domingo, 20 de septiembre de 2020

No es cuento chino

 

 No es cuento chino

El Sistema ya no funciona; no porque tenga más de quinientos años de existencia y se haya vuelto rancio en vez de añejo; sino porque ya no encuentra hacia dónde expandirse.

EDITORIAL




El capitalismo agoniza; y no es un cuento chino.

Lleva bastante tiempo en cuidados intensivos; pero dado que es un sistema  y no organismo, como aquellos  que lo sufren (6900 millones de humanos, más o menos) y decenas de grandes humedales, las mayores reservas selváticas y especies residentes…, sus controladores, los Homo sapiens predator, se aferran a su herencia sanguinolenta, como  Fernando de Magallanes (aún no han comenzado a comerse el cuero de las vergas; ya lo harán) mientras  se hunde lentamente en los océanos, que han saturado de plásticos y químicos, su desgarrado velero de expansión y conquista.

El mundo sigue siendo ajeno; pero, a ellos, los comerciantes y financieros capitalistas que se lo apropiaron: matando, esclavizando y saqueando de forma compulsiva, se les volvió del tamaño de los reinos que hace más de quinientos años, buscaron, por el Atlántico, nuevas rutas que, a final de cuentas, derivaron en esta distopía del saqueo, las destrucción sistemática de la diversidad cultural y la imposición del lucro como ritual religioso cotidiano.

Una cosa está clara, se expandieron para controlarlo todo; y lo hicieron con la arrogancia, la ebriedad e la insensatez de los adolescentes que se creen inmortales; y no miden el daño de sus pisadas sobre la yerba que acaba de brotar.

Hoy ya no encuentran cómo sostener su mitología que, primero, contradijo el sano consejo de la moral religiosa; y que, hoy, evade las advertencias basadas en la comprobación científica.

Los conocemos de sobra, uno de los nuestros, allá por 1848, les lanzó un cumplido al llamarlos revolucionarios. Su revolución, hace tiempo culminó; pero, como en la época de su inicial expansión, se han valido de la guerra y el fraude para mantener secuestrada la mayor parte del planeta.

¿Para qué? Para prolongar su agonía y para provocar a sus víctimas tradicionales, el mayor daño posible.

Se acabó, se les acabó su fiesta de la forma más humillante; un virus culminó por quitar todas sus máscaras y mostrarlos como lo que son: el cáncer de la humanidad.

¿Debe tener con ustedes, el 90% de la humanidad, piedad o hacer borrón y cuenta nueva. 

Erigir la nueva institucionalidad, la equidad y la justicia colectivas, sobre sus catedrales del lucro; tal como ustedes hicieron con los sitios sagrados de los pueblos originarios de América o África?

Ya veremos. 

Que los pueblos sean consultados y decidan; que decidan primero el destino de todos; mientras ustedes se pudren lentamente en el cementerio universal de inequidad y las injusticias.


Tomado de: https://elcomunista.net/
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