sábado, 18 de abril de 2015

Trincheras de ideas contra el imperialismo

El despliegue del ideario expansionista norteamericano marcó sin duda un nuevo tiempo de lucha para nuestras naciones. Sin embargo, frente a la Doctrina del Destino Manifiesto, Monroe y el corolario Roosevelt, se alzaron diferentes voces para oponerse, denunciar y alertar sobre el nuevo peligro que la Hispanoamérica corría, luego de haber luchado valientemente contra el imperio español para alcanzar su libertad.
El padre Bolívar fue una de las voces que advirtió tempranamente la ferocidad de los vecinos del norte: “los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad” (1829). Más tarde, casi al término del siglo XIX y principios del siglo XX, otras voces se sumarían precisamente cuando Estados Unidos, perfilado como imperio, avanzó en una nueva fase dirigida al dominio económico de toda la América a través de los siguientes hechos: las convocatorias a la Conferencia Internacional Americana y la Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América, del Caribe y del Pacífico (1889–1890); así como las intervenciones militares con la Guerra Hispano-Cubana (1898) y la Guerra contra Filipinas (1899–1902) a fin de alcanzar el dominio hegemónico del Caribe y del Pacífico.
En estas líneas presentaremos brevemente las contribuciones que desde las trincheras de ideas propusieron Mark Twain, José Martí, Rubén Darío y José Enrique Rodó, en oposición a la rapacidad y pillaje estadounidense.
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Antiimperialismo de Mark Twain
“Yo soy anti-imperialista y nunca aceptaré que el águila imperial pose sus garras en ningún país extranjero”. Esta declaración de oposición contra la política expansionista norteamericana la realiza Samuel Langhorne Clemens, mejor conocido como Mark Twain, quien es considerado como el padre de la literatura norteamericana.
Sus obras: Las aventuras de Tom Sawyer, El Príncipe y el Mendigo, Un Yankee en la corte del Rey Arturo y Las Aventuras de Huckelberry Finn reflejaron los prejuicios socio-culturales, el racismo y las contradicciones entre el progreso material y el desarrollo espiritual, producto del naciente capitalismo monopolista que comenzó a formarse después de la Guerra de Secesión. Fue a partir de sus críticas a la guerra contra Cuba y contra Filipinas, cuando se conoció su oposición al desarrollo de una política exterior orientada al expansionismo.
En 1898 Twain creó la Liga Antiimperialista con el objetivo de combatir y denunciar la política exterior de su país, al que solía llamar irónicamente la Gran República. Innumerables serán sus escritos entre los que destaca su obra A las personas que se sientan en la oscuridad donde señaló: “La nueva bandera de los Estados Unidos debería ser con las rayas blancas pintadas de negro, y las estrellas sustituidas por un cráneo y dos huesos cruzados”. A su vez, Soliloquio del rey Leopoldo, mediante el cual denunció los estragos del colonialismo belga en el Congo. Muchos de sus escritos antiimperialistas no serían publicados sino tiempo después de su muerte, como es el caso del cuento corto La oración de guerra, en la cual hizo una crítica al uso de la prensa, el patriotismo y la religiosidad como estrategia de Estados Unidos para justificar la guerra contra pueblos.
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José Martí: el iniciador del antiimperialismo en Latinoamérica
Para Mark Twain, José Martí, quien cayó en combate en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, y ya a los a los 16 años había sido condenado a prisión por sus ideas revolucionarias, fue “el primer formulador del pensamiento antiimperialista en América Latina”.
Durante una larga temporada, mientras preparaba la guerra necesaria para liberar a su amada Patria, estuvo Martí dentro del monstruo, como el mismo llamó a Estados Unidos. En este tiempo trabajó como corresponsal para diversos periódicos del continente y se dedicó a observar y estudiar con detenimiento los fenómenos sociales que se producían y a escribir sobre ellos. Cada hecho fue analizado detenidamente buscando lo que estaba más allá de los aparente y encontrando justamente historias de exclusión, explotación y represión, pero también el lado humano en los más humildes.

Todas estas experiencias le permitieron conocer esa sociedad que se conformaba con el ideal del desarrollo capitalista, cuyas ansias de erigirse como imperio se mostraron claramente en la Conferencia Internacional Americana y en la Conferencia Monetaria de las Repúblicas de América, al intentar controlar el comercio de los países del sur. Afortunadamente, la Conferencia culminó en derrota para Estados Unidos, pues Chile, Argentina, Brasil, Colombia y Uruguay rechazaron la propuesta presentada por el naciente imperio. Fue Martí, como representante de Uruguay quien presentó su informe a nombre de la Comisión.
Cabe mencionar que en esta Conferencia, Roque Sáenz Peña, representante de Argentina, realizó una notable y valiente intervención en la cual declaró contra la Doctrina de Monroe: “América para la humanidad”.
Culminada la Conferencia, Martí publicó en enero de 1891 su magistral ensayo “Nuestra América”, mediante el cual realizó un llamado a la unión, a la soberanía entre los pueblos hispanoamericanos, a la lucha por la independencia y, a su vez, alertó sobre el imperialismo norteamericano: “Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal (…) Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. (…) ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado”.

Posteriormente, en mayo de 1891, Martí publicó un artículo dedicado al desarrollo de dicha conferencia donde expuso dos preguntas para la reflexión: ¿Pueden Estados Unidos convidar a Hispanoamérica a una unión sincera y útil para Hispanoamérica? ¿Conviene a Hispanoamérica la unión política y económica con Estados Unidos?.
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Rubén Darío: canto de vida y esperanza a la hispanidad
Félix Rubén García Sarmiento es el nombre con el que fue bautizado, pero Rubén Darío es el nombre que toma y por el que se le conoce. Llamado por algunos el príncipe de las letras castellanas, a Rubén Darío se le considera el máximo representante del modernismo literario en lengua española. Este poeta, periodista y diplomático nicaragüense suele ser más conocido también por el erotismo y el romanticismo en sus obras, que por sus escritos políticos.
Sería con su ensayo El triunfo de Calibán, publicado en 1898, cuando se pronunció enérgicamente contra la Doctrina Monroe y la guerra contra Cuba: “No, no puedo, no quiero estar de parte de esos búfalos de dientes de plata. Son enemigos míos, son los aborrecedores de la sangre latina, son los Bárbaros. (…) Y los he visto a esos yankees, en sus abrumadoras ciudades de hierro y piedra y las horas que entre ellos he vivido las he pasado con una vaga angustia (…) sentía respirar en un país de cíclopes, comedores de carne cruda, herreros bestiales, habitadores de casas de mastodontes. Colorados, pesados, groseros, van por sus calles empujándose y rozándose animalmente, a la caza del dólar. El ideal de esos calibanes está circunscrito a la bolsa y a la fábrica. Comen, comen, calculan, beben whisky y hacen millones”.
De igual modo, Darío defendió la posición de Roque Sáenz Peña en la Conferencia Internacional Americana al referir sobre el diplomático: “El argentino cuya voz en el congreso panamericano opuso al slang fanfarrón de Monroe una alta fórmula de grandeza continental. Sea la América para la humanidad”.

En Cantos de vida y esperanza: los cisnes y otros poemas publicado en 1905, el tema de la hispanidad es protagonista y tiene lugar la crítica al imperialismo estadounidense. Uno de los escritos más relevantes de su pensamiento revolucionario es la oda titulada A Roosevelt, dirigida al presidente Franklin Roosevelt, en cuyo mandato se intervino militarmente para separar a Panamá de Colombia, a fin de asegurarse la concesión para construir el canal de navegación interoceánico: “Eres los Estados Unidos, eres el futuro invasor de la América ingenua que tiene sangre indígena (…) Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza (…) Mas la América nuestra, que tenía poetas desde los viejos tiempos de Netzahualcoyotl (…) vive. Y sueña. Y ama, y vibra; y es la hija del Sol. Tened cuidado. ¡Vive la América española!”.
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José Enrique Rodó, militante de la unidad americana
Conocido como el maestro Rodó. Este escritor, ensayista y periodista uruguayo dedicó su vida a la construcción de la Patria y a mantener a igual que Martí el ideal bolivariano ondeando. Rodó reconoció a Bolívar como padre del pensamiento americano y fue un militante de la unidad y de la identidad americana, sobre la cual referiría: “América tiende desde sus orígenes, por el pensamiento consciente de sus emancipadores, de los fundadores de los pueblos que la constituyen, a formar una confederación de naciones. Esta confederación de naciones será primero una confederación moral, una armonía de intereses, de sentimientos, de ideas. Será, algún día muy lejano, una gran unidad política, como lo soñaba el Libertador”.
Innumerables fueron sus escritos e intervenciones a favor de la unidad política de nuestros pueblos a fin de preservarse ante la absorción imperialista de Estados Unidos. Cuando en 1898 Estados Unidos avanzaba en su nueva fase de dominio y constitución imperialista al intervenir en el conflicto de Cuba y España relataría: “Queríamos y anhelábamos la libertad de Cuba, último pueblo de América que permanecía sujeto al yugo de España (…) Pero deseábamos, al par, que esa libertad fuera conquistada, como había sido conquistada la de toda Sur América, por los hijos de la nación sojuzgada y, a lo sumo, con el concurso de pueblos hermanos. Un nuevo Bolívar nos hubiera llenado de orgullo. Pero, lo que no admitíamos de ningún modo, era la intervención de Norte América (…) ¿Qué tenía que ver esa nación extraña en la contienda de los pueblos de otra raza?”.
En el año 1900 publicó Ariel libro dirigido a la juventud del continente, en tanto le preocupaba que las juventudes de nuestros pueblos fueran seducidas por el espíritu utilitario promovido por los norteamericanos. En dicho ensayo Rodó destacó el papel de la juventud para transformar y hacer sociedades libres, y los instó a retomar la gloria de sus libertadores.
Rodó estuvo siempre muy activo ante las ansías imperiales de Estados Unidos, alertó sobre la avanzada norteamericana a Panamá y, luego, cuando las tropas norteamericanas ocuparon por la fuerza el puerto mexicano de Veracruz en 1914, participó en mítines callejeros, convocando al pueblo uruguayo a protestar contra la injerencia y ocupación. Igualmente, con el estallido de la I Guerra Mundial referiría: “Un imperialismo nacional europeo, vencedor del resto de Europa, y, por tanto, sin límite que lo contuviese, significaría para el inmediato porvenir de estos pueblos una amenaza tanto más cierta y tanto más considerable cuanto que vendría a favorecer la acción de aquel otro imperialismo americano”.
Están allí pues, las ideas y sentires de los defensores de la idea de la autodeterminación de los pueblos y de la Patria Grande e independiente. Nos toca pues, a las generaciones de hoy continuar luchando contra el “gigante de las siete leguas”, cada vez más unidos, cada vez más conscientes. Cada vez más antiimperialistas.
#ObamaDerogaElDecretoYa
LORENA ALMARZA / ESPECIAL CIUDAD CCS
TOMADO DE: http://www.ciudadccs.info/

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