene uno de los movimientos culturales más importantes.

Ha sido muy prolífica en lo cultural y lo deportivo.

Cuando nace como la Nueva Caracas a finales de 1940, esta parroquia comienza a convertirse en todo este universo donde residen personajes que han aportado muchísimo a la cultura venezolana y mundial.

La mayor parte de los terrenos de la zona pertenecieron al General Flores, uno de los que peleó junto a Bolívar.

Cuando terminó la guerra, al general Flores lo recompensaron con esta hacienda.

Así surgió la sucesión Flores Pacheco, que alguna vez fue dueña de lo que ahora se conoce como Los Flores, Agua Salud, Lídice, Manicomio, Los Frailes, Ruperto Lugo, AltaVista y Cútira.

Catia fue designada como Parroquia Sucre en 1936 y tras la II Guerra Mundial se convirtió en receptáculo de inmigrantes europeos que venían a Venezuela a trabajar en el negocio de la construcción y en las fábricas de la zona.

Su población es multicultural, ya que existen en su fundación historias de comunidades como la árabe, así como italiana, portuguesa, española, colombiana, ecuatoriana, peruana... una mezcla que se traduce en multiculturalidad, para quien este fenómeno mestizo, ha contribuido a enriquecer el movimiento cultural.

Como producto de esta fusión cultural en las calles de Catia han surgido creadores y creaciones interesantes.

Si recorres cualquiera de sus lugares, bien sea Lomas de Urdaneta, Isaías Medina, Los Flores, Los Frailes, Alta Vista… te consigues con un increíble inventario de grupos musicales, de teatro, gente haciendo actividad cultural, que ha identificado en esta comunidad expresiones culturales disímiles entre sí.

Dentro de las zonas de esparcimiento y recreación, Casanova (2006) nos hace mención de la famosa Laguna de Catia, la cual quedaba a tres cuadras de la Plaza Sucre.

Hoy pocos recuerdan y muchos han sumergido en el vacío y la desmemoria.

Aquel lago paradisíaco donde los caraqueños iban en tranvía a remar en pequeñas lanchas de alquiler o a tomarse un traguito en el bar La Pulmonía, transformándose con el desarrollo de la megalópolis capitalina en un gran sumidero por donde perdimos el recuerdo de sucesos, personajes, nombres de ríos y recuerdos nocturnos de lejanas veladas, junto a un piano y una cuba libre animadas por la voz de cantantes como Bola de Nieve y Daniel Santos.

Ambos cantaron en lugares nocturnos cercanos a la Laguna de Catia.

Actualmente es difícil identificar donde quedaba el espacio de la Laguna, sin embargo, por las fotografías y las narrativas populares, pareciera que se encuentra entre la plaza el cristo, en los Magallanes, un poco más hacia el norte, donde existe actualmente una calle ciega que lleva por nombre la laguna y al final de la misma está una especie de embaulamiento por donde constantemente fluye agua



















Catia también era famosa por sus numerosas y cómodas salas de cines; Casanova (2006) nos narra que estaban ubicados once inolvidables locales que hacían la delicia de los cinéfilos de la época.

Sus nombres, por lo general, eran tomados de las zonas donde estaban situados; así tenemos los cines Propatria, Pérez Bonalde, Los Flores y Miraflores.

Los cines España y Méjico se podía visitar en la que fue la principal arteria comercial de Catia, la preciosa avenida España.

Hoy conocida como el Bulevar de Catia.

El Bolívar, Venezuela y Variedades eran tremendas localidades.

Destacando el cine Bolívar al ser considerado como uno de los mejores cines de Caracas, Distinguiéndose por su suntuosidad y confort.

Todos ellos se encontraban en la siempre transitada avenida Sucre.

El Esmeralda se ubicaba en la entrada de la gloriosa barriada Los Magallanes de Catia (nombre tomado de la querida divisa beisbolística, ya que sus muchachos hacían las prácticas en sus antiguos terrenos).

El cine Catia lucía su marquesina dándole el frente a la Plaza Catia, llevando con orgullo el sencillo pero sonoro nombre del cacique indígena, con el cual se distingue popularmente nuestra amada parroquia.

Para finalizar este nostálgico recuerdo quiero decir algo sobre el cine Variedades, fue el último de este selecto grupo.

Inaugurado pocos meses antes de finalizar el gobierno del General Pérez Jiménez, el día 23 de enero de 1958.

Días después, fue totalmente destruido por un costoso error del operador.

Se exhibieron al público unos cortos o noticieros donde aparecía el General poniendo en servicio obras de su gobierno, entonces, estalló la indignación popular y el nuevo cine desapareció.

Socorro (1996), mostró una panorámica de la historia de Catia a principios de siglo, aproximadamente entre 1.910 y 1.960, a través de tres voces o narrativas.

La primera voz que narra parte de su vida en Catia es el conocido José Ignacio Cabrujas, donde resalta que gran parte de las casas de Catia, tienen esta característica; las fachadas son sencillas, tienen aspectos de estarse construyendo pero que aún no se han terminado y con patios traseros característicos de una población rural, donde se tiene espacio para algunos animalitos o peroles que ya no se utilizan.

Cabrujas también nos señala que cuando se mudó a Catia, su padre empezó a construir una casita muy lentamente que nunca se terminó; nunca fue pintada por fuera, nunca fueron frisadas algunas paredes, nunca la pudo conocer porque nunca fue definitiva, teniendo su padre una pasión por hacer una exagerada cantidad de cuartos, siendo ellos una familia pequeña.

Este caso de la casa de Cabrujas, se observa regularmente en muchas de las casas de Catia, agregando que además de tener gran cantidad de cuartos, existen puertas que comunican los cuartos entre sí, sin necesidad de salir al pasillo principal.

Lo que se observa en Catia es que a principios de siglo era aún una zona campestre, donde se podían observar grandes espacios, es decir, que la urbanización masiva de Catia tiene menos de cien años.

En Catia siempre la Luz fue muy tenue, tal como lo describe Cabrujas, hasta los actuales momentos.

Siempre se creía que era por el exceso de población que demandaba electricidad, pero esto viene sucediendo desde el comienzo de siglo, como ya lo vimos, cuando era una zona campestre.

Catia tuvo una creciente repentina; la industrialización de la zona y la inmigración de europeos, entre los años 52 y 58.

Otras informaciones que se detectan en la historia de Cabrujas, como ya se hizo mención, es que en Catia existían grandes salas de cine: el Pérez Bonalde, el España y el cine Catia.

Las plazas eran sitios de reuniones por las tardes y noches.

La Avenida Sucre se llamaba La calle principal de Catia.

Muchas personas urbanistas y arquitectos de la época no se explicaban porque los ricos no se instalaron en Catia, por su clima frío, con neblina en las mañanas y en las tardes y sus zonas planas que desembocan en un abra montañas.

Unos y otros elementos fueron desapareciendo para dar paso a la modernidad, la cual seguramente se aceleró con la Autopista Caracas- La Guaira, construida por Pérez Jiménez, e inaugurada en el año 1953.

En su época, la autopista fue reconocida como “una de las obras de ingeniería más importantes de Venezuela y de América Latina, por la técnica altamente especializada empleada en la construcción de sus túneles, viaductos, calzadas, sistemas de iluminación, etc.” (Quintana, citada por Evans: 2009).

La Catia de ahora es, seguramente, mucho más rica en elementos de diversa naturaleza, que la del pasado, pues, en la actual están latentes tanto la Catia de antes, presente en la memoria histórica y colectiva de sus habitantes, como elementos culturales, políticos, económicos, simbólicos, etc., de la actualidad.

Todos se conjugan para dar lugar a un escenario y unos actores sociales con posibilidades y virtudes, necesidades, limitaciones y contradicciones que, en conjunto, no es posible hallar en otros lugares de la capital.

Catia está ubicada al noroeste de Caracas.

Este referente cardinal es importante ya que, por lo general, en el imaginario colectivo del caraqueño, hablar del oeste es hablar de pobreza, delincuencia, bajo nivel académico, y todos aquellos calificativos que identifican erróneamente lo que pudiera llamarse “un sector popular”.

En la actualidad, lo que se llama comúnmente Catia comprende las Parroquias Sucre, 23 de Enero y parte de El Junquito, que juntas representan más del cincuenta por ciento (50%) de la población actual del Municipio Bolivariano Libertador, municipio capital de la República Bolivariana de Venezuela.

Allí se encuentra el mayor asentamiento urbano no regulado de Caracas, con 713,92 hectáreas, equivalente a Petare y Antímano, juntos, y para el año 2003, la población era, según las estadísticas oficiales, de casi 800 mil habitantes; “las otras, manejadas por los baquianos de la política local, dudan que los funcionarios de la Ocei hayan llegado a todos los vericuetos que aún no están registrados oficialmente como barrios por el Estado (…). Los datos, entonces, sobrepasan el millón”. (Quintana, citada por Evans: 2009).

A nivel topográfico, Catia tiene una de las tierras más accidentadas del valle caraqueño, donde pueden observarse múltiples colinas o cerros.

En éstas destacan miles de viviendas, pues, Catia es un sector altamente urbanizado, donde además pueden encontrarse casas de diversas condiciones socioeconómicas, desde las más humildes, llamadas ranchos, hasta superestructuras de varios pisos, o edificios, de las clases media y media baja.

La distribución de unos y otros en los terrenos de Catia se traduce en unas prácticas cotidianas que suponen para los habitantes del lugar, bajar y subir a diario los cerros para desplazarse del hogar al trabajo u otros sitios, lo que en ocasiones implica la inversión de mucho tiempo y esfuerzo físico, sobre todo para las personas que se encuentran en los sectores más pobres.

A pesar de esta particularidad de los terrenos de Catia, en el sector se aprecia una importante presencia de la vialidad y las comunicaciones.

En este sentido, el metro juega un papel fundamental para la vida de los catienses, pues, seis de las estaciones de este importante medio de transporte, que conecta el oeste con el centro y el este, están en Catia.

El transporte colectivo también es cuantioso y llega hasta los lugares más intrincados, aun cuando las vías no siempre están en el mejor estado, situación que genera diversos problemas, como el deterioro de los vehículos particulares y de aquellos que realizan transporte público.

Otro aspecto a considerar es la intensa actividad comercial del lugar, que constituye una de las formas de intercambio más comunes y cotidianas en Catia.

En casi cualquier parte del sector se pueden observar comercios y negocios que expenden desde alimentos y bebidas hasta artículos de higiene personal y limpieza del hogar, talleres mecánicos, farmacias, mueblerías, peluquerías, piñaterías, entre muchos otros.

A esta actividad le acompaña una movilización continua de transporte que lleva y trae las mercancías, así como la presencia masiva de gente en las calles durante la mayor parte del día, lo cual se traduce en la presencia de tráfico permanente y la producción de desperdicios humanos, de los propios catienses y de personas foráneas.

En algunos sectores, la actividad comercial se realiza de forma organizada, y en ella participan tanto venezolanos como extranjeros.

De forma paralela a estas actividades, los buhoneros realizan una actividad comercial informal en el sector, cuyas prácticas son percibidas como uno de los problemas fundamentales de Catia.

Según las narraciones de Quintana (citada por Evans: 2009).

La buhonería es el problema más grande de Catia, pues trae como consecuencia la inseguridad y la destrucción de todas las zonas comunes, además, la mayoría de esas personas no viven en Catia.

En cuanto a los aspectos geográficos, Catia entra dentro de las características generales del Distrito Capital, el cual está estructurado por un Valle alto (Valle de Caracas) dominado por dos sierras.

La fila del sector norte representa un tramo de la Cordillera de la Costa y ha sido denominada como Sierra del Ávila.

Esta Sierra se encuentra interrumpida por el Valle de la Quebrada Tacagua, ubicada en Catia, cuyo origen se debe a la falla del mismo nombre.

Una característica fundamental del relieve es la presencia de anticlinales y sinclinales, así como un complejo sistema de fallas.

En este sentido, se tienen al occidente u oeste del Valle de Caracas, el anticlinal de El Junquito, al norte se localiza el sinclinal de la Yaguara y al sur el de El Cementerio.

Hidrográficamente, las aguas escurrentes pueden dividirse en dos grupos: Las pertenecientes a las cuencas del Rio Guaire y las que drenan sus aguas directamente al Mar Caribe.

El río Guaire resulta de la unión de los ríos San Pedro y Macarao, en el sector de las Adjuntas.

 Entre las afluentes del Guaire por el sector norte destacan La Quebrada Caruata, El Rio Catuche, Quebrada Honda, Quebrada Maripérez y Las Quebradas Cufio y El Ávila Por el sector sur el afluente más relevante es el Rio El Valle.

El clima dominante en la región norte-oeste de la capital se encuentra modificado por la altitud y el relieve.

La temperatura media anual aproximada en la ciudad de Caracas, es de 20,4 grados C, presentándose oscilaciones medias anuales cercanas a los 27,0 grados C.

En esta ciudad, la precipitación media anual alcanza los 820 mm.

La pluviosidad en el Valle de Caracas disminuye en sentido este-oeste.

Una gran proporción de la Región Capital se encuentra dominado, según la clasificación climática de Kóepeen, por el clima de estepa (BS.) que se caracteriza por la sequedad.

Los suelos cuaternarios de tipo aluvional cubren todo el Valle de Caracas y gran parte de los lechos de ríos y quebradas costaneras, así como las superficies más o menos planas cercanas al mar.

 






























REFERENCIAS

Casanova, J. (2006) Remembranzas de Catia Disponible: http://lacolumnadecaricuao http://historialocal.blogspot.com/.../remembranzas-de.... (Consulta: 2010, junio 26)

De Sousa, I. (1998) La Participación Comunitaria; Una Experiencia Vecinal de Intervención en un Problema de la Comunidad El Caribe. Trabajo de grado presentado como requisito parcial para optar al título de especialista en Educación Mención Desarrollo de Grupos Comunitarios. UPEL. Instituto Pedagógico Siso Martínez. Edo. Miranda. Venezuela.

Evans, N. (2009) Catia, basura y Revolución. Disponible: http://www.aporrea.org/ actualidad/a69721.html. (Consulta: 2009, octubre 01)

Socorro, M. (1996) Catia Tres Voces: María Carrasquel, Henríquez Hernández, José Ignacio Cabrujas. Fundarte, Alcaldía de Caracas. Gráficas León. 1994.

 

Tomado de: https://www.facebook.com/apjavila/posts/178932252734217/

Y Publicado en: http://victorianoysocialista.blogspot.com,
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En Fecebook: adolfo Leon libertad

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