jueves, 22 de abril de 2021

El-verdadero-venezolano





El-verdadero-venezolano

Britto-Garcia-Luis

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Personalidad, personalidad básica e identidad nacional 

1.1.   Identidad

Quien me quiera conocer

Yo soy fulano de tal

Que a la ciudad no sé

dónde Me han llevado a bautizar;

Un hombre fue mi padrino

Mi madrina una mujer

Pa dormir cierran los ojos

Y los abren para ver

Yo vivo sobre la tierra

Si me quieren conocer.

Corrido popular venezolano

¿Quién soy?

Quién soy, es la pregunta que nos constituye como ser.

El Ser es el primer problema de la filosofía, y todos los demás sus variantes.

Antorcha capaz de iluminar todo salvo a sí misma, el Ser es la zona ciega de nuestra existencia.

El organismo está constituido de tal forma que no sentimos su operación salvo cuando algo falla.

No sabemos cómo digiere el alimento el estómago ni cómo procesa los datos nuestra conciencia.

No conocemos salvo superficialmente nuestra minuciosa anatomía, ni aprehendemos más que la sumaria superficie de nuestra mente.

16 El verdadero venezolano.

Mapa de la Identidad Nacional Pero preguntarse quién soy carece de sentido si no se inquiere quiénes somos.

Definirnos es limitarnos, y quizá juzgarnos. Existimos en relación con otros y en función de ellos.

Solo conociéndonos podemos pensar nuestras relaciones con el medio natural y social y articular respuestas a sus desafíos.

 Un sujeto individual o colectivo comienza a existir conscientemente desde que se plantea estas incógnitas.

Su supervivencia depende de las contestaciones que formule.

En efecto, para constituirse como tal, toda sociedad debe asumir una identidad: estructurar un conjunto de rasgos definitorios que permitan distinguir entre lo que le pertenece y lo que le es externo. 

Según Ludwig von Bertalanffy, «un sistema puede ser definido como un conjunto de elementos interrelacionados» (Bertalanffy, 1973, 55).

Pero para decidir si un elemento está interrelacionado con otros, hay que determinar las características que comparte con ellos y las que lo diferencian de elementos de sistemas distintos.

En otras palabras, la primera condición para determinar la existencia de un sistema es definir lo que forma parte y lo que no forma parte de él.

A partir de este concepto central, la comunidad inventaría fuerzas y recursos, define las amenazas y obstáculos para su existencia, y estructura un proyecto de supervivencia colectiva.

Dicho proceso presenta similitudes con aquel por el cual una clase social adquiere conciencia de sí misma a través de la integración de un cuadro coherente de rasgos e intereses comunes.

Mediante la agregación de un conjunto de intereses, representaciones de la realidad, creencias, valores, motivaciones, actitudes y conductas y a través de la sistemática reproducción de ellos en las generaciones sucesivas, una sociedad adquiere esa especie de conciencia de sí misma que llamamos identidad.

El primer núcleo para su constitución consiste en una coordinación del conjunto de respuestas culturales que la comunidad ha desarrollado frente a los desafíos específicos que debió vencer para subsistir.

Personalidad, personalidad básica e identidad nacional 17 La especificidad y particularidad de dichas respuestas está condicionada por el carácter de los desafíos que enfrenta, y en alguna forma determinada por ellos.

Aparte de tal especificidad de las respuestas debida a la singularidad de los desafíos, existe una segunda fuente de especificidad cultural, que mana de la riqueza de la inventiva social.

En efecto, un mismo problema puede ser enfrentado de diversas maneras por colectividades distintas: puede haber así importantes diferencias entre las respuestas de sociedades que enfrentan retos similares.

En fin, algunas colectividades multiplican rasgos idiosincráticos que no parecen constituir respuestas a un reto específico. Se diría, en tales casos, que la colectividad genera gratuitamente rasgos o símbolos o conductas encaminadas esencialmente a enfatizar una diferencia, o que son utilizadas para ello.

En efecto, los grupos sociales en trance de constituir una identidad proceden a la creación o la adopción de una profusa gama de rasgos idiosincráticos de carácter simbólico, destinados tanto a marcar la similitud entre los integrantes del grupo como la diferencia con colectividades distintas.

Así sucedió, por ejemplo, con jóvenes, marginales, negros, indígenas y otros grupos contraculturales en las sociedades desarrolladas de los años sesenta del siglo XX.

Venidos de estratos sociales y de procedencias étnicas y geográficas muy diversas, estos grupos encontraron la clave para afirmar su identidad en la creación de subculturas, emblematizadas mediante abigarradas panoplias simbólicas, que permitían el reconocimiento mutuo de los miembros (Britto, 1998).

La construcción del sujeto colectivo es un proceso cultural.

Como te interesa esta narración, puedes continuar su lectura en el PDF que se Anexa.


Tomado de:  https://misionverdad.com/

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