viernes, 6 de septiembre de 2019

Vía Campesina Brasil: Quemar la Amazonía es un crimen contra la humanidad


28 agosto 2019 | CUBADEBATE


Los incendios forestales en el Amazonas afectan a toda la humanidad. Foto: Reuters
Gobiernos de todo el mundo han estado alertas en los últimos días ante los extensos incendios forestales en la selva amazónicaLas nubes de humo que se tomaron el sudeste de Brasil y, en especial, la ciudad de São Paulo, se conectan directamente con el aumento dramático de los incendios en diversas partes de esa área y zonas de transición con el Cerrado.
Es fundamental que toda la sociedad brasileña, latinoamericana y mundial sepa con claridad que este no es un fenómeno aislado. En realidad, es el resultado de una serie de acciones del agronegocio y de las mineras, ampliamente apoyados e incentivados por el gobierno de Bolsonaro, y que comenzaron con su elección. Después de casi dos décadas de reducción de la deforestación, el actual presidente y su ministro de medio ambiente, Ricardo Salles, articularon un violento discurso contra la legislación y los mecanismos de conservación ambiental brasileños, al mismo tiempo que aumentaron la persecución y criminalización de los pueblos que históricamente protegieron los biomas brasileños: pueblos indígenas y familias campesinas.
Desde el gobierno de transición, los discursos desde Brasilia atacaron el licenciamiento ambiental y el control y monitoreo del Estado sobre las actividades agropecuarias y mineras –justamente elementos que podrían haber evitado los crímenes de Mariana y Brumadinho, en Minas Gerais–. Al mismo tiempo, el gobierno entregó el Servicio Forestal Brasileño a representantes ruralistas, implementó una intervención militar en el Instituto Chico Mendes (ICMBio) y prohibió las acciones de fiscalización del IBAMA, además de atacar públicamente a servidores de todas esas instituciones. El enorme recorte de recursos, impuesto por la política neoliberal al mando del ministro de finanzas, Paulo Guedes, convirtió a la situación en completamente insostenible.
Las denuncias comenzaron ya en 2018, por medio de pueblos y comunidades tradicionales de la región, que están siendo perseguidos por terratenientes y policías. Las ONG socioambientales también están siendo criminalizadas y perseguidas por este gobierno. Por último, científicos de diversas organizaciones, universidades y hasta incluso del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE por sus siglas en portugués), internacionalmente reconocido, también denunciaron las consecuencias, y fueron recibidos con despidos y órdenes de no divulgación de datos. La respuesta de países como Noruega y Alemania a este cambio brutal en la política gubernamental fue la suspensión de las transferencias para el Fondo Amazonía, a lo que el gobierno de Bolsonaro respondió con desdén y acusaciones completamente infundadas.
Las dimensiones del crimen contra la humanidad son alarmantes. Solo en este año ya son más de 70 mil focos de incendios, 33 mil de ellos en la Amazonía, un aumento del 60% sobre la media de los últimos tres años. Solamente entre el 10 y el 11 de agosto hubo un aumento del 300%, cuando el agro negocio de la región declaró el “día del Fuego”. Imágenes de satélites también muestran un avance de la minería artesanal, no visto desde la década de 1980, principalmente en territorios indígenas.
Esas acciones, completamente apoyadas por el actual gobierno brasileño, deben ser reconocidas como crímenes contra la humanidad y daños irreparables al pueblo y a la naturaleza brasileños. En tiempos que el mundo choca con las consecuencias de los cambios climáticas, esta postura es completamente inaceptable.
Debemos también recordar que la Amazonía no es un territorio “salvaje”, sino una región mega diversa en biodiversidad y pueblos. Hace milenios, diferentes formas de convivencia en ese bioma produjeron los bienes comunes que hoy no se pueden separar de la selva. No existe la selva amazónica sin sus pueblos, ni tampoco existimos sin ella. La conservación de la Amazonía sólo es posible junto con la defensa de los territorios indígenas y tradicionales, de la agroecología y de políticas públicas de salud, cultura y educación que tengan como actores a los pueblos de la región.
Por eso, nosotros, organizaciones campesinas de La Vía Campesina, denunciamos a los verdaderos culpables de este crimen de proporciones históricas: el agro negocio y la minería, apoyados por el gobierno de Bolsonaro. Exigimos el combate inmediato a los crímenes ambientales, al mismo tiempo que exigimos la garantía de los derechos de los pueblos de la Amazonía, sus reales e históricos protectores. ¡Es vital que toda la sociedad brasileña se levante contra esta atrocidad! ¡La Amazonía es territorio de vida, de alimentos, de agua, de culturas, no de destrucción, muerte, explotación!
¡Contra el avance del capital, los pueblos en defensa de la Amazonía!
(Tomado de Rebelión)

DÍA DEL FUEGO

Escándalo: cómo se organizaron las criminales quemas en la Amazonia

Redacción Esquerda Diário - 28 de agosto 2019 - Publicado en la Izquierda Diario
Contratación de operadores de motosierra y motoqueros, creación de pistas de aterrizaje clandestinas y mucho más. Los hechos escandalosos que reveló la revista brasileña Globo Rural ocurridos el "Día del Fuego" en la Amazonia.
Así pasará a la historia el tristemente célebre 10 de agosto de este año, cuando comenzó un surto de incendio simultáneos encendidos en forma mancomunada por productores rurales de la región norte de Brasil, que consumieron miles de hectáreas del "pulmón del mundo".
Según la revista, la organización del "Día del Fuego" empezó en el grupo de Whatsapp "Jornal A Voz da Verdade" (Diario La Voz de la Verdad). El grupo fue creado por João Vgas el 17 de agosto de 2016 y tiene 246 participantes, entre productores rurales, expropiadores de tierras y comerciantes del municipio Novo Progreso, en la provincia de Pará.
De ellos, 70 aprobaron los planes del "Día del Fuego", y entonces crearon el grupo "Sertão" -referencia al nombre del establecimiento de Ricardo de Nadai, creador de este segundo grupo. Hasta el final de los preparativos, el grupo llegó a tener 80 participantes.
El objetivo principal del grupo era incendiar matas y tierras estatales, y hacer avanzar el fuego hacia la Floresta Nacional Jamanxim, una reserva de 1,3 millones de hectáreas. Su objetivo era alcanzar la Tierra del Medio, escenario de los mayores conflictos de tierras en Brasil. La revista Globo Rural relevó que al menos cuatro miembros de ese grupo ya fueron presos por crímenes ambientales.

La acción de los criminales

Antes de provocar el fuego, varias áreas fueron previamente desmatadas. Globo Rural entrevistó a un operador de motosierra que afirmó que "nadie se quedó sin tarea". Personas fueron traídas de otras regiones de la Amazonia e incluso del Nordeste para realizar la acción ilegal.
El procedimiento de este tipo de acción criminal es primero desmatar y después quemar. Esta acción predatoria de la naturaleza contó incluso con pistas de aterrizaje clandestinas para desembarcar gente para la destrucción de la floresta.
El 10 de agosto, motoqueros contratados por el grupo atizaron el fuego en los márgenes de la ruta BR-163. Todavía no se sabe si este grupo puede haberse organizado con otros grupos. Sin embargo, todos vieron el resultado: una nube de humo que cubrió el país, y hasta pudo ser vista desde satélites. La misma nube que cubrió San Pablo e hizo atardecer a las tres de la tarde.

El gobierno de Bolsonaro lo sabía

El 7 de agosto, tres días antes de esas quemas, el fiscal local Gustavo de Queiroz Zenaide avisó lo que estaba por ocurrir al gerente ejecutivo del Instituto brasileño del medio ambiente (Ibama) de la localidad de Santarém, Roberto Fernandes Abreu, a través de un oficio.
Este aviso vino a través de un documento oficial protocolado por el Ibama de Santarém el 8 de agosto. En él Gustavo escribe: "productores rurales planifican realizar una quema en al región del municipio de Novo Progresso el 10 de agosto de 2019 como forma de manifestación".
A pesar de todo esto, durante todo el período, el gobierno de Bolsonaro intentó negar la existencia de las quemas, siendo luego desmentido por las nubes de partículas y hollín que cerraron los cielos de San Pablo.
La política de Bolsonaro de deslegitimar los datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE por sus siglas en portugués), o intervenir el Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama), no solo encubre sino defiende los intereses de estancieros, apropiadores de tierra y latifundistas. Él y sus ministros, defensores de que el calentamiento global no existe, en el fondo, por su verborragia irracional, tiene un programa bien claro y extremadamente comprensible por cualquier persona racional: transformar todas las riquezas nacionales en ganancia capitalista, tirar a la basura el futuro del país, el futuro de la juventud, atacar a los pueblos indígenas, fortalecer los asesinatos en el campo, la persecución a los Sin Tierra y terminal con los derechos de los trabajadores.
La transformación de esa realidad pasa por un cambio radical de la sociedad en que vivimos. No hay conciliación histórica posible entre una producción voltada hacia la ganancia- cuya dinámica inexorables es la acumulación capitalista - y cualquier cosa parecida a la utilización racional y ambientalmente correcta de los recursos. Solo la organización de una sociedad emancipada de las garras del capital, y por lo tanto con base en los productores libremente asociados podrá superar la explotación predatoria de la naturaleza, la crisis ambiental y la miseria social a la que estamos sometidos.

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Sin Permiso: República y socialismo, también para el siglo XXI

Brasil: Una noche vespertina y el desastre ecológico de Bolsonaro

Thiago Aguiar, Israel Dutra

31/08/2019

 El gran escritor amazónico Milton Hatoum, en su última novela, abordó las contradicciones del autoritario Brasil de la dictadura militar. Parecía premonitorio el título A noite da espera – o lugar mais sombrio. En la tarde del lunes 19 de agosto, la ciudad más grande del país, Sao Paulo, tuvo su noche oscura cuando, a las 3 de la tarde, estaba completamente oscura. La noche de hollín en Sao Paulo fue una trágica metáfora de lo que sucede en Brasil.
En una combinación de fenómenos climáticos, el humo que cubría el cielo de São Paulo se originó a partir de la destrucción del Amazonas que, desde el 1 de agosto, ha sido blanco de una quema ininterrumpida. Estados como Acre, Amazonas, Rondônia y Mato Grosso do Sul ya se han puesto en alerta y suponen que no tienen las condiciones adecuadas para controlar los incendios. Después de varias advertencias de las agencias nacionales de monitoreo, atacados por el gobierno, incluso un informe de la NASA anunció que los brotes de incendios en la Amazonía son el resultado de la deforestación.
En otra declaración absurda, Bolsonaro culpó a las ONG ambientales por promover la quema. Cínicamente, el gobierno pretende no estar al tanto del anuncio de los agricultores en el sur de Pará, Rondônia y Mato Grosso de la organización coordinada de incendios intensos el pasado fin de semana, que llamaron «Día del Fuego», para señalar su apoyo al presidente y su «disposición para trabajar». Es evidente que el aumento escandaloso de las quemaduras es el resultado de las políticas del gobierno de Bolsonaro y su ministro Ricardo Salles, basadas en ataques contra pueblos nativos, indígenas y quilombolas.
El despido del presidente del INPE, Ricardo Galvão, tras el anuncio de un aumento récord en la deforestación en junio y julio presagió la tragedia actual. Bolsonaro supera cualquier criterio científico u objetivo para poner fin a cualquier hipótesis de cuestionamiento o pensamiento crítico dentro de la estructura estatal.
En todo el mundo existe una contradicción entre la política de extrema derecha del despojo acelerado al servicio de la acumulación capitalista y la creciente limitación de los recursos naturales. Las altas temperaturas de este verano, los frecuentes desastres climáticos en todo el mundo o la «muerte» de los glaciares son los últimos síntomas mórbidos que iluminan la señal de advertencia sobre el futuro del planeta. La extrema derecha es experta en «terraplanismo» y negacionismo climático. Es imposible separar la lucha por el medio ambiente y el futuro de la humanidad de la lucha implacable contra la extrema derecha. En Brasil, esto se expresa en la lucha popular y social en defensa del Amazonas contra Bolsonaro y Salles.

La politica de la destruccion

En una entrevista con la prensa extranjera, Bolsonaro declaró que su objetivo como presidente es «destruir» ciertas instituciones y logros logrados en Brasil en las últimas décadas. Esta es su estrategia más general, visible en diferentes intervenciones gubernamentales en educación, ciencia, servicio público y economía. Bolsonaro y Guedes están a cargo de una política de destrucción: entregar el patrimonio público nacional (esta semana, se anunció la privatización de 18 empresas estatales más), desmantelar la educación pública y todo el sistema brasileño de investigación científica.
Si, en los últimos años, el territorio de los bosques brasileños, particularmente el Amazonas, ya había sido destruido por iniciativas como los cambios en el Código Forestal y la construcción de plantas hidroeléctricas como Belo Monte, la política de destrucción ha ganado una velocidad sin precedentes con Bolsonaro y Salles. . El gobierno ha prometido terminar con las tierras indígenas y quilombolas. Ricardo Salles, quien organiza y dirige esta línea de acción, siempre ha sido un agente de minería y ruralismo, una figura prominente de la extrema derecha de São Paulo y militante del negacionismo climático.
La política de destrucción promovida por el gobierno condujo a la intervención en organismos de supervisión y científicos como Ibama, ICM-Bio, INPE, entre otros. La reciente enmienda de 16 artículos del Código Forestal, siempre bajo los auspicios de la burocracia, es de hecho una clara línea de restricción en la supervisión y control de la deforestación sistemática promovida por grandes ganaderos, buscadores y compañías mineras. La liberación de la posesión de armas en el campo completa esta política, facilitando la formación de milicias armadas para defender los intereses de los terratenientes.
Los sectores importantes de la agroindustria y la minería son los principales interesados en esta línea destructiva. No por casualidad, son parte de la base militante y organizada de los bolsillos. A fines de julio de este año, el Ministerio de Agricultura aprobó el uso de 51 pesticidas más en el mercado brasileño, totalizando casi 300 pesticidas nuevos lanzados en 2019. La tasa de aprobación del uso de pesticidas se considera la más alta de la historia. Los resultados de la política de destrucción se sintieron más allá del Amazonas. Las grandes compañías mineras, a su vez, están interesadas en abrir nuevas áreas de exploración y son responsables de dos de los delitos ambientales más grandes jamás vistos en el mundo: la ruptura de las represas Mariana y Brumadinho en Minas Gerais.

Defender el Amazonas y el medio ambiente

Los datos antes mencionados del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) muestran que desde enero hasta el 19 de agosto, hubo un aumento del 83% en los incendios forestales en Brasil en comparación con el mismo período de 2018. Además, el instituto reveló que el 65% de los incendios forestales en Brasil en 2019 ocurrieron en la Amazonía; en 2018 fueron del 20%.
La crítica de los países extranjeros frente a este escenario ha aumentado. Desde principios de año, Bolsonaro y Salles amenazaron con cerrar el Fondo Amazonia, al que contribuyeron fondos de países como Noruega y Alemania. La cruzada contra el fondo fue, según el gobierno, impulsada por la necesidad de «recortar dinero para las ONG». Tras el anuncio de los recortes a las transferencias de fondos por parte de los dos países europeos, la presión aumentó esta semana a medida que se publicaron imágenes de la ciudad más grande del hemisferio sur a causa de la quema de hollín.
Los medios extranjeros ya estaban destacando el tema, como la portada de la revista The Economist, la principal publicación de la burguesía transnacional, destacó como el aumento de la deforestación en Brasil como resultado de la política de Bolsonaro. Las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, que proponen que el G7 aborde el tema, seguido de las críticas de los gobiernos de Alemania, Canadá, Irlanda, Finlandia e incluso Estados Unidos, expresaron preocupación por los líderes de los agronegocios, que temen la imposición. sanciones y la pérdida de mercados para las exportaciones brasileñas de carne y granos.
Es evidente que líderes como Macron movilizan el tema ambiental para fortalecer sus posiciones políticas internas, en el caso francés, ante la presión del lobby agrario del país y el crecimiento del Partido Verde en las elecciones al Parlamento Europeo. La exposición de los asuntos brasileños por parte de las potencias extranjeras, a su vez, es el resultado de la política de destrucción antinacional y ambiental de Bolsonaro, que está incondicionalmente alineada con el gobierno de Trump y la política anti-científica y negacionista climática de la extrema derecha internacional.
Al mentir abiertamente y culpar a las ONG ambientalistas por los incendios, Bolsonaro moviliza argumentos contra la interferencia extranjera que busca ocultar lo obvio: su gobierno pro-yanqui, entreguista del patrimonio nacional y defensor de los intereses de la burguesía transnacional es una de las mayores amenazas para la soberanía nacional en la historia brasileña.

Es tiempo de movilización

Por lo tanto, es necesario alentar la movilización en defensa de la Amazonía, una herencia del pueblo brasileño, y contra los ataques de Bolsonaro contra el medio ambiente, la ciencia y la cultura nacionales. La movilización contra este gobierno criminal, autoritario y criminal puede y debe aprovechar la creciente confusión de la clase dominante que apoya al gobierno frente al riesgo de perder los mercados de exportación para los agronegocios. Pero, sobre todo, deben establecerse vínculos con movilizaciones en todo el mundo contra el despojo de los recursos naturales y la destrucción del medio ambiente por parte de las empresas transnacionales que amenazan la supervivencia de los pueblos.
Es hora de expandir las denuncias nacionales e internacionales, construir y apoyar movilizaciones en Brasil y en el extranjero. Ya hay actos en más de 100 ciudades de todo el mundo. Por nuestra parte, alentaremos y participaremos activamente en los actos del 24 y 25 de agosto contra la destructiva política ambiental de Bolsonaro y el derrocamiento inmediato de Ricardo Salles, cómplice de la destrucción ambiental. Con esta lucha, daremos un paso fundamental en la organización de la movilización para una huelga climática mundial el 20 de septiembre.

son militantes del MES/PSOL de Brasil.
Fuente:


ENTREVISTA

Leonardo Boff: "La Amazonía es el gran centro vital del planeta"

En una entrevista con Brasil de Fato, el filósofo explica el concepto de bien común y lamenta la destrucción de la selva

Leia em português | Brasil de Fato | Rio de Janeiro (RJ)
29 de agosto de 2019 17:16

A los 80 años, el escritor y filósofo tiene más de cien libros publicados y lanza ahora el libro Reflexiones de un viejo teólogo y pensador - Créditos: Agencia Brasil
A los 80 años, el escritor y filósofo tiene más de cien libros publicados y lanza ahora el libro Reflexiones de un viejo teólogo y pensador / Agencia Brasil
Exponente de la Teología de la Liberación, el filósofo Leonardo Boff es reconocido internacionalmente por defender a los más pobres con base en el cristianismo. Leonardo Boff habló con Brasil de Fato sobre la situación actual en la Amazonia y relación entre la tierra y el concepto de “bien común” de la humanidad.
“La Amazonia es el gran centro vital para todo el planeta, humanidad, comunidad de vida, animales, plantas. El actual presidente no lo comprende. Defender la casa común es defender el agua, la tierra, para que no sean contaminados y no quemar nada porque va a afectar toda la vida en planeta”.
Al cumplir los 80 años, el escritor – que ya publicó más de cien libros – lanza ahora el libro “Reflexiones de un viejo teólogo y pensador” el próximo viernes (30) en la Universidad Federal de Juiz de Fora (UFJF) en Minas Gerais. La publicación es una retrospectiva teórica de su extensa obra que aborda temas como espiritualidad, política y organización pastoral.
A continuación algunos fragmentos de la entrevista:
Brasil de Fato: Sobre la relación entre la tierra, la reforma agraria y la cuestión ecológica como un desdoblamiento de la Teología de la Liberación, ¿como usted analiza la situación actual de la Amazonia?
Leonardo Boff: Siempre hubo preocupación por el Consejo Indigenista Misionero (CIMI), que es una propuesta pastoral de la iglesia, no para evangelizar a los indígenas sino para defender su sabiduría, tradiciones, religiones y reservas. Para que la experiencia de milenios de historia pueda enriquecer nuestra experiencia. 
Creo que es lamentable el hecho de que este gobierno haya abandonado a la Amazonía completamente. Ahora con esos incendios que son los más grandes de la historia. Esto forma parte de una estrategia de prolongar la dependencia. La Amazonía es fundamental para el planeta, es un bien común y una parte de la Tierra.
Brasil tiene la gestión de esta parte, pero no es su dueño. Su dueño es la propia Tierra. Defender la Amazonía es defender la humanidad. Él [Bolsonaro] en su ignorancia, entregó la Amazonía y ahora vemos como se está consumiendo.
Una de las preocupaciones principales de la iglesia en los últimos 50 años fue la reforma agraria. La Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) está presente en todos esas áreas con muchos mártires, la principal es la hermana Dorothy, que fue asesinada por defender las tierras de la tala de los terratenientes.
El concepto de bien común tiene que ser más difundido. Hay que crear la comprensión de que la Amazonía es un bien común. ¿En su visión, por qué Brasil eligió a un representante de la extrema derecha?
El presidente se considera dueño de Brasil, habla como si fuera su dueño. Pasa por alto la Constitución, las leyes, no conoce los límites constitucionales de su poder. Uno de los conceptos básicos hoy en el mundo es el bien común de la Tierra y de la humanidad, sin las cuales no podemos vivir. La propia Tierra, el agua, el suelo, el aire, las semillas y así sucesivamente.
Hay que pensar como el Papa Francisco, cómo cuidar a casa común. Un solo planeta, todas las naciones y los pueblos se encuentran en un único sitio que es el planeta Tierra. También las plantas, los animales, todo lo que vive. 
Hay que cuidar la Amazonía porque es el gran centro vital para todo el planeta, para la humanidad, comunidad de vida, animales, plantas. El actual presidente no lo comprende. Defender la casa común es defender el agua, la tierra, para que no sean contaminados y no quemar nada porque va a afectar toda la vida en planeta.
Edición: Vivian Virissimo | Traducción: Luiza Mançano

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