Una tercera guerra mundial con
diversos frentes
Un objetivo miserable, así ello signifique la muerte de 470 mil sirios, un millón de iraquíes, el genocidio del pueblo palestino, la muerte de 10 mil yemeníes, el exilio forzado de 200 mil saharauis y la política de ocupación para otros 200 mil en sus territorios. Que ese afán de dominio implica sancionar, bloquear y castigar con medidas de todo índole a unos pocos por desarrollar soberanamente sus políticas nucleares pacíficas e independientes y mirar para el lado cuando los violadores del derecho internacional demuelen casas, asesinan jóvenes, construyen asentamientos ilegales en territorios ocupados, impiden el retorno de millones de refugiados y apelan a un victimismo hipócrita. La Tercera Guerra Mundial está en pleno desarrollo y en esta contienda no hay posibilidad de declararse neutral.
Las agresiones contra Siria,
Irak, Yemen y Libia, fundamentalmente, se han convertido en parte de los
frentes más importantes de lo que es ya una realidad: la III Guerra Mundial.
Una
Guerra de alcance planetario, que además presenta otras áreas de conflictos,
como es el caso de la región del Donbás, que soporta una guerra de acciones
militares y permanente tensión política y social desde abril del año 2014
principalmente en las regiones de Luganks y el Donetsk, autoproclamadas como
Repúblicas Populares.
Ello, tras los hechos que desencadenaron el
derrocamiento del expresidente ucraniano Viktor Yanukovich en febrero del año 2014, a manos de los
movimientos proeuropeistas e influenciado también por la decisión de los
habitantes de la Península de Crimea de volver al seno de Rusia, uno de los
factores esgrimidos, para sancionar a la Federación Rusa.
El
otro conflicto de envergadura, pero este sin llegar aún al enfrentamiento
armado, sino más bien con declaraciones y conductas que tienden a probar la
paciencia del rival, es el que se tiene su campo de acción en el Mar
Meridional de la China, que a la luz de los últimos hechos – desplazamiento de
fuerzas navales, instalación de armas en las territorios en disputa e
intensificación de ejercicios bélicos – la pueden convertir del polvorín
actual a una explosión de consecuencias catastróficas. Para Estados Unidos, las
reclamaciones chinas son inaceptables y el Almirante Harry Harris, jefe del
mando del Pacífico señaló que “no permitiremos que nadie, léase China, acabe
con los dominios compartidos de modo unilateral, independiente de cuantas bases
se construyan en las islas artificiales del Mar de China Meridional” EE.UU. ha
denunciado recurrentemente las reclamaciones territoriales marítimas de China,
mientras esta denuncia los intentos de
Washington por dominar las aguas de la región.
Las
conflagraciones a las que hago referencia involucran, directa o
indirectamente, cerca de 70 naciones – un tercio del total de países que
conforman el planeta – ya sea en la agrupación de Coaliciones lideradas
por potencias occidentales u otras que actúan en función de sus intereses
regionales pero avaladas por Washington y la OTAN, como es el caso de las
Monarquías, que encabezadas por la Casa al Saud agreden a Yemen, Baréin y
apoyan financiera y militarmente a los grupos terroristas takfiríes – Daesh,
Fath al-Sham, Ahrar al-Sham, Al-Qaeda, Boko Haram – que operan en Oriente
Medio, el Magreb y Asia Central.
En esta consideración de Alianzas
Militares, adquiere importancia el denominado Eje de la Resistencia – creado a
partir del año 2006 – para enfrentar la agresión sionista contra El Líbano y
que reunió en principio a Siria, el Movimiento Hezbolá, la República islámica
de Irán y grupos palestinos. Sumando, posteriormente, a medida que el despertar
islámico sacudía los cimientos de las sociedades árabes, a la República de
Irak, al Movimiento Yemení Ansarolá y la participación como aliado estratégico
de la Federación Rusa.
Sostengo, que si bien es cierto la defensa de
Siria e Irak contra la agresión terrorista y los países occidentales junto a
sus socios turcos, sionistas, saudíes y de las monarquías ribereñas del Golfo
Pérsico, parecen ser el centro de la actual situación en Oriente Medio, el
gobierno de Irán y sus líderes políticos y religiosos han dejado claro que la
lucha del pueblo palestino por su autodeterminación es y seguirá siendo el Eje
de la Resistencia y ello no es negociable. Esto, en un marco donde varios de
los países árabes, que solían apoyar la causa palestina se han plegado a los
objetivos de agresión de occidente, traicionando a sus propios pueblos, que ven
en la resistencia palestina su propio esfuerzo personal de lucha contra los
poderes monárquicos corruptos y un occidente que desprecia los valores y
principios del Islam.
Si
bien es cierto ese eje centrado en Palestina tiene su impronta innegable, la
batalla por la soberanía siria y la reconquista de las regiones y ciudades de
Alepo, Palmira y su lucha por el derecho a existir, a pesar de los intentos de
fragmentación que Occidente, el terrorismo takfirí y países como Turquía,
Arabia Saudí y la entidad sionista desean ver concretada.
Así, la toma de Alepo, la derrota de las
bandas terroristas y con ello el apoyo wahabí, del sionismo y del imperialismo
representa una noticia de importancia capital, de envergadura. Un símbolo de la
resistencia contra los enemigos de los pueblos. La reconquista de Alepo es un
paso gigantesco en el objetivo de liberar a Siria de todas las fuerzas
terroristas y mercenarios que la han invadido desde marzo del año 2011. La
liberación de Alepo permite hacer fracasar la política belicista de occidente y
ver que es posible derrotar a un enemigo por muy poderosos y avalado parezca.
En esa labor no hay tregua que valga, hay que destruirlos hasta el final.
FRENTE EUROASIÁTICO
Una
de esas regiones “calientes” en el mapa mundial de conflictos, es el que
denominaré el Frente Euroasiático, que se vislumbra con la contienda
entre el gobierno de Kiev con las fuerzas separatistas prorrusas de la región
del Donbás en el sudeste ucraniano.
Una guerra, que no sólo enfrenta al gobierno
ultranacionalista de Kiev con las fuerzas populares de las regiones de Jarkov,
Donetsk y Luganks, sino también, en el plano más global, a la Federación Rusa
contra la Organización del Atlántico Norte – OTAN – en materias de acusaciones
respecto a los apoyos brindados a sus aliados, ya sea de Kiev en el caso
occidental o de las regiones separatistas en el caso de Moscú.
Ello
ha derivado en una fuerte tensión regional, acrecentada por la decisión
de la OTAN de ampliar su acción, radio de influencia, los países adherentes a
las fronteras con Rusia y el apoyo incondicional al gobierno de Petro
Poroshenko. La situación en las regiones del sudeste ucraniano visualiza a un
Estados Unidos avalando las incursiones militares del gobierno golpista de Kiev
que busca, al mismo tiempo, el apoyo europeo para consensuar una política
de cerco contra el gobierno de Vladimir Putin.
No en balde tanto Estados Unidos como la UE –
brazo político de la OTAN – han prorrogado las sanciones contra Rusia en un
claro acto de hostilidad el pasado jueves 15 de diciembre. Al mismo tiempo
desarrollan ejercicios bélicos en la frontera con Rusia, trasladan sistemas de
misiles, tropas y aviones.
Otra
de las regiones que vive un conflicto ya crónico es Afganistán. Una guerra
iniciada hace 15 años por Estados Unidos y sus socios más incondicionales –
entre ellos la inefable Inglaterra del ex primer Ministro Tony Blair, David
Cameron y una mujer que no le va en zaga en su sometimiento a Washington: la
conservadora Theresa May – Una invasión iniciada con el pretexto de derrotar a
las fuerzas del Talibán y capturar al líder del movimiento extremista Al-Qaeda,
Osama Bin Laden, acusado de los atentados del 11 de septiembre del año
2001.
Un conflicto latente, que ha incrementado la
presencia terrorista, el cultivo de la adormidera y la producción de heroína y
un fracaso rotundo a las políticas guerreristas de occidente.
Se
une a lo mencionado la presencia, cada día más numerosa de fuerzas takfiríes
ligadas a Daesh, que ha fortalecido su posición en Afganistán con la creación
del denominado Emirato de Jorasán, como una provincia de su artificioso y
mediático califato. Según los planes anunciados por los terroristas de
Daesh, este Emirato se conforma con territorios afganos de Paquistán e incluso
mencionan que la región oriental de la República Islámica de Irán es parte de
sus objetivos, lo que ha determinado que el gobierno de Teherán incremente la
vigilancia y control de su frontera con Afganistán con la eliminación resuelta
de toda amenaza terrorista transfronteriza.
No hay posibilidad alguna de aceptar presencia
terrorista en la frontera de Irán han declarado sus autoridades, que se
concreta con la realidad de un país que dentro del concierto regional de
inestabilidad desarrolla su política soberana, independiente y en paz.
No aceptar presencia terrorista implica
combatirla y en ese papel Irán ha mostrado cómo hacerlo en su frontera como en
el apoyo a la lucha de liberación en Siria e Irak.
La
agonizante administración estadounidense y al OTAN, que como borrachos
porfiados, ciegos y sordos frente a lo que se presenta ante sus sentidos se
resisten a admitir, que ya nada tienen que hacer en las tierras que no han sido
conquistadas por ningún ejército invasor a lo largo de dos mil años.
La
Guerra, en esas condiciones, es el opio para el pueblo, tanto afgano como
para el estadounidense e incluso para los Británicos, que han vuelto a enviar
tropas al país asiático.
Uno porque lo paga con su sangre y los otros,
principalmente con sus impuestos. Una Gran Bretaña decidida a impulsar su
presencia tanto de Asia Central como en Oriente Medio a través de una política
de apoyo activo de su Primera Ministra Theresa May a las Monarquías feudales
del Golfo Pérsico, incrementando su presencia militar y estableciendo la Base
Naval de Mina Salman en Bahréin adyacente a la estacionada V Flota de los
Estados Unidos.
Una
Theresa May que se ha unido al coro de los enemigos de Irán, que vislumbra a
Teherán como una amenaza para Oriente Medio y Asia Central, sin hacer la mínima
autocrítica al papel vergonzoso cumplido por Londres en la agresión contra
Siria, Yemen, Irak, Afganistán, la complicidad con la entidad sionista contra
el pueblo palestino. Una Gran Bretaña cómplice de los crímenes más deleznables
que conozca la humanidad tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
La Sra. May, junto a Barack Obama, Angela
Merkel, Francois Hollande, los
gobiernos de España e Italia representan la cara de la hipocresía, la
doble moral en materia del respeto al derecho internacional.
Violadores de los derechos humanos de millones
de habitantes de la tierra en todos los confines donde sus ambiciones los
llevan.
Un Theresa May que lo mismo defiende al
sionismo de Netanyahu, que al wahabismo de la Casa al Saud, que mira para el
otro lado cuando se habla de la agresión contra Siria, que se niega a criticar
al gobierno estadounidense, en su papel de violador de los acuerdos nucleares
del G5+1 con Irán y los compromisos asumidos.
Theresa May cumple el papel que ha tenido su
país desde el fin de la II SGM, un simple apéndice de las posturas bélicas de
su primo estadounidense.
Un
simple peón a la hora de decidir su participación bélica en los distintos
frente mundiales, aunque ello signifique poner en peligro la débil relación
entre nuestras naciones y ver morir a millones de seres humanos, ya sea por
intereses geoestratégicos, petroleros, gasíferos o simplemente mantener un
papel de potencia venida a menos, que se desarrolla al amparo de las órdenes de
Washington.
A la hora de la dignidad miremos a Palestina,
al Sahara occidental, a Siria, Irak, a Yemen, a Bahréin. Si el concepto es el
de ignominia, servilismo e inmoralidad el trofeo mayor lo llevan los
gobiernos de Washington, Gran Bretaña, París, Berlín, Roma, Ankara, Tel Aviv,
Amman, Riad, entre otros.
FRENTE MAGREBÍ
Otra
de las regiones donde los contenciosos están a la orden del día es es el Frente
Magrebí, donde sobresale por la importancia regional y sus ramificaciones en
materia de la participación de potencias extrarregionales y temas de
inmigración, la guerra de fragmentación en Libia.
Un conflicto que no puede quedar fuera del
ranking como parte de estos estallidos bélicos de corte global, donde tiene
activa participación las fuerzas militares de Francia e Inglaterra, con el aval
de la OTAN y la política militar del Leading From Behind de Washington.
Impulsada desde la primera administración del pronto ex mandatario
estadounidense Barack Obama, impulsado por la acción directa de la ex
Secretaria de Estado y derrotada candidata presidencial, Hillary Clinton.
La
consolidación de la base de operaciones del Movimiento extremista takfirí EIIL
– Daesh en árabe – ha intensificado el aparente objetivo internacional
occidental de acabar con una crisis Libia, que implica tener tres distintos
gobiernos tras una intervención occidental que destrozó el país tras el
derrocamiento y ajusticiamiento del ex líder libio Muamar Gadaffi. La crisis en
Libia no tiene la pretensión de terminar o avanzar hacia la democracia
representativa sino que balcanizar de tal forma al país que termine siendo
despedazado y repartido sus despojos entre occidente y sus compañías
transnacionales hidrocarburíferas. Aceptando el compartir el territorio con
grupos takfirí, que buscarán otros escenarios donde desarrollar su
política criminal bajo el manto protector del wahabismo, el sionismo y la
política hegemónica de occidente.
Al
sur de este Frente Magrebí el panorama de guerras ofrece además otros
escenarios de conflictos de baja intensidad – guerras olvidadas en el análisis
internacional – en países como Somalia, Eritrea, Darfur en Sudán, Guerra Civil
en el Congo – que en 20 años ha generado cuatro millones de muertos – la
denominada Cuenca del Lago Chad que involucra a Nigeria, Níger, Chad y
Camerún, que se enfrentan desde hace un lustro a la fecha a la amenaza
del grupo takfirí Boko Haram y sus propias contradicciones internas.
Adicionemos a ello el irresuelto conflicto
entre las aspiraciones de autodeterminación del pueblo saharaui en el Sáhara
occidental, ocupado por la Monarquía Marroquí desde el año 1975 a la fecha y que ha
implicado el destierro de la mitad de la población Saharaui, que malvive en
campamentos de refugiados en la zona de la hamada argelina en Tindouf y la otra
parte de la población que vive tras el muro construido por Marruecos en los
territorios ocupados.
FRENTE LEJANO ORIENTE
Sostengo
que el Mar Meridional de la China es otro de los escenarios de
confrontación, de enorme rivalidad entre las grandes potencias, principalmente
entre China y Estados Unidos – y los países aliados de Washington – en la
medida que los gobiernos estadounidenses se oponen a las reivindicaciones
territoriales de China, con relación a la disputa de las islas y peñascos
denominados por China como Diaoyu y por Japón como Senkaku, situados en
un estratégico triángulo signado por el nordeste de Taiwán, el este de China y
el sudoeste de Okinawa.
Adicionemos la disputa por las islas Nansha,
denominadas así por China y que Estados Unidos llama islas Spratly. Islas que
China reconoce como suyas y por ello ha instalado un sistema de defensas y
monitoreo por radar.
El
portavoz del Ministerio de Exteriores de China, Geng Shuang, el día viernes 16 de
diciembre señaló que “las Nansha son territorio inherente de China y la
construcción de instalaciones de China en su propio territorio es completamente
normal” le guste o no Japón y Estados Unidos.
Este
contencioso muestra que la historia de desacuerdos entre China y Japón – con la
presencia permanente de Estados Unidos – no se detiene y que los intereses
geopolíticos, económicos y de intensificación del espíritu nacionalista de
ambas naciones, son una peligrosa realidad.
Únase a ello la presencia de objeticos
geopolíticos de Estados Unidos y su irreductible política de alianzas con
rivales tradicionales de China: Filipinas, Corea del Sur, Australia y Japón.
La disputa en el Mar Meridional de la China
representa un escenario de fuerte tensión, en una de las vías navegables con
mayor tránsito del mundo, con riquezas en recursos pesqueros y reservas de gas
y petróleo, que la convierte en una zona de conquista y muy posible escenario
bélico en el breve plazo.
No
olvidemos también un viejo conflicto que enfrenta a Rusia y Japón por el
dominio de las islas Kuriles y que mantiene aún en discusión el tratado de paz
del año 1956entre amabas naciones y que se ha puesto de nuevo en el tapete tras
la visita del presidente ruso Vladimir Putin a Japón.
Vista de Estado efectuada entre el 15 y el 16
de diciembre – con el enojo evidente de Washington que no ve con buenos ojos
este acercamiento entre Tokio y Moscú al amparo de las políticas de sanciones
que se tiene contra Rusia por parte del G7- La conversación entre Putin y el
Primer Minstro Nipón, Shinzo Abe – quien catalogó de visita histórica la de
Putin a su país – versó en el establecimiento de un acuerdo de paz y la
resolución de la disputa territorial que ambos países mantienen desde hace
décadas en torno a las islas Kuriles, de las cuales Japón reclama la soberanía
sobre cuatro de ellas – que al paso de los años se manifiesta en al menos
obtener la cesión de dos de estas islas – Se consignó por medios
internacionales, que hasta el momento, Tokio afirmaba que solo discutiría
un tratado de paz después de recibir todas las islas.
Por su parte Moscú declaró que está
dispuesta a discutir el tratado pero sin condiciones previas.
Rusia
y Japón no han firmado un tratado de paz en los 70 años desde el final de la
Segunda Guerra Mundial, debido a la disputa por cuatro pequeñas
islas en el Pacífico, las llamadas islas Kuriles del Sur por Rusia, y
Territorios del Norte por Japón. Sin embargo, ambos países acordaron comenzar
consultas sobre posibles actividades económicas conjuntas en las citadas islas,
tomadas por Rusia y reclamadas por Japón.
Las dos partes coincidieron en que las
actividades conjuntas se realizarán “bajo un marco especial”, lo cual
representará un paso importante hacia delante para alcanzar un tratado de paz
entre los dos países, según un comunicado conjunto emitido tras el encuentro de
los líderes de ambas naciones.
En
un trabajo sobre el conflicto en la zona del Mar Meridional de la China, defendí la idea que una las
razones principales que explican este conflicto – hasta ahora diplomático,
político y algunas escaramuzas militares – que vemos tras las reivindicaciones
tanto de China como de Japón, se encuentran y tienen como base como base la
tercera Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982,
UNCLOS, por sus siglas en inglés. Esto, pues para China, UNCLOS implica una
serie de desequilibrios, que explican su percepción de estar sometido a un
cerco geográfico, económico y militar inaceptable. UNCLOS signa un
estatus de “Zona Económica Exclusiva” (ZEE) a las zonas marítimas
situadas entre 370 y hasta 650 kilómetros alrededor del territorio
insular de un país. Gracias a su soberanía sobre todo un rosario de islas,
islotes y rocas del Pacífico – Izu, Ogasawara, Okinotorishima, Minami –
situadas hasta casi 2.000 kilómetros de distancia de Tokio, Japón
adquiere la soberanía de una enorme y rica zona económica dotada, no sólo de
recursos pesqueros, sino hidrocarburíferos y de relevancia geopolítica.
Ello
implica, por ejemplo, que
Japón, con una superficie 25 veces más pequeña que China posea derechos de ZEE
sobre 4.5 millones de kilómetros cuadrados, la novena mayor del mundo y China
sólo 900 mil km2, ocupando el puesto número 31 entre Maldivas y Somalia.
Para
China, esta realidad implica constatarse encerrada “encajonada” según sus
palabras, como resultante de la combinación de las zonas marítimas de
Filipinas, Estados Unidos – por su presencia dominante en Guam, Palau,
Carolinas y otras islas del Pacífico – además de Japón y Corea. Hablamos
entonces, no sólo de un mapa económico, sino que principalmente geopolítico,
donde la posesión de unos cuantos peñascos e islotes sin habitantes y que
apenas se elevan sobre el mar, significan la posibilidad de salir del
enclaustramiento.
Sea
en Eurasia, en el Magreb, en el Lejano Oriente, en Asia central u Oriente
Medio, el mundo se debate en una serie de conflictos que mantiene al menos a
una tercera parte de sus países enfrascados en contiendas bélicas, agresiones,
invasiones, apoyos a grupos terroristas y disputas territoriales con el
peligro de estallidos violentos.
Un mundo que día a día está en pugnas,
acompañadas de una lucha ideológica, mediática, donde lo que se presenta para
una parte importante de la humanidad, a través de los ojos interesados de
occidente y sus aliados es aquello que obedece a los interés económicos y
políticos de Washington y sus aliados.
Por
ello, a la par de esta Tercera Guerra Mundial que se disputa con vehemencia y
resultados mortales para millones de seres humanos, el desplazamiento
migratorio forzado de 65 millones de personas, la destrucción de países y su
fragmentación, la destrucción de siglos de cultura, el expolio de su riquezas
naturales, hay otra guerra que se libra a la par: una guerra comunicacional
donde también existe un eje de la resistencia que da dura batalla a los poderes
hegemónicos y monopólicos: Hispantv, Rusia Today, Telesur, Al Manar, Sana,
Sputnik, Xinhua, junto a medios independientes en el seno de las sociedades
occidentales, que sacan a la luz aquello que no se muestra,
que no quieren que se vea, aquellos hechos que visualizan el papel criminal de
sus gobiernos, que muestran al mundo que las guerras no son por cuestiones
religiosas, ni por la presencia de uno u otro dictador, sino que las guerras de
agresión ocultan el objetivo de seguir hegemonizando al mundo bajo la guía de
unos pocos.
Un objetivo miserable, así ello
signifique la muerte de 470 mil sirios, un millón de iraquíes, el genocidio del
pueblo palestino, la muerte de 10 mil yemeníes, el exilio forzado de 200 mil
saharauis y la política de ocupación para otros 200 mil en sus territorios. Que
ese afán de dominio implica sancionar, bloquear y castigar con medidas de todo
índole a unos pocos por desarrollar soberanamente sus políticas
nucleares pacíficas e independientes y mirar para el lado cuando los violadores
del derecho internacional demuelen casas, asesinan jóvenes, construyen
asentamientos ilegales en territorios ocupados, impiden el retorno de millones
de refugiados y apelan a un victimismo hipócrita. La Tercera Guerra Mundial
está en pleno desarrollo y en esta contienda no hay posibilidad de declararse
neutral.
Periodista y escritor chileno.
Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad
Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica,
Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias
internacionales. Creador de página WEB de análisis internacional ANÁLISIS
GLOCAL www.analisisglocal.cl
Visto en : Hispan Tv
TOMADO DE: http://buscandolaverdad.es/
y en Libertad Bermeja//Facebook
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