Los indígenas del norte de México que fueron ignorados y hasta exterminados
«Una estrategia empleada en contra de los indígenas del norte fue la guerra incesante, la cual tenía como objetivo la sumisión de los indígenas e incluso el exterminio de comunidades enteras»,«Algunas personas llegaron a sostener la idea de que era preferible ejecutar a todo indígena rebelde que concederle la paz y la libertad»
Sputnik
© Foto : Archivo General de la Nación (AGN) de México
La relación entre los pueblos indígenas y el México independiente y colonial ha sido siempre paradójica, desigual, ambigua, violenta y con dificultades para alcanzar una integración plural real y significativa.
El proceso de independencia de México está lleno de episodios que subrayan estas contradicciones, como recuerda un artículo de divulgación del Archivo General de la Nación (AGN) del Gobierno de México acerca de los indígenas del norte del país.
«Pueblos indígenas en centenaria resistencia se enfrentaron a nuevas ofensivas de control, de guerra, de dominio e incluso de aniquilación bajo concepciones, estrategias y tácticas militares que mezclaron la herencia colonial y las aspiraciones de lo nuevo», explica el AGN.
Desde la Conquista de México, perpetrada por España durante el siglo XVI, grupos indígenas se mantuvieron en resistencia contra la sociedad occidental blanca, sobre todo en los territorios del norte del país, recuerda la dependencia cultural.
«Ahí las autoridades virreinales no encontraron grandes centros poblacionales nativos, pues se hallaron en una tierra poblada por comunidades seminómadas y cazadoras dispuestas a defender sus tierras y recursos de los invasores», apunta el material.
Así, los asentamientos europeos que fueron poblando el norte de México lo hicieron de manera lenta y siempre en conflicto con las comunidades indígenas locales, a quienes se descalificaba como bárbaros y salvajes.
Con el colapso del sistema colonial, el Estado mexicano independiente buscó controlar los puntos fronterizos con Estados Unidos y a las comunidades indígenas rebeldes, que fueron entendidas como un problema.
«Lo que sirvió para justificar el uso de la fuerza sobre todo grupo étnico insumiso al dominio del Estado en su territorio, en una especie de reactualización de una empresa de Conquista», distingue el Archivo General de la Nación.
Entre los descalificados como indios bárbaros figuran pueblos apaches y comanches, quienes resistieron por sus habilidades en el montar a caballo, en el combate y en el tiro.
Los gobiernos mexicanos del siglo XIX reprodujeron las violencias del sistema virreinal contra los pueblos indígenas del norte del país, acusa el AGN, y se crearon puntos militares hostiles en Coahuila, Nuevo León, Baja California, Sonora, Sinaloa y Baja California Sur, además de estructuras similares en Texas, Nuevo México, Arizona y California, que fueron parte de México hasta 1847, cuando se perdió la guerra de invasión contra Estados Unidos.
«Una estrategia empleada en contra de los indígenas del norte fue la guerra incesante, la cual tenía como objetivo la sumisión de los indígenas e incluso el exterminio de comunidades enteras», advierte el Archivo General de la Nación.
«Algunas personas llegaron a sostener la idea de que era preferible ejecutar a todo indígena rebelde que concederle la paz y la libertad», agrega.
Este hecho histórico ha sido referido por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien acusa que el presidente Porfirio Díaz abrió frentes de exterminio contra los indígenas yaquis de Sonora y los mayas de la Península de Yucatán, que además fue utilizada como un territorio de exilio para los enemigos políticos del régimen.
«No obstante, toda esta operación no resultaba ser una tarea para nada sencilla frente al conocimiento de la guerra de los grupos indígenas del norte, quienes destacaron por ser buenos jinetes, conocer muy bien el terreno y por aprovechar las inclemencias del desierto para evitar ser encontrados», abunda el AGN.
«La estigmatización, que implicó la negación del reconocimiento de su cultura y relación con el territorio, se alimentó de las concepciones políticas heredadas del periodo colonial, pero también de las lógicas de construcción territorial de la presencia del Estado, así como de las concepciones de ciudadanía y civilidad de los segmentos dominantes durante buena parte del siglo XIX», recuerda.
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