lunes, 13 de noviembre de 2017

La epopeya de la Revolución Rusa

(Tercera parte) 

VLADIMIR Ilich Uliánov (Lenin), líder de la primera revolución socialista del mundo.

Una de las primeras decisiones tomadas por el gobierno revolucionario bolchevique fue la relativa a la cuestión nacional. En un decreto emitido tempranamente reconocía la independencia de Finlandia, y el 2 de noviembre de 1917, Lenin y Stalin firmando con sus nombres ruso y georgiano, Ulianov y Dzugashvili, proclamaron solemnemente el derecho de los pueblos a la autodeterminación, llamando a la unión de los obreros y campesinos en una sola fuerza revolucionaria. Dos objetivos contradictorios, porque Lenin consideraba la cuestión de las fronteras como un “terreno inmundo” y solo contaba para él la “unión de los trabajadores, fuese cual fuese su país”.(1)
Por otra parte, aunque se había declarado partidario de la autodeterminación del pueblo ucraniano, luego lanzó un ultimátum a la Rada de Kiev a la que acusaba de traición. Los bolcheviques anunciaban así la guerra por el control de Ucrania, cuya capital, Kiev, cambiaría de manos dieciséis veces hasta 1920 (bolcheviques e independentistas). En otras regiones del imperio, en el Cáucaso, Asia central y el extremo oriente también surgieron conflictos armados aprovechando la ambigüedad de los nuevos dirigentes y la prédica independentista. En todo caso, los movimientos y partidos nacionalistas y/o independentistas recibieron un gran apoyo con ocasión de la elección de diputados a la Asamblea Constituyente realizada en noviembre de 1917.
Parte de los bolcheviques, con Lenin a la cabeza, desconfiaban de esta Asamblea que podía constituirse en un órgano paralelo en detrimento de la primacía del partido. Los resultados confirmaron sus temores(2) y Lenin desplegó entonces una actividad descalificatoria de la Asamblea que culminará con la disolución, en enero de 1918, del único órgano electo democráticamente. Lenin debió convencer a sus propios compañeros de la justeza de dicha decisión. Aquí tocamos un punto que ha sido soslayado por el movimiento comunista: parte de los bolcheviques y Lenin eran hostiles por principio a la representación política parlamentaria. La lógica de la dictadura del proletariado era otra y exigía la primacía incontestable del partido revolucionario.
El poder de los Consejos era considerado más democrático que una Constituyente. Lenin invocaba la “voluntad del pueblo” que las elecciones no habían podido expresar. Y sermoneó a los bolcheviques recalcitrantes que “no han sabido apreciar a su justo valor la insurrección de octubre”.(3) Es sintomático este periodo, cuando se crea la Cheka y la noción jurídica de “enemigo del pueblo” que será utilizada ampliamente en los años siguientes y que está tomada de la revolución francesa, del período conocido como “del terror jacobino”.
En un discurso ante el ejecutivo de los Soviets, Lenin instó a sus compañeros a “abandonar las viejas ilusiones que subordinan los intereses del pueblo a una democracia de pura forma”.(4) El 10 de julio de 1918 el V Congreso de los Soviets adoptó una Constitución, que se fundaba en un texto de Lenin, la Declaración del Pueblo Trabajador. El gobierno (comisarios del pueblo) era responsable ante el Comité Central Ejecutivo, las instituciones zaristas fueron abolidas y los Consejos (Soviets) fueron creados en todo el territorio. La Constitución no menciona al Partido Comunista (bolchevique) de Rusia, fundado en marzo de 1918. Ni una palabra entonces sobre el partido que llegará con los años a ser único y constituirá el corazón del Estado. Posteriormente se adoptará la Constitución de 1924, que consagrará en el plano institucional la estabilización del régimen.

GUERRA CIVIL E INTERVENCION EXTRANJERA
Por otro lado la guerra civil y la consiguiente intervención extranjera se propagaba: en la zona del Don los cosacos de Denikin, leales a la monarquía zarista, controlaban la región. En el este, los socialistas revolucionarios -la principal fuerza rival de los bolcheviques- formaron un ejército popular antibolchevique, pero desde 1918 el almirante Koltchak unificó bajo su mando a todas las fuerzas de los “rusos blancos” en Siberia y en el Ural. En el Báltico las tropas antibolcheviques estaban comandadas por el almirante Yudenich, que con Wrangel en Crimea, completaba el dispositivo de asedio al naciente poder bolchevique. En el norte, en 1918-1919, tropas finlandesas y alemanas intervinieron desde Finlandia y al mismo tiempo, fuerzas francesas, británicas y estadounidenses desembarcaron en Murmansk y Arkhangelsk, apoyando al general ruso blanco Eugenio Miller que asediaba a los bolcheviques. En el extremo oriente los japoneses tomaron Vladivostock en 1918 y fuerzas de cosacos y estadounidenses se establecieron entre 1918 y 1920 en Semenov y Khabarovsk.

Para los bolcheviques la guerra civil y la intervención extranjera era la consecuencia inevitable del antagonismo de clases en Rusia y en el mundo. Resulta hoy bastante increíble que contra todos estos obstáculos y fuerzas contrarias, los bolcheviques hayan salido finalmente victoriosos de la prueba. Trotski organizó el ejército rojo y dirigió la guerra de manera itinerante desde su tren blindado. Más que la habilidad y la heroicidad de los bolcheviques bajo comando único, las divisiones de los rusos blancos mellaron su capacidad militar. La guerra civil terminó en 1923. Los bolcheviques habían recuperado vastos territorios y forjado un ejército eficiente y disciplinado.

GUERRA ECONOMICA
En 1922 se había fundado la URSS. Rusia salía exangüe de la guerra imperialista y de la guerra civil. Comenzaría ahora la guerra económica.

El “comunismo de guerra” (1918-1921) se aplicó durante las terribles condiciones de la guerra civil que asolaba al país, estableciéndose el control de las empresas por parte del gobierno, y se introdujo la producción planificada organizada por el Estado y la estricta disciplina laboral sin derecho a huelga. A su vez se instauró el trabajo obligatorio y se procedió a la requisición de los excedentes agrícolas de los agricultores y campesinos. 
Los alimentos fueron racionados y la empresa privada fue declarada ilegal, tomando el ejército el control de los ferrocarriles. Se menciona a menudo que una de las consecuencias de esta política traería el desastre económico, el acaparamiento y el mercado negro, teniendo como broche de oro la feroz hambruna que se abatió sobre el país, particularmente en la región del Don. Luego, en marzo de 1921 Lenin lanzaría la Nueva Política Económica (NEP): “Los hechos están aquí. Rusia está amenazada por el hambre. Todo el sistema del comunismo de guerra se enfrenta a los intereses del campesinado y los agricultores... ¿Es posible restablecer en cierta medida la libertad de comercio? Sí, es posible, podemos recular sin destruir por ello la dictadura del proletariado”. (Informe al X Congreso del PC (bolchevique)). Trotski se opuso, pero la instalación de cierta liberalización económica tuvo como consecuencia la apertura de un sector privado y la libertad de comercio interno favoreció a los campesinos y agricultores. Se dictó un código agrario en 1922 que permitió que las comunas rurales distribuyeran tierras. La industria pesada cedió el paso a la industria ligera y las empresas de menos de veinte obreros fueron desnacionalizadas. Stalin pondrá fin a esta experiencia en 1930, y se verificará una baja en la producción industrial y agrícola originando grandes hambrunas. 
Los bolcheviques y su máximo dirigente, sabían que el fracaso de la insurrección comunista en Alemania en 1918-1919 y en otros países de Europa (Hungría) los había dejado solos “contra el mundo”, obligados a parapetarse en una fortaleza asediada. Para los bolcheviques la revolución rusa era el inicio de un proceso revolucionario mundial y el impacto causado en todos los puntos del planeta así lo confirmaron. En plena guerra contra los rusos blancos y sometida Rusia a un severo bloqueo por las potencias occidentales se inauguró, en marzo de 1919, el I Congreso de la Internacional Comunista (Komintern) o III Internacional. Significaba para Lenin darle el golpe de gracia a los “traidores” de la II Internacional y a su vez, crear partidos comunistas en Europa afines a las ideas de los bolcheviques. Lo logró, a excepción de Gran Bretaña, la más grande potencia industrial y comercial. Luego se celebrarían otros seis congresos.(5) Con los años, en todo el mundo se fundaron partidos comunistas ligados ideológica y orgánicamente a la instancia internacional fundada por los bolcheviques en 1919. En nuestro lejano país se fundó el PC de Chile en 1922 y Luis Emilio Recabarren visitó Rusia ese año.

MUERTE DE LENIN
Luego de la muerte de Lenin, se entabló una lucha por el poder en la cual Stalin saldrá vencedor, con su secuela de abusos y “transgresiones a la legalidad socialista” según la conocida expresión del informe Kruschev de 1956. Sin embargo se ha considerado que muchas de estas transgresiones habían sido cometidas desde antes o estaban implícitas en la práctica política bolchevique llevada a cabo por Lenin. La fuerza propulsora generada por la revolución rusa duró en el tiempo y alentó a millones de hombres y mujeres en el mundo, provocando también una reacción anulatoria ante sus teorías y prácticas.

Golpeado por una crisis de hemiplejia desde 1922, Lenin comenzó a retirase de las actividades de dirección. Su desaparición en enero de 1924 planteó el problema de su sucesión. Varias eran las diferencias que oponían a Stalin y Trotski. Primero, la concepción del partido. Trotski se apoyaba en elementos bolcheviques jóvenes y sobre lo que se ha llamado la “ultraizquierda” del PC (bolchevique) y deseaba la reconstitución de fracciones. Stalin por su parte siguió fiel a su concepción de partido monolítico. En lo que respecta a los asuntos económicos, Trotski consideraba que la Nueva Política Económica constituía una capitulación ante el capitalismo y empujaba hacia una economía puramente socialista. Stalin fue en un principio favorable a la NEP, pero luego la abolió. En cuanto a la política extranjera, en 1924, Trotski en su obra Las Lecciones de Octubre, desarrollaba la idea de que era imposible construir el socialismo en un solo país y que había que actuar por la revolución mundial. Stalin, por el contrario, estimaba que era necesario -al menos en un primer tiempo- edificar el socialismo en un solo país. 
La evaluación posterior que se ha hecho de la gigantesca tentativa de la revolución rusa puede expresarse en el principal actor de ella, Lenin. Vicente Huidobro en su elegía a Lenin consideró que este “hombre había pasado por la tierra y había dejado cálida la tierra por muchos siglos...”. Nuestro vate estimó que “Lenin sostuvo un pacto con la tierra, vio más lejos que nadie. Los hombres, los ríos, las colinas, las estepas, eran un libro abierto y él leía más lejos que ninguno...”.
Un amigo, Francis Combes, poeta francés, reflexiona hoy, al calor de los acontecimientos sucedidos en la década de los 80 que pusieron término al cañonazo disparado a la historia en 1917 por los bolcheviques: Es una vieja pipa que un amigo me regaló, Que está en el estante de mi biblioteca, Sabiamente instalada delante de Marx, cerca de la poesía. Una pipa jubilada que ya casi no humea. El artesano esculpió la cabeza de Lenin, Quien sonríe malicioso arrugando sus ojos, Como si dijese: “Esta historia aún no ha terminado”. La toco raramente, a veces la sopeso, La tomo en mi mano y la acaricio... En su interior queda un poco de tabaco Que solo espera una brasa..
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PACO PEÑA
En París

Notas:
(1) Lenin, Obras completas, tomo 26, página 360.
(2) Los mencheviques eligieron 15 diputados, los socialistas revolucionarios de izquierda 40, los bolcheviques 168, los socialistas revolucionarios 370, los kadetes 17 y los partidos nacionales de diversas repúblicas 360.
(3) Idem, Lenin, O.C. Tomo 26 página 400.
(4) Lenin, O.C. tomo 26, página 372.
(5) En el I Congreso fundador no hubo ninguna organización de América Latina, pero sí de Europa, Japón y EE.UU. El II Congreso de la Internacional Comunista, se realizó en Moscú en julio y agosto de 1920. Se acordó imponer 21 condiciones para adherir a la IC. El III Congreso se llevó a cabo en Moscú en junio y julio de 1921. Solo en el IV Congreso de la Internacional Comunista (noviembre-diciembre de 1922) aparecen alusiones a movimientos comunistas en Asia y el Pacífico y está atestada la presencia de L.E. Recabarren. En octubre de 1922 había hecho el viaje a Moscú como delegado a una reunión de la Internacional Sindical Roja representando a la Foch y al PC al IV Congreso de la Internacional. Un año más tarde fallecería Lenin (21 de enero de 1924) y ese mismo año, el 19 de diciembre, Recabarren se suicidó.
El V Congreso se celebró en junio y julio de 1924, cuando Lenin ya había fallecido y se consolidaba la utilización de la IC para los objetivos de la URSS. El VI Congreso, también celebrado en Moscú de julio a septiembre de 1928, insistió en la lucha contra el liberalismo y fascismo y contra los “socialfascistas” (socialistas). El VII Congreso, presidido por Dimitrov, que había reemplazado a Zinoviev y Bujarin, ambos caídos en desgracia, se reunió en julio y agosto de 1935, auspiciando la formación de frentes populares. En mayo de 1943 la IC fue disuelta en aras de la unidad antifascista contra Alemania.


(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 885, 29 de septiembre 2017).

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