lunes, 31 de agosto de 2015

Seria, inteligente y valiente catarsis ¡ por favor continua !

Me permito Compartir esta carta que tome del Portal de Facebook de mi Amigo y Hermano, José Gregorio Martínez Guzmán, en el cual se narra una verdad (O Varias) la cual es del conocimiento de muchos Compatriotas Venezolanos y de una cantidad mayor de hermanos Colombianos; 
No hay falsedad ni fantasía en el texto, ni intenciones de destacarse por las circunstancias del momento; Es una vivencia del conocimiento de muchos y callada por la mayoría; 
Es un reconocimiento a las grandes verdades del ayer y del hoy; Es un espaldarazo a las Políticas del Gobierno que la “Prensa” no se atreva a publicar. Si tienen dudas sobre lo narrado, simplemente pregunten a gente honesta de cierta edad, les aseguro que los hay por cantidad.          


Familiares, amigos, conocidos, todos mis contactos. Les pido cinco minutos de su tiempo para que lean este texto con la misma mesura con la que lo estoy escribiendo.
Voy a pronunciarme en un tema del que no había emitido opinión alguna hasta el momento pues toca un tema delicado y que cada ser humano lo toma con mayor o menor intensidad; el nacionalismo.
Estoy de acuerdo con el cierre de la frontera entre Táchira y Cúcuta y pido que la misma medida se aplique en la frontera entre Maracaibo y Maicao.
La mayoría debe conocer que mi sangre es colombiana. Pero para quién no lo sepa, hoy se los reiteraré. Mi madre y mi padre son colombianos, como todos sus hermanos. 
Llegaron a Venezuela en los años 1969 y 1970, respectivamente. Venezuela era una maravilla en ese momento, desde el punto de vista económico, y era un paraíso para muchos, como mis padres, que eran muy pobres y tenían muchas necesidades en Colombia. 
En esa época un bolívar valía 20 pesos, eso era un platal. Colombia, y los colombianos, se beneficiaron mucho de nuestro bolívar en ese momento y los siguientes. 
Con nuestro bolívar construyeron sus casas allá. Con nuestro bolívar estudiaron muchos de sus niños, y adultos también. Con nuestro bolívar se alimentaron muchos colombianos. 
De hecho, muchos de los colombianos que vivían aquí se ponían bravos con los colombianos que vivían allá pues se la pasaban pidiéndole que enviaran cosas de aquí para allá, y su respuesta era: "es que en Colombia piensan que uno recoge los bolívares en el suelo"
Su vida era difícil y la de sus hijos también pues éramos los "colombianitos", "calichitos", "nichesitos", etc. Xenofobia pura. 
Existía una zona rural en el Zulia llamada "las materas" (no sé si aún exista) donde los hacendados contrataban a colombianos indocumentados para que trabajaran en sus sembrados, a final de mes el pago que le hacían era llamar a la Guardia Nacional para que se los llevaran presos. 
Cada viernes había redadas en el transporte público para detener indocumentados. Los llevaban a los calabozos del sótano de la DIEX, en el Silencio, y allí duraban semanas, sin recibir ningún tipo de visitas, mientras llenaban varios autobuses y los dejaban en Maicao, sin ningún tipo de contemplaciones. 
Un tío materno fue víctima de esa práctica y pudo salir libre gracias a mi padre quien le pagó a un comisario de la PTJ para que lo soltaran. Si esto que cuento es falso, que salga mi familia y lo desmienta. 
Tan cierto es que otro tío entró una noche a visitarlo y salió llorando a los dos minutos por ver las condiciones en las que estaba su hermano. No contaré más, aunque podría. 
Los colombianos eran excluidos de cualquier beneficio social, no como ahora cuando benefician a muchos por encima de la necesidad del venezolano. 
Mi hermana, nacida después de mí, fue atacada por una enfermedad a los 2 años de edad. En el Hospital Ortopédico Infantil le negaron atención médica, igual en el San Juan de Dios, y la razón era la misma; ser hija de colombianos aunque nacida en Venezuela. 
La recomendación que le dieron fue llevársela a Colombia para que recibiera atención allá. Sí esto no es desmembramiento familiar, no sé qué lo será. Si esto no es xenofobia, no sé qué lo será.
Cifras oficiales indican que más de cinco millones y medio de colombianos viven en Venezuela. Es decir, podríamos llenar 120 veces el estadio CTE Cachamay con esa cantidad de personas. Esa cifra es 2,2 veces más que la cifra de habitantes que tiene el departamento Atlántico, 5to departamento con mayor habitantes en Colombia y que está compuesto por 23 municipios, entre ellos el mejor: Barranquilla. 
Tal cantidad de colombianos, repito, cinco millones quinientos mil, son beneficiados en casi todos los programas sociales que existen en el país, lo cual significa una carga importante para el gobierno que preside ese "hijo de puta", "mal parido", "maldito" y "animal", Nicolás Maduro. 
El 25 por ciento de los beneficiarios de la Gran Misión Vivienda Venezuela (que entrega viviendas a personas de bajos recursos, amobladas además con línea blanca y marrón) son colombianos
Se les ofrece educación y atención médica de manera gratuita. Se les brinda hasta la oportunidad de nacionalizarse como venezolanos para luego ser pensionados por el IVSS
Por cierto, esos defensores a ultranza de los colombianos deportados son los mismos que critican al gobierno cuando hace jornadas masivas de naturalización diciendo que los están comprando para que voten en las elecciones. Me indigna que tengamos memoria tan corta. Y ni hablemos del desfalco que se le hizo a la nación con la modalidad de remesas familiares. Esa era una teta, tanto así que una familiar me propuso matrimonio con el fin de hacernos de 600 dólares mensuales que al final dividiríamos en partes iguales. 
Como se ve que no me conoce. Un mecanismo que el gobierno (xenófobo) ideó para apoyar, aún más, a los colombianos en nuestro país y sus familiares en Colombia, enseguida lo desvirtuaron y se apoderaban de más de 1100 millones anuales de nuestros dólares. 
Había colombianos que vivían de eso. Conozco el caso de una colombiana, afecta a la oposición para colmo, que vivía en Colombia y una vez al mes viajaba a Venezuela para llevarse sus 300 dólares. Por supuesto, cuando Maduro decidió quitarles ese cuquismo, también se convirtió en un "hijo de puta", "mal parido", "maldito" y "animal".
Muchos de los colombianos residentes en el país (la inmensa mayoría) son personas trabajadoras, honestas, que aportan a la nación; pero otros no, lamentablemente. ¿Debemos esconder eso para poder ser buena gente? Yo podría mencionar aquí, con nombres y apellidos, unas colombianas que estuvieron varios años presas en el INOF por robarse unas joyas en la casa donde trabajaban. Tampoco digo más.
Así que calma. Analicemos bien esta situación en toda su dimensión. Venezuela está atravesando una crisis importante en este momento, no solo económica y política, sino social también, donde los antivalores parecen ir ganando el asunto.
 Para hablar del estado de excepción en el Táchira, hay que decir que es la primera vez en la historia de nuestra Constitución que tal medida es aplicada. Ni siquiera en el año 2002 cuando le dieron el golpe de Estado a Chávez se dictó tal medida. Es más, ni siquiera en el año 2004, cuando el gobierno capturó 153 paramilitares (adivinen de qué nacionalidad) en la Finca Daktari con planes de asesinar a Chávez, el gobierno dictó un estado de excepción. Para refrescar memorias, el ex director de informática del DAS, Rafael García, dijo que el ex director de ese organismo, Jorge Noguera, fue el encargado de introducir al país esos 153 paramilitares.
Lo cierto es que ni en esos momentos tan críticos el
 gobierno había dictado medidas tan drásticas, así que
 imaginen la magnitud de lo que sucede en el Táchira.
Las autoridades venezolanas han explicado que "La
 Invasión" es una comunidad construida en una Zona
 de Seguridad fronteriza. Eso no se puede hacer. No
 importa si eres colombiano o venezolano, eso NO se
 puede hacer. 
Allí se derrumbó una "casa" que fungía como prostíbulo. Se estima que por allí pasaron cerca de 500 jóvenes que fueron obligadas a prostituirse. No sé si RCN, Caracol o NT24 habrán informado esto. Tampoco sé si habrán dicho que en las deportaciones, del lado venezolano, están presentes la Cruz Roja colombiana y la cónsul de Colombia en San Antonio del Táchira. Los colombianos, en vez de insultar a Maduro y a todo el pueblo venezolano, deberían preguntarse por qué hay tantos venezolanos que aprobamos el cierre de la frontera.
Lo cierto es que el amor a Colombia no debe ser una moda. El amor a Colombia no puede nacer en la animadversión de Álvaro Uribe a Chávez, Maduro y los que estamos resteados con todo este peo revolucionario. El amor a Colombia no nace con los bolsos Totto, con los goles de James o con las franelas del club silvestrista. El amor a Colombia se creó leyendo al Gabo, comiendo Bocachico, (aunque detesto el pescado) oyendo a Edgar Perea quedar sin aliento cantando un gol del Junior, tarareando las canciones de Luis Enrique Martínez, Bovea, Juancho Polo, Poncho Zuleta, Beto Villa y pare usted de contar. Por ese amor a Colombia yo pido respeto para Venezuela, para su gobierno y para su pueblo. Respeto para un país que ha acogido en su seno a millones de colombianos y les brindó la oportunidad de tener cosas que de haberse quedado en su país no habrían tenido nunca. Pregúntenle a quienes ya se han regresado a Colombia para ver si las pertenencias que actualmente tienen las hubiesen podido conseguir si se hubiesen quedado en sus pueblos de origen.
Repito, no había querido opinar pues sé que es un tema delicado para muchos de mis contactos, coño pero se metieron con algo sagrado; mi Patria. Por ella doy mi vida si fuera necesario pues bien poca es la vida ante la grandeza de Venezuela y quien quiera que la irrespete me encontrará de frente pues como dijera el padre Bolívar: "Cuando el Clarín de la Patria llama, hasta el llanto de la madre calla". Como me hicieron hablar, seguiré publicando material sobre el tema que estoy seguro sus medios no les presentan.
P. D.: Perdón por lo extenso de mi catarsis.
TOMADO DE: https://www.facebook.com/martinezguzman1

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