lunes, 19 de octubre de 2015

La guerra de Israel contra Al Aksa

 El Noble Santuario, Al Haram al Charif, considerado por los 
musulmanes el tercer lugar más sagrado del islam. 
Más de 14 hectáreas con fuentes, jardines, edificios y cúpulas.

En uno de sus extremos está la mezquita Al Aksa. En el centro se sitúa
 la Cúpula de la Roca. Todo el área es considerada una mezquita, un 
lugar sagrado para los musulmanes, libremente profanada por fanáticos
 sionistas, que irrumpen en el recinto una y otra vez, protegidos por las 
fuerzas de seguridad israelíes que ocupan el lugar.

Atacan a los fieles musulmanes, disparan nocivos gases lacrimógenos,
 balas de goma, granadas aturdidoras… lo hicieron este domingo, tras 
la violencia y el caos de los días previos, causando numerosos heridos 
deliberadamente entre unos palestinos que no amenazan a nadie.

Rezar en Al Aksa es peligroso. Israel la ha convertido en una zona de 
tiro al palestino. Ni una palabra de Washington o de otras capitales 
occidentales denunciando esta guerra en tierra santa, esta política 
despiadada de un estado racista.

El domingo, la agencia de noticias Maan informó que fuerzas israelíes “irrumpieron en el recinto de la mezquita Al Aksa” una vez más, ahora 
en “el último día de la festividad musulmana del Sacrificio (Eid)”, 
atacando con saña a pacíficos fieles palestinos, aterrorizándoles como
 en tantas ocasiones anteriores, forzándoles a defenderse con sus 
propias manos de unos soldados y policías fuertemente armados.

Un comunicado de la policía mintió, alegando que las fuerzas de 
seguridad fueron atacadas con “piedras y cohetes”, a las que 
respondieron empleando “medios antidisturbios”. Pero los palestinos 
solo respondieron después de ser atacados, no antes.

Colonos extremistas fuertemente protegidos entraron provocativamente
 en la explanada realizando oraciones, con el pretexto de celebrar la 
fiesta judía de los Tabernáculos (Sukkot), que dura siete días a partir 
del domingo, una festividad no especialmente honrada.

Muchos judíos la ignoran completamente. Algunos la conocen poco o 
nada. La política racista israelí la utilizó de forma provocativa, 
aterrorizando al mismo tiempo a los fieles musulmanes en la importante
 festividad del Eid, impidiéndoles rezar en paz.

Yusef Mujaimar, dirigente del movimiento Murabitún Al Aksa, dijo que 
“la estrategia de Netanyahu es cumplir las promesas hechas a su ala 
derecha y a los extremistas, llegando eventualmente a demoler Al Aksa 
para construir, en su lugar, el tercer templo”.

El parlamentario árabe del Knesset Aymán Odeh dijo que “con el fin de
 contrarrestar el complot israelí dirigido a dividir la mezquita Al Aksa 
entre musulmanes y judíos”, los ciudadanos árabes israelíes van a venir
 en masa a la explanada. “Ahora hay multitudes en la mezquita Al Aksa 
y mañana serán más, y pasado mañana más aún”, añadió.

El objetivo “es derrotar la idea de dividir Al Aksa y sus patios”, que es 
un objetivo anhelado desde hace tiempo por los fanáticos sionistas, 
que quieren levantar un nuevo templo judío en el lugar, toda una receta 
para una guerra religiosa.

El intolerante Instituto del Templo tiene planes detallados para construir
 un nuevo templo judío. Para ello, quieren controlar el lugar sagrado 
musulmán.

Una política tradicional permite a los judíos rezar solo en el Muro de las
 Lamentaciones, adyacente a la mezquita Al Aksa. Las fuerzas israelíes
 irrumpen regularmente en el recinto y atacan a los fieles musulmanes,
 restringen o prohíben la entrada a la mezquita y permiten que judíos 
extremistas recen en un lugar que no les pertenece, profanando el 
tercer sitio más sagrado del islam.

Stephen Lendman vive en Chicago. Puedes contactarle en lendmanstephen@sbcglobal.net.
Fuente: Israel’s War on Al-AqsaCounterPunch, 28/09/2015
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
TOMADO DE: http://blog.disenso.net/

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