sábado, 16 de enero de 2016

Nuestro Che


por Gabriel Vera Turcato
La Haine - 27/12/2015



Curiosidades de la historia, el 14 de junio de 1928 nacía en Rosario Ernesto Guevara. El mismo día 34 años antes, en Moquegua, Perú, nacía José Carlos Mariátegui
Nuestra fuerza de corazón ha de probarse aceptando el reto de la Esfinge, y no esquivando su interrogación formidable
“Ariel”, José Enrique Rodó.
Nada nos impide convertir en el punto de partida de nuestra crítica a la crítica de la política, la participación en la política y, por ende, a las luchas reales, e identificar nuestra crítica con ellas. En ese caso, no nos enfrentamos al mundo en actitud doctrinaria con un nuevo principio: ¡Esta es la verdad, arrodíllense ante ella! Desarrollamos nuevos principios para el mundo sobre la base de los propios principios del mundo. No le decimos al mundo: «Termina con tus luchas, pues son estúpidas; te daremos la verdadera consigna de lucha». Nos limitamos a mostrarle al mundo por qué está luchando en verdad, y la conciencia es algo que tiene que adquirir, aunque no quiera.

“Carta a Arnold Ruge en 1843”, Karl Marx
1- Los calendarios imponen fechas, festividades, celebraciones a héroes; condenas a herejes, homenajes a mártires, silencios y olvidos. Son el lienzo donde se pintan las historias de memorias colectivas, donde se hilvanan los relatos que tallan identidades. Donde se exhorta el advenir de las primaveras y los inviernos. Pero los calendarios no son unánimes, monolíticos o inequívocos. 
No podrían serlo. Son campos de batallas donde el pasado recuerda al futuro y en ese recordar se juega la suerte del alba. Para los dueños de todo son el cortejo triunfal en el que andan sobre los cuerpos de los vencidos, parafraseando a W. Benjamin, donde la admiración desmedida del éxito no puede más que conducir a una empatía con los vencedores. Para nosotros, los vencidos pero no derrotados, movidos por la iniquivoca necesidad de mantener nuestra memoria histórica encendida, son el fuego de todas las generaciones que lucharon por su libertad, nuestra libertad.

2- El pasado 8 de octubre se cumplió un nuevo aniversario del asesinato del comandante Ernesto Che Guevara bajo las balas criminales de la CIA en la selva boliviana. Hablar del Che, nuestro Che, presenta un doble desafío; por un lado alejarse de las visiones, ya sean de derecha o presuntamente de izquierda, que lo relegan a una suerte de “aventurero con suerte”, aminorando toda la riqueza de su praxis, con una sorprendente miopía política, a un presunto “guerrillerismo”(1). Claro que hasta el detractor más feroz debe, si es que desea conservar una mínima cuota de honestidad intelectual, señalar la heroicidad de su entrega a la causa revolucionaria (la única causa realmente humana) y su honestidad. Por otro lado, alejarse de las visiones, de quienes entronizan su figura en estatuas de bronce, en una operación inversamente simétrica a la primera, limando todos sus contornos subversivos, transformándolo en un “héroe de la camiseta” ¿Existe acaso destino más ignominioso para un revolucionario que el de estatua de bronce?

Y es que no solo ninguna de las dos visiones no hacen honor a la verdad histórica, que ya de por sí sería harto suficiente para el intento de su rescate, sino que ninguna de las dos sirve por su dogmatismo (que siempre es ontologista, anti-dialectico y amparador de latencias burocratizantes) para reconstruir el recuerdo de uno de los más coherentes luchadores junto a todas las lecciones históricas de su experiencia, la de la heroica revolución Cubana, y la de toda una generación desplegada al sur del río bravo que vieron en su pedagogía del ejemplo el faro que iluminaria todas las ansias emancipatorías. 
Una generación que fue construyendo, de manera hasta muchas veces contradictorias, como todo lo que posee las temperaturas de lo vivo, una nueva identidad ética-política que fue marcando sus contornos en disputa con la anquilosada izquierda tradicional de su época (los 60 y 70).

3- Curiosidades de la historia, el 14 de junio de 1928, nacía en la ciudad de Rosario, Ernesto Guevara de la Serna. Treinta y cuatro años antes , el 14 de junio de 1894 en la ciudad de Moquegua, Perú, nacía José Carlos Mariategui. Sin duda alguna fueron dos de los más grandes representantes del pensamiento socialista nuestro-
americano. Quienes pudieron alejarse del destino de encerrona que caracterizó al pensamiento socialista de Latino América, que se bifurcaba entre la exaltación de las particularidades de América Latina y la negación absoluta a cualquier particularidad. Curiosidades de la historia, los senderos bifurcados terminaban siempre en el mismo jardín, el apoyo como furgón de cola de las burguesías nativas.

Tanto para el Che como para Mariategui la revolución sera “síntesis dialéctica entre lo universal y lo particular, entre lo internacional y lo latinoamericano” en términos del propio Amauta. Partiendo de un profundo anti-dogmatismo, que bajo ningún concepto es negación de las conquistas más avanzadas de la filosofía de la praxis, y sin dejar encandilarse por el grito de moda de alguna intelligensia académica, que siempre tienen la retorica inflamada y el contenido drenado, lograron traducir el pensamiento socialista a estas latitudes y temperaturas, bajo el riguroso principio de no violentar la realidad. Sino que, por el contrario, enraizándose en ella, en las clases populares nuestras-americanas, en sus sueños y anhelos, sus historias y rebeldías.

De esta manera los esfuerzos del Che van a estar dirigidos a efectuar realmente la revolución, partiendo de un análisis concreto de la situación concreta del mundo, en general, y de nuestra-america, en particular. Alimentando su pensamiento (a la vez que alimentaba al marxismo como teoría-practica critica) con lo más avanzado de la experiencia local, la síntesis con el pensamiento de José Martí (el gran ideólogo de la toma del cuartel de la moncada), su humanismo y su anti-imperialismo, es tan solo un ejemplo de ello. Para ello sentencia, en su famoso Mensaje a la Tricontinental de 1967 que “las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo – si es que alguna vez la tuvieron – y solo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución.”

Otro punto de encuentro es su concepción, o las concepciones que se pueden desarrollar a partir de su praxis, de “nación” y “patria”. Nociones que se niegan abstractamente a contraponer a priori a la idea de “internacionalismo”, buscando a partir de la propia historia de Latino-America encontrar definiciones que den cuerpo a dichas ideas las historicen dándoles la posibilidad de un futuro a construir, las des cosifiquen y la devuelvan a la intrincada y compleja dialéctica de la lucha de clases. 
Ni el Che ni Mariategui reniegan del internacionalismo, jamás abogaron por pseudo-teorías de “socialismo en un solo país”. La epopeya Cubana, en el caso del primero, da cuenta cabal de esto, la solidaridad y el internacionalismo practico cubano no posee paragón histórico. Tanto para el Amauta como para el Che “Patria es Humanidad”, siguiendo la formulación de Marti,“es aquella porción de la humanidad que vemos mas de cerca y en que nos toco nacer, y ni se ha de permitir que con el engaño del Santo Nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descarnadas y hombronas, ni porque a estos pecados se les de a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca. Esto es luz y del sol no se sale. Patria es eso.”
La lucha de clases se desarrolla sobre terrenos concretos, y en Latino-America ese es un terreno periférico y dependiente, “y sucede que, en palabras de Mariategui, los que propugnamos lógica y coherentemente la reorganización del país sobre bases socialistas y – constatando que el regimen económico y político que combatimos se ha convertido gradualmente en una forma de colonización del país por los capitalistas imperialistas extranjeros- proclamamos que este es un instante de nuestra historia en que no es posible ser nacionalista y revolucionario sin ser socialista”.

Es decir,el concepto de “nación” como noción de disputa, espacio donde desplegar una construcción contra-hegemónica capaz de construir una voluntad colectiva nacional y popular (de signo distinto al populismo) de las y los de abajo, de mujeres y hombres nuevos, un nosotrxs colectivo. Un terreno indispensable para articular un bloque histórico de las clases subalternas que tenga capacidad de devenir en hegemónico. Un programa de nación que este en concordancia con el proyecto Bolivariano de Patria Grande, de unidad de toda indoamerica, de Abya Yala, que contemple a todos los invisibilizados y reducidos a la más profunda ignominia, a esos “Treinta y dos millones de indios (que) vertebran –tanto como la misma Cordillera de los Andes – el continente americano entero. Claro que para quienes la han considerado casi como una cosa, más que como una persona, esa humanidad no cuenta, no contaba y creían que nunca contaría.” como dice la II Declaración de La Habana de 1962.

4- A partir de la aprobación de la Segunda Declaración de la Habana, y el carácter socialista de la Revolución Cubana, los esfuerzos del Che van a estar orientados en pensar los desafíos de la transición al socialismo. Tarea que una vez hechos del poder, parafraseando a Lenin, presenta las verdaderas dificultades en un país periférico.

Entre el ’63 y el ’64, ejerciendo funciones como ministro de industrias, se embarca en una dura polémica con Alberto Mora y Carlos Rafael Rodríguez, Ministro del Comercio Exterior y el director del Instituto Nacional de Reforma Agraria, respectivamente, quienes con una mirada de corte stalinista se manifestaban a favor del “modelo sovietico”, orientados por el economista francés Charles Bettelheim. Polémica en la que las posiciones de Guevara van a ir evolucionando de criticas a los “aspectos económicos” al conjunto de la experiencia del “socialismo real”.

Para el Che, la ley del valor no puede ser pensada como base objetiva para las economías en transición. La mercancia no puede estar en el centro del sistema productivo. Los esfuerzos deben estar puestos en otro lado. Es decir, no se puede buscar la rentabilidad como un objetivo en si mismo, incentivar, directa o indirectamente, la competencia entre unidades productivas o mismo entre los mismos laburantes, no se puede generar privilegios para funcionarios y gerentes, etc, si es que realmente se quiere superar al capitalismo y no ser un mero “socialismo de estado”. Es decir, “vencer al capitalismo con sus propios fetiches; persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo”

En lo que respecta al plano internacional, va a plantear que la comercialización entre países socialistas no puede regirse por las mismas lógicas mercantilistas que se rigen los países capitalistas, criticando duramente el accionar del socialismo real para con los países y pueblos en lucha por su liberación (viendo principalmente el accionar en la África insurrecta). Denunciando esa actitud como una “complicidad tacita con los países explotadores de Occidente”. Para el Che se trataba de apoyar esos pueblos incondicionalmente por todos los medios posibles, tratando a partir de la cooperación mutua, en el área que sea,la construcción de sociedades radicalmente nuevas, a la vez que cada pueblo liberado “se desgaja del árbol imperialista, se está ganando no solamente una batalla , sino contribuyendo a su real debilitamiento, y dando un paso hacia la victoria definitiva”.

Pero la herejía no cesaría ahí sino que ampliaría esa mirada al conjunto del “marxismo oficial”, del que por esos años se reiría calificando a sus manuales de “ladrillos sovieticos” y, con una mirada muy aguda plantearía “que tienen el inconveniente de que no te dejan pensar: el Partido ya lo hizo por ti y tú debes digerirlo”. Con una actitud anti-dogmatica que siempre lo caracterizo y debe ser parte integra de cualquier revolucionario, pese a que pareciera ser más la excepción que la regla, (en sus notas sobre el estudio del Capital de 1960 había tenido hasta el descaro de cuestionar la posición de Marx sobre Simon Bolivar),y enfrentándose al marxismo vulgar que plantea que la cultura, la conciencia, la moral, etc. (la superstructura) es el simple reflejo de la estructura material, en su ensayo de 1965 El Socialismo y el Hombre en Cuba planea que “para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer el hombre nuevo.” Es decir, concibe la superestructura no como mero reflejo sino que, por el contrario, la establece en plena relación dialéctica con la estructura (base material y económica).

5- Avanzar en una hipótesis de gobierno y de poder (que necesariamente incluye a la anterior pero la desborda) es una tarea imprescindible, pero no puede darse por fuera de la lucha política y la práctica concreta de nuestro pueblo. Pero para esto hay que ser totalmente conscientes de que no se empieza de cero, de que existen una larga tradición contestataria que recuperar. No se trata de sacralizar e idealizar experiencias pretéritas, sino de ponerlas a dialogar con nuestro presente, aprehendiendo de lo más avanzado que han dado. Y el guevarismo es sin duda una de esas corrientes que calibran nuestras brújulas.
Nuestra lucha es hasta que el pueblo gobierne su propio destino…

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Nota: (1) Recordemos que ya Nahuel Moreno en 1973 en un trabajo titulado “Tesis sobre el Guerrillerismo” utilizaba esa forma peyorativa para referirse al guevarismo. En este trabajo Moreno acusaba a las organizaciones político-militares de “terroristas” (¡!) y llamaba a combatirlas para poder destrabar la construcción del verdadero partido revolucionario. 
Dichas tesis fueron tomadas en cuenta para negarse a solidarizarse con los presos políticos de estas organizaciones, y para que, en ciernes de la ultima dictadura militar, enfocaran grandes esfuerzos en diferenciar su militancia de la de los terroristas. 
Así mismo, años después en los sucesos de La Tablada sus seguidores y herederos volvieron a retomar sus tesis para negarse a solidarizarse con los militantes del MTP, acusándolos de instigar una represión generalizada, pese a las desapariciones y la represión con armas prohibidas por organismos internacionales. Postura similar ostentaba el PC.
www.contrahegemoniaweb.com.ar

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Recuperar al Che para la revolución socialista


La disputa política por el legado político de Ernesto “Che” Guevara asume en la actualidad múltiples formas y pone en juego diversos intereses. 
En algunos casos se utiliza la figura del Che para ligarlo a proyectos políticos de “capitalismo nacional”, vaciando de este modo la sustancia revolucionaria de su práctica y pensamiento. En otras ocasiones, se reduce su ejemplo al de simple referente ético, por lo cual el rescate queda acotado a la abnegación y consecuencia militante del Che, mutilando de esta forma una parte significativa de sus aportes. 

Publicado en la Revista El Revolucionario - Argentina

Marxismo latinoamericano: ni calco ni copia 18 Abril 2015

A diferencia de lo anterior, nuestra reivindicación del Che pretende recuperarlo como un militante revolucionario, con sus aciertos y errores, pero desde las necesidades del movimiento vivo de la lucha política por el socialismo. Apostamos a asumir lo mejor del legado político del Che, sus más importantes aportes, con el objetivo fundamental de gestar una alternativa revolucionaria en nuestros días, capaz de dar cuenta de los desafíos que plantea la lucha de clases en la actualidad.

Los principales aportes del guevarismo
El guevarismo emerge en América Latina, a mediados del siglo pasado, como el intento más consecuente por articular una respuesta revolucionaria alternativa al reformismo de los Partidos Comunistas stalinizados, agentes diplomáticos de Moscú en aquellos años de guerra fría y coexistencia pacífica. Bajo el influjo de la Revolución Cubana, el Che protagoniza e inspira los intentos más radicales por dar una respuesta integral y no espontánea, con vocación de poder, al problema de la revolución en una coyuntura crucial de la lucha de clases a nivel mundial.

Si bien en un corto y vertiginoso tiempo el Che dio forma a una producción teórica significativa, fue por la vía de la práctica donde rompe con la ortodoxia stalinista y su concepción etapista de la revolución, carne y uña de la nefasta teoría del "socialismo en un solo país" pergeñada por la burocracia stalinista. Con su praxis revolucionaria, el guevarismo postuló una estrategia continental, puso sobre la mesa el problema real del poder, de cuáles son los resortes en que se sostiene el régimen burgués y de la imposibilidad del tránsito pacífico al socialismo. Y en función de esto, qué características debe tener la fuerza revolucionaria que pretenda vencer en la batalla por el socialismo. Con el Che, el problema político-militar de la revolución se puso en el tapete como un factor que ya no podía ser soslayado en la lucha revolucionaria. 

En el marco de esta política general el Che llevó adelante una batalla inclaudicable contra el imperialismo, asociándola siempre a la pelea por la revolución socialista, conformando así una unidad dialéctica inseparable. En este sentido, va dirigida la histórica consigna del Che enseñando que ya "no hay más cambios que hacer, o revolución socialista o caricatura de revolución"(Mensaje a la Tricontinental, 1967). Por eso decimos que vincular el legado del Che a la defensa de proyectos políticos capitalistas –ya sea "nacionales" o en sus actuales variantes "andinas"-, es romper frontalmente con lo fundamental de su legado. 

Asimismo, el Che tenía perfectamente claro el rol servil de las burguesías autóctonas de nuestro continente, las que, según sus palabras, "han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo –si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgón de cola" (Ídem anterior). Por eso no depositaba ninguna confianza en fracción alguna de las clases dominantes y asumía –en todas sus implicancias- que la revolución de los pueblos de nuestro continente debía desarrollarse de forma ininterrumpida en un sentido socialista, que ésa era la única vía posible para conquistar la liberación de trabajadores, campesinos y del conjunto de los explotados de América Latina. 

En toda su trayectoria revolucionaria el Che dio sobradas muestras de su vocación internacionalista, trascendiendo radicalmente cualquier forma de nacionalismo estrecho. En esta senda, con sus acciones materializó en hechos concretos su confianza ilimitada en la potencialidad de la acción humana en la transformación revolucionaria y la construcción del socialismo. Supo unir como pocos la palabra y el gesto, la idea con el hecho. Abrevar firmemente en esta dimensión de su legado es vital también para relanzar una alternativa revolucionaria en nuestros días; el énfasis que pone Guevara en la necesidad de construir mujeres y hombres nuevos es, a la vez, una apelación de carácter ético y también material. En su célebre folleto "El socialismo y el hombre en Cuba" (1965), el Che explica
"Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras de recorrer una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y donde es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta. Entre tanto, la base económica adaptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia. Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo". 

Desde esta perspectiva, como es ampliamente conocido, el Che defendía la necesidad de los estímulos morales en su polémica con la burocracia soviética: "De allí que sea tan importante elegir correctamente el instrumento de movilización de las masas. Este instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de naturaleza social. Como ya dije, en momentos de peligro extremo es fácil potenciar los estímulos morales; para mantener su vigencia, es necesario el desarrollo de una conciencia en la que los valores adquieran categorías nuevas. La sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigantesca escuela". 
No fue por casualidad, precisa mente, que el Che pudo ver con asombrosa anticipación y lucidez los riesgos que suponía la utilización de categorías de mercado en los intentos de construcción del socialismo, al favorecer las tendencias a la restauración capitalista plena, como décadas después quedó demostrado con la caída de la URSS y de todo el campo "socialista". 

El Che como exponente del marxismo revolucionario
Nuestra organización defiende la centralidad de la clase obrera en el proceso revolucionario, en virtud de su rol en el sistema de producción capitalista, lo que determina que sea la única clase social que, potencialmente, puede ofrecer una salida política de emancipación al conjunto de los explotados y oprimidos. Por eso creemos que no resulta correcta de la estrategia guevarista, su lectura -motivada por factores de carácter militar- de la primacía del campo en la lucha revolucionaria continental (y que encontraba sus raíces materiales en las brutales condiciones de vida y de explotación del campesinado y las poblaciones indígenas en América Latina). 

Sin desconocer la enorme importancia que los movimientos de resistencia campesina tienen para la lucha revolucionaria en nuestro continente, señalamos que sin la participación activa y consciente de la clase trabajadora de los principales países de la región, constituida como sujeto político y dirigente, no hay posibilidades de emprender exitosamente el camino de la revolución socialista a nivel continental. Para ello es imprescindible que la clase obrera sea capaz de conformar y dirigir una férrea alianza con el conjunto de los explotados, dando respuestas en su proyecto a las reivindicaciones de los pueblos originarios, expoliados y humillados por siglos, primero por el colonialismo español y portugués y luego por las burguesías criollas.

Las contribuciones del Che, prácticas y teóricas, son un componente vital en la tradición del marxismo revolucionario. 
En esa huella de lucha heroica trazada y referenciada en los aportes centralmente de Marx, Engels, Lenin, Trotsky, como así también de Rosa Luxemburgo y Gramsci, en nuestro continente a José Carlos Mariátegui, Miguel Enríquez y Mario Roberto Santucho y otros tantos revolucionarios, a lo largo de la historia de la clase trabajadora internacional en su combate por la construcción de un mundo nuevo. 

TOMADO DE: http://noticiasuruguayas.blogspot.com/

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