viernes, 25 de diciembre de 2015

Impunidad mafiosa: otro de los


 crímenes de lesa humanidad del 


imperialismo yanqui



A 26 años de la Invasión a Panamá


Lista de víctimas


Lista de víctimas - Credito: Archivo


Una narración de los hechos

Por: Kaos en la Red | Domingo, 20/12/2015 06:05 PM | Aporrea / Por frenadeso

Diciembre 20 de 2015.-Se vivía un clima de mucha tensión. Todo el día sobrevolaban por la ciudad aviones rumbo a los aeropuertos militares en la ex Zona del Canal. Era víspera de Navidad. Las familias, especialmente los niños, se preparaban para la fiesta. No sería como otros años. La situación económica era difícil y el ambiente era de zozobra y de inestabilidad política.

La pugna entre las fracciones de la burguesía que apoyaban a los militares en el poder y los que integraban la llamada Cruzada Civilista, llegaron a un punto máximo. Por un lado, los militares insistían en mantenerse en el poder a pesar del escaso apoyo popular (como se comprobó en las elecciones de mayo) y por el otro, los sectores oligárquicos aspiraban a llegar a la Presidencia encaramados en las tanquetas gringas.


Mientras tanto, el pueblo envuelto en necesidades apremiantes padecía la represión y la restricción de sus libertades y el terror que infundía la posibilidad de una intervención militar de Estados Unidos.

Aproximadamente a media noche las bombas caían en El Chorrillo, donde se ubicaba la sede del Cuartel Central de las llamadas Fuerzas de Defensa. Miles de chorrilleros, especialmente niños, mujeres y ancianos eran sorprendidos mientras dormían. Inmediatamente las casas de madera ardían en llamas. Las personas intentaban escapar de ese infierno.

Simultáneamente, el Cuartel de Tocumen era bombardeado. Varios kilómetros a la redonda se escuchaba el ruido. No obstante, ni el fluido eléctrico ni las comunicaciones se interrumpieron. Sin embargo, la televisoras y radios no transmitían. La gente trataba de averiguar por los suyos. A los lejos se veía el resplandor del fuego en El Chorrillo.

Horas de mucha confusión e incertidumbre. Y entonces el amanecer dantesco. Los escombros en El Chorrillo, mientras algunas casas seguían consumidas por el fuego. El horror de la guerra y el temor al desabastecimiento llevaron a muchos panameños a la desesperación. Muchos locales comerciales fueron asaltados por personas en busca de alimentos. Posteriormente esto degeneró por días en el saqueo de todo lo que se tuviera al alcance. Sobrevivieron las librerías.

El mayor número de muertos ocurrió en esas primeras horas, donde también hubo mayor resistencia. Fotografías espeluznantes mostraron cadáveres de niños en El Chorrillo. Poderosas armas se utilizaron por primera vez en Panamá, mismas que después llevaría Estados Unidos a la Guerra del Golfo. Fuimos convertidos en un laboratorio de guerra.

El objetivo principal de la misión, la captura de Noriega no se cumplía. Se desconocía su paradero. Mientras, en la base militar de Clayton era juramentado el triunvirato: Guillermo Endara, Ricardo Arias Calderón y Guillermo Ford, y sobre las tanquetas gringas llegaban después al Palacio de Las Garzas.

La ocupación militar estadounidense avanzaba por todo el país con poca resistencia. Los mandos militares en las provincias se entregaban sin disparar un solo tiro. Los norteamericanos se quedaron con camiones llenos de armas que nunca fueron entregadas a la población.

Se establecieron toques de queda y retenes militares donde soldados gringos requisaban a los panameños. Muchos panameños murieron en esos retenes.


Finalmente, el 24 de diciembre, Noriega, quien había jurado enfrentar hasta la muerte a la fuerzas invasoras, se refugiaba en la Nunciatura. Diez días después, el 3 de enero de 1990, se entregaba a las fuerzas estadounidenses.

Los norteamericanos llamaron su operación militar “Causa Justa”. Para ello invocó el mal llamado Pacto de Neutralidad y justificó su acción en la necesidad de restablecer la democracia en Panamá.

Vergonzoso era observar como los partidarios de los partidos vinculados a la Cruzada Civilista recibían con besos y abrazos a fuerzas invasoras que masacraban a panameños. Algunos se prestaron para delatar a panameños que todavía hacían resistencia.


Tal como fuerzas populares y revolucionarias habían advertido, la causa del pueblo en defensa de su soberanía se había debilitado ante la ambición desmedida de los militares y sus aliados de permanecer a cualquier precio en el poder. En esas condiciones les era más fácil a los norteamericanos actuar militarmente.

Ningún alto oficial de las Fuerzas de Defensa y ningún dirigente prominente de los partidos aliados de los militares, cayeron en combate. Como siempre, los muertos fueron gente humilde del pueblo.

Con ese baño de sangre iniciaba el llamado período democrático que ha degenerado en lo que estamos viviendo en estos días, en democracia putrefacta.


El PRD, el principal aliado de los militares, ocupó en dos ocasiones el Gobierno y se negó siempre en declarar el 20 de Diciembre Día de Duelo Nacional. A través de uno de sus principales dirigentes y ex presidente de la República, Martín Torrijos, se reconcilió con el invasor George Bush padre y hoy hace parte del llamado Pacto de Gobernabilidad.


26 años después de la invasión, Noriega guarda ya cuatro años de prisión en El Renacer, luego de su periplo internacional en cárceles de Miami y París. Los otrora archi enemigos hoy se abrazan y coinciden en las mismas políticas económicas y sociales y sirven a los mismos intereses de la clase dominante.

Aún cuando se le intenta ocultar al pueblo este trágico suceso de gran impacto en el devenir nacional, lo que sí está claro es que son las mismas familias de siempre, las que controlaron el poder de antes de 1968, junto a las beneficiadas en dictadura, las que lograron los grandes réditos de la invasión.

El pueblo sigue aguardando su momento. Hoy pedimos justicia para los mártires y víctimas de la invasión. Hoy exigimos que el 20 de diciembre se declare Día de Duelo Nacional.


La bota insolente


Hace 26 años el ejército de EEUU 


invadió a Panamá



Invasión de EEUU a Panamá

Invasión de EEUU a Panamá

Por: Agencias | Domingo, 20/12/2015 06:33 AM |Aporrea

Panamá, diciembre 20 - La invasión a Panamá, también conocida como “Operación Causa Justa” (Just Cause en inglés), fue sin duda un punto de inflexión en la historia contemporánea.
 

La llamada “Operation Just Cause”, fue una intervención armada, llevada a cabo por el ejército de los Estados Unidos del Norte de América contra Panamá, con el propósito declarado de capturar al general Manuel Antonio Noriega, acusado de narcotráfico. Pero su objetivo fue invasor, para mantener su poder en la región, amedrentar a los gobiernos que pudieran distanciarse de su hegemonía y defender sus intereses en la zona. Después del tiempo transcurrido, la verdad sigue siendo la principal víctima. 

Se han cumplido 26 años desde que en la noche del 20 de diciembre de 1989, el Ejército de los EEUU descargó sobre este pequeño país latinoamericano, «el armamento bélico más contundente desde la guerra de Vietnam». 
Un intenso bombardeo lanzado por aviones de combate, contra barrios populares de la capital panameña, en especial sobre El Chorrillo, donde se produjo el mayor número de víctimas.
 

Se desplegaron 27.000 soldados para someter a la Guardia Nacional panameña. 
Muchas son las historias que se pueden oír sobre este corto, pero violento conflicto armado, en donde se mezclan sentimientos tan contradictorios como el rechazo, el agradecimiento, el luto y la sensación de libertad.


Nuevatribuna

OPERATION JUST CAUSE | VICTOR ARROGANTE


Y Estados Unidos invadió Panamá

En una sola noche las tropas norteamericanas asesinaron 100 veces más panameños que en 21 años de régimen militar. 
por Víctor Arrogante 18 de Enero de 2015 (20:27 h.)

Después del tiempo transcurrido, la verdad sigue siendo la principal víctima
@caval100 | La llamada Operation Just Cause, fue una intervención armada, llevada a cabo por el ejército de los Estados Unidos del Norte de América contra Panamá, con el propósito declarado de capturar al general Manuel Antonio Noriega, acusado de narcotráfico. Pero su objetivo fue invasor, para mantener su poder en la región, amedrentar a los gobiernos que pudieran distanciarse de su hegemonía y defender sus intereses en la zona. Después del tiempo transcurrido, la verdad sigue siendo la principal víctima.

Invaden lo que haga falta invadir, apoyan golpes de estado para conquistar el poder o desestabilizan zonas de influencia; ya gobiernen los republicanos de George H. W. Bush o los demócratas de Barack Obama
Se han cumplido veinticinco años desde que en la noche del 20 de diciembre de 1989, el Ejército de los EEUU descargó sobre este pequeño país latinoamericano, «el armamento bélico más contundente desde la guerra de Vietnam». Un intenso bombardeo lanzado por aviones de combate, contra barrios populares de la capital panameña, en especial sobre El Chorrillo, donde se produjo el mayor número de víctimas. Se desplegaron 27.000 soldados para someter a la Guardia Nacional panameña. La invasión es reflejo del modelo avasallador y amenazante norteamericano, para mantener el poder allí en donde puede perderlo o ante la necesidad de hacerse con él, cuando sus intereses geoestratégicos lo demandan. Uno de los últimos ejemplos es el de Ucrania, donde la «toma del poder por las bravas», sigue siendo apoyado por EEUU.
El presidente Maduro denuncia un «golpe económico» en marcha para derrocarlo y no está desencaminado. Recordemos lo que ocurre en Gaza con el pueblo palestino y el apoyo americano al gobierno de Netanyahu y la política israelí, mientras el Tribuna Penal Internacional investiga los crímenes de guerra en Palestina. EEUU defiende sus intereses a capa y espada y sin careta -Irak, Siria o Afganistán, Chile, Argentina, Cuba o Panamá-. Invaden lo que haga falta invadir, apoyan golpes de estado para conquistar el poder o desestabilizan zonas de influencia; ya gobiernen los republicanos de George H. W. Bush o los demócratas de Barack Obama. La invasión de Panamá no es un hecho aislado, ni fue para devolver la paz al país ni contra el narcotráfico. 
Es un contínuum acto de violencia e imposición, ejercido por EEUU donde le convenga.

Unos años después de la invasión, invitado por el Centro de Asistencia Legal Popular (CEALP), estuve visitando la ciudad de Panamá, Colón y otras comunidades, con proyectos de educación popular. Los «yanquis» controlaban el Canal y su zona de influencia. La gente tenía vivo el recuerdo de la invasión. Muchos lloraban a sus muertos recientes. Control y violencia soterrada o a las claras «desde el momento de su llegada al istmo de Panamá», decían. También había gente -hoy sigue habiéndolos- que celebraron la invasión y hablan de los «gringos» como «salvadores». Por unos intereses u otros son cómplices, que contribuyen a borrar la memoria histórica de los hechos, que hoy recordamos. Critican el Tratado Torrijos - Carter de 1977, por el que se ponía fin a la presencia colonial estadounidense en Panamá, después de 96 años y devolvía la soberanía en la «franja canalera». La transferencia definitiva de soberanía, se llevó a cabo el 31 de diciembre de 1999, con el gobierno de Mireya Moscoso.
Noriega fue capturado trece días después de la invasión, fue llevado a EEUU, procesado y condenado a 20 años de prisión, por delito de narcotráfico
Durante los años previos a la invasión, Panamá había caído en una grave situación de violación a los derechos humanos y la deslegitimación de las instituciones del Estado para el ejercicio de un gobierno democrático. Hechos que parece que «conmovieron» a los gobernantes norteamericanos. Sometieron al país a un bloqueo económico, contra el gobierno, que fue contra el pueblo, que ocasionó el sufrimiento de la gente y una crisis económica sin precedentes. Se congeló el flujo bancario, para evitar la fuga de capitales. Durante este tiempo, EEUU negoció el abandono Noriega del poder sin obtener resultados, hasta que palomas y halcones dijeron: los marines están para estas situaciones y actuaron con premeditación, nocturnidad y hasta con alevosía.
Noriega fue capturado trece días después de la invasión, fue llevado a EEUU, procesado y condenado a 20 años de prisión, por delito de narcotráfico. Ahora a sus 80 años, se enfrenta a otra petición de 60 años por homicidios políticos y blanqueo de capitales. En el tiempo de Noriega, se produjeron demasiadas muertes de personalidades políticas que siguen aclararse, como la del presidente Torrijos. Como en otros casos conocidos, Noriega fue un hombre de confianza de la CIA, hasta que decidió ir por libre y le derribaron del poder «por las bravas». Excéntrico dictador, convirtió Panamá en una base para el narcotráfico, el blanqueo de capitales y el contrabando. Todo sigue reflejándose en los altos rascacielos, la mayoría semivacíos, sedes oficiales de los más importantes bancos internacionales, en el distrito financiero de la ciudad de Panamá.
Guillermo Endara, ganador de las elecciones generales del 7 de mayo de 1989, cuyo resultado Noriega había declarado suspendido, prestó juramento como Presidente de Panamá, desde la base militar estadounidense de Fuerte Clayton. Se daba por terminada una dictadura militar iniciada en 1968, desde una base militar estadounidense; todo un ejemplo de democracia e independencia. Comenzaba una democracia vigilada por EEUU, tal y como habían previsto. También quedó abolido el ejército, por si algún panameño tuviera alguna intención de portar armas por o contra la «patria». Lo cierto es que, según Olmedo Beluche, en su libro La verdad sobre las invasión «En una sola noche las tropas norteamericanas asesinaron 100 veces más panameños que en 21 años de régimen militar. En una sola semana se hicieron 100 veces más prisioneros políticos que los que hubo durante los 5 años de régimen norieguista».
«En una sola noche las tropas norteamericanas asesinaron 100 veces más panameños que en 21 años de régimen militar. En una sola semana se hicieron 100 veces más prisioneros políticos que los que hubo durante los 5 años de régimen norieguista»
No podemos creer que los intereses comerciales, económicos o de seguridad del Canal no estuvieran presentes en los análisis elaborados desde el ala oeste de The White House o en la Central Intelligence Agency (CIA) en Langley, cuyo director había sido, precisamente, el invasor presidente Bush padre unos años antes. Sus anhelos y respeto por los derechos humanos, como nos tienen acostumbrados, se tradujeron en vigilancia militar, humillación a la ciudadanía y terror psicológico. Las consecuencias de la invasión: civiles asesinados, desastre económico duradero y caos social. Pasada la transición, todavía persiste una «cláusula de neutralidad», que ha permitido a EEUU «garantizar el libre paso y la seguridad por el Canal», algo que debía haberse eliminado, puesto que significa una auténtica injerencia extranjera en un país, supuestamente libre, por intereses económicos. Ahora el gobierno de Panamá, deberían prestar atención a los negocios de la empresa española Sacyr, que opera en las obras de ampliación del Canal, no vaya a ser que su economía se resienta y se vaya por algún sumidero.
«No fue un uso de la fuerza justo», dice Eytan Gilboa. La invasión podría haberse evitado con una diplomacia efectiva y sincera para evitar la masacre que se produjo.

 Hubo un despliegue de fuerza desproporcionado, excesivos daños y bajas de civiles e incumplimiento de las leyes internacionales de guerra -que ya conocemos lo justas que son-. Veinticinco años después sigue sin haber una cifra oficial de víctimas. El presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, Peter Hakim, asegura que en Panamá fue «la primera vez y quizá la única, en que EEUU ha atribuido a las drogas el motivo de una intervención militar». Pero no fue por esto, sabemos que no fue por esto.


La potencia colonizadora, desató una invasión ilegal y desproporcionada
La potencia colonizadora, desató una invasión ilegal y desproporcionada, mientras los helicópteros sobrevolaban, voceando, exigiendo que los defensores ciudadanos se entregaran. «Nunca olvidaré el acento puertorriqueño de aquella voz, que advertía que debíamos entregar a hermanos, esposo, padre y gente de los batallones». Me contaron que en La Chorrera, distrito de la provincia de Panamá Oeste, hubo muertos y desaparecidos y que los invasores quemaron el cuartel de la policía, persiguieron a sus agentes, así como a los miembros de los «batallones de la dignidad» que se crearon en defensa de Panamá. «Ubicaron una base de patrullaje con tanquetas cerca de mi casa», me contaba Nidia Martínez Torres, abogada, «ciudadana común y corriente», hoy presidenta del CEALP, organización no gubernamental, defensora de los Derechos Humanos, que hoy en su lucha «ni olvida ni perdona».
El presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, ha anunciado que creará una comisión de la verdad, para investigar «todo lo relacionado» con los muertos y desaparecidos durante la invasión, con el objetivo de «sanar las heridas y la reconciliación del país». Un cuarto de siglo después de la invasión, no hay cifras oficiales de las víctimas que provocó. Las ONGs panameñas cifran entre 2.000 y 7.000 muertos, entre soldados de las Fuerzas de Defensa de Panamá y la población civil. El Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos, fijó en 314 militares panameños muertos, 202 civiles y 23 soldados estadounidenses. Naciones Unidas asegura que murieron 500 personas. «Muertos fueron miles y los desplazados, decenas de miles», dice Greg Grandin. Es necesario que resplandezca la verdad, se haga justicia y se repare a las víctimas.

Oficialmente, solo en barrio de El Chorrillo, donde se encontraba el Cuartel Central de Noriega, más de 20.000 personas perdieron sus bienes y pertenencias. La invasión causó daños materiales por la acción militar, una grave crisis económica, desabastecimiento de alimentos y artículos de primera necesidad y un nuevo régimen político. El barrio del Chorrillo, fue destruido casi en su totalidad. Las víctimas exigen que Washington «reconozca la invasión, indemnice al país y diga dónde se encuentran las fosas comunes». También quieren declarar el 20 de diciembre como día de duelo nacional.
La invasión permitió al imperialismo norteamericano, reimplantar el régimen tutelado y oligárquico que imperaba antes del 68. Establecieron bases militares -disfrazadas para combatir las drogas-. Después impusieron acuerdos de seguridad más sutiles. «La invasión hizo posible mediatizar el triunfo de aquel 9 de Enero, con un Título Constitucional y una Ley Orgánica, que convirtió a la Autoridad del Canal de Panamá, en una entidad controlada por la oligarquía, que no luchó por la soberanía y de la que el pueblo quedó excluido, hasta ahora», dice Olmedo Beluche, profesor de sociología de la Universidad de Panamá e integrante del Movimiento Popular Unificado.


El 9 de Enero de 1968, marcó un punto de inflexión, recuperado hoy. Fue una verdadera revolución popular, contra el sueño de riquezas que la oligarquía panameña, que se decía independiente, permitieron el establecimiento de un «protectorado», una colonia norteamericana, que entregó el Canal a EEUU. 
Según Olmedo Beluche, en 1964, eclosionó la experiencia acumulada del pueblo panameño, dirigida por los sectores más combativos, que se enfrentaron a la presencia colonial imperialista. La invasión del 89, precisamente, pretendió retornar a los momentos anteriores a 1968.
Con la invasión se derrocó al régimen militar de Noriega, que se había acercado al poder, mediante un golpe de estado contra el presidente Arnulfo Arias, propiciado por Torrijos
En una noche oscura, aviones fantasmas iluminaron Panamá. La invasión daba comienzo. Transcurridos 25 años desde la penúltima intervención militar de EEUU en América Latina y el Caribe -la última fue en Haití en 1994-, la oscuridad predomina sobre aquellos acontecimientos. Ahora el gobierno panameño pretende darlos luz. Con la invasión se derrocó al régimen militar de Noriega, que se había acercado al poder, mediante un golpe de estado contra el presidente Arnulfo Arias, propiciado por Torrijos. En 1968, Noriega formaba parte de la guardia nacional. Pero la invasión no fue para deponer a un dictador e implantar la democracia, sino para defender los intereses representados en el Canal, los de la oligarquía económica panameña y los geoestratégicos norteamericanos.

EEUU, sigue patrullando las costas del litoral, bajo «supuestos» acuerdos entre Estados, para el control de las drogas. 
Recientemente se ha producido el asesinato de una mujer panameña a manos de un militar norteamericano, protegido por inmunidad diplomática, que le permite ser procesado y juzgado en EEUU, sin que las autoridades panameñas ni los familiares de la víctima, participen como parte del proceso, motivo para cuestionar los hilos del poder que aún mantienen. 
La oscuridad sobre el día de la invasión sigue reinando entre la ciudadanía de bien. Cuando muera, necesitaré «dos ataúdes: uno para mi cuerpo y otro para mi indignación» dice Nidia Martínez Torres.

San Miguelito y la ciudad de Colón fueron bombardeados intensamente, como El Chorrillo, donde se produjeron combates y muertos civiles. Miembros del 
Batallón Panamá 2000 y batallones de la dignidad, así como algunos miembros de las fuerzas de defensas, estuvieron presos, algunos hasta tres meses, «a sol, insultados y humillados». Con mis 25 años de entonces «supe lo que es estar en un estado de sitio y en una guerraNi olvido ni Perdón», dice la presidenta del Centro de Asistencia Legal Popular.

«¿Y ese convoy de muertos refrigerados hacia dónde se dirige? ¿Por qué esta desaparición subrepticia de cadáveres? ¿Qué ocultaban con esta felonía? ¿De verdad creerán que han borrado las huellas del crimen?», dice Manuel Orestes Nieto en su poema Las Huellas, que se recoge en Memoria de la invasión. Preguntas que quedaron sin respuesta y que alguien tendrá que responder algún día. Algunas dan Pedro Rivera y Fernando Martínez en El libro de la invasión, muy recomendable por cierto.

El pueblo panameño sigue sufriendo humillación. Se incumplen los acuerdos sobre «limpieza de las áreas y polígonos contaminados por munición militar», así como sobre las ayudas a las sobrevivientes y familiares de las víctimas, cuyos daños «no han sido reparados, indemnizados y nunca han recibido una disculpa pública». Algo así como en España con la memoria histórica y las víctimas del franquismo. 
Si el 9 de Enero se conmemora la revolución popular, que puso fin a la colonización de la Zona del Canal, la desaparición de las bases militares y el traspaso de la administración a Panamá; el 20 de diciembre ha de ser un día de duelo nacional, por la libertad y la democracia.

Los efectos de la invasión llegan hasta hoy. Ahora con la bonanza económica, como consecuencia de la devolución de la administración del Canal en favor de los intereses panameños. La democracia, la independencia y la libertad, tienen estas cosas: hacen que el bienestar se deje sentir entre la población.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

20 de diciembre: 26 años de la 


invasión Yanki a Panamá (+Fotos)


20.dic.2012 / 12:04 pm / psuv org
Hoy se cumplen 23 años de la criminal invasión Yanqui de los Estados Unidos a Panamá.

La Invasión yanqui a Panamá fue un operativo militar realizado en Panamá por el ejército de Estados Unidos de América en el año 1989, que representó una de las mayores infamias de las muchas perpetradas por el imperio en América Latina y el Caribe.

La invasión estadounidense a Panamá, fue uno de los episodios más desgarradores y traumáticos de toda la historia panameña; sólo comparada con los horrores de la conquista hispana, la Guerra de los Mil Días entre los conservadores y liberales a fines e inicios de los siglos XIX y XX y la matanza de estudiantes por policías y soldados estadounidenses acantonados en la zona del Canal de Panamá el 9 de enero de 1964.

La situación del país fue el preámbulo para que el gobierno de los Estados Unidos montara una estrategia para cambiar de raíz el proceso político del país. Para ello, el general Manuel Antonio Noriega le había proporcionado elementos justificadores para una intervención en el territorio panameño.

Poco a poco Noriega se había convertido en un dictador sumamente astuto, gozaba de un arte muy fino para la conspiración; además de acumular una enorme riqueza producto del negocio ilícito de las drogas. De esta forma, Noriega, antiguo amigo del gobierno norteamericano y agente de la CIA, cae víctima de sus propias conspiraciones y se hace enemigo número uno del gobierno de Estados Unidos.

El gobierno norteamericano, preparó entonces el camino para derrocar a Noriega y desmantelar a las Fuerzas de Defensa. Para ello, contó con el descontento popular y el apoyo de las agrupaciones y partidos políticos oligárquicos y de la alta burguesía. Fueron los grupos económicos dominantes quienes abanderaron las luchas civilistas en contra del régimen de Noriega.

Por sí solos, estos grupos no tenían la credibilidad necesaria entre las masas para acabar con Noriega, pero una campaña bien dirigida por los medios de comunicación estadounidenses, la ayuda financiera que recibieron y el sectarismo de los grupos más allegados al régimen, hizo que precipitadamente la oposición se fortaleciera y la estructura sólida de las Fuerzas de Defensa poco a poco se fuera resquebrajando.

Las actividades militares estadounidenses se intensificaron. Las constantes violaciones del espacio aéreo panameño no eran anunciadas a las autoridades panameñas, por lo que éstas no podían advertir a los norteamericanos sobre los peligros posibles en relación con la aeronavegación civil.

Los incidentes militares eran deliberadamente provocados, George H. W. Bush (padre), en una conferencia de prensa de mediados de mayo, instó a las Fuerzas de Defensa a destituir a Noriega. Y a mediado del mes de junio fuerzas norteamericanas bloquearon el paso en una carretera de uso conjunto, a más de cien parlamentarios, dirigentes políticos y partidarios latinoamericanos.

Para la segunda semana de agosto los incidentes iban en incremento. En esta oportunidad el ejército yanqui detuvo a 29 personas, entre las que se encontraban tres oficiales de las Fuerzas de Defensa, una autoridad civil y cinco periodistas.

Las razones dadas por George H. W. Bush para justificar la invasión fueron, proteger la vida de los ciudadanos norteamericanos que residían en Panamá, defender la democracia y los derechos humanos de los panameños, detener a Noriega para combatir el tráfico de drogas, y defender el tratado Torrijos-Carter sobre el canal.

Causas de la invasión:
La invasión estadounidense a Panamá, bajo el nombre de “Causa Justa”, tuvo como pretexto sacar del poder al gobierno del general Manuel Antonio Noriega y preservar la vida de los norteamericanos en el país. Significó, según expertos, un ensayo para el modelo de guerra total, sin importar el alcance del experimento. Para muchos panameños, la verdadera causa de la intervención fue que este general se había convertido en un “estorbo” para los planes políticos estadounidenses.

El interés estadounidense en Panamá siempre se ha enfocado hacia una cosa: la importancia estratégica del canal. Ha sido crucial para sus operaciones globales, como la penetración capitalista de Latinoamérica y Asia, y su capacidad de desplazar fuerzas militares agresivamente por todas partes del mundo.

Es bien sabido que el gobierno de Estados Unidos le arrebató Panamá a Colombia en 1903. Colonizó la zona del canal y llenó esa área de bases militares para que nadie, ni siquiera el pueblo panameño, pudiera sacarlo; y después de la Segunda Guerra Mundial instaló SOUTHCOM, el centro de comando de espionaje y contrainsurgencia para todo Latinoamérica.

Ante la derrota en Vietnam y la rivalidad con la Unión Soviética, la clase dominante estadounidense decidió cambiar de un control colonial directo del canal a un control neocolonial, a través del gobierno panameño. Pero ya no tenía confianza de que Noriega pudiera seguir siendo el capataz. Apenas diez días antes del traspaso del canal (programado para el 1 de enero de 1990), Estados Unidos invadió y lo sacó.

Los estudios muestran que la administración del entonces presidente George H. W. Bush desplegó para la agresión unos 26 mil efectivos de unidades élite, entre ellas la 82 División Aerotransportada. Otros 12 mil hombres se encontraban dislocados en la extensa red de bases que disponía Washington en territorio panameño, a fin de enfrentar a las Fuerzas de Defensa y los llamados Batallones de la Dignidad. Como complemento, Panamá sirvió de laboratorio para el empleo de armamentos sofisticados del tipo del bombardero “invisible” Stealth F-117, helicópteros del tipo Blackhawk, Apache y Cobra, además de misiles, cañones blindados de fuego rápido.
La mal llamada operación “Causa Justa”, con una elevada cuota de víctimas civiles, evidenció que las acciones tuvieron un objetivo más amplio que el de actuar contra Noriega. Varios analistas sospechan que las verdaderas motivaciones del gobierno estadounidense eran distintas a las proclamadas. 

Fue manipulada para que apareciera como una gran victoria de la Casa Blanca sobre un peligroso enemigo. Incluso, la analista Jane Cramer consideró que esa acción se concibió y ejecutó por razones de política interna en Estados Unidos.

El Partido Alternativa Popular afirmó que a dos décadas del genocidio: “Se ha caído la máscara de supuesta liberación con que los medios de comunicación al servicio del imperialismo han querido cubrir la salvaje y cruenta agresión militar”.

El gobierno de Estados Unidos podría haber eliminado o secuestrado a Noriega, pero la invasión permitió a Bush (padre): “Estar las 24 horas del día en la televisión para demostrar que él era un hombre fuerte y decidido, que era capaz de tomar decisiones”; y de paso, Estados Unidos se presentaba al mundo como la primera potencia tras la caída del Muro de Berlín, ocurrida pocas semanas antes.

Algunas fuentes estiman que la sangrienta intervención dejó como resultado un saldo entre 3.000 y 5.000 muertos como consecuencia de los bombardeos de El Chorrillo, y que aproximadamente 20 mil personas perdieron sus hogares y nunca fueron compensados.

La iglesia católica panameña ha estimado que en la invasión se produjeron 655 muertes por el lado panameño, de los cuales 314 eran militares y 341 eran civiles. Ellos estiman los heridos en 2.007, de los cuales tan sólo 124 eran militares panameños. Sin embargo, los datos recabados por el Instituto de Medicina Legal de Panamá registraron 255 muertos y 93 desaparecidos. De los desaparecidos, 39 corresponden a militares y el resto son civiles. Por su parte, el Comité Panameño de Derechos Humanos contabilizó 556 muertos y 93 desaparecidos. Otros organismos, como la Asociación de Familiares de los Caídos el 20 de diciembre de 1989, consideran que las víctimas deben ser alrededor de 4.000.

Muchos de los muertos fueron incinerados, sepultados en fosas comunes en Panamá y probablemente en bases militares estadounidenses en Centroamérica, sin registros, sin controles, sin humanidad, sin una oración. Las víctimas de esta ofensiva fueron denominadas por el gobierno estadounidense como “daños colaterales” para evitar que la opinión pública del país se volviera en su contra.

Veintitrés años después de haber ocurrido este hecho trascendental de la historia latinoamericana, aún sus consecuencias son manifiestas en la sociedad panameña, sobre todo entre los miles de afectados por las heridas psicológicas y físicas de la guerra. La cifra real de los muertos tal vez nunca se llegue a saber, mientras a nivel oficial y gubernamental no se realice una investigación al respecto.

La invasión Yanki a Panamá es otro de los criminales episodios de la política guerrerista e intervencionista de los gobiernos imperiales de los EEUU, políticas que aun persiste y que tienden a incrementarse en todo el planeta en un intento de escape de la profunda crisis que hoy atraviesa el sistema capitalista mundial. Pero estas intervenciones no han podido doblegar la dignidad y la voluntad de los pueblos que resisten de todas la formas de lucha y que como en el caso de Irak se han convertido en un pantano y un callejón sin salida para los invasores.

Fotos tomadas del portal www.cubadebate.cu

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Marchan en honor a los caídos en la


 invasión EEUU a Panamá


domingo 20 de diciembre de 2015 - 5:15 p.m.
 
El Chorrillo, barrio que fue uno de los más golpeados durante la operación militar que derrocó al general Manuel Antonio Noriega. 
Cientos de panameños participaron en la "marcha negra". Foto|Cedida 
Foto|Cedida
 Cientos de panameños participaron en la "marcha negra".
  • Marchan en honor a los caídos en la invasión EEUU a Panamá
  • Marchan en honor a los caídos en la invasión EEUU a Panamá

Francisco Rodríguez
frodriguez@laestrella.com.pa


Cientos de panameños participaron en la "marcha negra", la cual se realiza en memoria de las víctimas y caídos durante la invasión militar norteamericana a Panamá ocurrida hace 26 años.

El recorrido inició en la Cinta Costera hasta El Chorrillo, barrio que fue uno de los más golpeados durante la operación militar que derrocó al general Manuel Antonio Noriega.

Para la Asociación de Familiares y Amigos de los Caídos del 20 de diciembre de 1989 es importante que los sobrevivientes y parientes reciban una reparación tanto moral como económica.

Que se declare el día 20 de diciembre como día de duelo nacional, es uno de los puntos no negociables para la Asociación, manifestó Oriel Domínguez miembro de la organización.

"Ese día murió mucha gente inocente... Muchos soldados no salieron a defender a Noriega, salieron a defender la patria", recalcó Domínguez.  

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

“Estados Unidos nos invadió porque 


quería abrogar los Tratados”


 
domingo 20 de diciembre de 2015 - 12:00 a.m. El internacionalista presenta una versión diferente sobre los motivos que llevaron al ejercito del Tío Sam a atacar a Panamá 

  Bernie Garrido | La Estrella de Panamá 

Bernie Garrido | La Estrella de Panamá
 
José María Torrijos Legazpi jmtorrijos@laestrella.com.pa 

Hoy hace 26 años, el 20 de diciembre de 1989, el ejército de Estados Unidos (EE.UU.) invadió Panamá. Muchos han catalogado aquel ataque como el más violento y desigual de la historia del Istmo. A pesar de ser uno de los sucesos más importantes del pasado reciente del país, aún hay muchas incógnitas en torno a lo sucedido en aquella fecha. El internacionalista Julio Yao conversa con La Estrella de Panamá sobre este evento y expresa una visión nueva de lo que llevó a EE.UU. a utilizar la violencia en nuestra contra.

¿CÓMO SE DEBE VER LA INVASIÓN, 26 AÑOS DESPUÉS?
Es un hecho muy complejo, que no se ha analizado sistemáticamente de manera integral.

¿NO LO ENTENDEMOS EN SU JUSTA MEDIDA?
No lo entendemos, en gran parte, porque la invasión todavía está bajo el efecto de la percepción que tenemos, en gran parte inculcada y sembrada, tanto a los panameños como a nivel internacional. Buena parte de esa percepción se debe a hechos que no son ciertos.

SI HAY UNA FALSA PERCEPCIÓN, ¿QUÉ ES LO QUE NO CONOCEMOS?
Lo que no se ve es la mano oculta. La verdadera razón de la invasión reposa en documentos que aún siguen siendo clasificados. Yo tengo uno de esos documentos y puedo hablar de él.

SE NOS HA DICHO QUE LA INVASIÓN FUE PORQUE HABÍA QUE SACAR A MANUEL ANTONIO NORIEGA DEL PODER...
No es cierto. Sacar a Noriega era un pretexto, el verdadero objetivo era abrogar los Tratados Torrijos-Carter para que Estados Unidos mantuviera el control del Canal por mucho tiempo, aún después del año 2000. También, para plantar las bases de una política exterior que fuera más afín a los intereses de Estados Unidos.

¿LOS TRATADOS TORRIJOS-CARTER FUERON UN ERROR DEL QUE ESTADOS UNIDOS SE ARREPIENTE?
La mayor parte de los investigadores, quizás todos, coinciden en que la invasión fue un error. Voy a mencionar dos altos funcionarios estadounidenses: Fred Woerner, quien fue jefe del Comando Sur. Él se opuso totalmente a la invasión y a las provocaciones a las Fuerzas de Defensa. Él dijo que nada de eso era necesario. Como se opuso, lo sacaron del poder. El otro funcionario es Vernon Walters, embajador de Estados Unidos ante las Naciones Unidas. Él le dijo al presidente George Bush que estaba en contra de todo lo que se estaba haciendo contra Panamá y Noriega, que no eran acciones necesarias. Mientras él hablaba con Bush para que no tomara acciones, un grupo de panameños fueron al Congreso a pedir la invasión.

DICE QUE ESTADOS UNIDOS QUERÍA REVERTIR LOS TRATADOS. ¿EL MUNDO LO HUBIERA PERMITIDO?
La grandes potencias, Estados Unidos en concreto, hacen lo que les da la gana. Ellos querían abrogar los tratados completamente. Incluso se lo pidieron a Omar Torrijos, pero como se negó a eso y a cortar relaciones con los japoneses, lo mataron, dice John Perkins en su libro ‘Confesiones de un sicario económico'.

¿CUÁL ERA EL MIEDO DE ESTADOS UNIDOS CON JAPÓN?

En esa época eran la segunda potencia del mundo, en ese momento, con posibilidades de ser la primera gran potencia, según Estados Unidos, en un periodo de 20 años después de 1986 según el documento en mi poder y el que dice por qué había que desestabilizar a Panamá. Japón había negociado con Torrijos, y luego con Noriega, hacer un canal a nivel o estudiar qué otra alternativa era mejor.

JAPÓN QUERÍA CONSTRUIR OTRO CANAL, ENTONCES...
Estaban interesados en un nuevo Canal o en una transformación para aumentar la demanda.

¿NORIEGA FUE UN CHIVO EXPIATORIO?
Noriega fue un chivo expiatorio para la geopolítica estadounidense en relación con los llamados ‘intereses vitales de Estados Unidos'.

¿POR ESO NORIEGA ES EL ÚNICO QUE HA SIDO CONDENADO?
Cada uno tendrá que resolver sus responsabilidades legales, si aún están pendientes.

QUE SOLO ÉL ESTÉ PAGANDO, ¿ES ALGO PLANEADO?

¡Sí! Henry Kissinger decía que para resolver un problema, había que crearlo primero. El problema no existía, porque Noriega no era problema para Estados Unidos. Noriega era muy amigo de los Estados Unidos. El problema lo crearon a raíz de sus intereses, porque se metió la guerra en Centroamérica y el Congreso prohibió ayudar a la contra y hubo que utilizar métodos encubiertos. Quisieron involucrar a Noriega y él se negó. Eso fue lo que pasó: como se negó, lo amenazaron y le dijeron que tenía que atenerse a las consecuencias.

¿NORIEGA SABÍA QUE VENÍA LA MASACRE?
Noriega sabía que iba a haber una presión muy grande; pero ignoraba que los estadounidenses se decidirían a invadir. Los documentos que tengo no hablan de invadir, hablan de sacar a Noriega, poder abrogar los Tratados, y mantener buenas relaciones con las Fuerzas de Defensa, eso es lo que dicen. Querían abrogar unos tratados firmados de forma tan solemne ante los ojos del mundo a través de una invasión. Eso es completamente ilegal.

¿Y POR QUÉ JAPÓN NO REACCIONÓ ANTE TODO ESTO?
Hay que recordar que Japón tiene acuerdos de seguridad con Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. No pueden tener ejército ni hacer la guerra, aunque tienen autodefensas que les da cierto poderío militar. Los estadounidenses presionaron fuertemente a los japoneses para que se separaran de Panamá (primero de Torrijos y luego de Noriega, ya que ambos tenían la misma línea sobre el rol que debían jugar los japoneses). Ni Torrijos ni Noriega querían quedar, otra vez, bajo la dependencia de Estados Unidos y querían hacerles un contrapeso.

ESTAS TEORÍAS, EL ROL DE JAPÓN, ¿SON CONOCIDAS POR LA GENTE?

Lo de Japón no se conoce mucho.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE CONOCER ESTOS HECHOS?

La historia es lo más importante, es lo que te guía hacia el futuro. Si no sabes de dónde vienes, no sabes hacia dónde vas. Más que la historia hay que saber la verdad. La verdad se divide en mi verdad, tu verdad y la verdad. Se debe buscar una aproximación lo más coherentemente posible de lo que sucedió.

LA VERDAD QUE SE CONOCE ¿CUÁL ES?
La impuesta por los Estados Unidos.

¿NORIEGA SE ATREVERÁ, EN ALGÚN MOMENTO, A DECIR LO QUE SABE?
En las memorias del general Noriega hay una cita de Lao Tse que dice lo siguiente: ‘Los que saben, callan; los que hablan, no saben'. Eso lo resume todo: Noriega sabe mucho, aunque quizás no todo. Hace poco pidió perdón, sin especificar por qué.

¿ESE SILENCIO LO MANTIENE CON VIDA?
A él lo mantienen con vida varias cosas: Es un hombre fuerte, mental y emocionalmente.

¿NO SERÍA PELIGROSO QUE ÉL EMPEZARA A HABLAR?
Pero no lo ha hecho. No conozco mucho la filosofía de los militares, pero he escuchado que a veces tienen un código de silencio.

¿QUIÉN MÁS, APARTE DE NORIEGA, DEBE HABLAR Y NO LO HA HECHO?
Los que todavía están vivos y estuvieron cortejando a los Estados Unidos, los que saben que hicieron cosas malas. Si Noriega pidió perdón, muchos otros deben pedirlo.

LAS VÍCTIMAS DE LA INVASIÓN AÚN SE DESCONOCEN...
Una vez el exprocurador de Estados Unidos, Ramsey Clark, dijo que en Panamá había entre 4 mil y 7 mil muertos. Nadie sabe la cifra exacta. Yo conduje una investigación de varios años, y sé que fueron varios miles. 
Si son 4 mil como dice Clark, es demasiado para un país tan pequeño que no tenía ejército ni fuerza aérea ni un radar. Ese es un crimen de lesa humanidad superior a cualquier otro ocurrido en el mundo (Vietnam, Irak, etc.). El mundo ha callado por hipocresía, temor, y por la gran manipulación mediática internacional. Los gringos en esto son muy eficientes, tienen un control mediático muy eficiente.
==========
‘[La invasión] es un crimen de lesa humanidad superior a cualquier otro ocurrido en el mundo (Vietnam, Irak, etc.). El mundo ha callado por hipocresía, por temor y por la gran manipulación mediática'.

Estados Unidos invade Panamá En enero de 1989 asumió la presidencia de los Estados Unidos el republicano conservador George Herbert Walker Bush. Sucedía al actor Ronald Reagan, pero no cambiaba en ningún sentido la orientación del gobierno. De hecho, Bush había sido el vicepresidente en los ocho años anteriores. Reagan y Bush gobernaron durante los años finales de la Guerra Fría, que desembocaría en 1991 en la disolución de la URSS, llevando al país a una política que -junto con el giro conservador de varios gobiernos europeos, incluido el británico- caracterizada como “revolución neoconservadora”

Este nuevo “consenso” logrado por la derecha norteamericana había incluso alcanzado al ala liberal del Partido Demócrata. Al licuarse el contrapeso ejercido por el bloque soviético en la política internacional, Estados Unidos desarrolló una política dedicada a consolidar el dominio mundial de la posguerra fría. Panamá sería en una de sus primeras víctimas. 

Durante los ‘80, la potencia del norte había desarrollado las denominadas guerras de “baja intensidad” en países del Caribe. Éstas se destacaban por la provocación de sucesivas y pequeñas crisis artificiales, con fines desestabilizadores. Pero el 20 de diciembre de 1989, sin ningún tipo de eufemismos ni encubrimientos, las fuerzas armadas norteamericanas invadieron Panamá. Bajo la acusación de que el general Manuel Antonio Noriega, jefe de las Fuerzas de Defensa panameñas, estaba vinculado al narcotráfico internacional, veinte mil soldados, apoyados por buques y aviones, ocuparon el territorio de aquel país. 

Según el Instituto de Geociencias de la Universidad de Panamá, la primera bomba estalló a las 12.46 hs del mediodía. A la medianoche, habían sido 422 las explosiones registradas en el perímetro de la capital. Una bomba cada dos minutos. Las tropas invasoras avasallaron pueblos enteros, masacraron a más de tres mil panameños  e instalaron al gobierno títere del “civilista” Guillermo Endara, quien juró su cargo ante la presencia del general Thurman, jefe del Comando Sur. Entonces, la Organización de Estados Americanos se limitó a “deplorar” la brutal intervención y a “exhortar” al retiro militar. 

La invasión puso fin al gobierno de Noriega, iniciado por un golpe de estado meses antes de este hecho, en mayo de 1989, y Estados Unidos retomó el control del istmo panameño. Recordamos la fecha de este aniversario con las palabras del historiador Howard Zinn, uno de los pocos intelectuales estadounidenses que se animaron a criticar la política exterior de su país.


Fuente: Howard Zinn, La otra historia de los Estados Unidos, Editorial de Ciencias Sociales, La Haban, 2006, pp.432-433.

“El presidente de la Junta de Estado Mayor, Colin Powell, dijo lo siguiente: ‘Quiero que el resto del mundo se muera de miedo. Y no lo digo de manera agresiva’. Para probar que la gigantesca institución militar todavía era necesaria, la admnistración Bush emprendió, durante su mandato de cuatro años, dos guerras: una pequeñita, contra Panamá, y otra masiva, contra Irak. 
El dictador de Panamá, el general Manuel Noriega, era corrupto, brutal y autoritario, pero el presidente Reagan y el vicepresidente Bush pasaron por alto ese dato porque Noriega cooperaba con la CIA en muchas facetas. 
Sin embargo, en 1987, Noriega dejó de ser útil, sus actividades en el tráfico de narcóticos estaban al descubierto y se convirtió en un objetivo ideal para que la administración Bush demostrara que Estados Unidos -potencia que parecía no poder destruir el régimen de Castro, ni a los sandinistas ni al movimiento revolucionario de El Salvador- todavía mantenía su predominio en la zona del Caribe.

 En diciembre de 1989, Estados Unidos invadió Panamá, con 26.000 soldados, con el pretexto de que quería llevar a juicio a Noriega por tráfico de drogas. También dijo que era necesario proteger a los ciudadanos estadounidenses.

 (...) En el poder se instaló un nuevo presidente, aliado de los Estados Unidos; pero la pobreza y el desempleo continuaron y en 1992 elNew York Times informó que la invasión y la destitución de Noriega ‘fracasaron en su intento de poner fin al tráfico de narcóticos ilegales en Panamá. Sin embargo, Estados Unidos tuvo éxito en uno de sus objetivos: el restablecimiento de su fuerte influencia sobre Panamá. Los demócratas liberales (...) aprobaron la acción militar. Los demócratas estaban siendo fieles a su papel histórico de apoyar intervenciones militares y ansiosos por mostrar que la política exterior era bipartidista. 
Los demócratas estaban dispuestos a demostrar que eran tan duros (o tan despiadados) como los republicanos. Pero la operación Panamá fue de una escala demasiado limitada para conseguir lo que tanto querían las administraciones de Reagan y Bush: vencer el aborrecimiento que sentía el pueblo americano -desde los tiempos de Vietnam- por las intervenciones militares en el extranjero. Dos años más tarde, la guerra del Golfo contra irak les proporcionó esa oportunidad...

Howard Zinn
Fuente: www.elhistoriador.com.ar

A 26 años de la Invasión a Panamá

Redacción Web/ día a dia / El País

Cada 20 de diciembre en Panamá se conmemora el recuerdo de los hechos del año 1989 conocido como la “invasión”, un operativo militar realizado por el ejército de los Estados Unidos al Istmo.

El propósito de la invasión al territorio panameño era la capturar del general Manuel Antonio Noriega, mejor conocido como el ex hombre fuerte Panamá. Noriega era requerido por la justicia estadounidense acusado del delito de narcotráfico, así como neutralizar las Fuerzas de Defensa de Panamá, milicia bajo las órdenes de Noriega.

Cabe destacar que dicho operativo que oscureció la navidad de cientos de panameños fue denominado Operación Causa Justa por el comando militar de los E.E.U.U.

**Antecedentes a la Invasión
Recordamos que el 7 de mayo de 1989 tuvieron lugar las elecciones presidencialesentre Guillermo Endara quien era el candidato de la oposición al régimen militar,y Guillermo Endara, y Carlos Duque Jaén, el candidato de la nómina de la Coalición de Liberación Nacional (COLINA), respaldado por el régimen dictatorial de Manuel Antonio Noriega. En dichas elecciones Endara Galimany venció con un triunfo arrasador, pero al presentarse los resultados de la votación, Noriega impartió instrucciones al Tribunal Electoral (TE), de declarar suspendidos los comicios electorales.

En septiembre de ese mismo año, se designó como encargado del ejecutivo al ingeniero Francisco Rodríguez, allegado a Noriega, en vez de Endara Galimany , quien había sido el vencedor por elección popular. Además en ese mismo periodo se suspendió la constitución.

Al mes siguiente, fuerzas rebeldes dirigidas por el mayor Moisés Giroldi Vera, tomaron el cuartel central y retuvieron a Noriega. Giroldi, jefe de la compañía de fusileros responsable de la seguridad de la Comandancia, había abortado ya un intento golpista contra Noriega y ello le valió ser ascendido al rango de mayor, pero su intento de deponer a Noriega fracasó ya que el helicóptero enviado por las fuerzas armadas de los Estados Unidos no llegó.

Pedían su muerte y hubo rebelión 
La situación se tornó más confusa cuando sus compañeros pedían su anuencia para dar muerte a Noriega, lo que dio tiempo para que la rebelión fuera sofocada por fuerzas leales a Noriega. Giroldi y todos los hombres que lo respaldaron en su acción fueron fusilados por instrucciones directas del exgeneral Noriega.

El 15 de diciembre de 1989, la Asamblea Legislativa de aquel entonces, otorgó poderes especiales a Noriega designándolo Jefe del Gabinete de Guerra, mientras que declaraba a la República de Panamá en estado de guerra contra los Estados Unidos.

Para el 20 de diciembre de ese año el presidente de Estados Unidos, George H. W. Bush, autorizó la operación militar denominada Causa Justa; en la que él justificaba el ataque a Panamá bajo las siguientes causas:
Según Bush la invasión al país era proteger la vida de los ciudadanos estadounidenses que residían en el territorio panameño, también defender la democracia y los derechos humanos en Panamá. Además de detener a Noriega para enfrentar delitos de tráfico de drogas y respaldar el cumplimiento del Tratado Torrijos-Carter el cual legalizaba la presencia militar en el istmo.

26 mil soldados en tierras canaleras
Para la noche del 20 de diciembre de 1989 los estadounidenses dispusieron de 26.000 soldados de las unidades de elite, de los comandos navales, del ejército y la 82.ª División Aerotransportada para invadir las tierras canaleras.

Mientras que las Fuerzas de Defensa Panameña sumaban apenas 12.000 efectivos y el país disponía de una mínima fuerza aérea.

Dos días antes del ataque estadounidense, un soldado americano fue abatido cuando traspasó un retén frente al Cuartel Central de la Guardia Nacional, lo que fue considerado como el detonante del conflicto armado.

Para la madrugada del 20 de diciembre de 1989 se realizó un bombardeo de múltiples instalaciones políticas y militares, el objetivo anular cualquier respuesta del ejército panameño.

El bombardeo destruiría aeropuertos y bases militares como el Aeropuerto Marcos A. Gelabert en Punta Paitilla, el Cuartel Central en el barrio de El Chorrillo, el Cuartel de Tinajitas, el Cuartel de Panamá Viejo, el Cuartel de Los Pumas, la base militar de Río Hato, donde funcionaba el instituto militar Tomás Herrera, que no era en realidad una escuela de formación castrense o la Base Naval de Coco Solo.

Se utilizaron armamentos de última generación
En dicha operación la Fuerza Aérea de los Estados Unidos probo un armamento de última generación, como los bombarderos furtivos F-117 Nighthawk o los helicópteros de combate AH-64 Apache contra un ejército muy poco equipado las Fuerzas de Defensa Panameña.

El hecho produjo la muerte de civiles, pues los cargamentos de Estados Unidos había alcanzado edificios no militares. El ingreso de los soldados estadounidenses al barrio El Chorrillo, fue desastroso pues fue incendiado y masacrado.

No hubo ninguna declaración de guerra por parte de Panamá y la acción fue condenada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y por la Organización de los Estados Americanos (OEA).

La operación duró pocos días ante la superioridad del ejército ocupante y la poca resistencia encontrada. Noriega logró escapar y buscó asilo en la Nunciatura Apostólica. Posteriormente, se entregaría a las fuerzas de ocupación y sería puesto bajo arresto.

Días siguientes mientras los estadounidenses bombardeaban distintos puntos de la capital panameña, Endara fue juramentado como Presidente Constitucional de Panamá, en una ceremonia realizada dentro de una base militar de Estados Unidos, ubicada en la Zona del Canal.

En los días siguientes a la intervención, debido a la ausencia policial y ante la pasividad de las tropas estadounidenses, se produjeron en varias ciudades saqueos y actos de vandálicos.

*** Consecuencias de la Invasión a Panamá

La invasión a Panamá causo impacto humano, pues según fuentes nacionales panameñas, instituciones sociales, organismos gubernamentales y sociedad civil, existen estimaciones de que hubo casi unas 3 000 víctimas fatales entre soldados de las Fuerzas de Defensa de Panamá y población civil. Sin embargo, no existe una cifra oficial de todos los caídos de aquel 20 de diciembre.

Según la prensa internacional el saldo de muertos en El Chorrillo a causa de invasión fue de 300 a 600 fallecidos. En El Chorrillo, se encontraba ubicado La Comandancia o Cuartel Central de las Fuerzas de Defensa y las oficinas del General Noriega.
Más de 20,000 personas perdieron sus bienes y pertenencias, solicitando compensaciones por parte del gobierno de los Estados Unidos.

Las cifras que nunca han sido validadas

El Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos reportó la muerte de 314 militares panameños, 202 civiles de la misma nacionalidad y 23 soldados estadounidenses. De acuerdo con el periodista Bob Woodwards y la cadena de televisión CBS serían un total de 450 panameños los que murieron durante el conflicto cifra que para los panameños es falsa.

La economía panameña sufrió un revés negativo a causa de la invasión, pues los daños materiales por la acción militar y las acciones de saqueo al comercio en general por parte de la población panameña que temía por un desabastecimiento de alimentos y artículos de primera necesidad llevó al país cuesta bajo.

Siendo la Policía un componente de las Fuerzas de Defensa, se dejó sin autoridad policial a la ciudad de Panamá, permitiendo el ataque a edificios públicos, escuelas, comercios y hasta viviendas particulares, por parte de delincuentes comunes, hasta que se restauró la fuerza policial.

***El fin de la dictadura y los cargos contra Noriega 
Endara, ganador de las elecciones generales del 7 de mayo de 1989, prestó juramento como Presidente de Panamá desde la base militar estadounidense de Fuerte Clayton, dando por terminada la dictadura militar iniciada en 1968 y llevando al país a elecciones democráticas, ejercidas hasta el presente.


Por medio de reformas constitucionales, Panamá declara abolido su ejército. El viernes 31 de diciembre de 1999, en fiel cumplimiento a los Tratado Torrijos-Carter, se produce la salida del último soldado estadounidense de territorio panameño y la reversión del territorio de la Zona del Canal a la soberanía de la República de Panamá.

Noriega fue llevado a Estados Unidos, y el 16 de septiembre de 1992, fue condenado a 40 años de prisión, que luego fue reducida a 30 años. Fue enjuiciado por el delito de narcotráfico.También en Panamá fue juzgado en ausencia y condenado a 15 años por el asesinato de Hugo Spadafora, 20 años por la Masacre de Albrook y el fusilamiento de miembros de las Fuerzas de Defensa de Panamá, 20 años por la ejecución de Moisés Giroldi, 5 años por delito contra la libertad individual de Humberto Macea y 18 meses por corrupción de funcionarios.

La estadía de Noriega en Francia
El 26 de abril de 2010, la Secretaria de Estado de los Estados Unidos Hillary Clinton aprobó la extradición de Noriega a Francia; poco después la orden fue ejecutada y Noriega fue embarcado por alguaciles federales en un avión que debía partir con rumbo a Francia.

Para las 12 del medio del 27 de abril de ese mismo año el vuelo AF695 de Air France, aterrizó en el aeropuerto Charles de Gaulle, de París, transportando al ex dictador panameño. Luego Noriega fue encarcelado en la Prison de la Santé, en París. Noriega fue condenado el 7 de julio de 2010 por la justicia francesa a siete años de cárcel por blanquear dinero del narcotráfico.

Noriega arribó Panamá el domingo 11 diciembre de 2011, en un vuelo comercial de la Aerolinía Iberia desde Madrid hasta el Aeropuerto Internacional de Tocumen. Fue traslado desde la terminal aérea hasta el centro penal en el que fue recluido, luego se le trasladó al Centro Penitenciario El Renacer para detenidos de escasa peligrosidad, por tratarse de un reo que tiene condiciones especiales.

Noriega fue el producto de una junta militar liderada por el General Omar Torrijos que derrocó al gobierno panameño en 1968. Noriega había sido una pieza clave para que Torrijos pudiera sobrevivir a su propio golpe en 1969. Tal lealtad fue recompensada y, finalmente, él llegó a la comandancia de las fuerzas militares de Panamá en 1983.
Al cumplirse un año más de aquel episodio oscuro los panameños siguen esperando que el 20 de diciembre sea declarado día de duelo nacional. 

Así los recordarán en este día
Hoy el gobierno nacional honrará oficialmente a los caídos de la invasión estadounidense encabezado por la Vicepresidenta y Canciller Isabel de Saint Malo de Alvarado quien estará acompañada de Ministros e invitados especiales.

Los actos inician desde las 7:30 de la mañana en el cementerio Jardín de Paz, con la colocación de una ofrenda floral por parte de la jefa de la diplomacia panameña.

La invocación religiosa estará a cargo de Monseñor José Domingo Ulloa, Obispo de Panamá, y le seguirá un representativo acto cultural, que cerrará con las palabras de Trinidad Ayola, presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos de Víctimas del 20 de Diciembre de 1989.

Los presentes guardarán un minuto de silencio en memoria de las víctimas de estos sucesos y el acto culminará con las notas del himno nacional.

Tarea pendiente del gobierno
Hace un año, el Presidente Juan Carlos Varela Rodríguez se convirtió en el primer mandatario en honrar oficialmente a los caídos en la invasión estadounidense de 1989, designando a la Vicepresidenta y Canciller como responsable de ejercer la impostergable tarea de preservar la memoria histórica sobre lo acontecido el 20 de diciembre, para lograr así la merecida reconciliación nacional.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
Memoria colectiva

26 años de la invasión de EEUU a 


Panamá y la verdad sigue


 desaparecida


viernes 19 de diciembre de 2014 Este 20 de diciembre se cumplen 25 años de la XIX intervención armada de Estados Unidos en Panamá. Después de todo este tiempo, la verdad sigue siendo la principal víctima de la invasión que terminó con cientos de vidas y supuso un trauma sin evaluar en la sociedad panameña. Hoy, más que nunca, es tiempo de hacer memoria y de seguir construyendo un relato veraz y digno de lo acontecido.

Por Otramérica / CEE-Panamá 
Panamá amaneció el 20 de diciembre de 1989 con una situación paradójica. La potencia colonizadora, atrincherada en la Zona del Canal, desataba una invasión ilegal y desproporcionada en la que unos 24.000 soldados estadounidenses se tomaron el país, con el apoyo de helicópteros artillados y tanques, paracaidistas, infantes e infantes de marina. En las primeras 12 horas de la invasión, que comenzó pasada la media noche, cayó una bomba cada dos minutos. El barrio de la capital más afectado fue El Chorrillo, donde estaba el cuartel general del Ejército panameño, y sus muertos siguen esperando un proceso serio de verdad, justica y reparación.

Mientras los medios de comunicación convencionales en Panamá celebran el aniversario con lugares comunes o con la personificación del mal en el Manuel Antonio Noriega, mientras se diluye en el olvido la responsabilidad del úncio agresor (Estados Unidos), mientras el silencio del ruido se hace espacio en los libros de Historia oficiales, queremos recordar que el olvido no borra la verdad, solo la oculta.

Olmedo Beluche, en el libro La verdad sobre las invasión, escribe: “En una sola noche las tropas norteamericanas asesinaron 100 veces más panameños que 21 años de régimen militar. En una sola semana se hicieron 100 veces más prisioneros políticos que los que hubo durante los 5 años de régimen norieguista.  Según lo reconoce el mismo Comando Sur, aquí se mataron centenares de civiles inocentes que no estaban en combate. Se ultimó a soldados y personas que estaban prisioneras. Murieron niños y mujeres embarazadas. Hay que denunciar también el trauma psicológico vivido esa noche por miles de personas, especialmente los niños de El Chorrillo. Nada de lo dicho aquí  implica una defensa del general Noriega y sus métodos antidemocráticos, pero sí queda claro que, quienes fueron sus aliados por muchos años (durante más de una década estuvo en la planilla de la CIA) son mucho más perversos e hipócritas”.

El Centro de Estudios Estratégicos de Panamá (CEE-Panamá) fue una de las pocas organizaciones independientes y civiles que hizo un censo de víctimas. Hoy, 25 años después, desde el CEE-Panamá se hacen algunas puntualizaciones:

  • El Sismógrafo de la Universidad de Panamá registró la primera bomba a las 00.46 hrs. En las 14 horas siguientes, antes que dejara de funcionar, registró 417 bombas: una cada 2 minutos.

  • En Diciembre de 1989, el Instituto de Medicina Legal, dependiente del Ministerio de Gobierno y Justicia reportó 345 víctimas mortales y las clasificó así: 155 civiles (132 hombres, 17 mujeres, 6 infantes), 65 militares, 16 carbonizados y 16 desconocidos. De esos 345, 308 fueron muertos en la Ciudad de Panamá, 34 en la de Colón y 3 en Río Hato.No divulgaron los nombres.

  • El 11 de Enero de 1990, el mismo Instituto de Medicina Legal aumentó la cifra a 516 víctimas: 314 militares y 202 civiles. No divulgaron los nombres.

  • Esa misma semana, el Arzobispo de Panamá afirmó en la Misa Campal celebrada en el Centro Comercial El Dorado que la Invasión debería recordarse como una liberación (sic).

  • El 28 de Enero de 1990, el cura párroco de la Iglesia Nuestra Señora de Fátima en El Chorrillo, declaró al periódico Panorama Católico, propiedad de la Curia: ”según mi conocimiento, a los muertos anunciados – no indicaron por quiénes - hay que añadir 18 personas más. Con estos números subirían a 673 los panameños muertos en la Invasión”. No divulgaron los nombres.

  • De los 9 miembros principales del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa (1 General, 1 Coronel y 7 Tenientes Coroneles), ninguno fue muerto ni herido. Todos los muertos fueron tropa: soldados, cabos, sargentos y un (1) teniente.

  • Precediendo el Listado de Víctimas que se publica a continuación, el CEE-Panamá hacía un llamado a “aquellas personas y organismos en cuyas manos o a cuyo alcance esté el poder ayudar a construir esta Verdad Nacional, Histórica, de indudable importancia para el Pueblo Panameño y su Dignidad”.

  • Nos referíamos a tres fuentes principales: el Comando Sur de los Estados Unidos (USSOUTHCOM), la Dirección del Partido Demócrata Cristiano que controlaba el Ministerio de Gobierno y Justicia y la Jerarquía de la Iglesia Católica. El llamado fue y sigue siendo ignorado.

  • El mismo día de la publicación, el CEE-Panamá contrató una sala en el Hotel Ejecutivo y Diógenes de la Rosa, Thelma King y Carmen Miró presentaron y comentaron extensamente el Listado. Sólo algunos medios de prensa extranjeros acudieron a la invitación que a todos se les hizo.

  • En aquella ocasión, también llamamos a Familiares, Amigos, Vecinos, Conocidos y Compañeros de Trabajo de las Víctimas mortales para completar estas Listas porque sabemos que sólo el Pueblo consciente es capaz de construir su propia Verdad.

  • El 25 de Septiembre de 2014, en el estreno de la película Invasión, dirigida por el cineasta panameño Abner Benaim, el Sr. Solís, trabajador de la Morgue desde aquellos días de Diciembre 1989-Enero 1990 declaró que en la Bitácora que se llevaba en la Morgue, la Lista de Víctimas mortales ya superaba los ochocientos (800) nombres, antes de que las páginas fueran arrancadas y desaparecidas por las autoridades del momento. Que sepamos es la primera vez que públicamente, una fuente directa y a nuestro juicio confiable, ofrece una cifra cónsona con la Investigación que en su momento desarrollamos en el CEE-Panamá.

Ante ello, hacemos un nuevo llamado para que cualquier información que amplíe, precise o corrija éste Listado Parcial, que reproducimos a continuación, la hagan llegar a las siguientes direcciones:
Coordinadora Popular de los Derechos Humanos de Panamá (COPODEHUPA)
y/o
Centro de Estudios Estratégicos (CEE-Panamá)

LISTADO PARCIAL de las VÍCTIMAS de la DÉCIMONOVENA (XIX) INTERVENCIÓN ARMADA de los ESTADOS UNIDOS a PANAMÁ. 20 de DICIEMBRE, 1989.
Tal como fue publicado el Lunes 26 de Octubre de 1992 como Aviso Pagado a Página Completa en los periódicos
La Estrella de Panamá, El Panamá-América, Crítica, La Prensa y El Siglo.
A la fecha sigue siendo la única divulgada masivamente. 

Este Listado de Víctimas, elaborado por el Centro de Estudios Estratégicos (CEE-Panamá) sobre la base de listas, testimonios, entrevistas y trabajo de campo, es Parcial, Incompleto y, seguramente, no exento de errores. A casi tres años de la última Intervención Armada de los Estados Unidos en Panamá – la Decimonovena (XIX) -, el Pueblo Panameño no dispone de una Lista de Víctimas.
Originados en las disímiles posiciones en torno a la Invasión de 1989, varios factores e intereses concurren para ello. Por una parte, el interés del Gobierno de los Estados Unido por minimizar el número de Víctimas.

Coincidentemente con esto, el interés del propio Gobierno Panameño en lo mismo.
 Por otra parte – y ya en el terreno de los Derechos Humanos – el interés de algunos organismos en minimizar o maximizar el número de Víctimas sin ofrecer Prueba Documental – al menos una Lista Pública – de sus afirmaciones.

Por último, los intereses de algunos sectores por unificar y asimilar – con un concepto erróneo e interesadamente amplio -, las violaciones a, los Derechos Humanos cometidas desde el Golpe de Estado (Interno) de 1968 hasta la Invasión (Extranjera) de 1989.

El resultado, en la práctica, ha sido la construcción de un eficiente CERCO INFORMATIVO en torno a las Víctimas de la Invasión.
Consideramos que sólo el Pueblo construye su Verdad.
Consideramos que los Costos Humanos de la Invasión no son un problema cuantitativo sino Cualitativo, Ético, Moral.

No hace a lo esencial que el número sea mayor o menor.
Hace a lo esencial el hecho de que los intereses de quienes propiciaron, ejecutaron y apoyaron la Invasión, le costaron al Pueblo panameño un número plural de sus hijos, muertos por la acción de un Gobierno extranjero.

Hacemos un llamado al Pueblo Panameño para que – próximos al 
Tercer Aniversario de la Invasión – construyamos NUESTRA VERDAD respecto a sus verdaderos Costos Humanos.

Nuestro llamado va dirigido a los Familiares, Amigos, Vecinos, Conocidos y Compañeros de Trabajo de las Víctimas.

 Nuestro llamado también va dirigido a aquellas personas y organismos en cuyas manos o a cuyo alcance esté el poder ayudar a construir esta VERDAD NACIONAL, HISTÓRICA, de indudable importancia para el Pueblo Panameño y su DIGNIDAD.

 Que ésta, NUESTRA VERDAD NACIONAL, sea un Homenaje a panameños muertos en su propio País por el Gobierno de los Estados Unidos que ejecutó una Invasión para defender intereses – propios y locales  - que no tienen relación con los Intereses Nacionales del Pueblo Panameño. 

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO


Panamá: La invasión y las falacias históricas


Por Olmedo Beluche
Kaos en la Red - Publicado en: 20 diciembre, 2015

Las fuentes de esas falacias provienen de dos sectores contrapuestos: la oligarquía proimperialista, para quienes la invasión fue la “restauración de la democracia”; la otra la constituyen sectores del PRD y el régimen militar, que intentan adornar el noriegato con luces antiimperialistas falsas.

http://kaosenlared.net/wp-content/uploads/2015/12/12390843_992046654167108_5511234463123239600_n.jpg
Sobre las razones de la invasión norteamericana contra Panamá, el 20 de Diciembre de 1989, al igual que sobre otras coyunturas políticas importantes, como la separación de Colombia en 1903, empiezan a tejerse una serie de falacias históricas mediante las cuales algunos sectores políticos quieren falsear su pasado dándole una envoltura heroica que no tuvieron. Las fuentes de esas falacias provienen de dos sectores contrapuestos: la oligarquía proimperialista y sus medios de comunicación, para quienes la invasión fue la “restauración de la democracia” perdida en 1968; la otra la constituyen sectores del Partido Revolucionario Democrático y el régimen militar, que intentan adornar el noriegato con unas luces antiimperialistas que no tuvo.

El régimen previo al 68 no fue democrático, como no lo es el actual
La corriente ideológica principal, idealiza al régimen político previo a 1968 presentándolo como una supuesta “democracia” interrumpida por un régimen militar odioso y odiado. La invasión del 89 se habría llevado al dictador y habría restaurado la democracia, según esa versión. La exaltación del régimen previo al golpe del 11 de octubre va de la mano con la supuesta democracia con que se describe al régimen post-invasión.

Cualquiera que escarbe un poco en los libros de historia y los diarios de la época puede darse cuenta que el régimen político panameño, anterior a 1968, aunque tenía elecciones periódicas como el actual, estaba compuesto por una corrupta institucionalidad al servicio de unas cuantas familias oligárquicas, serviles de los intereses norteamericanos, que decidían en el Club Unión la sucesiones presidenciales y las curules de diputados. Clase social que coqueteaba desde 1903 con la colonia zoneíta y que había intentado imponer los Tratado Tres en Uno.

Una oligarquía que había apoyado todos los fraudes electorales del Partido Liberal, hasta que Robles postuló a David Samudio, que pretendía una tímida reforma fiscal para que pagara impuestos el “club de los exonerados”. Para impedirlo, se aliaron a su enemigo histórico, Arnulfo Arias, y desataron la crisis que culminó en el golpe de estado.

En una frase: el régimen anterior al 68 era tan corrupto, tan oligárquico, tan antidemocrático, tan antipopular, tan proimperialista, como el régimen actual. Así que, si alguien quiere conocer la verdad sobre esa “democracia”, que murió el 11 de octubre, que asome la cabeza por la ventana y vea la “democracia” que impusieron los imperialistas yanquis el 20 de Diciembre del 89. Esa oligarquía, desplazada del gobierno por los militares, siguió gozando de las mieles del poder económico logrando amasar grandes fortunas bajo el auspicio de los coroneles.

Los sectores sociales y políticos de la derecha panameña se niegan a aceptar que el 20 de Diciembre del 89 hubo un genocidio en Panamá. Niegan el hecho o lo “justifican” insinuando que los muertos de la invasión eran “batalloneros”, como queriendo decir “delincuentes”. Y cuando ya no pueden argumentar más, sacan a relucir los asesinados por la dictadura entre 1968 y 1971, pero se les olvida el detalle de que esos otros muertos eran todos comunistas, revolucionarios de izquierda y que, entre ellos, no había ningún burgués, por supuesto.

El régimen militar tuvo tres etapas diferenciadas
El régimen militar tuvo al menos tres momentos diferenciados: el primero 1968-69, claramente represivo y antiipopular; el segundo, 1971-77, de carácter populista, nacionalista y keynesiano; el tercero, 1978-89, pero más claramente 1981-89 (después de la muerte de Torrijos), neoliberal y antipopular. Sí, el régimen militar bajo Manuel A. Noriega aunque tuvo rasgos heredados, no fue igual al de Omar Torrijos.

A partir de la década de 1980, nuestro continente y el mundo entraron en una nueva fase política caracterizada por la crisis económica, el fin del “boom” económico de la post guerra, el Consenso (neoliberal) de Washington, el triunfo de una serie de gobiernos reaccionarios en las principales potencias capitalistas y una ofensiva contra las conquistas sociales y económicas de los trabajadores. A Torrijos le tocó el inicio de esa transición, pero su propia y sospechosa muerte es parte del cambio de época en Centroamérica.

Noriega y su predecesor, Rubén D. Paredes, gobernaron cuando el signo de América Latina pasó a estar regido por el Consenso de Washington y el gobierno del ultraconservador Ronald Reagan y George Bush (padre). La cúpula militar panameña colaboró consciente y activamente en ese nuevo modelo económico y político, enterrando poco a poco las concesiones sociales y cambiando de la retórica anticolonialista de Torrijos a las genuflexiones proimperialistas de Paredes y sus amenazas a Nicaragua sandinista.

Los acuerdos entre el régimen militar panameño y el imperialismo yanqui a inicios de los 80
En la década de 1980 había tres objetivos centrales de la política norteamericana en Panamá, en coincidencia con la cúpula militar: 1. Que las elecciones de 1984 dieran la impresión de “retorno a la democracia”; 2. Que el gobierno surgido de esas elecciones aplicara un riguroso plan neoliberal; 3. Que la transición del canal se hiciera bajo control y seguridades para los intereses norteamericanos.

Los dos primeros objetivos se pretendieron cumplir con la imposición de Nicolás A. Barletta como candidato presidencial del PRD, el cual había sido funcionario del Banco Mundial. El tercer objetivo consistía en convertir la Guardia Nacional en un ejército (Fuerzas de Defensa) que sustituyera al ejército yanqui en el traspaso de 1999, objetivo en el que Noriega puso un empeño particular.

En 1983-84 hubo acuerdo completo entre el gobierno norteamericano y el régimen de Noriega en esos tres aspectos. La ley que creó las Fuerzas de Defensa contó con financiamiento del Pentágono hasta 1988. Se impuso a Barletta, primero en el PRD (del cual no era parte), y luego a nivel nacional mediante un fraude electoral escandaloso. El primer acto de gobierno de Barletta fue un decreto neoliberal que obligó a los empleados públicos a irse a una huelga general. Ahí empezó a torcerse la cosa.

Las luchas populares pusieron en jaque acuerdo Noriega-Bush
La ola de huelgas que sacudió al país entre 1984 y 1985 no ha tenido parangón en la historia. La creación de la FENASEP y sus constantes Jornadas de Lucha; el surgimiento de COCINA, como coordinadora docente, salud y estudiantil con sus huelgas; y los paros nacionales de CONATO; con incontables movilizaciones diarias, pusieron en crisis el acuerdo entre el imperialismo yanqui y el régimen del general Noriega.

Las luchas populares contra el plan neoliberal del gobierno de “Fraudito”, son el punto de inicio de la crisis que desembocará en la invasión, porque esas luchas paralizaron la aplicación de las medidas neoliberales y llevaron a la crisis de credibilidad del gobierno y del régimen militar. Pese a que Noriega sacrificó un peón, con la deposición de Barletta, se mantuvo su acuerdo con Estados Unidos los años subsiguientes. Todavía en marzo de 1986 se impuso a sangre y fuego una reforma neoliberal al Código de Trabajo.

Con el trasfondo de movilizaciones y huelgas contra la continuidad del plan neoliberal por el régimen Del Valle – Noriega, es la disputa por el poder entre los coroneles (Díaz Herrera) la que vuelve a escalar la crisis en junio-julio de 1987.

A este punto, mediados de 1987, la fuerza de la movilización y la crisis de credibilidad del régimen llegó a tal grado que el imperialismo yanqui tomó dos medidas complementarias: 1. Solicitarle a Noriega que pusiera una fecha para su jubilación de manera que se disimulara que el “poder real estaba en los cuarteles”; 2. Empezar a construir una dirección burguesa de recambio, pero con la credibilidad de la que carecían los partidos tradicionales de la oligarquía, para lo cual apoyó la creación de la Cruzada Civilista, dirigida por los gremios empresariales.

Recién a mitad de 1987 es cuando empiezan las contradicciones entre el régimen de Noriega y el gobierno de Estados Unidos, las cuales escalan a inicios de 1988 cuando se formaliza la acusación contra Noriega por narcotráfico y cuando el Departamento de Estado ordena a Del Valle que intente destituir por la fuerza al general. Aquí ya se ha producido la ruptura definitiva del acuerdo que databa de 1983-84. Aquí es cuando sectores de la oligarquía que habían estado con los militares, como los hermanos Lewis Galindo, se apartan y crean el Grupo Modelo para lanzar la estrategia del recambio.

El imperialismo interviene para salvar su plan de democracia neoliberal y Noriega se disfraza de antiimperialista para seguir gobernando
Para defender su posición Noriega también cambia y, de aliado dócil de Estados Unidos, pasa a levantar un discurso nacionalista y antiintervencionista. Pero ese ropaje “antiimperialista” no le sentaba muy bien al general que ya carecía de credibilidad en amplios sectores de la población por sus actos anteriores. 
Durante el crítico año de 1988, el régimen militar levanta un discurso que oscila entre confrontación y enamoramiento con el gobierno de Bush; se reprime a los sectores sindicales, a la vez que se crean milicias como los Batallones de la Dignidad, pero muy controlados por la oficialidad.

Los sectores independientes del movimiento popular estuvieron atrapados entre dos posiciones extremas encabezadas por fracciones opuestas de la burguesía que influían en la mentalidad de la gente: 1. El régimen militar que denunciaba la intromisión imperialista y la agresión creciente que presagiaba la invasión, pero que vulneraba los derechos económicos, sociales y democráticos; 2. La oposición nucleada en la Cruzada, que sólo enfatizaba el problema democrático, pero se hacia de la vista gorda ante la creciente agresión del Comando Sur y las sanciones contra el país.

Esa realidad hizo difícil a la izquierda panameña encontrar y explicar un discurso revolucionario que fuera antiimperialista sin claudicarle a los militares, y que fuera democrático y social sin parecer que se coqueteaba con la Cruzada Civilista y el intervencionismo yanqui.

La anulación de las elecciones de 1989 puso en evidencia las inconsecuencias del régimen: 1. Estas fueron pacíficas durante la campaña y conteo de votos, sólo se rompieron cuando Endara-EE UU se negaron a aceptar continuidad de Noriega en la Comandancia; 2.El mando militar usó policías disfrazados de “batalloneros” para apalear a la oposición en Santa Ana, tratando de cubrirse con que fueron los “comunistas”.

El golpe de Giroldi, el 3 de octubre, demostró que el problema para EE UU no era solo Noriega, sino que había intenciones de invadir para destruir toda la institucionalidad precedente, creando un régimen político dócil a los dictados de Washington, que aplicara el esquema neoliberal, pero con apariencia “democrática” y se resolviera el tema del canal a manos seguras de acuerdo a los intereses yanquis.

La invasión y el comportamiento cobarde de Noriega y del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa, salvo contadas y honrosas excepciones, demostraron la inconsecuencia de su discurso antiimperialista. Ninguno de los altos oficiales cayó en combate. Ni siquiera organizaron la resistencia. Los que combatieron, oficiales, suboficiales, tropas, batalloneros y ciudadanos, lo hicieron por su cuenta e improvisando. Ni si quiera se advirtió a la población.

La invasión impuso el régimen oligárquico, corrupto y neoliberal que tenemos
Sobre las ruinas humeantes de El Chorrillo, sobre las fosas de cadáveres no identificados, y la economía destruida, en 1990, el gobierno norteamericano impuso el acuerdo político que dio nacimiento al actual régimen político panameño. Los dirigentes del PRD, de la Democracia Cristiana (PP), del Arnulfista (Panameñista) y del Molirena auspiciados por EE UU acordaron el reparto institucional sin mediar nuevas elecciones ni Asamblea Constituyente. Allí nació el régimen antidemocrático, oligárquico y corrupto que padecemos hoy en día.

El baño de sangre de diciembre de 1989 se vio seguido, en junio de 1990, con el llamado “Convenio de Donación”, por el que Estados Unidos daría financiamiento al gobierno panameño a cambio de someterse a los planes dictados por Banco Mundial, el FMI y el BID. Ese detallado plan económico ha sido seguido al pie de la letra por todos los gobiernos que han pasado estos 25 años, no importa la camisa de qué partido político se pongan. Privatizaciones, despidos de empleados públicos, alzas de impuestos al consumo y baja de impuestos a los que más ganan, reformas a la seguridad social, descomposición de las escuelas y centros de salud del estado, etc.

La liquidación de la soberanía nacional en 1989, creo las condiciones para que los partidos del régimen de la invasión pactaran el nuevo título constitucional sobre el canal que permitió convertir a la vía revertida en una nueva “zonita” fuera del control del pueblo panameño y en manos de un puñado de oligarcas. De esa manera se le da el “uso menos colectivo posible”, y los millones del canal son desviados a gastos superfluos de los que se benefician algunos empresarios, mientras la deuda social sigue creciendo.

Incluso con el gobierno de Pérez Balladares, los norteamericanos intentaron mantener una base militar disfrazada de combate al narcotráfico, el CMA. Fracasado ese plan han ejecutado con los sucesivos gobiernos acuerdos de seguridad, que les garantizan su presencia e intervención solapada, como: el Salas-Beker, el Plan Mérida y las bases aeronavales. Todo ello arropado por el Pacto de Neutralidad de 1977, que nos cubre “bajo el paraguas del Pentágono (Torrijos dixit), verdadero Hay- Bunau Varilla del siglo XXI.

Así que toda la irracionalidad que pueda haber detrás del genocidio de Diciembre de 1989, obedece a una racionalidad con arreglo a fines para los intereses del imperialismo yanqui, que se ha venido ejecutando durante un cuarto de siglo.

Así que, los jóvenes de hoy, no piensen que la invasión fue un hecho del pasado que le sucedió a una gente por aquel tiempo. No. La invasión y sus consecuencias se siguen sintiendo cada día y la sufren las generaciones presentes: con el régimen corrupto, con la falta de empleos, con el desastre de los servicios públicos, con un canal ajeno alas necesidades del pueblo panameño.

Panamá, 20 de diciembre de 2015.


TOMADO DE:http://noticiasuruguayas.blogspot.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario