Un ataque de la OTAN contra el enclave más occidental de Rusia, Kaliningrado, escenario sobre el que se ha especulado últimamente en los medios de comunicación, conduciría a un apocalipsis nuclear y afectaría incluso a países que no están involucrados en ese conflicto hipotético.

LOS ACUERDOS DE POSTDAM (1945) DETERMINARON QUE, POR MOTIVOS ESTRATÉGICOS, KALININGRADO FUERA ANEXIONADA A LA UNIÓN SOVIÉTICA PARA QUE DISPUSIERA DE UN PUERTO DE MAR, LIBRE DEL HIELO INVERNAL

Los medios internacionales han publicado recientemente comentarios sobre cómo Kaliningrado, el puerto ruso en Europa, podría ser «capturado».

Dichas publicaciones sirven a los intereses del complejo militar e industrial de los miembros de la OTAN, según el gobernador de Kaliningrado, Anton Alikhanov.

“Los países vecinos sueñan con recibir personal militar porque se trata de dinero. Ahora, para ser honesto, Kaliningrado solo está construyendo su infraestructura de defensa en respuesta a las crecientes capacidades ofensivas en los países bálticos, Polonia y otros lugares. No se trata de una «agresión», estas son meras medidas reactivas”, dijo a RIA Novosti.

A principios de este año, el general Jeffrey Lee Harrigian, Comandante de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en Europa y África, dijo que el Pentágono había diseñado un plan para derribar el sistema de defensa aérea de la región de Kaliningrado en caso de «agresión» de Rusia.

“Nos entrenamos para ese supuesto,  porque pensamos en esos planes todo el tiempo, y … si eso llegara a concretarse, estaríamos listos para ejecutarlos”, dijo el general, según citó la secretaría de Defensa.

Richard D. Hooker, miembro principal de la Fundación Jamestown, con sede en los Estados Unidos, dio como posible ese escenario en caso de un conflicto armado entre Rusia y los países bálticos, fronterizos con la ciudad. Rusia definitivamente perdería la región de Kaliningrado, afirmó. Según el portal Eastday.com de China, la OTAN podría ocupar el enclave ruso en dos días.

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Comencemos por el comentario del general Harrigian. En primer lugar, no hay ninguna prueba o evidencia de que las tropas rusas se estén preparando para una ofensiva en Kaliningrado. Lo cierto es que el Comando de las Fuerzas Conjuntas Aliadas tiene la seguridad sobre esa ausencia de presunta ofensiva rusa. Significa que no hay ningún signo de despliegue estratégico u operativo en la región.

Las actividades del ejército ruso en Kaliningrado son las mismas que se han desarrollado en tiempos de paz. La OTAN carece de informes que sugieran que las tropas rusas se hayan escorado hacia un programa de guerra o que haya habido un despliegue de tropas en ese enclave.

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No hay absolutamente ninguna señal de que las unidades de apoyo de misiles, artillería o guerra electrónica hayan sido trasladadas a posiciones fronterizas en la región de Kaliningrado o se hayan preparado para un ataque.

No se han enviado tropas para estar listas en las áreas operativas de despliegue. No hay aviones reubicados en cualquiera de los aeródromos fronterizos. De hecho, Rusia simplemente no tiene suficientes activos para lanzar una ofensiva, y los expertos de la OTAN lo saben, pero su táctica hegemónica les obliga a “provocar” a quien nunca amenaza.

En cuanto al plan del Pentágono para derribar el sistema de defensa aérea en Kaliningrado, en caso de «agresión» rusa, puede afirmarse que es solo uno de los muchos objetivos operativos que sacan a relucir en sus medios, para crear una imagen agresiva de las FFAA rusas.

Si la OTAN está trabajando en una operación defensiva, para proteger a las regiones que bordean el enclave de Kaliningrado, situado a orillas del Báltico, el general Harrigian al menos debería arrojar algo de luz sobre el contenido de esa misión.

Entre los objetivos clave, la alianza debe desplegar sus tropas y prepararse para la defensa, interrumpir la ofensiva aérea del adversario, bloquear el avance de los grupos de asalto de las fuerzas terrestres de Rusia, prepararse para luchar para defender las zonas tácticas designadas, realizar contraataques, localizar y destruir unidades aerotransportadas y de sabotaje, así como garantizar la seguridad de su infraestructura crítica.

Se supone que ese es un gran plan, y parece que el general Harrigian solo ha puesto sus ojos en aproximadamente media página.

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En cuanto al informe de Richard D. Hooker, parece que él (y otros) no entendieron que un enfrentamiento hipotético entre Rusia y la OTAN, no se limitaría solo a la región de Kaliningrado.

Con las armas convencionales de la OTAN, superando las capacidades de Rusia (y en algunos aspectos la brecha es sustancial), es seguro que Moscú no se quedaría de brazos cruzados mientras sus fuerzas están siendo aplastadas. Respondería inmediatamente utilizando armas nucleares tácticas y estratégicas.

Por lo tanto, los comandantes y expertos militares occidentales están fundamentalmente equivocados, al pensar que la batalla por Kaliningrado seguiría siendo una especie de acción local, sin efectos secundarios.

Sin duda, Rusia se apresuraría a demostrar su determinación al usar armas nucleares. Y en este tipo de guerra, Moscú actuaría con decisión, con gran precisión y exactitud.

En otras palabras, tan pronto como se escuchen los primeros disparos en la región de Kaliningrado, Rusia comenzará a usar todas las armas de destrucción masiva, en primer lugar, armas nucleares estratégicas.

Sin embargo, está claro que cualquier uso de estos artefactos de destrucción masiva, tendría ramificaciones desastrosas para los combatientes y otros estados.

Los primeros ataques nucleares producirían cientos de miles de bajas, que se multiplicarían debido a los efectos perjudiciales de los factores posteriores al ataque. Sería imposible continuar cualquier tipo de lucha convencional regular después de un intercambio nuclear.

Existen algunas observaciones sobre el mensaje publicado por el portal Eastday.com de China. Se afirma que si la OTAN y Rusia fueran a la guerra, el bloque occidental podría apoderarse del enclave ruso en cuestión de dos días.

Parece que los expertos chinos ignoran lo que se desataría en menos de una hora. La operación no llevaría tanto tiempo, y el resultado sería muy diferente.

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A Rusia le tomaría no más de 40-45 minutos lanzar un ataque nuclear, y después de eso solo podríamos hacer una cosa: discutir los aspectos peculiares del apocalipsis nuclear moderno.

En resumen, la batalla por Kaliningrado en ningún caso seguirá siendo un conflicto militar aislado. Se convertiría en un episodio de una guerra nuclear global.

E incluso los países no involucrados en este conflicto sufrirían las consecuencias. Por desgracia, estos son los efectos del uso de armas nucleares estratégicas.

Y todos los expertos y planificadores que elaboran escenarios de una guerra, limitada a un enclave estratégico como Kaliningrado, deben tener en cuenta este importante factor.

https://www.rt.com/op-ed/474928-nato-baltics-kaliningrad-nuclear/