miércoles, 15 de julio de 2020


Memoria Histórica / La lucha por la justicia social
FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS. 17/07/1566

Por Fernando Bossi Rojas

El 17 de julio de 1566 murió en Madrid Fray Bartolomé de las Casas.

Llamado el “Apóstol de los indios”, Bartolomé conoció como ningún otro los primeros tiempos de la conquista española en el nuevo mundo. Su filosofía era “poblar la tierra firme, sin derramar sangre y anunciar el evangelio, sin estrépito de armas”. Nadie, o casi nadie, le hizo caso. La conquista fue todo lo contrario de lo que propiciaba el fraile. ¿Qué hacer entonces?, ¿cómo frenar las matanzas? Su voz fue simplemente prédica en el desierto.

Pero quedó el testimonio, al menos la denuncia de un hombre que no quiso ser cómplice de la mentira y la hipocresía de los poderosos de su tiempo. Aún hoy suena como una condena eterna para los culpables, la voz cristiana de quién supo defender a los más débiles. Dijo Bartolomé:

“En la isla Española… que fue la primera isla que destruyeron y despoblaron, los invasores tomaron a las mujeres e hijos de los aborígenes para esclavizarlos y maltratarlos; y les quitaron sus alimentos frutos de sus sudores y trabajos…”.

“Los aborígenes comenzaron a entender que aquellos hombres no debían de haber venido del cielo. Algunos comenzaron a esconder sus alimentos; otros a sus mujeres e hijos; otros huían a los montes... Los llamados cristianos los trataban a puños, bofetadas y palos…”.

“Los cristianos con sus caballos, espadas y lanzas comenzaron a matarlos y atacarlos de forma extraña para ellos. Entraban en los pueblos, ni dejaban niños, ni viejos, ni mujeres preñadas, ni paridas que no desbarrigaban e hicieran pedazos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría el hombre por medio, o le cortaba la cabeza de un piquete, o le descubría las entrañas. Tomaban las criaturas de las tetas de las madres, por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las peñas… A otros los ataban o liaban con paja seca y les pegaban fuego y así los quemaban. A otros, y a todos los que querían salvarse, les cortaban ambas manos y las dejaban colgando…”.

Para vergüenza de la humanidad, en España hoy sigue existiendo un rey, heredero, le guste o no, de aquella infamia.

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