¿Y si EE.UU. ataca directamente a Assad?
Tres respuestas
Publicado: 6 jul 2017
Carlos Santa María
Es preciso iniciar este análisis confirmando que son
múltiples los intentos fracasados de ajusticiar al
presidente sirio Bashar al Assad a través de complots,
por lo cual la interrogante se refiere a una guerra
declarada, ya que se conoce que el Gobierno
estadounidense actualmente realiza una agresión
constante al país, ocupando ilegalmente su territorio e
impulsando una política de derrocamiento del presidente
legítimo, además de apoyar directamente a los grupos
terroristas Estado Islámico y Al Qaeda.
Es decir, actúa de modo vengativo y amoral debido a su
fracaso a la hora de apoderarse de dicha nación, de sus
riquezas naturales y de no obtener un nuevo enclave
para destruir a Irán, principalmente.
Lo siguiente es ratificar que esta ofensiva se ha dado
desde diversos frentes, consolidado en el atentado a
aviones en misión antiterrorista y su derribo, junto con el
asesinato de civiles de modo inmisericorde, lo que indica
un deseo de tensionar la situación para provocar su
intervención alegando una defensa falsa.
La reciente demolición de la histórica muralla
de Raqa para apoyar sus fuerzas y las amenazas de
bombardeo como producto de un supuesto suceso con
armas tóxicas marca un punto de inflexión muy
peligroso.
Atacar de modo directo y en forma de guerra formalizada
a las Fuerzas Armadas sirias para demostrar su poderío
mundial es menos factible que seguir entrenando
takfiríes en su labor terrorista. Lo anterior, por tres
razones que permiten dilucidar la pregunta.
En primer lugar, si se presentara de ese modo se
podría dar una respuesta contundente por parte de
las fuerzas conjuntas rusosirias contra enclaves o
bases estadounidenses, junto con una incesante
campaña contra las FDS y todos los 'grupos
moderados'.
Ello implicaría una declaración de guerra formal y
significaría que las potencias occidentales tendrían
que comprometerse en una confrontación donde no
tienen parte alguna... excepto sus gobernantes
vasallos. Es improbable que Europa se vincule sin un
rechazo masivo de su población por los costos
humanos que implicaría.
En segundo lugar, es muy factible que se continúe
apoyando cada vez más a los terroristas del EI por
medio de alta financiación, logística mortal,
entrenamiento y destrucción de procesos
antiterroristas de avance sirio, especialmente al darles
información.
No se puede olvidar que las tropas estadounidenses
están incrementando sus instalaciones militares en
Kobani, Manbij, Hasaka, Al Shedada y otras cuatro
bases, incluyendo la última, Tabqa, todas en las
regiones más ricas en petróleo y gas de Siria.
La conquista del norte es un objetivo ya advertido.
En tercer lugar, es difícil que EE.UU. se comprometa
por sí mismo en una guerra internacional, pues solo
nunca lo hace, sino a través de gobiernos
genuflexos que ponen en gran cantidad las muertes
militares o civiles extranjeras como daño colateral.
Prácticamente ninguna ocupación ha ido solo, sino
emplazando mercenarios para ser carne de cañón: sus
nacionales eliminados son fruto de no poder evadir
dichas muertes.
La coyuntura es nítida: por un lado están las fuerzas
soberanas y dignas en el mundo, que buscan la
pacificación a través de una alianza en el Medio
Oriente que garantice la seguridad del planeta al
detener el terrorismo, fundamentalmente encarnado
cuales son ejemplo de insubordinación ante la
domesticación que quieren imponer las élites
occidentales.
No se puede olvidar jamás que nunca EE.UU. ha
realizado una guerra con vecinos limítrofes y con
México fue una batalla ganada de antemano, pese a
que perdió en diversas ocasiones gracias a la valentía
de las fuerzas contrarias.
Siempre lo ha hecho por fuera de sus fronteras y,
cuando la han atemorizado con misiles, —en Cuba,
por ejemplo—, se ha desesperado hasta el punto de
amenazar con una guerra mundial, tal como ocurre
con Corea del Norte.
En conclusión, la Casa Blanca puede agredir
directamente a Bashar al Assad con drones, misiles o
atentados, pues no ha cesado su intento de
neutralizarlo (asesinarlo).
También puede aumentar la intensidad de su
ocupación tomando una zona natural rica y
concentrando fuerzas con el fin de establecer nuevos
territorios 'libres e independientes', como ha
sido su macabra táctica.
Incluso puede iniciar una campaña 'diplomática' para
hacer una nueva cruzada por la justicia irracional, tal
como proclama el Capitán América, pues para dicha
labor 'humanitaria' cuenta con herramientas
poderosas; entre ellas, un sistema
mediático fariseo de inmensa repercusión.
Lo que si es cierto es que no tendrá la valentía de
comenzar una guerra declarada dada su debilidad
moral y estratégica, sino que empleará a los
'subsidiarios' para que hagan lo propio por ellos.
Tal vez, dadas las condiciones de inferioridad, insista
en los tambores de guerra con Corea del Norte,
embarcando en la lucha a Japón y Corea del Sur, lejos
de sus costas.
Así, dará satisfacción a la 'corporatocracia', que ordena
continuar los conflictos hasta hacer perecer a toda la
humanidad.
Se espera que, ante esta política de barbarie, los triunfos
contra la violencia takfirí esencialmente y el proceso de
Astaná —con el fin de lograr alto al fuego y determinar
zonas seguras—, contribuya a debilitar los ánimos
confrontativos de bandas y potencias vinculadas a esta
ocupación ilegal de Siria.
Es prioritario tomar conciencia de ello.
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