domingo, 28 de junio de 2015

La Guayana Esequiba, la OTAN, etc.


GERÓNIMO PÉREZ RESCANIERE


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OPINIÓN
La Guayana Esequiba no es solo montarrales, como se nos hizo creer con el tipo de cuento que disfrazó de bituminosa a la hoy Faja Petrolífera y Gasífera Hugo Chávez Frías. Objetivo, el de siempre: poder venderla a precio de lochas.
La Guayana Británica, hoy Guyana, funcionó desde 1797 como tapón a una unión canalera suramericana, concatenante desde el Orinoco hasta las bocas del Río de la Plata, con potencia suficiente para unir a Venezuela y el resto de Suramérica, consigo misma, que es bueno, con el gran capitalismo industrial y a la larga, producir la anexión de ellas a Estados Unidos, que sería desastroso. 
Es también petróleo, como se está viendo, y es peligro. Por su incidencia caen gobiernos, el de Rómulo Gallegos, por ejemplo, el de Pérez Jiménez, y estuvo Caldera bailando en un tusero durante su primera Presidencia y recibió tremenda humillación Luis Herrera Campins, coronada un año después con la devaluación del bolívar que conocemos como Viernes Negro. Antes, en el siglo XIX, los mapas de Schomburk y lo que estaba tras ellos, trajeron casi una guerra mundial a las bocas de nuestro gran río que se evitó con los tratos que condujeron al Laudo de París, con toda justicia llevado y traído en estos días ante la opinión pública, y se resolvieron momentáneamente en el bloqueo que enfrentó en 1902 Cipriano Castro.
Derrocamiento es lo que están buscando ahora, y robo del petróleo del oriente venezolano, con extensión a la Faja Hugo Chávez.
1948: MEMORÁNDUM MALLET-PREVOST
Exiliado desde hace tres años, vive en Washington César González. Es hijo de un ministro de Juan Vicente Gómez y sobrino de otro y él mismo fue ministro del Interior de Medina Angarita. 
Está metido en los pasillos del Congreso y del Departamento de Estado y trabaja para destruir todo lo que huela a Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos y Acción Democrática.
González obtiene el memorándum Mallet-Prevost, que constituiría su arma contundente. Mallet-Prevost fue un joven abogado participante como secretario del expresidente Cleveland en las discusiones del laudo arbitral de 1899 sobre la Guayana Esequiba, continuaba en esos negocios, pues ahora en 1948, presidía un bufete importantísimo, encargado de los casos de Venezuela. 
Aunque lo tomaba muy viejo el asunto, Mallet debió alegrarse de que la asociación de Estados Unidos con Inglaterra en la Guayana Esequiba –porque eso es lo que había− pudiera entrar en crisis. Había superado intocada los años de Cipriano Castro, los 28 de Gómez, ni siquiera lograron molestarla los distanciamientos entre Inglaterra y Estados Unidos del fin de la Primera Guerra, como tampoco se la tocó en los tiempos de López Contreras y menos, por supuesto, durante la Segunda Guerra Mundial. Pero ahora podían pasar cosas agradables para él. ¿Por qué? Lo detallaremos más adelante. Dijo César González al autor de estas páginas:
“Mallet-Prevost había sido uno de los primeros presidentes de la Unión Panamericana. En 1944, al plantear el Gobierno venezolano de manera oficial la rectificación del Laudo de 1899, fue solicitado por Venezuela como testigo para avalar los fundamentos del reclamo venezolano”.
Ojo a la fecha, 1944, concluía la Segunda Guerra y se sabía que vendría reparto mundial.
“Mallet-Prevost le dictó a uno de sus compañeros de bufete, Otto Shoenrich, un memorándum donde precisaba los vicios del Laudo Arbitral de París pero, por alguna causa, prohibió que se publicara antes de él morir. Estaba muy anciano, no quería abandonar el mundo sin dejar testimonio escrito de la iniquidad que había presenciado en las discusiones del laudo arbitral de 1899. 
Yo fui a buscar a Otto Schoenrich, de quien me había hecho amigo, a su casa, en un barrio residencial de Washington. Schoenrich también estaba muy viejo, me entregó el documento, le hice llegar una copia a Pérez Jiménez. Yo sabía que él haría maravillas entre los militares con eso”.
Filosas eran esas maravillas. El documento Mallet Prevost apuntalaba cualquier estrategia dirigida a remover la llave inglesa intercalada en las bocas del Orinoco, que era el programa maestro de Pérez. 
Hace pues circular copias del memorándum Schoenrich- Mallet-Prevost en los cuarteles, logra que las Fuerzas Armadas se enciendan de nacionalismo, la tendencia peronista sube. El asunto se presentaba a la oficialidad como un patriótico programa, nada más.
Pero había más y es tiempo de revelar algunos datos, hasta hoy ocultos o al menos desenfatizados. El mundo estaba cambiando en 1948, Estados Unidos se alejaba de la atmósfera laxamente izquierdista que acompañó a su alianza con la URSS contra los nazis, giran a la derecha, está en alza el macarthismo. Pero otro tema, más importante y menos famoso, desgarra a Estados Unidos: la discusión sobre la entrada a la OTAN −Organización del Tratado del Atlántico Norte− o el rechazo a ésta. Los sectores antibritánicos se movilizaban con paroxismo contra la creación de la OTAN, los probritánicos, por su parte, avanzaban poderosamente hacia la creación de la alianza que uniría a las dos potencias anglosajonas para organizar el mundo de la postguerra. La OTAN aparecía como un desarrollo y natural estabilización de la alianza contra Hitler, sería la formulación militar de la Doctrina Monroe.
A RITMO DE LA DESCOLONIZACIÓN
La credencial central del antibritanismo era haber protagonizado la Guerra de Independencia de Estados Unidos y señalaban como traidor a la Patria a cualquiera que simpatizara con la creación de la OTAN. El Pentágono aparecía alineado contra la firma del pacto OTAN, el Departamento de Estado a favor de la OTAN.
Y aparecía el asunto de la descolonización. Era así: en los días de su jipateada ante Hitler, los estadounidenses, británicos y franceses, y también los rusos (aunque estos últimos no tenían colonias) habían ofrecido a África, Asia y América Latina la eliminación de todo vestigio de colonialismo, al cual descubrían de pronto como vergüenza y atropello a los pueblos.
Muchos oradores políticos de América La¬tina planteaban que debía observarse neutralidad en la Guerra mundial. En Colombia las proposiciones fueron más enfáticas a causa del odio a los Estados Unidos por el robo de Panamá, en México florecieron partidos pronazis o filonazis como la Sinarquía o el poderosísimo movimiento que tuvo su filósofo y mitólogo en José Vasconcelos y ha sido narrado en profundidad por Malcolm Lowry en Bajo el Volcán. Pero al final, unos más, otros menos, los países fueron obedeciendo las líneas yanquis y británicas, aportando las materias primas −caucho, café, petróleo, etc. (Delcasse, primer ministro francés, resumiría el dato central de esto al decir: «La guerra se ganó sobre una ola de petróleo»)− que el esfuerzo de guerra reclamaba, esperanzados por las ofertas de la Descolonización.
A partir de 1946 tocaba cumplir el compromiso de Descolonización pero ya no había ni en Inglaterra ni en Francia los miedos al coco. Inglaterra inicia una serie de maniobras para evitar la Descolonización, de las cuales la principal respecto a América Latina es la creación de la OTAN. No es que fuera la única motivación para una alianza militar en el Atlántico norte, pero no podía saberles mal la ratificación de la Doctrina Monroe con su reparto colonial disfrazado. Muy tentadora era para Estados Unidos la alianza con Inglaterra, pero los sectores antibritánicos exigen el cumplimiento de la descolonización, que, llevada astutamente y a fondo, ofrecía la captura total de América Latina, no veían motivo para usufructuar una parte si se podía tener el todo.
Con la política de la Descolonización, Estados Unidos arrancarán negocios a Europa en Arabia Saudita, Irán, Egipto, Vietnam, Argelia y otras partes de Asia y África. Una gira de Winston Churchill por Estados Unidos definirá la situación a favor de la OTAN.
Son muchos más los detalles de esta historia enorme. Hoy la OTAN es la reina del mundo. Impuso los derechos humanos en Libia y trata de hacerlo en Siria y Ucrania. 
Pero está sacándole el nepe a Europa, con lo cual se abren posibilidades de desacoplamiento europeo y consecuencial borramiento de la organización noratlántica. Está Rusia, está China. Como dice un personaje de Shakespeare: “El futuro está preñado de acontecimientos que habrá de parir”.
Gerónimo Pérez Rescaniere, De Cristóbal Colón a Hugo Chávez Frías, Vols. 1, 2 y 3.
geronimoperescaniere@gmail.com
ILUSTRACIÓN ETTEN CARVALLO/CIUDAD CCS
TOMADO DE: http://www.ciudadccs.info/

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