5
abril 2021
Geo-Semiótica de los Derechos Humanos
No
es lo mismo el “Derecho” en
pueblos que jamás han vivido la Justicia Social.
En
cada territorio, son las condiciones objetivas las que determinan la
consciencia y la práctica sobre los “Derechos Humanos”,
por más organizaciones especializadas que militen.
Ahí
donde reina el analfabetismo, el hambre, el desempleo y la insalubridad ¿qué significa la “Carta de los
Derechos Humanos”? Poco o nada.
La
defensa de los derechos conquistados por la humanidad no puede reducirse a una recitación
demagógica para decorar el palabrerío reformista o la filantropía de
mercado, que abundan.
https://www.un.org/es/about-us/universal-declaration-of-human-rights
No hay defensa de la
humanidad que valga si sólo es ilusionismo -sin territorio- de “buenos propósitos”.
Los territorios no
son sólo geografía, son
historia y “sentido”, sabores y olores… generados por la lucha de clases
que habita en todas las relaciones sociales y todas las escalas emocionales y
simbólicas.
Los “Derechos Humanos” no pueden invocarse aislados del
territorio ni de las tensiones semánticas de los “terruños”.
Donde todo es
corrupción, humillaciones y desprecio contra los pueblos, el discurso de los “Derechos Humanos” simplemente es palabrerío de salón
o engañifa de burócratas.
A pesar del
significado y valor histórico de la carta de los “Derechos
Humanos” como herramienta opositora al proyecto nazi-fascista que merodeaba
en tiempos de su nacimiento el 10 de diciembre de 1948.
Ahí donde los pueblos originarios son
golpeados por todas las aberraciones y privaciones impuestas por las burguesías
nacionales; ahí donde el
acoso policial, militar e ideológico se encarniza contra los indígenas y
campesinos para usurparles la tierra, la identidad y la dignidad... los derechos
humanos sólo significan, paradójicamente, palabrerío enemigo y e ideología
burguesa.
El territorio pesa
sobre el significado.
Ahí donde los obreros
son víctimas de la triple extorsión patronal, fiscal y sindical, donde el
salario pesa como un féretro alienante, donde se va la vida y se consume el
tiempo, a cambio de sueldos míseros e inflaciones obscenas, hablar de “Derechos Humanos” es simplemente grotesco si no
ofrece instrumentos reales de transformación concreta en lugar de idilios
escapistas.
Es la realidad la que
determina a la consciencia sobre los derechos humanos.
Semántica en
crisis.
Así que no sucumbamos a las tentaciones
idealistas de una “Declaración de los Derechos Humanos”
que no tenga “los
pies sobre la tierra” y la semántica de la realidad.
Porque de la
ridiculez no hay retorno.
De nada sirve
construir adoratorios ni sermones para cierto fanatismo “snob” sobre de los
derechos que nada significan o que, en todo caso, significan el pensamiento que
no es propio o que es ideología enemiga para derrotarnos las esperanzas, las
luchas y los programas de transformación revolucionaria.
Y es imprescindible que toda la “Declaración de los Derechos Humanos” sea revisada con
la óptica y el escrutinio que interpela el carácter individualista de los “Derechos”, contrastandolo con su carácter social
ineludible y por definición políticos.
Es un debate
obligatorio, es una asignatura pendiente e histórica, que va recorriendo las
décadas en búsqueda de una consonancia semiótica territorial, es decir
geo-semiótica, en la que se haga visible el poder crítico de los “Derechos Humanos” en los territorios y se haga
visible, también, la necesidad de una carta humanista revolucionaria capaz de
revolucionar al humanismo.
En estas condiciones
ya es imprescindible que todo análisis recorra, con detalle, el universo de las
cajas de resonancia semántica que tiene todo postulado cuya pretensión ascienda
a la generalidad de los seres humanos, a la generalidad de sus problemas
históricos y a la urgencia de la praxis transformadora.
Geo-semiótica significa aquí el esfuerzo
teórico-práctico por caracterizar la red compleja, diversa y dinámica de la
dialéctica del sentido, las leyes generales de su desarrollo, en cada
territorio.
La red compleja, y no
pocas veces interconectada, de los significados con que se organiza la conducta
de clase cotidiana de los pueblos, sus basamentos filosóficos y sus expresiones
morales y éticas.
Con el supuesto de
que toda acción está precedida de un conjunto de nociones sobre la realidad, y
sobre lo que se pretende en el futuro esta idea, la geo-semiótica se enraíza en
la necesidad de caracterizar, también, localmente los modos de producción
de sentido y las relaciones de producción de sentido, en las condiciones
concretas en que se desarrolla.
No se trata de una
categoría esotérica para hacer, todavía más, incomprensible a la semiótica y a
su responsabilidad como instrumento de combate contra la ideología de la clase
dominante.
Se trata, todo lo
contrario, de enriquecer el instrumental de acción o de praxis científica para
facilitar su ascenso en las realidades concretas de cada pueblo.
Todas las tareas que sean necesarias en la
lucha cotidiana por la emancipación del sentido tienen, ante la “Carta de los Derechos Humanos”, un reto de urgencia
crítica que compromete, de manera multidisciplinaria, a quien pretenda
contribuir a orientar las luchas emancipatorias para oponerse al humanismo de
las formas dogmáticas, mecanicista o esquemático con que se pretende resolver
no sólo la problemática humana de nuestro tiempo sino también la idea de un “Derecho” separado del principio urgente de la
Justicia Social.
Así cobra sentido nuevo la iniciativa de
revolucionar el humanismo para confrontar los campos semánticos de los “Derechos Humanos” con el campo político de la
Justicia Social que está por construirse. Porque está claro que ahí donde todas
las penurias humanas se agudizan y se encierran en callejones sin salida, ahí
la propia noción de lo humano, la propia idea de Justicia pierden sentido.
En todo caso, ese es
el sueño de la ideología de la clase dominante, despojarnos de toda noción y
toda práctica humanista que pudiera garantizarnos orientaciones concretas ya
sea en el territorio de la Filosofía como en los escenarios de su praxis
inmediata más urgentes.
Es el sentido del
sinsentido.
Revolucionar la “Carta
de los Derechos Humanos” no es una utopía más cuando la pandemia ha desnudado la crueldad
burguesa que atesora vacunas al ritmo del mercado y de la crueldad capitalista.
Revolucionar al
humanismo implica producir herramientas que muestren permanentemente el rostro
de nuestros pueblos atónitos que miran, con desesperanza y rabia, la demora de
su Derecho a las Vacunas; que miran la demora del Derecho a la Educación, la
nutrición, el trabajo, la vivienda y la cultura emancipada.
El Derecho a “vivir viviendo y no sobreviviendo” en las condiciones
inmorales en que se “vive” bajo el capitalismo.
Revolucionar al
humanismo de los “Derechos Humanos” implica
combatir al ilusionismo filantrópico con una declaración de acción concreta
contra las sociedades divididas en clases donde reina lo inhumano del modo de
producción dominante y de las relaciones de producción alienantes con todos sus
significados.
Sus medios y sus
modos.
Tomado de: https://www.telesurtv.net/
Y
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