domingo, 12 de noviembre de 2017

Paramilitarismo colombiano aprovecha "la paz" para expandirse en la frontera

La reconfiguración del territorio colombiano tras la firma de los acuerdos de paz con las FARC ha constituido un franco avance del paramilitarismo en todo el país vecino, sobretodo en las zonas de mayor producción de droga y en la frontera con Venezuela.
La paraeconomía colombiana, que vive parasitariamente de la economía venezolana, tiene su territorio principal en la frontera binacional, siendo Cúcuta, sin lugar a dudas, el epicentro.
Las autoridades colombianas se han declarado incapaces de detener este negocio que, con la ayuda de algunos artilugios legales para legalizar los mercados paralelos, favorece la economía de Colombia a costa de la economía venezolana.
Junto a esto, el departamento del Norte de Santander, que alberga precisamente como capital Cúcuta, y cuyo gobernador es del partido del presidente Juan Manuel Santos, es uno de los tres estados con mayor cantidad de cultivos ilícitos de ese país. Ya desde el año pasado, durante el inicio del cese unilateral al fuego por parte de las FARC, se hacía pública la denuncia de la disputa entre bandas paramilitares en este departamento, y sobretodo en el área metropolitana de Cúcuta, donde arreció la disputa entre grupos paramilitares como Los Rastrojos y el Cartel del Golfo por el control de las rutas del contrabando. 
Aunque la propaganda mediática incluye una supuesta lucha de la fuerza pública colombiana contra estas organizaciones criminales, que están tomando cada vez más poder en la zona, lo cierto es que el paramilitarismo en Colombia crece y se fortalece. Luego de la desmovilización de las FARC, las fuerzas armadas de Colombia se han centrado en lo que han llamado el posconflicto y el control de lo que denominan "sistema de amenazas permanentes" (SAP) que, según sus autoridades, estaría conformado por disidencias de las FARC, el ELN mientras no negocie "la paz" con el gobierno de Santos y las bandas paramilitares.

Reconfiguración del narcoestado colombiano

Pero la alianza entre las fuerzas armadas de Colombia y las varias bandas paramilitares que existen en el país vecino es tal, que en la medida en que las FARC fueron desalojando territorios, los cuerpos de seguridad del Estado colombiano sirvieron para asegurar que dichos espacios fueran copados por estas bandas criminales y así consolidar el narcoestado dentro de la "legalidad" del gobierno de Santos.
Lo que está detrás de esta nueva reconfiguración del narcoestado colombiano es, entre otras cosas, el control de los carteles de la droga mexicanos y estadounidenses sobre las mafias colombianas
El verdadero problema es de tal magnitud, que lo mejor que puede hacer el presidente Santos es mirar al costado y atacar a Venezuela. 
La lucha por el control territorial de toda Colombia, y específicamente de la frontera con Venezuela, es una realidad que efectivamente se da en el marco de la guerra que aún no cesa en Colombia a pesar de los acuerdos firmados con las FARC, porque, como era de esperarse, la desmovilización del más grande de los grupos guerrilleros sirvió más para consolidar el avance del narcoestado colombiano y la sumisión a los proyectos de los Estados Unidos en la región latinoamericana que para conducir a la verdadera paz.
Sin embargo, las matrices de opinión sembradas por los medios colombianos están tratando de posicionar la idea de que Venezuela es el teatro de operaciones de esta disputa entre grupos paramilitares, con el presumible objetivo de legitimar la beligerancia del gobierno de Juan Manuel Santos contra el proceso bolivariano. La debacle de la oposición interna y el relajamiento relativo de tensiones políticas, han dado como resultado no solo un mayor peso en su vocería internacional para copar ese vacío, sino un conjunto de maniobras lesivas a la soberanía venezolana, en las que se incluye el contrabando de billetes, de gasolina y distintos productos del lado venezolano, el ataque al valor del bolívar y el aumentod el narcotráfico. 
El presidente Maduro la semana pasada vinculó al presidente Juan Manuel Santos al crecimiento de estas mafias en la frontera. 

Los medios colombianos disparan contra Venezuela

Precisando esta versión distorsionada de la realidad, la prensa colombiana del otro lado de la frontera, pretenden imponer el relato de que los grupos paramilitares colombianos encuentran más seguro disputarse el poder del lado venezolano que del propio, por el control que ejercen las fuerzas armadas colombianas, y que además Venezuela resulta ser la mayor interesada en el contrabando de extracción de los productos que ella misma supuestamente produce o importa hacia Colombia.
Asimismo, los medios colombianos repiten que en Venezuela se abren las rutas del narcotráfico desde el principal productor de droga del mundo (Colombia) hacia el mar Caribe. En este relato absurdo, que convierte a la nación víctima en victimaria, se inculpa a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) para exculpar su propio aparato militar y la gran cantidad de parapolíticos que ocupan gobernaciones y alcaldías de los departamentos fronterizos como el Norte de Santander.
Los paramilitares colombianos pretenden expandir la frontera a sus anchas
Las incoherencias, en este sentido, son evidentes. Ejemplo de ello: El Tiempo de Colombia (medio pertenenciente a la familia Santos) reseñó en mayo reciente enfrentamientos en la frontera del lado venezolano, cuyos fallecidos y heridos fueron a dar en hospitales de Cúcuta sin ningún proceso de traslado o deportación.
Estas operaciones de propaganda combinadas con la simulación de "ataques armados" de la FANB en el lado colombiano, intentan construir un base de legitimidad política que en el mediano plazo pueda ser utilizada por Juan Manuel Santos para mostrarse como un "gobierno agredido" que debe "defenderse" de Venezuela. 

Infiltración paramilitar en territorio venezolano

La derrota política que constituyó la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) para la ultra venezolana coloca de nuevo la pelota en el campo internacional, los cada vez más frecuentes enfrentamientos entre la FANB y bandas criminales como Los Rastrojos parecen indicar que se pretende acelerar las incursiones paramilitares sobre el territorio nacional. Durante los 120 días de violencia que sacudieron a Venezuela a mediados de 2017, el sabotaje y las operaciones de guerra urbana en los estados fronterizos (sobretodo en Táchira y Mérida) encontraron en el grupo Los Rastrojos un activo fundamental. 
Ya siendo la violencia interna un capítulo cerrado por la Asamblea Nacional Constituyente, estos activos cobran fuerza a medida que del otro lado el "proceso de paz" ha generado una reactivación del paramilitarismo, una confrontación a lo interno por control territorial y económico, y un crecimiento de las economías ilegales que lo sostienen en la frontera con Venezuela. Estos nichos paraeconómicos están conectados al contrabando de billetes y de productos, así como a la manipulación de la tasa cambio entre el peso y el bolívar que no sólo facilita el lavado de capitales del narcotráfico sino que potencia la escalada del dólar paralelo, el cual tiene su "base de cálculo" en Cúcuta y protegida por la legalidad del Estado colombiano. 
El vínculo de estas organizaciones con la oposición venezolana ha sido ampliamente denunciado por el propio presidente Nicolás Maduro, y en el caso específico de Los Rastrojos, su presencia en Venezuela y su participación en el contrabando de extracción de combustible venezolano y otros negocios relacionados con el dólar paralelo, se ha hecho más visible. En los últimos cinco años las capturas de líderes de esta banda en Venezuela han sido comunes, y se convierten en evidencia de su presencia activa en el país.
Luego de la captura de "Diego Rastrojos" en el estado Barinas en el año 2012, una de las más importantes detenciones se realizó el pasado mes de septiembre (sobre alias Comandante Camilo), justo en el municipio de procedencia de la actual gobernadora tachirense por el partido Acción Democrática, Laidy Gómez. 
Cabe entonces preguntarse por qué estas acciones contra el paramilitarismo colombiano no han sido justamente agradecidas por el gobierno colombiano, como es la costumbre en la diplomacia bilateral.

Ampliación del campo de batalla en la frontera

Las masacres del Estado colombiano contra su propio pueblo emergen cada día. Una nueva fosa común en La Macarena (departamento del Meta) con más de 2 mil cadáveres, que se presumen son víctimas de los "falsos positivos" impulsados por el ex presidente Álvaro Uribe, con el apoyo de su entonces ministro de la defensa Juan Manuel Santos, escandalizó a la opinión pública hace pocas semanas. 
Sin embargo, al tiempo que Colombia vive una situación de precarización social, y semanalmente la fuerza pública y los paramilitares asesinan líderes políticos, informes como el de la Fundación Ideas para la Paz titulado "Crimen organizado y saboteadores armados en tiempos de transición" (en el que se menciona más de 20 veces a Venezuela), señala entre las muchas fuentes de financiamiento de estos grupos, el contrabando de extracción de gasolina, ganado y alimentos en general desde Venezuela hacia Colombia. Incluso pretende instalar la falsa idea de que el camino hacia la paz en Colombia está allanado por el gobierno de Santos, desconociendo el papel fundamental del Gobierno venezolano en los acuerdos. Inculpa a Venezuela en el posible fracaso de lo que llama la "transición" hacia la paz.
En este informe se acusa el fortalecimiento de Los Rastrojos en territorio venezolano, y argumenta que se debe al "grave deterioro de la situación de seguridad en Venezuela, exacerbada por la colusión criminal en muchos niveles del gobierno". Lo que a la luz del planteamiento central de dicho informe de que "el fortalecimiento de grupos de menor tamaño del crimen organizado a nivel local, Los Rastrojos incluidos, puede poner en mayor peligro la transición del posconflicto en Colombia". Y concluye con un peligrosísimo argumento que bien puede justificar más injerencia de parte del gobierno de Santos en los asuntos internos de Venezuela y da luces sobre otro posible "falso positivo".
Justamente esa "pericia" en "falsos positivos" es la que mantiene alerta al Gobierno venezolano, y en particular al Ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino López, y la FANB. Los ataques por la vía económica y monetaria en la frontera, sumado a las sanciones apoyadas por el gobierno de Santos en el campo diplomático y la reconfiguración del paramilitarismo como instrumento de guerra asimétrica, confirman que el peligro real hoy no está dentro de la casa sino en la del vecino. 

TOMADO DE:  http://misionverdad.com/
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