viernes, 6 de noviembre de 2020

Palestina: Un nombre que nos estremece

 


Palestina: Un nombre que nos estremece

5 noviembre 2020

| Pablo Jofre Leal

Desde el 14 de mayo del año 1948, cuando nace este consorcio israelí, que conjuga los intereses políticos, económicos, hegemónicos de un holding de países occidentales, han transcurrido siete décadas de crímenes.
Como también 72 años de saqueo, usurpación, destrucción de áreas de cultivo, demolición de viviendas, segregación, construcción de un muro de apartheid, los intentos de invisibilizar la historia, la arqueología, la cultura palestina, enmarcado todo esto, en un proceso de colonización por parte de extranjeros ateos muchos de ellos y otro tanto de creencia judía.

Hablo de hombres y mujeres ajenos a Oriente Medio, que comenzaron a instalarse en tierras de Palestina a partir de fines del siglo XIX.

Ello, en el marco de una operación estratégica, de carácter geopolítico diseñada por un grupo de europeos, gran parte de ellos multimillonarios, alentados por el imperio británico y su afán de controlar la región de Asia Occidental.

Mitos Fundacionales

Esa alianza estaba destinada a reconfigurar el mapa de Oriente Medio, donde se conjugaron intereses de otras potencias, para así concretar el reparto de influencias a través del llamado Acuerdo Sykes-Picot (del año 1916, entre Gran Bretaña y Francia.

Un Acuerdo que hace su aparición en el escenario internacional gracias a la denuncia del naciente Gobierno soviético en pleno desarrollo de la primera guerra mundial y con clara visión (en correspondencia con sus intereses), donde estas potencias occidentales europeas dibujaron sus áreas de influencia, establecieron sus límites fronterizos donde desarrollar su ejercicio de la rapiña, definiendo donde se establecerían en la zona tras el derrumbe del imperio otomano.

Un reparto territorial donde el recurso petróleo y el control de futuros corredores energéticos se mostraban como elementos centrales y dentro del cual, las aspiraciones del mito sionista de dotarse de un territorio se engarzaban en esta idea de dominio regional, alentados, por la llamada Declaración Balfour, que demuestra la conjunción de intereses imperiales británicos junto al proyecto colonizador sionista.

Una mezcla explosiva dominada por la ambición y donde los derechos de millones de seres humanos, habitantes de la región, simplemente representaban un obstáculo, sin importancia frente a esta concepción imperial.

Una declaración propia de mentalidades y prácticas imperiales, que prometía algo (la tierra palestina para conformar un hogar nacional judío) que los ingleses no poseían y a la cual no tenían derecho bajo ninguna ley internacional.

En ella se solicitó, al multimillonario Rothschild, el encargo de transmitir el apoyo imperial al sionismo

“Estimado Lord Rothschild.

Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.

El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.

Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.

Sinceramente suyo, Arthur James Balfour".

 

El objetivo sionista de construir este ficticio “hogar nacional judío” se concretaría el año 1948.

Hablo de un establecimiento artificial, a costa de los intereses y derechos del pueblo palestino,  pues se diseñó y se concretó bajo líneas políticas internacionales derivadas del acuerdo de las grandes potencias de hacer la vista gorda de los afanes de colonización y ocupación por extranjeros de ideología sionista y creencia religiosa judía, cuyo máximo argumento para instalarse en aquellas tierras se fundaba en dos mitos tan infantiles como irreales:

primero, la idea que Palestina era una tierra prometida y

segundo esa tierra prometida sería para un pueblo elegido.

Es decir, una divinidad con dominio en vastas áreas del planeta, que le otorga a un puñado de seres humanos, creyentes en una religión monoteísta y auto considerados predilectos sobre toda la humanidad (creencia de por si megalómana) una porción del planeta que ya estaba habitada por una comunidad establecida por generaciones.

Palestinos que verán truncado su presente y su futuro, además de invisibilizados su pasado a manos de extranjeros codiciosos y sedientos de sangre y de territorios.

Expansión sustentada en falsificaciones, según el trabajo de intelectuales como el historiador israelí Shlomo Sand, quien sostiene en su libro When and how was the land of Israel invented que “el sionismo robó” el término religioso Eretz Israel (tierra de Israel) y lo convirtió en un término geopolítico.

En un trabajo anterior, “La Invención del pueblo judío” ya Sand había generado enorme polémica al afirmar que no existía un pueblo judío que se hubiese exiliado hacía dos milenios y que hubiese sobrevivido a ese transtierro.

Para Shlomo Sand, “la mayoría de los judíos de Europa del Este son descendientes de sociedades o personas que se convirtieron al judaísmo en suelo europeo”.

Libros, Música, BDS: Parte de la Lucha

Para conocer de este proceso colonialismo y ocupación el autor de esta crónica nos invita a leer un libro de su autoría “Palestina: Crónica de la Ocupación Sionista” que ha tenido una gran recepción allí donde ha sido presentado y que producto de la pandemia del Covid 19 ha utilizado masivamente  las redes sociales, para que vía conferencias virtuales sea conocido por una gran variedad de público, interesados en saber de buena tinta sobre la lucha del pueblo palestino.

 Esta creación, fuera de cualquier consideración autorreferencial, es un libro necesario de leer.

Fundamental en momentos que Palestina está sometida a enormes presiones por parte de Israel y su padre putativo (Estados Unidos), decididos a llevar adelante una política de sometimiento total, a partir de lo que este contubernio denomina “El Acuerdo del siglo” que de convenio tiene lo mismo que el sionismo de humanista.

Una falsedad cuyo nombre exacto debe ser el de “La Imposición del siglo” sin participación alguna de Palestina y al cual se ha obligado a dar su apoyo y aval a gobiernos y monarquías reaccionarias mediante el llamado proceso de normalización, establecido entre algunos estados árabes como Sudán, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, con la entidad sionista.

Esto, en una conducta de clara traición a los intereses del pueblo palestino, sometidos al chantaje y la presión imperial y alejándose de los acuerdos del mundo árabe respecto a mantener la presión sobre la entidad infanticida hasta lograr la autodeterminación del pueblo palestino.

Estados árabes que se han puesto, a través de la acción de sometimiento de sus gobiernos, al lado de los criminales, los victimarios, aquellos que desean concretar el exterminio del pueblo palestino.

Monarquías totalitarias cuyas dinastías remontan el dominio sobre sus pueblos desde mediados del siglo XVIII coaptados por el imperialismo y el sionismo, que les garantizan protección y seguridad frente a las demandas de sus propios pueblos por mayores niveles de participación y apertura política.

O, como en el caso de Sudán, se le ofrece a cambio de la traición al pueblo palestino, sacar a ese país de la lista de estados terroristas y así darles algo de respiro frente a años de bloqueo, sanciones, embargos.

Es el precio por pagar para que Washington, obsequiosamente, les permita respirar.

Es la oferta del imperio “o mueres o te sometes a lo que te ordeno”

En este libro sobre Palestina, el autor afirma, con convicción, que ofrece su solidaridad y su apoyo irrestricto a Palestina y a su pueblo, con base en hechos concretos en una historia de lucha y resistencia tejida a lo largo de décadas, llevada a cabo por hombres y mujeres que han poblado esas tierras milenarias, donde la han regado con sus sangre y esfuerzo, contra una sociedad enmarcada en una mitología victimista y falsaria.

El libro Palestina: Crónica de la Ocupación Sionista, brinda una visión del conflicto que se nutre, además, con la experiencia directa en terreno, experimentando de primera mano el dolor frente a la ocupación, la demolición de los hogares de familias palestinas, la destrucción de sus cultivos, la limitación de sus desplazamientos.

Una barbarie que destruye a las familias palestinas demuele sus hogares hasta los cimientos, con una perversidad difícil de igualar, que ha erigido un muro de vergüenza y oprobio que separa familias, aldeas, pueblos, que fragmenta el territorio de Cisjordania, que hace inviable pensar en una Palestina con autodeterminación.

Una de las ideas, que es dada a conocer permanentemente en el texto citado, es consignar que la lucha, tanto en Palestina como en el exterior, es contra el sionismo y su política colonizadora.

Aseverando que la violencia que se vive en Palestina es producto de la invasión y de la expansión de los asentamientos ilegales de colonos.

No es posible entender la violencia en Palestina y en Oriente Medio en general sin que esté asociada a la existencia del sionismo, que ha hecho de la agresión, la desestabilización, las presiones ejecutadas por orden de su padre putativo, el eje de su política exterior.

No habrá paz en Oriente Medio y en el mundo en general sin que signifique la desaparición del sionismo.  

Señalaba, en un artículo escrito para segundopaso.es que “cualquier acusación provocadora que trate de equiparar la denuncia contra el sionismo con la incitación al odio racial, religioso o étnico, es falsa.

Ser antisionista no es ser antijudío ni antisemita.

Plantear que cualquier crítica contra la política sionista es una demostración de antisemitismo es influir para que se promulguen legislaciones que criminalicen a quienes critican a Israel y su política de colonialismo, ocupación y Apartheid contra el pueblo palestino.

Cuestión absurda, pues las críticas a la ideología sionista es una censura política, y acusar de antisemitismo a quien emite estas opiniones es una falacia, pues en esta lucha, los únicos semitas son precisamente los palestinos”

Palestina está sufriendo hoy una serie de maniobras, destinadas a intensificar la colonización y la ocupación de su territorio, además de sumar a monarquías y gobiernos árabes corruptos en la política de “normalización” política y de relaciones más amplias entre algunos países árabes con la entidad infanticida israelí.

Los planes por parte de Israel de anexar los Territorios Ocupados Palestinos de Cisjordania y el Valle del Jordán son medidas unilaterales.

Un nuevo crimen de guerra que comete el sionismo internacional en contra del pueblo palestino y que al contar con el silencio cómplice de Sudán, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y en general una Liga árabe que sucumbe a las coacciones y apremios del imperialismo, se convierten en cómplices del régimen criminal, racista e infanticida israelí.

El régimen israelí es un grupo de mafiosos, de ladrones, que roba las tierras de los palestinos y desprecia sus derechos y frente a esta realidad resulta aún más escandaloso e indigno el silencio obsequioso de la mal llamada comunidad internacional.

Sobre todo, ante la nueva aprobación del gobierno corrupto del procesado Benjamín Netanyahu, para seguir construyendo asentamientos ilegales en los territorios palestinos.

Poblados por colonos extranjeros, los más violentos y extremistas de un colectivo, que per se representan una sociedad enferma.

El régimen israelí es simplemente un grupo de mafiosos, una sociedad salteadora de tierras palestinas.

La oenegé israelí Peace Now (Paz Ahora) ha denunciado que, en lo que va del año 2020, se ha registrado un número récord de autorizaciones para construir viviendas ilegales en los asentamientos israelíes: un total de 12.000 unidades en la Palestina ocupada.

Los planes expansionistas del régimen israelí se han intensificado durante el mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, lo que demuestra el peligro para Palestina, Asia Occidental y el mundo de esta alianza entre el imperialismo y el sionismo.

¿Cómo enfrentar a esta entidad criminal, infanticida, racista, supremacista que es el régimen sionista?

¿Cuáles son las formas de lucha contra una entidad que goza de la impunidad y protección de Estados Unidos y sus aliados?

Las formas, a mi entender, deben ser diversas, clásicas y también novedosas, incluso con la música como la que nos ofrece el cantautor chileno Francisco Villa como presentación musical al inicio de este texto cuya letra y notas de amor por palestina pero también notas como balas al centro del corazón del enemigo sionista.

Pasan por la legítima defensa armada, la resistencia civil, el apoyo internacional para derrotar a esta sociedad enferma, ladrona, asesina.

Uno de los mecanismos de presión que ha mostrado su eficacia es intensificar la ya establecida campaña mundial del Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS)

“Cuantos más países se sumen a la campaña (del BDS) más temprano que tarde se podrá terminar con el sionismo como potencia ocupante colonizadora de Palestina”

Sostuve, hace unas semanas cuando los Emiratos Árabes Unidos (EAU) decretó el fin del boicot al régimen de Israel, que la campaña del BDS se podría ver afectada por estas monarquías traidoras pues de inmediato, la dinastía gobernante señaló, que ya no seguiría el boicot contra el sionismo establecido desde el año 1967.

A pesar de estas medidas de “normalización” traidoras, de las leyes que criminalizan el BDS, donde los grupos de presión sionistas andan desesperados por las cancillerías del mundo reuniendo apoyos a su decisión de forzarnos a detener esta campaña pacífica, pero efectiva contra la entidad infanticida, la campaña del BDS seguirá su curso.

Esto, pues es una manera de enfrentar a los criminales autoproclamados “pueblo elegido”, que está inspirado en el movimiento contra el apartheid en Sudáfrica, que logró el fin de ese régimen segregacionista y criminal generando un apoyo internacional fuerte y vigoroso.

Impidiendo que deportistas, músicos, académicos, científicos, entre otros, que son parte de una sociedad regida por un régimen racista, anden maquillando por el mundo la imagen del racismo, el crimen y la segregación.

En Palestina, con relación a los extranjeros ocupantes debe suceder lo mismo.

No más sionismo, no más ejército ocupante, no más colonos extremistas, no más ladrones, no más una entidad infanticida.  

En Palestina, la lucha victoriosa contra el opresor será realidad.

Y, será acompañado del apoyo del eje de la resistencia, que significará ver arrancar como cobardes a aquellos que se han especializado en asesinar a inocentes y desarmados.

Bien sabemos y hemos sido testigos, que cuando el sionismo debe enfrentar a combatientes armados suele terminar llorando sus muertos, pues saben que plantar cara a un contrincante que devuelve las balas no es lo mismo que asesinar niños o dispararles, a manos de un francotirador, a hombres, mujeres y niños desarmados.

La lucha sostenida del pueblo palestino y la expulsión definitiva de todos aquellos que sustentan una ideología asesina como es el sionismo será una realidad, más temprano que tarde.

Eso lo sabe Netanyahu y los suyos.

Lo sabe el ejército ocupante, lo tiene muy claro el lobby sionista en Estados unidos, Francia y Gran Bretaña, al igual que las monarquías y gobiernos árabes corruptos, que caerán en el mismo basurero que el sionismo.

Palestina está, permanentemente, en la mente y corazón de nuestros pueblos, es un nombre que nos estremece y eso es más fuerte que cualquier bala o bomba sionista.


Tomado de:  https://www.telesurtv.net/

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