sábado, 14 de septiembre de 2019

Un reino del terror se instaló en noreste colombiano

Colombia es un país en guerra desde hace más de 60 años y cada esfuerzo por conquistar la paz, es torpedeado por la clase política que ha aprendido a vivir y sacar provecho del terror. En medio de un conflicto agravado por ser ese país el mayor productor de drogas ilegales en el mundo, se encuentra la población civil atrapada entre la apatía gubernamental y la violencia más despiadada.
Colombia es un país en guerra desde hace más de 60 años y cada esfuerzo por conquistar la paz, es torpedeado por la clase política que ha aprendido a vivir y sacar provecho del terror. En medio de un conflicto agravado por ser ese país el mayor productor de drogas ilegales en el mundo, se encuentra la población civil atrapada entre la apatía gubernamental y la violencia más despiadada. La organización Human Rigth Watch (HRW), detectó que actualmente unas 300 mil personas están en riesgo mortal.
Según la organización, enfrentamientos protagonizados por diferentes factores que disputan el control territorial y el narcotráficomantienen en zozobra a la zona del noreste colombiano, frontera con la vecina Venezuela. Los datos revelados por HRW hablan de una “guerra sin cuartel” que enfrenta a guerrilleros, narcos y paramilitares y que mantiene “prisioneros” a unos 300 mil civiles, a quienes someten a todo tipo de abusos.
José Miguel Vivanco, director de HRW, destacó en su informe los riesgos que corren ciudadanos colombianos y venezolanos en el noreste del país neogranadino.
“Se ha desatado una guerra sin cuartel entre grupos irregulares armados, que tiene como prisioneros a la población civil, campesinos pobres que no han conocido al Estado colombiano durante décadas y que están expuestos a abusos gravísimos“, dijo el director de HRW, José Miguel Vivanco.

El reino del terror

Ajenos a las políticas de Bogotá se desarrolla “La Guerra del Catatumbo”, que es como se ha denominado al fenómeno social que va más allá de enfrentamientos violentos y control del negocio de la droga. En la región son constantes las violaciones a los derechos humanos, los niños son forzados a recolectar hojas de coca para la producción de cocaína y a las mujeres se les obliga a prostituirse por dos dólares.
La explotación infantil, y su vinculación con actividades ilegales, es de uso común en la zona de guerra de Colombia.
El informe de HRW también revela que la desmovilización de la guerrilla de las FARC en 2016 dejó un vació que el gobierno no llenó y que ahora ha sido asumido por estos grupos delictivos que operan con relativa impunidad, cometiendo asesinatos, desapariciones forzadas, reclutamiento de menores, violencia sexual y secuestros.
RB

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