sábado, 28 de mayo de 2016

El problema no es Nicolás


Existe un sinnúmero de cosas más que podríamos describir y poner en relieve para dejar por sentado que el problema no son los hombres y las mujeres al frente de una causa, sus dirigentes, que no es una cuestión de nombres o de quien encarna el liderazgo del país. 
Se trata simplemente de cuáles son sus banderas, sus ideas, sus motivaciones y de la existencia de una nueva clase política que no responde a intereses de grupos económicos algunos.
 En el fragor de las circunstancias dolorosas que nos condujo a la pérdida de nuestro líder, nadie pudo haberse planteado tener que asumir la conducción de este proceso. 
Una altísima responsabilidad que bien pudo haber recaído en compañeros de la talla y proyección de Diosdado, Elías, Rafael, entre muchos otros que pudo haber escogido el Comandante Chávez. 
Pero fue Nicolás el elegido, y es también Nicolás quien está hoy en la mira de la rancia oligarquía venezolana y del Imperio yanqui, como abiertamente lo deja claro su vocero del Comando Sur y el propio Obama. 
A cualquiera le habría tocado el mismo vendaval de ataques inmisericordes que se hace en contra de Nicolás.
 ¿Qué está pasando hoy? ¿Realmente alguno pueda creer de verdad que el responsable de la situación por la que atravesamos es simplemente atribuible al compañero presidente Nicolás Maduro? ¿Todavía alguien puede creer que la salida de la presidencia a cualquier costo se justifica porque todo sería solucionado? Definitiva y rotundamente la repuesta es no.
 Hace mucho que dejamos de ser ilusos para ser un pueblo consciente, arquitecto y constructor de su propio destino.

por Miguel Leonardo Rodríguez Mayo - La Haine - 20/05/2016


Se trata simplemente de cuáles son sus banderas, sus ideas, sus motivaciones y de una nueva clase política bolivariana que no responde a intereses económicos
Como todo proceso político que se caracteriza por un alto grado de confrontación y polarización como el que vive nuestro país, no puede llevarnos a caer en la tentación de un análisis ligero o superficial al pretender hacer una lectura de nuestra realidad nacional.

Frecuentemente son interpretaciones subjetivas desde donde se formulan recomendaciones y propuestas de acción, a través de las cuales "se resuelve" salomónicamente la situación del país con una u otra medida. 
Siendo su viabilidad casi siempre condicionada a la lejana idea de que los sectores en pugna se sentarán a dialogar y harán prevalecer los intereses de la patria.
 
Muy posiblemente en el caso venezolano, esto no puede estar más lejos de la realidad, pues no olvidemos de dónde venimos en conflictos recientes: de una oposición que juega a dos bandas, cuyo único proyecto es derrocar por cualquier vía y a cualquier costo al presidente Nicolás Maduro. 
Somos un pueblo que ha elevado sus niveles de conciencia política en los últimos 17 años.

Niveles que, por cierto, no definen las razones que diferencia a la población venezolana en bloques antagónicos, sino que esta es el resultado de dos visiones de país determinadas por una posición político-ideológica evidentemente contrapuesta.

Entonces, ¿cuáles son las causas subyacentes? En una situación que no es nueva, sino que nos remonta al año 1998 -o quizás más atrás, una vez que inesperadamente para las clases dominantes de este país gana las elecciones el comandante Chávez, el mismo que vaticinó el "por ahora" para el renacer de la patria.

Debemos recordar que desde ese mismo instante empezó una campaña feroz de satanización en contra del Presidente, a quien de inmediato rodearon para intentar manipularlo y controlar su accionar, pero al cual no consiguieron maniatar ni reducirlo a sus intereses.

Allí está una de las claves para entender lo que sucesivamente ha venido ocurriendo en la refundación de un país marcado por la desigualdad y las dificultades que ha sido gobernar para el pueblo en medio de una desestabilización permanente, con la espada de Damocles del imperio más poderoso que ha conocido la humanidad siempre apuntando a la espalda. 
Fue en ese contexto y marcado por esas condiciones que nace lo que el propio Chávez acertadamente denominó la Quinta República.

Lo primero que podemos ir dislucidando es que no se trata precisamente del hombre, de la figura del Comandante, de aquel ser humano infinito que supo interpretar los sueños y esperanzas de todo un pueblo. No, definitivamente no. 
El problema se centraba en sus ideas, en el proyecto político bolivariano, en su decidida convicción de impulsar una nueva sociedad que tuvieran entre sus pilares la solidaridad y la justicia social, luego enmarcada y conceptualizada como patria socialista.

Al tomar fuerzas un verdadero proyecto liberador que no respondía a los intereses de la oligarquía criolla y a los designios de los EEUU, se atrevió sin amarras a navegar por las aguas turbulentas del rumbo emancipador, con la mirada en el sur, promoviendo la unión e integración latinoamericana y del Caribe, reivindicando estas instancias como foros políticos naturales para la resolución de conflictos y a la búsqueda de acuerdos sobre la cuestiones de especial trascendencia que ocurren y se debaten en el continente y en el mundo.

Sin miedo, se atrevió a resaltar el rol que ha jugado la revolución cubana junto a su heroico pueblo, después de sobrevivir por más de 50 años al bloqueo más injusto y cruel realizado contra pueblo alguno.

Así nace una alianza que retribuía la solidaridad infinita e incondicional que siempre Cuba ha prestado a los países del mundo, pero que a los ojos de EEUU era una especie de "malas juntas"
Otra ofensa para el imperio más poderoso, que siempre ha visto a nuestro recurso petrolero como propio, pensando a futuro en una fuente segura de energía necesaria para los próximos 200 años.

He aquí gran parte de los meollos del problema. 
El maquiavelismo yanqui lanzó una política de acercamiento con Cuba como parte de una nueva estrategia para poder incidir en la política interna del país caribeño y tal vez desarticular las fraternas relaciones con nuestro país, pero a su vez con todos los países caribeños y de América Latina como parte de su afán obsesivo por derrocar al Presidente venezolano.

Existe un sinnúmero de cosas más que podríamos describir y poner en relieve para dejar por sentado que el problema no son los hombres y las mujeres al frente de una causa, sus dirigentes, que no es una cuestión de nombres o de quien encarna el liderazgo del país. Se trata simplemente de cuáles son sus banderas, sus ideas, sus motivaciones y de la existencia de una nueva clase política que no responde a intereses de grupos económicos algunos.

En el fragor de las circunstancias dolorosas que nos condujo a la pérdida de nuestro líder, nadie pudo haberse planteado tener que asumir la conducción de este proceso. 
Una altísima responsabilidad que bien pudo haber recaído en compañeros de la talla y proyección de Diosdado, Elías, Rafael, entre muchos otros que pudo haber escogido el Comandante Chávez. 
Pero fue Nicolás el elegido, y es también Nicolás quien está hoy en la mira de la rancia oligarquía venezolana y del Imperio yanqui, como abiertamente lo deja claro su vocero del Comando Sur y el propio Obama. 
A cualquiera le habría tocado el mismo vendaval de ataques inmisericordes que se hace en contra de Nicolás.

¿Qué está pasando hoy? ¿Realmente alguno pueda creer de verdad que el responsable de la situación por la que atravesamos es simplemente atribuible al compañero presidente Nicolás Maduro? ¿Todavía alguien puede creer que la salida de la presidencia a cualquier costo se justifica porque todo sería solucionado? Definitiva y rotundamente la repuesta es no. 
Hace mucho que dejamos de ser ilusos para ser un pueblo consciente, arquitecto y constructor de su propio destino.

Es por eso que decimos como lo vocifera

 el pueblo chavista en la calle: Si se

 prende el peo, con Maduro me 

resteo [restear: poner en la apuesta todo el dinero].

TOMADO DE
http://noticiasuruguayas.blogspot.com/
PUBLICADO EN: http://victorianoysocialist.blogspot.com/ y en  Facebook//Libertad Bermeja

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